En la cruz
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“Y cuando llegaron a un lugar llamado la Calavera, le crucificaron allí”
Lucas 23: 23a
Recientemente observé unas escenas de la película “La Pasión de Cristo” la cual, trata el tema acerca de Jesús y su crucifixión. Me llamó la atención el rostro maltratado del actor, el cual se presentaba ensangrentado y golpeado. Por unos momentos me quedé viendo como hicieron los efectos especiales para que el actor simulara el maltrato que experimentó Cristo.
Durante ese breve lapso que miré, me hizo reflexionar sobre el castigo que sufrió nuestro Señor Jesucristo. La Biblia nos enseña que su rostro fue totalmente desfigurado a tal punto, que no tenía parecer… es decir, la cara de Jesús no parecía la de un ser humano. Fue un castigo real y sin misericordia el que recibió el Señor.
También, la Palabra de Dios nos enseña en Isaías 53:7 que Cristo fue llevado como un cordero al matadero: enmudeció y no abrió su boca. Su amor por nosotros, fue tal, que el Señor tomó nuestro lugar.
El castigo más vil fue llevado a cabo por Satanás, con el fin de acabar con Cristo y su mensaje de salvación.
En esa cruz, ubicada en un basurero cerca de Jerusalén (según los historiadores), fue crucificado y muerto el Señor Jesucristo. En ese momento de dolor, los demonios celebraron y Dios en el cielo guardó silencio.
El plan divino de Dios para salvar al hombre del infierno y de la condenación eterna había culminado, Cristo, voluntariamente pagó el precio del pecado, que es la muerte y con su resurrección gloriosa su promesa quedó vigente “para que todo aquél que en él cree no se pierda más tenga vida eterna”.
En la Cruz Dios demostró su amor y perdón. Por esa razón, no debemos menospreciar el sacrificio que hizo Cristo por nosotros. El precio que pagó fue muy alto y debemos cada día vivir para Él y servirle como sólo Él se lo merece, porque somos su posesión más preciada.
¡Fue en la Cruz dónde Cristo nuestros pecados perdonó!
Crucifixión
Instrumento hecho de madera en forma de cruz, para torturar y dar muerte a criminales.
Método:
La persona se sujeta al madero con clavos a través de perforaciones en sus manos y pies.
La cruz es elevada junto con la víctima y se expone públicamente su ejecución.
No se le brinda ninguna atención médica.
La agonía de la víctima crucificada la causan fundamentalmente 7 cosas:
1. El dolor de las heridas sufridas.
2. La suspensión del cuerpo, provoca con el más ligero movimiento una tortura adicional.
3. Fiebre traumática inducida por estar colgado.
4. Al estar suspendido la persona por las manos, la sangre circula rápidamente y se va a las extremidades inferiores del cuerpo lo cual, produce una pérdida grande de sangre.
5. Seguidamente, la presión sanguínea baja a la mitad, en tanto el pulso se duplica y se presentan serios problemas respiratorios.
6. Inmediatamente el corazón sufre paros cardíacos.
7. Finalmente, se detiene el corazón al no tener la sangre suficiente para funcionar.
Pese a ser un método cruel y bárbaro para morir, a Cristo no le importó sufrir nuestro castigo con tal de perdonar los pecados y poder compartir la eternidad con cada uno de nosotros.
Fuente: Estudio realizado por el Grupo Evangelizador Bautista
Lucas 23: 23a
Recientemente observé unas escenas de la película “La Pasión de Cristo” la cual, trata el tema acerca de Jesús y su crucifixión. Me llamó la atención el rostro maltratado del actor, el cual se presentaba ensangrentado y golpeado. Por unos momentos me quedé viendo como hicieron los efectos especiales para que el actor simulara el maltrato que experimentó Cristo.
Durante ese breve lapso que miré, me hizo reflexionar sobre el castigo que sufrió nuestro Señor Jesucristo. La Biblia nos enseña que su rostro fue totalmente desfigurado a tal punto, que no tenía parecer… es decir, la cara de Jesús no parecía la de un ser humano. Fue un castigo real y sin misericordia el que recibió el Señor.
También, la Palabra de Dios nos enseña en Isaías 53:7 que Cristo fue llevado como un cordero al matadero: enmudeció y no abrió su boca. Su amor por nosotros, fue tal, que el Señor tomó nuestro lugar.
El castigo más vil fue llevado a cabo por Satanás, con el fin de acabar con Cristo y su mensaje de salvación.
En esa cruz, ubicada en un basurero cerca de Jerusalén (según los historiadores), fue crucificado y muerto el Señor Jesucristo. En ese momento de dolor, los demonios celebraron y Dios en el cielo guardó silencio.
El plan divino de Dios para salvar al hombre del infierno y de la condenación eterna había culminado, Cristo, voluntariamente pagó el precio del pecado, que es la muerte y con su resurrección gloriosa su promesa quedó vigente “para que todo aquél que en él cree no se pierda más tenga vida eterna”.
En la Cruz Dios demostró su amor y perdón. Por esa razón, no debemos menospreciar el sacrificio que hizo Cristo por nosotros. El precio que pagó fue muy alto y debemos cada día vivir para Él y servirle como sólo Él se lo merece, porque somos su posesión más preciada.
¡Fue en la Cruz dónde Cristo nuestros pecados perdonó!
Crucifixión
Instrumento hecho de madera en forma de cruz, para torturar y dar muerte a criminales.
Método:
La persona se sujeta al madero con clavos a través de perforaciones en sus manos y pies.
La cruz es elevada junto con la víctima y se expone públicamente su ejecución.
No se le brinda ninguna atención médica.
La agonía de la víctima crucificada la causan fundamentalmente 7 cosas:
1. El dolor de las heridas sufridas.
2. La suspensión del cuerpo, provoca con el más ligero movimiento una tortura adicional.
3. Fiebre traumática inducida por estar colgado.
4. Al estar suspendido la persona por las manos, la sangre circula rápidamente y se va a las extremidades inferiores del cuerpo lo cual, produce una pérdida grande de sangre.
5. Seguidamente, la presión sanguínea baja a la mitad, en tanto el pulso se duplica y se presentan serios problemas respiratorios.
6. Inmediatamente el corazón sufre paros cardíacos.
7. Finalmente, se detiene el corazón al no tener la sangre suficiente para funcionar.
Pese a ser un método cruel y bárbaro para morir, a Cristo no le importó sufrir nuestro castigo con tal de perdonar los pecados y poder compartir la eternidad con cada uno de nosotros.
Fuente: Estudio realizado por el Grupo Evangelizador Bautista