Espiritualidad: espacio para propiciar el perdón
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Introducción
Los actos de perdonar, auto-perdonarse y ser perdonados, son actos de vital importancia en la cotidianidad de todo ser humano. El perdón - ya sea ofrecido, recibido o auto administrado - tiene el poder simbólico de liberar, dejar ir, o soltar todos aquellos obstáculos que nos imposibilitan una vida con calidad.
El presente artículo se desarrolla en el marco del trabajo en el campo del Soporte Espiritual para personas que padecen enfermedad dolorosa crónica, no curable aún y/o terminal. En todas las circunstancias de la vida, pero en las señaladas en especial, el auto perdonarse, el perdonar y el ser perdonados cobra dimensiones capitales en la tarea de lograr mayor calidad de vida en esos momentos.
Se revisará la importancia de no tener deudas emocionales pendientes, los significados del perdón, el perdón como necesidad vital humana, Jesús como modelo de perdón y el perdón como punto de partida para reconstruir relaciones. Finalmente se brindarán algunas pautas o recomendaciones para quienes ofrecen soporte espiritual.
De esta forma, no solo se espera brindar un aporte a quienes ofrecen apoyo espiritual a las personas sufrientes , sino a todos los lectores y las lectoras. Todo ser humano puede disfrutar de los beneficios emocionales y espirituales que ofrece el perdón.
No tener deudas emocionales pendientes
El perdón y la consiguiente reconciliación son puntos medulares en la espiritualidad cristiana y en el seguimiento a Jesús. La necesidad del perdón está relacionada con el logro de la paz espiritual. Para vivir plenamente en paz se requiere no tener deudas emocionales pendientes, con uno mismo, o con los y las demás. Algunas personas se sienten en deuda también con Dios. Fourez (1987), destaca la centralidad del perdón en el mensaje del cristianismo, que presenta la imagen de un Dios perdonador,
El mensaje del cristianismo gira en torno a esta necesidad del perdón. Jesús presenta la imagen de un Dios que perdona e invita a los seres humanos a hacer lo mismo. El Reino que Jesús proclama no tiene nada que ver con la fría justicia, sino que se sitúa en el marco de la cálida ternura de quienes se sienten aceptados con una gratuidad que trasciende toda medida. . . . El cristianismo no es una religión de justos, sino de perdonados (Fourez 1987, 199).
Cuando guardamos resentimientos contra nosotros mismos o contra otras personas, damos pie al sufrimiento no solo emocional, sino también espiritual. Las personas que sufren una enfermedad crónica dolorosa, no curable aún, o las que se encuentran en la etapa final de la misma, requieren los beneficios emocionales y espirituales de perdonar y de sentirse perdonados o perdonadas. Perdonar y perdonarse es un acto de amor hacia los demás y hacia uno mismo. Para ejercer este acto de amor se requiere de la voluntad, de la intención de llevarlo a cabo, del cambio de actitud, y de la aceptación de sus beneficios en lo emocional y en lo espiritual.
Para poder perdonar al otro [y a uno mismo], es preciso tener intención y decidirse a perdonarle, convencidos de las ventajas del perdón y de las desventajas del no perdón. Una vez vencido el posible bloque de la voluntad para tal paso, es preciso asumir la apuesta y el riesgo de rememorar el pasado asumiéndolo, y de encontrarse con el otro [y con uno mismo] acogiéndolo en positivo, por encima de la culpabilidad que se le atribuye (Borobio 1993, 1021).
Perdonar es acogerse a uno mismo y a los demás positivamente
Auto - perdonarse y perdonar a otros es como lo señala Borobio (1993), “acogerse [a uno mismo y a los demás], en positivo”(1021). Es decir, reconocer que los conflictos con otros, con otras y con nosotros mismos nos hacen daño internamente y de ahora en más, relacionarnos positivamente.
Tal vez esos conflictos han sido tan fuertes que se nos dificulta olvidar. Fourez (1987), nos presenta un punto de vista interesante sobre el perdón. Refiere el autor que perdonar (o perdonarse) no se trata de olvidar "mágicamente" el dolor de lo sucedido, como algunas personas pudieran creer. Señala que perdonar es ante todo reconocer que no podemos continuar más viviendo con ese dolor de no poder encontrarnos a nosotros mismos, con otros o con otras, por el antagonismo que tenemos con otras personas, o por el conflicto interno que nos produce el no perdonarnos por alguna situación dolorosa. Menciona que perdonar “significa, ante todo reconocer que en los conflictos nos hacemos daño mutuamente" (Fourez 1987, 200).
