Espíritu Santo, cólmanos

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Espíritu Santo, Ruach en hebreo, significa espiración, soplo, viento. Significa fuerza vital, energía que lleva a actuar. Ruach “Es el soplo de Dios, en efecto, el que consiente realizar la historia de la salvación desde la creación. En el Antiguo Testamento, Dios crea tanto a través de su palabra como de su acción pero será su soplo, su ruach, el protagonista de la creación...” (texto: El Espíritu y la Creación).

Lo encontramos presente en el relato de la creación (Gn 1:1-2), en los salmos (Salmo 104, 29-30 33.6) y también en los libros de los profetas cuando les trae la esperanza a un pueblo en sufrimiento (Ez 37, 1-14 Jl 3).

En el Nuevo Testamento encontramos el anuncio del cumplimiento de la promesa de Dios en el mundo y en la historia. “El advenimiento histórico de Jesucristo señala el inicio de la libertad, en cuyo Espíritu está presente la realidad de la nueva creación. Es el Espíritu dador de la vida (Jn 6.63 1 Cor: 15.45)” (texto: El Espíritu y la Creación).

Los pasajes elegidos para este Día Internacional de la Oración son del Evangelio según San Lucas 1: 26-38 y de la carta de Pablo a los cristianos y cristianas gálatas 5: 22-23.

Buscamos hacer una interpretación, desde nuestro tiempo y lugar (Uruguay, 2003), pero no podemos hacerlo sin considerar el tiempo y el contexto en que se escribieron los pasajes. Así tratamos de construir un puente de comunicación entre el pasado y el presente para una relectura significante.

¿Cuál era la realidad de aquel tiempo?

El mundo en que nacieron estos mensajes, el mundo en el cual vivieron los primeros cristianos y cristianas era bastante diferente, distinto de nuestro mundo, pero también tenía similitudes.

Palestina fue, a través de su historia, dominada por diversos pueblos: los egipcios, los asirios, los babilónicos, los persas, los griegos y los romanos. Cada dominación fue dejando sus marcas, pero su religión judía permanecía fuerte.

En el tiempo de Jesús y también de las primeras comunidades cristianas, dominaba el Imperio romano – que ocupaba un inmenso territorio. La población se calculaba en unos 50 millones de habitantes. Los súbditos del emperador eran de etnias y culturas diferentes. Los esclavos y esclavas eran muchos, no tenían derechos y ni siquiera eran contados.

El Imperio romano, “centro del mundo”, era dominado por la Pax romana. ¿Mundo globalizado? Diferentes pueblos, diferentes culturas "unidas" por la Pax nacida del sometimiento, de la obediencia a la autoridad absoluta del señor todopoderoso Emperador de Roma. Quien se atreviera a contestar a la gran autoridad del Emperador, sería visto como subversivo y por lo tanto eliminado, ¡crucificado!

Es en este contexto que encontramos la Buena Noticia de Jesús – El Evangelio - que promociona la Paz Universal - para todos los pueblos de la tierra, incluyendo a todos aquellos y aquellas que ni siquiera eran contados. Jesús, con toda la autoridad, hace una convocatoria para vivir la paz que nace del amor, justicia y solidaridad y trae la vida abundante para todas as personas.

Sabemos que había muchos grupos excluidos, en ese mundo que acabamos de describir, pero nos detenemos resumidamente en la situación de la mujer.

Según escritos de rabinos:
• “Se compra una mujer por dinero, contrato o relaciones sexuales. Se compra un esclavo pagano por dinero, contrato o posesión. ¿Hay alguna diferencia entre la adquisición de una mujer y la de un esclavo? -¡No!” (de: Palestina en el tiempo de Jesús- Christiane Saulnier y Bernard Rolland)
• “como el esclavo, la mujer depende de su señor-marido y tiene que asumir todas las tareas no puede ser valorada por lo que rinde en su trabajo ni por lo que piense”, está atada a las órdenes del padre (cuando soltera), del marido (cuando casada) o del hijo mayor o cuñado (cuando viuda) (de: Palestina en el tiempo de Jesús- Christiane Saulnier y Bernard Rolland)

Mencionamos algunas de las tareas y costumbres para las mujeres de aquel tiempo:
• Procrear
• Cuidar de los hijos e hijas
• Tejer una cantidad ya impuesta por semana (la cantidad era disminuida cuando estaban dándole de mamar a su bebé)
• Su lugar era en la casa
• Según las tradiciones ellas no tenían nada que hacer fuera de su casa, y si tenían (por algo extraordinario) que salir debían usar un velo.
• Si alguien les hablaba para pedirles informaciones, debían responderle lo menos posible, además de esto no debían dirigirle la palabra a nadie ni siquiera saludar.
• No podían ser testigos en un tribunal.
• Tenían su lugar en la sinagoga sin embargo, aunque hubiera un gran número de mujeres, si no había diez hombre adultos, no se podía empezar el servicio.
• Podían aceptar que su marido tuviera otras mujeres, aunque la poligamia era muy rara (¡por razones económicas!).
• Los maridos eran obligados a darles lo necesario: alimento, ropa, dinero, salud. Tampoco podían (los maridos) herirlas en su dignidad ni usarlas como prostitutas. Ellas podían quejarse en juicio si eso no fuera cumplido.
• La esposa no podía ser repudiada por un motivo cualquiera.
• La situación de la mujer del campo era un poco distinta (en la real pues las leyes eran iguales). Allí se veían mujeres trabajando lado a lado con sus maridos. Había otras que, ya en el tiempo de Jesús, se dedicaban al comercio.

