Hebreos 7:23-28
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21º Domingo después de Pentecostés (verde) – Deuteronomio 6:2-6; Hebreos 7:23-28; Marcos 12:28-34; Salmo 18:2-4, 47, 51.
Análisis
Este texto, como los otros que veremos en este mes, pone énfasis en el sacerdocio único e irrepetible de Cristo. Obviamente lo anima una polémica con el culto del Templo, y podría decirse, en términos modernos, que opone la “religiosidad del ritual” a una fe relacional. El argumento se hará repetitivo y dejamos para la semana próxima un desarrollo más extenso, pues es en el cap. 9 donde alcanza su culminación. Pero el modo en que se expone en esta perícopa nos permite avanzar algunas consecuencias con fuerte contenido homilético.
Al analizar el pasaje se puede señalar un pequeño quiasmo:
23-24: diferencia de Jesús y el sacerdocio del Templo por su unicidad.
25: El poder salvador de Cristo
26-28: diferencia de Jesús y el sacerdocio del templo por su santidad.
23-24: El poder de la muerte marca la fragilidad de los sacerdocios humanos. El sacerdote está para sacrificar, pero ese hecho de "violencia simbólica" no lo libera a él mismo de la muerte. Y esto marca la limitación de los sacerdocios humanos y la necesidad de su pluralidad. Pero Jesús ha superado la muerte, al no ejercer la violencia sobre otros, sino al recibirla él, y así derrotar a la muerte por la gracia de Dios. Por ello no es necesario ni posible que se repita el sacerdocio ni el sacrificio. Al no matar a otros, el Cristo se hace imperecedero, saca a la muerte de su territorio.
25: Por eso puede salvar por completo (o: para siempre). Constituye un camino para acercarse a Dios, que no necesita del sacrificio, de "aplacar la ira divina", ya que el propio Jesús es el continuo intercesor. La religión ritual, que necesita de la violencia simbólica, es reemplazada por una fe relacional. Ahora podemos estar cerca de Dios, no ya por el rito, sino por que Dios se ha acercado en Cristo. La eternidad de Cristo es la apertura al amor incondicional de Dios. Fuera de ello, se sigue comprendiendo a Dios como un dios exigente e implacable. La particular forma del sacerdocio de Jesús nos permite entender de una nueva manera nuestra relación con Dios. Se ha abierto un nuevo camino "a través" de él.
26-28: Esta condición del Cristo marca su exclusiva santidad. Esta santidad tiene una dimensión vinculada, en la tradición israelita, a la presencia de Dios. La santidad divina, que en la tradición sacerdotal habitaba el templo en el lugar Santísimo, ahora habita en la persona de Jesús, el Cristo, el mediador. Cómo destacará repetidamente Heb, ahora, por el ministerio de Jesús, esta santidad está abierta para nosotros sin necesidad de otra cosa. La ley ha superado a la propia ley, la promesa ha dejado atrás el sistema que había construido.
Comentario
Comentando el v.25, dice Calvino: "¡Cuán grande prueba de su buena voluntad y cuán inmenso su amor para con nosotros! Cristo vive para nosotros, no para él. Él fue recibido dentro de una bendita inmortalidad para reinar en el cielo, tal como lo declara el apóstol, por causa nuestra. Por consiguiente, la vida, y el Reino y la gloria de Cristo están destinados para nuestra salvación como su objeto. Cristo conserva todo lo que puede ser aplicado a nuestro provecho, pues él nos ha sido dado por el Padre de una vez por todas, bajo esta condición que todo él sea nuestro".
Así entendido, el sacerdocio único de Cristo es un don de salvación, que no necesita de ningún otro. Con él, todo lo necesario para la vida es dado. El énfasis homilético puede estar justamente en esto: ¿de qué manera esta dádiva e intercesión continua de Cristo nos abre a una nueva forma de relación con Dios y nuestro prójimo? ¿En qué medida nuestra fe sigue "ritualizada" en lugar de profundizarse como una relación viva y continua con Dios? ¿Qué significa para nuestra vida personal y social que la salvación ya no depende de sacrificios, cuando tantos nuevos "sacerdotes" de la economía, de la política, etc., nos piden un "nuevo sacrificio" para poder salvarnos? ¿De qué manera esta comprensión del Evangelio quiebra las legitimaciones de la violencia simbólica, y desnuda las falsas justificaciones de quienes ejercen la violencia sobre los más débiles?