Con la petición de perdón por consiguiente, le solicitamos a la otra parte que nos “reconozca” a pesar de la situación. Esto significa "confesar que jamás tenemos toda la razón” (Fourez 1987, 201).
En cuanto al autoperdón - desde este punto de vista que presenta Fourez - cuando nos lo concedemos, nos auto-reconocemos como seres valiosos y con dignidad a pesar del conflicto o la situación que nos lleva a sentir dolor y vergüenza ante nosotros mismos. La señal visible de autoperdonarnos y de perdonar será la paz que nos produce.
El perdón no es un acto parcial
El acto del perdón no es parcial. Sölle (1972), señala que no se perdona solamente esta o aquella conducta y otras se dejan en reserva sin perdonar. Se perdona a una persona, en su totalidad. Sobre el perdón Sölle puntualiza que es un acto totalizador.
El acto de perdón sólo es pensable como un acto personal totalitario. Dios no perdona unos pecados si y otros no, sino que perdona los pecados de los seres humanos. . . . El perdón nunca se puede realizar bajo un aspecto determinado, prescrito de antemano por el rol, el perdón se destruye a si mismo cuando se realiza parcialmente. Quien perdona algo y algo no, éste realmente no perdona y está negando el nuevo comienzo. . . . El perdón parcial mantiene preparada una posterior humillación para el culpable y quita de delante las reservas que tenga contra él únicamente para sacarlas de nuevo en el momento oportuno (Sölle1972, 109).
Por otra parte, es probable que alguna conducta de otra persona nos afectó en algún momento. Sin embargo, ello no descalifica a la persona como tal, en su dignidad humana. Es necesario enfocarnos en la conducta que nos molestó y trabajar nuestros sentimientos al respecto. Esto es, no generalizar la molestia a la totalidad de la persona. Lo que se debe generalizar es el perdón cuando este es genuino, como un acto totalizador, que nos permite continuar relacionándonos.
Necesidad vital del ser humano
El perdonar y ser perdonados son necesidades vitales para los seres humanos. Se trata de una necesidad "ineludible . . . que puede siempre obtenerse con la oración, con tal de estar dispuesto a perdonar a otros (Mt. 6. 12-14) (Villapadierna 2001, 992)" No se trata de humillación y rebajamiento, sino de necesidad de la paz interior con uno mismo y con los y las demás.
Más que ser humillación y rebajamiento, el perdón es necesidad y grandeza. Necesitamos permanentemente perdonar y pedir perdón. La actitud de perdonar y estar necesitado de perdón pertenece a la urdimbre de la persona humana. Querer perdonar y estar dispuestos a recibir el perdón es contar con la posibilidad de enmendar la vida, de reconstruir la propia historia, de cambiar a mejor la dinámica de las relaciones humanas. Por eso mismo el perdón es también posibilidad humana de realización (Borobio 1993, 1020).
Jesús, modelo de perdón
Jesús nos mostró la imagen de un Dios perdonador, restaurador de nuevas relaciones (cf. Lc. 15. 11-32). Su mensaje estuvo centrado en el perdón. Villapadierna (2001) nos ofrece un aporte significativo sobre la relación de Jesús con el perdón,
Un dato significativo sorprende a quien lee los evangelios sinópticos: Jesús habla muy poco del pecado. Pero sorprende aún más que siempre habla del perdón, por ejemplo en la curación del paralítico (Mc. 2. 5-10), en la escena de la pecadora que unge los pies de Jesús (Lc. 7. 36-50) (991).
En los evangelios el perdón de los pecados se recibe como un acto de gracia de
parte de Dios. Sin embargo, requiere del arrepentimiento como condición previa, y de la reparación en lo posible de la ofensa, como acción posterior. El arrepentimiento implica conversión, esto es modificar las actitudes negativas y potencializar las positivas.
El perdonar "supone un movimiento, es la imagen de un ser humano que desanda el camino. Supone un cambio de orientación en toda la manera de vivir" (Villapadierna 2001, 993).