Como dijimos anteriormente, por supuesto que debemos considerar, en todo esto, la influencia de las culturas de los pueblos que los fueron dominando. Estas culturas fueron cambiando, en la practica, lo que las leyes exigían.

El espíritu Santo en los pasajes elegidos

El Espíritu Santo que engendra... (Lucas 1: 26-38)
El Espíritu Santo que transforma ... (Gálatas 5: 22-23)

1. El Espíritu Santo que engendra... (Lucas 1: 26-38)

El Anuncio del ángel Gabriel a María...
Anunciar, verbo que es usado por Lucas diez veces en el Evangelio y quince en los Hechos, “las más de las veces a propósito de la Buena Nueva” (Biblia de Jerusalén)

El ángel Gabriel, el mismo que visitó a Zacarías para anunciarle el nacimiento de Juan el Bautista, visita a María – desposada/prometida de José, de la casa de David. Este ángel le dice: “ALEGRATE, llena de gracia, EL SEÑOR ESTÁ CONTIGO...” y le anuncia que tendrá un hijo que será grande y llamado “Hijo del Altísimo”...y ¡REINARÁ!
Por supuesto que María se asustó y preguntó: ¿Cómo, si no conozco varón?
Y entonces el ángel le dice: “El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra... ¡porque ninguna cosa es imposible para Dios!
María respondió, “He aquí la esclava del Señor...”

Después de haber conocido, apenas un poco, la situación de las mujeres en aquella época, nos imaginamos como debe de haberle sido difícil a María (una joven campesina) enfrentar ese momento. ¿A cuántos hombres le habrá tenido que explicar la situación? Seguramente padre, prometido, hermanos...

Nosotras, desde nuestros días, con muchos siglos de tradición cristiana, ya leímos muchas veces este pasaje sin darnos cuenta de la fuerza y el coraje allí contenidos. Hay mucho de atrevimiento, subversión, fuerza y valentía en la joven María.

Se imaginan ustedes, por un instante, en el lugar de la joven mujer María... ¿Qué haríamos? ¿Seríamos atrevidas, subversivas, fuertes y valientes para enfrentar los padres, maridos, hermanos, hijos, cuñados... y las otras mujeres (jóvenes y mayores) contándoles que estamos preñadas del Espíritu Santo?

...No son Zacarías ni José, son Isabel y María las bienaventuradas.
Y el Espíritu Santo, que es casi como el principio de la vida, actuó y engendró...
Engendrando vida que traerá mas vida.
Y como “para Dios todo es posible”
María, joven mujer, enfrentando todo...¡Dijo SI!

Así como María, el libro de los Hechos nos cuenta el Primer Pentecostés cristiano diciendo: “...quedaron todos llenos del Espíritu Santo...” Este todos implica las mujeres así como un sentido de comunidad.

Nosotras hoy nos preguntamos:

¿El Espíritu de Dios discrimina (divide entre razas, sexos, nacionalidades, clases sociales), o es para todos y todas?
¿Hemos nosotras permitido que el Espíritu Santo se manifieste?
¿Nos hemos colocado en las manos del Señor para que se haga la voluntad de Él?

Hoy, tanto mujeres como hombres y niños/as de todos los grupos sociales, étnicos, naciones... de todos los talles e idiomas, vivimos momentos difíciles y de angustia colectiva. Más que nunca necesitamos pedirle a nuestro Dios que derrame su Espíritu entre todos nosotras.

Ven, Espíritu Divino (Gerardo Oberman)

Ven, Espíritu de Dios con tu mirada de fuego o la frescura de tu aliento suave. Ven en el viento o en la brisa, tráenos el más puro perfume, el precioso aroma de tu presencia.

Ven Espíritu de Dios, vestida de libertad, de la mano de la justicia, acompañando a la vida, a recrear la fe de los que esperan, de los que sueñan, de los que luchan.

Ven Espíritu de Dios, regálanos tu cálida compañía, para que la soledad y el miedo no nos angustien, y para que las noches no sean largas.

Ven y condúcenos a la verdad que nace del encuentro, del diálogo, del respeto, de la tolerancia, del perdón dado y recibido, de un mismo compromiso con la vida plena de Jesús.

