Esperando lo inesperado

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Iglesia Presbiteriana en Puerto Nuevo
Mensaje Inspirado en Mateo 11:1-11
3er domingo de adviento
Rdo. Richard H. Rojas Banuchi, M. Div.
Tema: Esperando lo inesperado

Raquel es una joven soltera, de unos 34 años que durante los pasados
años se ha dedicado a conocer a personas en los chat rooms de la internet. Su
interés primordial es conocer al hombre de su vida. Han pasado varios años de
espera y ninguno de los candidatos parece llenar sus expectativas. Así que
como toda una mujer de fe, y una cristiana a la que le han dicho que "Dios le
tiene separado lo suyo", todos los días le ora al padre pidiendole por esa
importante petición.

Un día conoce a Ernesto. Lo escuchaba tan gentil y amable que quedo
impresionada. Se intercambian información y deciden conocerse en una cita a
ciegas, en un restauran cercano a la casa de ella. Ella se prepara y durante
el día comienza a soñar como será este encuentro, como será este hombre, etc.
Algo le dice que "ésta es la respuesta a sus peticiones", una "retribucion por
se una niNa buena", de años de ruego y la recompensa a su perseverancia.
Despues de todo "a la gente buena solo le pueden pasar cosas buenas".

Esa noche Raquel y Ernesto se conocieron. Pero para su desencanto,
Ernesto no era como ella se lo había imaginado: era mas bajito de lo que a ella
le gustaba, tenia un peinado justo como a ella no le gustaba, de hecho lo hallo
ridículo y cuando comía estaba tan concentrado en el plato, que no le prestó
mucha atención. De repente aquella seguridad que sintió durante el día comenzó
a desvanecerse. Y dudó que quien tenia delante de si era su "príncipe azul".
Todo lo contrario, a juzgar por esta primera impresión todo parecía una
broma.
Hemos conocido el sentimiento de desencanto de muchas maneras en la
vida.

A veces por que el trabajo que encontramos no es como lo esperábamos, a
veces por que la persona que conocimos resultó ser algo diferente a nuestros
anhelos o simplemente por que nuestras expectativas son tan elevadas que nos
equivocan, al grado que nos hacen esperar algo que no es real.

En ese momento nos sentimos confundidos por que tendremos que hacer una
de dos cosas. O dejamos el trabajo, o ajustamos nuestras expectativas de modo
que estén mas a tono con la realidad que estamos viviendo. Entonces, medimos
las consecuencias y tomamos la mejor o la peor decisión.

En el caso anterior, Raquel tenia igual oportunidad para salir corriendo
del restauran y vivir con la duda de que fue demasiado apresurada en juzgar , o
en su defecto, puede respirar bien profundo, contar hasta diez, y esperar que
en lo subsiguiente las cosas que viera en Ernesto la convencieran de que en
efecto, envuelto entre malas costumbres y un peinado “old fashion” estaba
escondida la respuesta a sus peticiones. Sea como sea, cada una de ellas
representa un riesgo que nadie puede tomar por ella. Tendría que asumir una
postura y apegarse a ella e independientemente del resultado, aprender algo de
aquella situación.

¿Saben?, de alguna manera-nos narra Mateo- que algo similar esta
ocurriendo en la mente de Juan el Bautista. El profeta ha sido encarcelado por
Herodes, por sacar a la luz publica un escandalo en la casa del mandatario.
Herodes había tomado como su amante a la esposa de su hermano, conducta que a
Juan -un predicador de la santidad ética- le resulta inaceptable para un líder
que pretende ser el ejemplo de su nación.

Para Juan, Herodes no ha tomado en serio el sitial privilegiado que
Dios le ha concedido, y unido esto al hecho de que ha tenido un encuentro
reciente con Jesús el libertador, el mesías prometido y parece lógico que
pensara que su encarcelamiento no seria muy prolongado. Que de aquí a cuando
Jesús declararia una revolución armada no pasaría mucho tiempo.

Y el tiempo paso, y Jesús no tomo las armas. Las únicas noticias que
recibe Juan acerca de Jesús para nada lo acercaban a las expectativas de
liberación con fuego, hacha y espada que había concebido en su mente. Esto se
parece-y perdonen la analogía- al hombre que cree haberse pegado en la lotería,
y hastiado de su "atropello" va e insulta al jefe, renuncia con reproches y
gritos, - y cuando sale a buscar su fortuna se da cuenta que ha perdido su
boleto!...

¿Se sentiría Juan avergonzado de haber tomado la iniciativa de
denunciar a Herodes pensando que Jesús saldría a su rescate? ¿Se sentiría
defraudado por haberse creado unas expectativas irreales? ¿una ideas
equivocadas acerca de Jesús?. No sabemos exactamente. Lo que si sabemos es lo
que sus discípulos le preguntaron a Jesús-y usted mismo juzgue- (Mateo
11:2): “Juan se entero en la cárcel de lo que hacia Cristo por eso envío a sus
discípulos a preguntarle: ¿eres tu el que ha de venir, o tenemos que esperar a
otro?.”. Esta pregunta lo mismo sabe a decepción que a esperanza: ¿en verdad
eres tu quien hasta hace poco creía que eras o debo nuevamente ajustarme a la
espera?.

