Enseñanzas del Niño de Belén

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Cuando pasa la Navidad
y se pierde el año viejo
le pregunto a la vida si acaso
vale la pena vivir ....
y ella vibrante me responde:
¡Sí!

¿Que si vale la pena?
Simplemente mira sin prejuicios
y dime tu respuesta:

¿No has visto como en todo
se refleja el amor?
¿Has visto las flores, los árboles, los frutos,
los pequeños cachorros juguetones,
la maravilla de una hormiga,
la grandiosidad de una célula,
la magnitud del universo,
la inmensidad de los espacios,
y que en todo se percibe
la presencia de Dios?

¿Y no has visto al ser humano?
¿No ves a los niños y a las niñas?
¿No sientes al corazón como palpita
cuando siente el amor?

¿Y no has visto la bondad de las arrugas
de ancianos venerables, tomados de la mano
prometiéndose siempre fidelidad y amor?

¿Y acaso no conoces la fuerza del trabajo,
el ingenio del sabio, la santidad de tantos
que hacen de la vida manantiales perennes
y luz resplandeciente como la luz del sol?

Vale la pena, digo,
porque corro en las venas,
porque en mí aletean los efluvios divinos,
porque somos presencia,
semejanza e imagen
del propio Creador.

Tan linda que es la vida!
tan grande, tan sublime!
tanto que el mismo Dueño
de todo lo creado,
quiso tener su Hijo, divino y humanado,
para sentir por siempre que Dios,
siendo perfecto, eterno e infinito,
buscó y habitó el vientre
de la mujer más bella
y en un establo pobre, el Sol de las Estrellas
nació para los hombres;
creció entre sus hermanos
encalleció sus manos trabajando muy duro;
predicó la palabra, nos regaló el mensaje
de las bienaventuranzas
y en la cruz clavado
nos gritó a los humanos:
Vivir vale la pena! y vale tanto, tanto,
que yo el Hijo del Hombre,
el Dios, el Infinito, la doy por mis hermanos!

Vivir vale la pena! si tu vida es servicio
si amas siempre a todos,
si vives como hermano,
si inclinas la cabeza y oras tiernamente.

Vivir vale la pena! mientras exista un niño
que requiere tu esfuerzo,
que te reclama afecto,
que grita fuertemente y clama al universo:
“Por Dios, miren al frente
supriman ya los odios,
no maltraten al débil,
levanten al caído, alivien al enfermo,
compartan las riquezas,
corrijan al que yerra,
perdonen las injurias
y paguen los impuestos".

El mensaje del niño
el de la calle o el del pesebre de Belén
resuena en las alturas,
resuena en las conciencias
y con el mismo son:

Vivir vale la pena! si cada vez que te duermes
y al despertar del día,
le dices a Dios gracias y le pides perdón!

Vivir vale la pena! si aquí te comprometes
a trabajar por los niños
y por los adolescentes;
a defender su dignidad y su inocencia,
desarrollar sus almas y su inteligencia,
que crezcan en familia, que sepan defenderse
de cualquier enemigo que trate de robarles
la dignidad humana,
la imagen que en sí tienen
del Dios, su Padre bueno y Creador.

Vale la pena! digo y grito a pulmón lleno:
que viva Jesucristo, que vivan los ancianos,
que vivan las mujeres,
los hombres y los niños,
que viva el ser humano,
que exista el universo,
el sol y las galaxias y las aguas,
y las aves y animales
que pueblan el planeta....
pero todo adquiere su sentido
si vuelves tu mirada hacia los cielos
y pregonas a todas las naciones
que sin amor no hay nada,
y con Amor lo es todo,
que valemos porque Dios nos ama
y que nuestra vida será plena
cuando amemos a todos como hermanos.

Y si así lo hicieres hermano,
como te lo enseña el Niño de Belén,
al final de tu vida podrás unirte
al coro de los ángeles que cantan:
Paz a los hombres que hacen el bien!


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