Ven, Espíritu de Dios, y sopla, nunca dejes de soplar, renovándolo todo a tu paso, marcando rumbos, señalando horizontes, anunciando nuevos tiempos, siempre mirando adelante, con la fuerza de tu eterna memoria.

Ven Espíritu de Dios, enséñanos a hablar lenguas que nos acerquen a los que necesitan, a los que buscan, a los que sufren. Y danos gestos solidarios que confirmen los dichos de nuestra boca.

Ven y quédate con nosotros, cada día, por siempre, hasta que hagamos de esta tierra el cielo que Dios quiere, hasta que los ancianos anuncien que se acabaron las lágrimas y los pobres nos digan que el pan ya es cotidiano y los niños nos cuenten que murió la muerte y todos bailemos con la música del Reino.

Ven, Espíritu de Dios, con alma de mujer, con tu cariño de madre, con tu pasión de esposa, ruah, pneuma, paloma, caricia de paz.

Ven, Espíritu de Dios, y dinos que el Padre nos ama y que quieres vivir en nosotros.
Ven, Espíritu de Dios, tráenos el más puro perfume, el precioso aroma de tu presencia.

2. El Espíritu Santo que transforma ... (Gálatas 5: 22-23)

Y es invocando el Espíritu Divino para que nos inunde de esperanza y de saber, para que derrame sobre nosotras “el más puro perfume, el precioso aroma de su presencia”, que nos acercamos a la carta de Pablo a los gálatas.

El apóstol nos presenta el fruto del Espíritu Santo: “En cambio lo que el Espíritu produce es amor, alegría, paz, paciencia, amabilidad, bondad, fidelidad, humildad y dominio propio. Contra tales cosas no hay ley.”

El fruto del Espíritu Santo, descrito por Pablo en esta carta, es lo que la comunidad de los gálatas necesitaba para ser una comunidad en armonía. Si nos fijamos en los versículos anteriores nos daremos cuenta que les dice que para vivir en el Espíritu no deben:
• buscar sus satisfacer sus propio deseos
• cometer inmoralidades sexuales
• hacer cosas impuras y viciosas
• adorar ídolos y practicar brujerías
• mantener odios, discordias y celos
• enojarse fácilmente
• causar rivalidades y divisiones
• ser envidiosos, borrachos, glotones y otras cosas parecidas...

Los gálatas necesitaban que el Espíritu se moviera para que se plantara la buena simiente, que bien cuidada, resultaría en una cosecha de amor, alegría y paz....

Probablemente si Pablo nos escribiera a nosotros hoy, mencionaría muchas otras cosas, propias de nuestro tiempo y lugar, que van contra la propuesta del Evangelio y contra todo lo que se debe practicar para ser una verdadera comunidad cristiana.

Así como los gálatas tenían sus problemas nosotros hoy tenemos los nuestros. Si analizamos con cuidado nuestro entorno (cercano y lejano) nos daremos cuenta cuanto y como necesitamos que el Espíritu de Dios se mueva en nuestro mundo. Seguramente nosotros tenemos que pedirle al Espíritu divino que nos mueva para ejercer la justicia, el respeto, la solidaridad...

Esta es una tarea difícil pero desafía y mueve a la comunidad... nos provoca y nos anima para crecer y fructificar.

Es muy importante observar este desafío que mueve con cuidado desde cada una de nuestras comunidades:
¿Cuál es el resultado de la acción de Espíritu en nosotras y en nuestras comunidades?
¿qué fruto el Espíritu debe producir en nuestras comunidades – acorde a sus necesidades?

Espíritu Santo... que engendra, transforma y mueve

Espíritu Santo que engendra... danos la fuerza, el coraje, el atrevimiento, la subversión y la valentía de la joven María para decirte que si.

Espíritu Santo que nos mueve... enciende el fuego que nos dé la fuerza y el poder para desparramar por todo el mundo la Buena Noticia de Jesucristo.

Espíritu Santo que transforma... capacítanos con lo que necesitamos, en especial el amor con el cual construimos la justicia y la paz.

Todo esto es tarea difícil, pero cuando preñes, con el poder y los dones que nos da el Espíritu de Dios, sabremos que somos capaces de cambiar el mundo.

Sopla fuerte, Espíritu Divino (Inés Simeone)

Sopla, sopla fuerte, Espíritu Divino,
Ven hasta nosotras con todo el vigor
Planta tu simiente de vida abundante
Y hazla brotar por toda la creación.

Sopla, sopla fuerte, Espíritu Divino,
Mueve nuestros seres con fuego y valor
Dándonos coraje para gritar muy fuerte
La palabra de vida que provoca acción.

Sopla, sopla fuerte, Espíritu Divino,
Haz que fructifique el don del amor,
Aquel que bien vivido nos trae la justicia
Y engendra en nosotros paz y comunión.


Montevideo 07 de marzo de 2003

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