En el vértigo de la soledad
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En el vértigo de la soledad…
“Jardín Botánico de Viña,
jardín lleno de sueños,
jardín lleno de flores;
tapizado de recuerdos,
evocación de mil amores;
si tus árboles hablaran,
si revivieran los senderos,
el corazón me estallaría...
al no poder contener las alegrías,
al no poder sufrir tantos dolores...”
Bajé al jardín aquella tarde, cuando el dolor mordía mi alma, cuando la tristeza anidaba en mi pecho; pude volar en el tiempo, pude volar al pasado, cuando mi alma reía, cuando mi corazón se alegraba.
Pude en mi desencanto, mirar los mismos árboles, las mismas sendas, el pequeño estanque, la misma pérgola en su centro, las mismas risas cristalinas de aquellos niños jugando; los mismos testigos mudos, de aquellas tantas palabras, sonrisas, suspiros, promesas...
Todo parecía igual, pero era tan distinto...
El escaño del primer día, la fuente de agua, el graznido de las aves, el mismo sendero escondido, el puente de vieja madera, el mismo árbol caído, todo igual pero tan distinto...
Era ya otro tiempo; un tiempo que me sumía en el vacío, en el profundo pozo de la desesperación, en un valle de sombras y de muerte...
Entonces caí en el vértigo de la soledad...
“Se llenó de amargura mi alma, y en mi corazón sentía punzadas.”
Yo me sentía solo... En la profundidad del abismo, en medio de la densa bruma, en las tinieblas de mi alma atormentada, entre lágrimas que fluyen y se tragan, camino, tropiezo, vago solo... ¡Pobre de mi alma!
Todo es un desesperante desierto. Frías penumbras, el sudor helado, el escalofrío que corta mis espaldas. Camino sin oír mis pisadas, mi alma vaga por el tiempo; la amargura me ha sumido en el torbellino, que gira y gira vertiginosamente, hasta que mi alma es una hoja arrastrada por el viento.
Solo... ¡Cómo me sentía solo...! Mi cabeza ya estallaba, mis pasos vacilantes, temblorosos, me llevaban al pozo sin fondo, y el vértigo sumiéndome en el espanto, en el miedo...
Miedo de estar solo. Pero, ¿qué es esta soledad tan grande? Cuántas veces lo he preguntado, sin encontrar una respuesta...
Sólo que es la hiel entre los dientes, el trago amargo que se bebe, es el nudo en la garganta, es el corazón que se aprieta; es la mano entumecida, es el frío que te envuelve, es neblina que te cubre...
Solo… Es eso que se siente desde el alma, ese vacío inexplicable cuando la noche llega, cuando los sentidos se cansan, cuando la mente ya no encuentra una respuesta.
Solo... Es cuando el temor te llena, cuando nadie está tu lado, cuando la indiferencia se siente, cuando miras a los ojos y ves frío en la mirada.
Estar solo, es caminar sin saber dónde, es soñar queriendo estar despierto, es estar vivo y al mismo tiempo muerto, es desear reír y sólo poder llorar, es buscar amor y sólo encontrar vacío.
Estar solo, es la pesadilla de que anhelas despertar, es cuando el presente no tiene vida y el pasado ya se ha muerto. ¿Quién no se ha sentido solo...? Cuando el grito se aprieta entre tus dientes, cuando la angustia te revuelve las entrañas, cuando la sangre se oprime en tu cerebro, cuando el aire no parece suficiente...
¡Ah, pobre corazón mío, como te has sentido solo! En la angustia, en la desesperación, en el tormento... ¡Pobre mi ser sin esperanzas, sin voluntad, sin consuelo! Mis ojos ya sin luz miran sin ver, la cabeza ya sin fuerzas reclinada, se detienen los pasos vacilantes... ¡Pobre de mi vida... ! Los labios partidos, mi mente ya enloquece, y ese dolor en la cabeza, punzante, intenso, profundo...
Y en el espiral de la vida, todo vuelve a suceder...
“¿Qué es lo que fue? Lo mismo que será. ¿Qué es lo que ha sido hecho? Lo mismo que se hará; y nada hay nuevo debajo del sol.”
Y en la soledad de mi noche, brilló una tenue luz en el camino. ¡Pero qué estupidez la mía...! ¿Estoy realmente solo?