El perdón: punto de partida para reconstruir relaciones
El perdón permite la reconstrucción de relaciones. Posibilita el reencuentro y la creación de nuevos lazos allí donde dejaron de existir. Cuando el perdón es genuino, se recupera la alegría en la relación y se vuelve a celebrar el vínculo. La celebración implica lo simbólico porque simbólicamente "dejamos ir" los resentimientos. El ser humano es hacedor de símbolos. Mediante el perdón se posibilita la reconstrucción de relaciones y de los aspectos simbólicos que contienen.
Las palabras más usadas en los evangelios para indicar el perdón de los pecados son "afiemi" (hacer ir, dejar ir, permitir, soltar, perdonar) y "aferis" (remisión, liberación, perdón) (Villapadierno 2001, 991) Cuando nos perdonamos y cuando perdonamos simbólicamente "dejamos ir" aquello que nos obstaculiza una relación de espiritualidad con nosotros mismos y con las demás personas. !Y ello produce paz!
Conclusiones
La búsqueda de la paz espiritual para posibilitar y ayudar en el afrontamiento de una situación adversa como lo es la enfermedad crónica dolorosa, no curable aún y/o terminal, es de capital importancia.
Tener deudas emocionales tales como resentimientos, ira, y enojo hacia uno mismo y hacia otras personas añade mayor sufrimiento a las personas que padecen las situaciones señaladas y obstaculizan el logro de la calidad de vida.
El perdón se nos presenta como una necesidad vital del ser humano. Requiere la capacidad de "acogernos" en positivo. Esto es, aceptar nuestros errores y los de las demás personas, sin menoscabo de nuestra propia dignidad como seres humanos ni de la de los demás.
Quien perdona y se dispone a recibir el perdón cuenta con la posibilidad de enmendar la vida en aquellos aspectos en los que se falló. Se trata de vislumbrar la posibilidad de cambiar, y reconstruir aquellas relaciones afectadas por los resentimientos y la ira. Por eso el perdón no puede ser un acto parcial, sino un acto totalizador, capaz de transformar todas las condiciones de relación con sigo mismo y con las demás personas.
El seguimiento a Jesús implica la disposición al cambio, al arrepentimiento y al perdón. Jesús nos mostró el rostro de un Dios perdonador, capaz de acoger al ser humano en positivo y ofrecerle la transformación de sus días en espacios de calidad de vida.
El agente o la agente de soporte espiritual requiere saber detectar - mediante el diálogo con la persona y la escucha activa - el resentimiento y la agresividad hacia si mismo o hacia otros u otras. El resentimiento se instala en la vida de las personas, y sobreañade más sufrimiento del que ya aporta la enfermedad que se padece. Es necesario que el agente y la agente del soporte propicien el perdón con una actitud de tacto y respeto.
Es importante extender esta intervención pastoral a la familia de la persona cuando así se requiere.
Recomendaciones
Las siguientes recomendaciones - en relación con este tema- son para quienes ofrecen soporte espiritual a personas con enfermedad crónica o terminal:
1. Permita que la persona tenga espacios de desahogo emocional. Es necesario expresar los sentimientos de ira que se guardan hacia otras personas o de autoagresión, con el fin de desahogarlos. Escuche activamente a la persona cuando desea contarle al respecto.
2. Converse con la persona sobre los beneficios del perdón, tanto al darlo y al recibirlo, como al autoadministrárselo.
3. Ayúdela a perdonarse a si misma, solicitar el perdón o a brindarlo de acuerdo al caso.
4. Contrarreste con respeto la idea que tienen algunas persona que padecen enfermedad, de que la misma es un castigo enviado por Dios. Revise con la persona el origen de estas creencias.
5. Refiérase a Jesús y a Dios como modelos de perdón, siempre tomando en cuenta el respeto a las ideas religiosas de la persona.
6. Colabore con la persona y con la familia a establecer o re-establecer lazos de perdón y cercanía, con aquellas personas con quienes lo desee o con Dios si así lo solicita.
7. Recuerde que todas las pautas anteriores se enmarcan en un proceso personal que nunca debe forzarse.
8. Propicie espacios de espiritualidad con la persona (la visita, la oración, la lectura bíblica, el abrazo, el canto, la devoción), en donde se vivencie y se celebren los beneficios del perdón.
Bibliografía
Araya, Victorio. 1983. El Dios de los pobres: el misterio de Dios en la Teología de la Liberación. San José: DEI-SEBILA.