Esta no es la ultima vez cuando veremos en la Biblia un cuestionamiento
de la identidad redentora de Jesús. Los discípulos serian confrontados por el
mismo Jesús, ¿quien dice la gente que soy yo? ¿quien dicen ustedes que soy yo?,
Cesar le preguntaría, ¿eres tu el Rey de los Judíos? Y Tomas el dídimo, le
pediría meter su mano en el costado. Y es que tal parece que en algún momento
de nuestras vidas aun la fe puede no parecer la respuesta correcta, que esperar
en Dios y en sus promesas como un proyecto absurdo, lento, una verdadera
tortura!.

Ya sabemos que hace la gente cuando se siente defraudada por el otro, cuando no resultan ser como se habían "vendido". Pero, ¿que hacemos cuando esta decepción la tenemos hacia Dios, hacia las expectativas que creamos, escogiendo ivamente versos bíblicos o escuchando las cosas que nos convienen y queremos escuchar? ¿que pasa cuando la profecía no se cumple o al
menos no sucede como yo la había interpretado? ¿Es culpa del profeta o del Dios del profeta?.

Israel había hecho bien en creer en la profecía, Juan ha hecho lo
correcto en decir las cosas que dijo pero, su problema estriba en la
interpretación de esa profecía, que Dios había seleccionado liberar al pueblo
de una manera pacifica y mediante el amor cuando ellos esperaban un guerrero y
militar. Lo que me dice a mi que las veces que nos sentimos defraudados por
Dios no es por que El nos falla, sino por que hemos confundido nuestras
aspiraciones personales con la voluntad de Dios.

Y esta es la voluntad de Dios: Mateo 11:3 “Jesús les contesto [a los
discípulos de Juan] Vayan y cuentele a Juan lo que han visto y oído: los ciegos
ven, los cojos andan, los leprosos quedan sanos, los sordos oyen, los muertos
resucitan y una buena nueva llega a los pobres”. Y Jesús concluye esta misiva
al profeta diciendo: “feliz el que me encuentra y no se confunde conmigo”.

¿No les resulta raro que Jesús no responde con un si o con un no?. A
fin de cuentas podemos pensar muchas cosas acerca de Jesús. Jesús no esta
interesado en la teología de Juan pero, si de la praxis-la practica- que
desprende de ella.

Cuando acepte el llamado de Dios, pensaba como muchas otras personas,
que ser ministro o pastor de una Iglesia, tiene que ver con vivir continuamente
en una nube, caminando sobre una alfombra-dialogando con Dios claramente sin
confusiones, ah! Y como si fuera poco tener todas las respuestas siempre a
todas las preguntas. Que difícil y decepcionante, fue para mi ajustarme a la
realidad de un mundo caído. ¿No les parece que el problema no esta en el
llamado que Dios hace?, obviamente, está en que mis expectativas no estaban a
la par con la realidad.

Pero piense en usted mismo/a, ¿cuantas expectativas ha tenido que
modificar? “Si sigues el tratamiento todo saldrá bien” “si haces esto tus hijos
serán de esta manera” “si estudias tal profesión vas a tener mucho dinero, y
vas a ser feliz” “el matrimonio cristiano es para toda la vida” “si vienes a la
Iglesia nada malo te va a pasar” “dale tiempo y veras que cambia” "no te
preocupes, cuando te cases Ella va a cambiar". Y poco a poco he visto muchas de
estas "profecias" "ideales" sucumbir-no por falta de fe-que quede claro-mas
bien por que son expectativas faltas de madurez.

Como otros tantos proyectos en la vida comenzamos a chocar con una realidad
que contradice nuestros ideales al punto que nos hace dudar, como muchos ejemplos de la fe lo han hecho. Y le preguntamos a
Jesús, ¿era este el camino que me pediste seguir o debo retractarme y buscar
otro?.
Esta es la voluntad de Dios: “que los ciegos vean, que los cojos anden,
que los leprosos sean sanos, que los sordos oigan, que los muertos resuciten y
que una buena nueva llegue a los pobres”. “feliz el que me encuentra y no se
confunde conmigo”. Y aquí viene la gran enseñanza de esto: es natural dudar,
todos lo hacemos- lo que no debemos hacer es perder la esperanza de que Dios de
algún modo, en su sabiduría infinita, cumplirá su voluntad y esa voluntad es
buena para mi. Debemos vivir esperando lo inesperado en la novedad de la vida
de la fe. Y aun dentro de nuestras cárceles seremos libres por la palabra
bendita de la boca de Jesús. A El sea la gloria por los siglos de los siglos,
amen.

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