“Tan torpe era yo que no entendía; era como una bestia delante de ti.”
Ni más ni menos, una bestia ciega y sorda, ebria y con los sentidos dormidos; rebelde a la verdad, a la vida y al amor.
Y su voz resonó en mi conciencia:
- “¡Niño necio! Tienes tu Padre y vas llorando; lo tienes todo, y todo rechazas; eres rico, y pareces pobre; tienes la vida, y pareces muerto. Tu casa es la casa del Rey, y la haces morada de cerdos; tu morada es morada de luz, pero la has llenado de tinieblas.”
- “¡Niño rebelde! Escucha la voz de tu Padre... ¿Es necesario el castigo para que de él te acuerdes? ¿Es necesario el azote, y entiendas que tienes Padre? Niño insensato y rebelde: ¿Cuántos huérfanos y mendigos, cuántos ciegos y lisiados, van por el camino más felices que tú que lo tienes todo, y desprecias lo que es divino? Ellos tienen remota esperanza... ¡Pero tú tienes tu Padre!”
- “¡Que niño tan torpe! Cerraste los ojos para no ver; tus oídos tapaste y ya no oyes; bebiste el vino del mundo y ahora te sientes ebrio. ¡Tú mismo te hiciste solo! ¡Tú mismo olvidaste al Padre! Otra vez eres como el pródigo, ¡de nuevo apacientas cerdos! Te fuiste de casa, volviste el rostro, cerraste los labios, quitaste la mano... ¿Es eso estar solo? ¡Eso sólo es ser necio!
- ¡Abre los ojos! ¡Levanta la cabeza! ¡Alza los brazos! ¡Abre tu boca a la alabanza! Mira la belleza que ha creado el Padre, mira su amor por las almas, mira como te ama tu Hermano. ¡Deja ya el vino del mundo! ¡Sé lleno del Espíritu! ¡Vuelve a la morada eterna! ¡No seas necio...! ¡No seas necio... !
- Se tiene todo, y nada se aprecia. Hijo de Rey, y va mendigando. ¡Despierta, que el día ha llegado! Y como la luz de la aurora, que va en aumento hasta que el día es perfecto, así la luz de Dios alumbre tu alma.”
“Mi carne y mi corazón desfallecen; mas la roca de mi corazón y mi porción es Dios para siempre.”
- Señor, creo en tu palabra, pero ayúdame en mi gran debilidad...
- “Ya no más necedad, anda y ve el sol, levanta los ojos hasta los cielos, mira el azul del mar, ¡qué espuma la de sus olas! Oye el trinar de las aves, qué fragancia la de las flores, que suave susurra el viento, qué melodía la del arroyo... Mira la hierba que cubre el campo, ve las flores de bellos tonos, mira la luz que corona el día, mira la vida que ha dado el Padre. ¡Tu Padre!
- ¡Vive la vida que Dios te ha dado! Aunque la carne se corrompa tras pensamientos rebeldes; aunque la mente se escape tras ideas vanas; aunque el corazón se parta por sentimientos torcidos; ¡todo ello se derrumba ante la Roca Eterna!”
- “Abre tu boca a la alabanza, cante en tu mente sus pensamientos, cante del corazón su sentir, cante tu voluntad al Padre. Canta, ¡canta porque eres libre! Libre por el amor, libre por ser su hijo, libre por tener todo, libre por ser de Cristo.”
- ¿Qué es la soledad? Eso es de la noche... ¡Ahora ha llegado el día! ¡Mi porción es Dios para siempre!
- Soy rico, ya no más pobre; soy príncipe, ya no mendigo; estoy saciado, yo no más hambre; ahora la risa, se acabó el llanto.
- ¡Viva mi Padre, que no estoy solo! No más angustias, no más vacío, no más dolores, no más espanto. Soy de la luz, soy de la vida, soy de mi Cristo... ¡Él es mi Roca Eterna!
Y volví del jardín aquella tarde, con una nueva esperanza, dispuesto a vivir en Cristo, a vivir su vida abundante...
14 de Febrero de 1973. -
“Jardín Botánico de Viña,
jardín lleno de sueños,
jardín lleno de flores;
tapizado de recuerdos,
evocación de mil amores;
si tus árboles hablaran,
si revivieran los senderos,
el corazón me estallaría...
al no poder contener las alegrías,
al no poder sufrir tantos dolores...”