Barobio, Dionisio. 1993. “Perdón”. En: Floristán y Tamayo 1993.
Floristán, Casiano y Juan José Tamayo, editores. 1983. Conceptos fundamentales de
Pastoral. Madrid: Cristiandad.
Fourez, Gerard. 1987. Una buena noticia liberadora: Evangelio para un mundo en crisis. Santander: Sal Terrae.
Ramos F., Felipe (Director). 2001. Diccionario de Jesús de Nazareth. Burgos: Monte
Carmelo.
Sölle, Dorothee. 1972. Teología Política. Salamanca: Sígueme.
Villapadierno, Carlos. 2001. "Perdón de los pecados" En: Ramos 2001.
Notas
1. El autor es asesor teológico en el área de Espiritualidad del Centro Nacional de Control del Dolor y Cuidados Paliativos en San José, Costa Rica. Es profesor de Teología Pastoral de la Universidad Bíblica Latinoamericana y es Psicólogo.
2. En este caso se entiende por "personas sufrientes" a aquellas personas que padecen enfermedad crónica o terminal.
3. El énfasis es nuestro.
4. Los paréntesis y el énfasis son nuestros.
5. El énfasis es nuestro.
6. La palabra símbolo "según su etimología proviene del griego symballein que literalmente significa "poner juntas las cosas", "reunir lo disociado". Originalmente se refería a una moneda partida a la mitad. Ambas partes de la moneda eran llevadas por aparte. El valor de la moneda estaba en permanecer unidas una parte con la otra. Símbolo es según su etimología "un signo cuya función indicativa tiene su origen en el hecho de que la determinada configuración permite reconstruir la parte del todo que le corresponde (="reunir lo disociado"). En su sentido amplio símbolo es un ente que remite a otro sobre la base de una semejanza con él" (Lebon en Araya 1981).
7. Agente de Soporte Espiritual es aquella persona que acompaña desde la Espiritualidad transformadora a personas (en este caso con padecimientos crónicos dolorosos, no curables aún y/o terminales). Las pautas sobre el perdón ofrecidas en este artículo se pueden aplicar para el acompañamiento pastoral en otras situaciones tales como, el divorcio, la separación, la pérdida de un ser querido entre otras.
Los actos de perdonar, auto-perdonarse y ser perdonados, son actos de vital importancia en la cotidianidad de todo ser humano. El perdón - ya sea ofrecido, recibido o auto administrado - tiene el poder simbólico de liberar, dejar ir, o soltar todos aquellos obstáculos que nos imposibilitan una vida con calidad.
El presente artículo se desarrolla en el marco del trabajo en el campo del Soporte Espiritual para personas que padecen enfermedad dolorosa crónica, no curable aún y/o terminal. En todas las circunstancias de la vida, pero en las señaladas en especial, el auto perdonarse, el perdonar y el ser perdonados cobra dimensiones capitales en la tarea de lograr mayor calidad de vida en esos momentos.
Se revisará la importancia de no tener deudas emocionales pendientes, los significados del perdón, el perdón como necesidad vital humana, Jesús como modelo de perdón y el perdón como punto de partida para reconstruir relaciones. Finalmente se brindarán algunas pautas o recomendaciones para quienes ofrecen soporte espiritual.
De esta forma, no solo se espera brindar un aporte a quienes ofrecen apoyo espiritual a las personas sufrientes , sino a todos los lectores y las lectoras. Todo ser humano puede disfrutar de los beneficios emocionales y espirituales que ofrece el perdón.
No tener deudas emocionales pendientes
El perdón y la consiguiente reconciliación son puntos medulares en la espiritualidad cristiana y en el seguimiento a Jesús. La necesidad del perdón está relacionada con el logro de la paz espiritual. Para vivir plenamente en paz se requiere no tener deudas emocionales pendientes, con uno mismo, o con los y las demás. Algunas personas se sienten en deuda también con Dios. Fourez (1987), destaca la centralidad del perdón en el mensaje del cristianismo, que presenta la imagen de un Dios perdonador,
El mensaje del cristianismo gira en torno a esta necesidad del perdón. Jesús presenta la imagen de un Dios que perdona e invita a los seres humanos a hacer lo mismo. El Reino que Jesús proclama no tiene nada que ver con la fría justicia, sino que se sitúa en el marco de la cálida ternura de quienes se sienten aceptados con una gratuidad que trasciende toda medida. . . . El cristianismo no es una religión de justos, sino de perdonados (Fourez 1987, 199).
