Hebreos 9:24-28
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22º Domingo después de Pentecostés (verde) – 1 Reyes 17:10-16; Hebreos 9:24-28; Marcos 12:28-44; Salmo 146:7-10.
Análisis
Este texto se encuentra en el centro estructural y doctrinal de la epístola. Su énfasis está en la naturaleza irrepetible del ministerio sacerdotal de Cristo. Por único e irrepetible descalifica cualquier otro ministerio sacerdotal. La especificidad de este ministerio es que no es réplica de otro, sino "la cosa misma". Veamos algunos detalles del texto:
V. 24: Hay una velada desvalorización del Santuario jerosolimitano (e indirectamente de cualquier otro templo terrestre) por ser "hecho de manos", y ser réplica (anti-tipo, tiene el sentido de copia que sigue un modelo, pero también de señalar la distancia con el modelo mismo). El ministerio de Cristo no se vale de réplicas del santuario o de la presencia divina, sino que accede directamente al cielo y a Dios mismo. Actúa ante la persona misma de Dios. La distancia que hay entre el sacerdocio y santuario humano y el de Cristo es la misma que hay entre una obra de arte y su modelo vivo. La obra puede ser maravillosa, pero no vive.
V. 25-26: Se introduce la idea de que el sacerdote terreno ritualiza algo que no puede hacer definitivamente, y lo hace "sobre sangre ajena". En cambio, el ministerio de Cristo "desritualiza" al hacer definitivamente lo perfecto (por perfecto, irrepetible). La novedad, además, es que no es "sangre ajena": este único sacerdote es verdadero porque no victimiza a otro; se ofrece a sí mismo para "desestablecer" el pecado.
V. 27-28: Se destaca el sentido sotereológico que adquiere este ministerio. Por eso se introduce la idea de muerte y juicio. No se puede repetir la muerte. Por eso se necesita una salvación definitiva. Notemos que no se propone una escatología de realización súbita, pero tampoco cae fuera del horizonte. Este texto es la única vez en el N.T. que aparece la expresión "segunda" con respecto a la "mostración gloriosa" de Cristo. Lo hace para destacar el contraste con la presencia "bajo pecado" que asume en la encarnación. Sin embargo, la misma expresión "fuera del pecado" aparece en 4:15 para señalar la única diferencia del encarnado con sus hermanos. Acá, entonces, probablemente deba interpretarse que este "fuera del pecado" no se refiere sólo a Cristo, sino que su ministerio ha puesto "fuera del pecado" a los que ansiosamente le aguardan.
Comentario
¿Por qué esta obsesión del autor de Hebreos por la unicidad del ministerio de Cristo? ¿Qué cosas pasaban que le llevan a destacar este elemento? Podemos sospechar:
* Cristianos de origen israelita que extrañaban la fastuosidad solemne de los sacrificios del templo, y se veían tentados o a mantener la práctica judaica, o a crear ceremonias propias destinadas a reemplazarlas. Aunque, por otro lado, en cierto judaísmo, tanto de Galilea como de la diáspora, la función del Templo, si aún existía, estaba desacreditada. Cómo esta es una predicación de un judío a otros judíos, discute desde el propio judaísmo la caducidad de la ritualidad judaica, y procura evitar que el cristianismo se transforme en una nueva ritualidad.
* El inicio de una tendencia a establecer un "sacerdocio cristiano" (que finalmente se impuso). El autor busca desautorizar cualquier intento en este sentido, destacando que no queda lugar para una jerarquía sacerdotal a partir de Cristo. Los espacios y funciones terrenas quedan desacralizadas al revelarse, por la acción de Cristo, su carácter insuficiente, precario.
* Posibles tendencias a reemplazar la reunión (cf. 10:25) con algunos ritos particulares, más inofensivos frente a las comunidades circundantes, más adaptados a las necesidades "psicológicas" de los creyentes que a la naturaleza tensa del testimonio en tiempos de tribulación.
¿Algunas de estas tendencias se dan también entre nosotros? ¿Puede ayudarnos este texto de Hebreos a meditar sobre la diferencia y complementariedad del carácter único de Cristo y las formas de nuestra religiosidad y testimonio?