Análisis
Este texto, como los otros que veremos en este mes, pone énfasis en el sacerdocio único e irrepetible de Cristo. Obviamente lo anima una polémica con el culto del Templo, y podría decirse, en términos modernos, que opone la “religiosidad del ritual” a una fe relacional. El argumento se hará repetitivo y dejamos para la semana próxima un desarrollo más extenso, pues es en el cap. 9 donde alcanza su culminación. Pero el modo en que se expone en esta perícopa nos permite avanzar algunas consecuencias con fuerte contenido homilético.
Al analizar el pasaje se puede señalar un pequeño quiasmo:
23-24: diferencia de Jesús y el sacerdocio del Templo por su unicidad.
25: El poder salvador de Cristo
26-28: diferencia de Jesús y el sacerdocio del templo por su santidad.
23-24: El poder de la muerte marca la fragilidad de los sacerdocios humanos. El sacerdote está para sacrificar, pero ese hecho de "violencia simbólica" no lo libera a él mismo de la muerte. Y esto marca la limitación de los sacerdocios humanos y la necesidad de su pluralidad. Pero Jesús ha superado la muerte, al no ejercer la violencia sobre otros, sino al recibirla él, y así derrotar a la muerte por la gracia de Dios. Por ello no es necesario ni posible que se repita el sacerdocio ni el sacrificio. Al no matar a otros, el Cristo se hace imperecedero, saca a la muerte de su territorio.
25: Por eso puede salvar por completo (o: para siempre). Constituye un camino para acercarse a Dios, que no necesita del sacrificio, de "aplacar la ira divina", ya que el propio Jesús es el continuo intercesor. La religión ritual, que necesita de la violencia simbólica, es reemplazada por una fe relacional. Ahora podemos estar cerca de Dios, no ya por el rito, sino por que Dios se ha acercado en Cristo. La eternidad de Cristo es la apertura al amor incondicional de Dios. Fuera de ello, se sigue comprendiendo a Dios como un dios exigente e implacable. La particular forma del sacerdocio de Jesús nos permite entender de una nueva manera nuestra relación con Dios. Se ha abierto un nuevo camino "a través" de él.
26-28: Esta condición del Cristo marca su exclusiva santidad. Esta santidad tiene una dimensión vinculada, en la tradición israelita, a la presencia de Dios. La santidad divina, que en la tradición sacerdotal habitaba el templo en el lugar Santísimo, ahora habita en la persona de Jesús, el Cristo, el mediador. Cómo destacará repetidamente Heb, ahora, por el ministerio de Jesús, esta santidad está abierta para nosotros sin necesidad de otra cosa. La ley ha superado a la propia ley, la promesa ha dejado atrás el sistema que había construido.
Comentario
Comentando el v.25, dice Calvino: "¡Cuán grande prueba de su buena voluntad y cuán inmenso su amor para con nosotros! Cristo vive para nosotros, no para él. Él fue recibido dentro de una bendita inmortalidad para reinar en el cielo, tal como lo declara el apóstol, por causa nuestra. Por consiguiente, la vida, y el Reino y la gloria de Cristo están destinados para nuestra salvación como su objeto. Cristo conserva todo lo que puede ser aplicado a nuestro provecho, pues él nos ha sido dado por el Padre de una vez por todas, bajo esta condición que todo él sea nuestro".
Así entendido, el sacerdocio único de Cristo es un don de salvación, que no necesita de ningún otro. Con él, todo lo necesario para la vida es dado. El énfasis homilético puede estar justamente en esto: ¿de qué manera esta dádiva e intercesión continua de Cristo nos abre a una nueva forma de relación con Dios y nuestro prójimo? ¿En qué medida nuestra fe sigue "ritualizada" en lugar de profundizarse como una relación viva y continua con Dios? ¿Qué significa para nuestra vida personal y social que la salvación ya no depende de sacrificios, cuando tantos nuevos "sacerdotes" de la economía, de la política, etc., nos piden un "nuevo sacrificio" para poder salvarnos? ¿De qué manera esta comprensión del Evangelio quiebra las legitimaciones de la violencia simbólica, y desnuda las falsas justificaciones de quienes ejercen la violencia sobre los más débiles?