Cuando guardamos resentimientos contra nosotros mismos o contra otras personas, damos pie al sufrimiento no solo emocional, sino también espiritual. Las personas que sufren una enfermedad crónica dolorosa, no curable aún, o las que se encuentran en la etapa final de la misma, requieren los beneficios emocionales y espirituales de perdonar y de sentirse perdonados o perdonadas. Perdonar y perdonarse es un acto de amor hacia los demás y hacia uno mismo. Para ejercer este acto de amor se requiere de la voluntad, de la intención de llevarlo a cabo, del cambio de actitud, y de la aceptación de sus beneficios en lo emocional y en lo espiritual.
Para poder perdonar al otro [y a uno mismo], es preciso tener intención y decidirse a perdonarle, convencidos de las ventajas del perdón y de las desventajas del no perdón. Una vez vencido el posible bloque de la voluntad para tal paso, es preciso asumir la apuesta y el riesgo de rememorar el pasado asumiéndolo, y de encontrarse con el otro [y con uno mismo] acogiéndolo en positivo, por encima de la culpabilidad que se le atribuye (Borobio 1993, 1021).
Perdonar es acogerse a uno mismo y a los demás positivamente
Auto - perdonarse y perdonar a otros es como lo señala Borobio (1993), “acogerse [a uno mismo y a los demás], en positivo”(1021). Es decir, reconocer que los conflictos con otros, con otras y con nosotros mismos nos hacen daño internamente y de ahora en más, relacionarnos positivamente.
Tal vez esos conflictos han sido tan fuertes que se nos dificulta olvidar. Fourez (1987), nos presenta un punto de vista interesante sobre el perdón. Refiere el autor que perdonar (o perdonarse) no se trata de olvidar "mágicamente" el dolor de lo sucedido, como algunas personas pudieran creer. Señala que perdonar es ante todo reconocer que no podemos continuar más viviendo con ese dolor de no poder encontrarnos a nosotros mismos, con otros o con otras, por el antagonismo que tenemos con otras personas, o por el conflicto interno que nos produce el no perdonarnos por alguna situación dolorosa. Menciona que perdonar “significa, ante todo reconocer que en los conflictos nos hacemos daño mutuamente" (Fourez 1987, 200).
Con la petición de perdón por consiguiente, le solicitamos a la otra parte que nos “reconozca” a pesar de la situación. Esto significa "confesar que jamás tenemos toda la razón” (Fourez 1987, 201).
En cuanto al autoperdón - desde este punto de vista que presenta Fourez - cuando nos lo concedemos, nos auto-reconocemos como seres valiosos y con dignidad a pesar del conflicto o la situación que nos lleva a sentir dolor y vergüenza ante nosotros mismos. La señal visible de autoperdonarnos y de perdonar será la paz que nos produce.
El perdón no es un acto parcial
El acto del perdón no es parcial. Sölle (1972), señala que no se perdona solamente esta o aquella conducta y otras se dejan en reserva sin perdonar. Se perdona a una persona, en su totalidad. Sobre el perdón Sölle puntualiza que es un acto totalizador.
El acto de perdón sólo es pensable como un acto personal totalitario. Dios no perdona unos pecados si y otros no, sino que perdona los pecados de los seres humanos. . . . El perdón nunca se puede realizar bajo un aspecto determinado, prescrito de antemano por el rol, el perdón se destruye a si mismo cuando se realiza parcialmente. Quien perdona algo y algo no, éste realmente no perdona y está negando el nuevo comienzo. . . . El perdón parcial mantiene preparada una posterior humillación para el culpable y quita de delante las reservas que tenga contra él únicamente para sacarlas de nuevo en el momento oportuno (Sölle1972, 109).
Por otra parte, es probable que alguna conducta de otra persona nos afectó en algún momento. Sin embargo, ello no descalifica a la persona como tal, en su dignidad humana. Es necesario enfocarnos en la conducta que nos molestó y trabajar nuestros sentimientos al respecto. Esto es, no generalizar la molestia a la totalidad de la persona. Lo que se debe generalizar es el perdón cuando este es genuino, como un acto totalizador, que nos permite continuar relacionándonos.