Análisis
Este texto se encuentra en el centro estructural y doctrinal de la epístola. Su énfasis está en la naturaleza irrepetible del ministerio sacerdotal de Cristo. Por único e irrepetible descalifica cualquier otro ministerio sacerdotal. La especificidad de este ministerio es que no es réplica de otro, sino "la cosa misma". Veamos algunos detalles del texto:
V. 24: Hay una velada desvalorización del Santuario jerosolimitano (e indirectamente de cualquier otro templo terrestre) por ser "hecho de manos", y ser réplica (anti-tipo, tiene el sentido de copia que sigue un modelo, pero también de señalar la distancia con el modelo mismo). El ministerio de Cristo no se vale de réplicas del santuario o de la presencia divina, sino que accede directamente al cielo y a Dios mismo. Actúa ante la persona misma de Dios. La distancia que hay entre el sacerdocio y santuario humano y el de Cristo es la misma que hay entre una obra de arte y su modelo vivo. La obra puede ser maravillosa, pero no vive.
V. 25-26: Se introduce la idea de que el sacerdote terreno ritualiza algo que no puede hacer definitivamente, y lo hace "sobre sangre ajena". En cambio, el ministerio de Cristo "desritualiza" al hacer definitivamente lo perfecto (por perfecto, irrepetible). La novedad, además, es que no es "sangre ajena": este único sacerdote es verdadero porque no victimiza a otro; se ofrece a sí mismo para "desestablecer" el pecado.
V. 27-28: Se destaca el sentido sotereológico que adquiere este ministerio. Por eso se introduce la idea de muerte y juicio. No se puede repetir la muerte. Por eso se necesita una salvación definitiva. Notemos que no se propone una escatología de realización súbita, pero tampoco cae fuera del horizonte. Este texto es la única vez en el N.T. que aparece la expresión "segunda" con respecto a la "mostración gloriosa" de Cristo. Lo hace para destacar el contraste con la presencia "bajo pecado" que asume en la encarnación. Sin embargo, la misma expresión "fuera del pecado" aparece en 4:15 para señalar la única diferencia del encarnado con sus hermanos. Acá, entonces, probablemente deba interpretarse que este "fuera del pecado" no se refiere sólo a Cristo, sino que su ministerio ha puesto "fuera del pecado" a los que ansiosamente le aguardan.
Comentario
¿Por qué esta obsesión del autor de Hebreos por la unicidad del ministerio de Cristo? ¿Qué cosas pasaban que le llevan a destacar este elemento? Podemos sospechar:
* Cristianos de origen israelita que extrañaban la fastuosidad solemne de los sacrificios del templo, y se veían tentados o a mantener la práctica judaica, o a crear ceremonias propias destinadas a reemplazarlas. Aunque, por otro lado, en cierto judaísmo, tanto de Galilea como de la diáspora, la función del Templo, si aún existía, estaba desacreditada. Cómo esta es una predicación de un judío a otros judíos, discute desde el propio judaísmo la caducidad de la ritualidad judaica, y procura evitar que el cristianismo se transforme en una nueva ritualidad.
* El inicio de una tendencia a establecer un "sacerdocio cristiano" (que finalmente se impuso). El autor busca desautorizar cualquier intento en este sentido, destacando que no queda lugar para una jerarquía sacerdotal a partir de Cristo. Los espacios y funciones terrenas quedan desacralizadas al revelarse, por la acción de Cristo, su carácter insuficiente, precario.
* Posibles tendencias a reemplazar la reunión (cf. 10:25) con algunos ritos particulares, más inofensivos frente a las comunidades circundantes, más adaptados a las necesidades "psicológicas" de los creyentes que a la naturaleza tensa del testimonio en tiempos de tribulación.
¿Algunas de estas tendencias se dan también entre nosotros? ¿Puede ayudarnos este texto de Hebreos a meditar sobre la diferencia y complementariedad del carácter único de Cristo y las formas de nuestra religiosidad y testimonio?