Necesidad vital del ser humano
El perdonar y ser perdonados son necesidades vitales para los seres humanos. Se trata de una necesidad "ineludible . . . que puede siempre obtenerse con la oración, con tal de estar dispuesto a perdonar a otros (Mt. 6. 12-14) (Villapadierna 2001, 992)" No se trata de humillación y rebajamiento, sino de necesidad de la paz interior con uno mismo y con los y las demás.
Más que ser humillación y rebajamiento, el perdón es necesidad y grandeza. Necesitamos permanentemente perdonar y pedir perdón. La actitud de perdonar y estar necesitado de perdón pertenece a la urdimbre de la persona humana. Querer perdonar y estar dispuestos a recibir el perdón es contar con la posibilidad de enmendar la vida, de reconstruir la propia historia, de cambiar a mejor la dinámica de las relaciones humanas. Por eso mismo el perdón es también posibilidad humana de realización (Borobio 1993, 1020).
Jesús, modelo de perdón
Jesús nos mostró la imagen de un Dios perdonador, restaurador de nuevas relaciones (cf. Lc. 15. 11-32). Su mensaje estuvo centrado en el perdón. Villapadierna (2001) nos ofrece un aporte significativo sobre la relación de Jesús con el perdón,
Un dato significativo sorprende a quien lee los evangelios sinópticos: Jesús habla muy poco del pecado. Pero sorprende aún más que siempre habla del perdón, por ejemplo en la curación del paralítico (Mc. 2. 5-10), en la escena de la pecadora que unge los pies de Jesús (Lc. 7. 36-50) (991).
En los evangelios el perdón de los pecados se recibe como un acto de gracia de
parte de Dios. Sin embargo, requiere del arrepentimiento como condición previa, y de la reparación en lo posible de la ofensa, como acción posterior. El arrepentimiento implica conversión, esto es modificar las actitudes negativas y potencializar las positivas.
El perdonar "supone un movimiento, es la imagen de un ser humano que desanda el camino. Supone un cambio de orientación en toda la manera de vivir" (Villapadierna 2001, 993).
El perdón: punto de partida para reconstruir relaciones
El perdón permite la reconstrucción de relaciones. Posibilita el reencuentro y la creación de nuevos lazos allí donde dejaron de existir. Cuando el perdón es genuino, se recupera la alegría en la relación y se vuelve a celebrar el vínculo. La celebración implica lo simbólico porque simbólicamente "dejamos ir" los resentimientos. El ser humano es hacedor de símbolos. Mediante el perdón se posibilita la reconstrucción de relaciones y de los aspectos simbólicos que contienen.
Las palabras más usadas en los evangelios para indicar el perdón de los pecados son "afiemi" (hacer ir, dejar ir, permitir, soltar, perdonar) y "aferis" (remisión, liberación, perdón) (Villapadierno 2001, 991) Cuando nos perdonamos y cuando perdonamos simbólicamente "dejamos ir" aquello que nos obstaculiza una relación de espiritualidad con nosotros mismos y con las demás personas. !Y ello produce paz!
Conclusiones
La búsqueda de la paz espiritual para posibilitar y ayudar en el afrontamiento de una situación adversa como lo es la enfermedad crónica dolorosa, no curable aún y/o terminal, es de capital importancia.
Tener deudas emocionales tales como resentimientos, ira, y enojo hacia uno mismo y hacia otras personas añade mayor sufrimiento a las personas que padecen las situaciones señaladas y obstaculizan el logro de la calidad de vida.
El perdón se nos presenta como una necesidad vital del ser humano. Requiere la capacidad de "acogernos" en positivo. Esto es, aceptar nuestros errores y los de las demás personas, sin menoscabo de nuestra propia dignidad como seres humanos ni de la de los demás.
Quien perdona y se dispone a recibir el perdón cuenta con la posibilidad de enmendar la vida en aquellos aspectos en los que se falló. Se trata de vislumbrar la posibilidad de cambiar, y reconstruir aquellas relaciones afectadas por los resentimientos y la ira. Por eso el perdón no puede ser un acto parcial, sino un acto totalizador, capaz de transformar todas las condiciones de relación con sigo mismo y con las demás personas.
El seguimiento a Jesús implica la disposición al cambio, al arrepentimiento y al perdón. Jesús nos mostró el rostro de un Dios perdonador, capaz de acoger al ser humano en positivo y ofrecerle la transformación de sus días en espacios de calidad de vida.
El agente o la agente de soporte espiritual requiere saber detectar - mediante el diálogo con la persona y la escucha activa - el resentimiento y la agresividad hacia si mismo o hacia otros u otras. El resentimiento se instala en la vida de las personas, y sobreañade más sufrimiento del que ya aporta la enfermedad que se padece. Es necesario que el agente y la agente del soporte propicien el perdón con una actitud de tacto y respeto.
Es importante extender esta intervención pastoral a la familia de la persona cuando así se requiere.
Recomendaciones
Las siguientes recomendaciones - en relación con este tema- son para quienes ofrecen soporte espiritual a personas con enfermedad crónica o terminal:
1. Permita que la persona tenga espacios de desahogo emocional. Es necesario expresar los sentimientos de ira que se guardan hacia otras personas o de autoagresión, con el fin de desahogarlos. Escuche activamente a la persona cuando desea contarle al respecto.
2. Converse con la persona sobre los beneficios del perdón, tanto al darlo y al recibirlo, como al autoadministrárselo.
3. Ayúdela a perdonarse a si misma, solicitar el perdón o a brindarlo de acuerdo al caso.
4. Contrarreste con respeto la idea que tienen algunas persona que padecen enfermedad, de que la misma es un castigo enviado por Dios. Revise con la persona el origen de estas creencias.
5. Refiérase a Jesús y a Dios como modelos de perdón, siempre tomando en cuenta el respeto a las ideas religiosas de la persona.
6. Colabore con la persona y con la familia a establecer o re-establecer lazos de perdón y cercanía, con aquellas personas con quienes lo desee o con Dios si así lo solicita.
7. Recuerde que todas las pautas anteriores se enmarcan en un proceso personal que nunca debe forzarse.
8. Propicie espacios de espiritualidad con la persona (la visita, la oración, la lectura bíblica, el abrazo, el canto, la devoción), en donde se vivencie y se celebren los beneficios del perdón.
Bibliografía
Araya, Victorio. 1983. El Dios de los pobres: el misterio de Dios en la Teología de la Liberación. San José: DEI-SEBILA.
Barobio, Dionisio. 1993. “Perdón”. En: Floristán y Tamayo 1993.
Floristán, Casiano y Juan José Tamayo, editores. 1983. Conceptos fundamentales de
Pastoral. Madrid: Cristiandad.
Fourez, Gerard. 1987. Una buena noticia liberadora: Evangelio para un mundo en crisis. Santander: Sal Terrae.
Ramos F., Felipe (Director). 2001. Diccionario de Jesús de Nazareth. Burgos: Monte
Carmelo.
Sölle, Dorothee. 1972. Teología Política. Salamanca: Sígueme.
Villapadierno, Carlos. 2001. "Perdón de los pecados" En: Ramos 2001.
Notas
1. El autor es asesor teológico en el área de Espiritualidad del Centro Nacional de Control del Dolor y Cuidados Paliativos en San José, Costa Rica. Es profesor de Teología Pastoral de la Universidad Bíblica Latinoamericana y es Psicólogo.
2. En este caso se entiende por "personas sufrientes" a aquellas personas que padecen enfermedad crónica o terminal.
3. El énfasis es nuestro.
4. Los paréntesis y el énfasis son nuestros.
5. El énfasis es nuestro.
6. La palabra símbolo "según su etimología proviene del griego symballein que literalmente significa "poner juntas las cosas", "reunir lo disociado". Originalmente se refería a una moneda partida a la mitad. Ambas partes de la moneda eran llevadas por aparte. El valor de la moneda estaba en permanecer unidas una parte con la otra. Símbolo es según su etimología "un signo cuya función indicativa tiene su origen en el hecho de que la determinada configuración permite reconstruir la parte del todo que le corresponde (="reunir lo disociado"). En su sentido amplio símbolo es un ente que remite a otro sobre la base de una semejanza con él" (Lebon en Araya 1981).
7. Agente de Soporte Espiritual es aquella persona que acompaña desde la Espiritualidad transformadora a personas (en este caso con padecimientos crónicos dolorosos, no curables aún y/o terminales). Las pautas sobre el perdón ofrecidas en este artículo se pueden aplicar para el acompañamiento pastoral en otras situaciones tales como, el divorcio, la separación, la pérdida de un ser querido entre otras.