Bajé al jardín aquella tarde, cuando el dolor mordía mi alma, cuando la tristeza anidaba en mi pecho; pude volar en el tiempo, pude volar al pasado, cuando mi alma reía, cuando mi corazón se alegraba.
Pude en mi desencanto, mirar los mismos árboles, las mismas sendas, el pequeño estanque, la misma pérgola en su centro, las mismas risas cristalinas de aquellos niños jugando; los mismos testigos mudos, de aquellas tantas palabras, sonrisas, suspiros, promesas...
Todo parecía igual, pero era tan distinto...
El escaño del primer día, la fuente de agua, el graznido de las aves, el mismo sendero escondido, el puente de vieja madera, el mismo árbol caído, todo igual pero tan distinto...
Era ya otro tiempo; un tiempo que me sumía en el vacío, en el profundo pozo de la desesperación, en un valle de sombras y de muerte...
Entonces caí en el vértigo de la soledad...
“Se llenó de amargura mi alma, y en mi corazón sentía punzadas.”
Yo me sentía solo... En la profundidad del abismo, en medio de la densa bruma, en las tinieblas de mi alma atormentada, entre lágrimas que fluyen y se tragan, camino, tropiezo, vago solo... ¡Pobre de mi alma!
Todo es un desesperante desierto. Frías penumbras, el sudor helado, el escalofrío que corta mis espaldas. Camino sin oír mis pisadas, mi alma vaga por el tiempo; la amargura me ha sumido en el torbellino, que gira y gira vertiginosamente, hasta que mi alma es una hoja arrastrada por el viento.
Solo... ¡Cómo me sentía solo...! Mi cabeza ya estallaba, mis pasos vacilantes, temblorosos, me llevaban al pozo sin fondo, y el vértigo sumiéndome en el espanto, en el miedo...
Miedo de estar solo. Pero, ¿qué es esta soledad tan grande? Cuántas veces lo he preguntado, sin encontrar una respuesta...
Sólo que es la hiel entre los dientes, el trago amargo que se bebe, es el nudo en la garganta, es el corazón que se aprieta; es la mano entumecida, es el frío que te envuelve, es neblina que te cubre...
Solo… Es eso que se siente desde el alma, ese vacío inexplicable cuando la noche llega, cuando los sentidos se cansan, cuando la mente ya no encuentra una respuesta.
Solo... Es cuando el temor te llena, cuando nadie está tu lado, cuando la indiferencia se siente, cuando miras a los ojos y ves frío en la mirada.
Estar solo, es caminar sin saber dónde, es soñar queriendo estar despierto, es estar vivo y al mismo tiempo muerto, es desear reír y sólo poder llorar, es buscar amor y sólo encontrar vacío.
Estar solo, es la pesadilla de que anhelas despertar, es cuando el presente no tiene vida y el pasado ya se ha muerto. ¿Quién no se ha sentido solo...? Cuando el grito se aprieta entre tus dientes, cuando la angustia te revuelve las entrañas, cuando la sangre se oprime en tu cerebro, cuando el aire no parece suficiente...
¡Ah, pobre corazón mío, como te has sentido solo! En la angustia, en la desesperación, en el tormento... ¡Pobre mi ser sin esperanzas, sin voluntad, sin consuelo! Mis ojos ya sin luz miran sin ver, la cabeza ya sin fuerzas reclinada, se detienen los pasos vacilantes... ¡Pobre de mi vida... ! Los labios partidos, mi mente ya enloquece, y ese dolor en la cabeza, punzante, intenso, profundo...
Y en el espiral de la vida, todo vuelve a suceder...
“¿Qué es lo que fue? Lo mismo que será. ¿Qué es lo que ha sido hecho? Lo mismo que se hará; y nada hay nuevo debajo del sol.”
Y en la soledad de mi noche, brilló una tenue luz en el camino. ¡Pero qué estupidez la mía...! ¿Estoy realmente solo?
“Tan torpe era yo que no entendía; era como una bestia delante de ti.”
Ni más ni menos, una bestia ciega y sorda, ebria y con los sentidos dormidos; rebelde a la verdad, a la vida y al amor.
Y su voz resonó en mi conciencia:
- “¡Niño necio! Tienes tu Padre y vas llorando; lo tienes todo, y todo rechazas; eres rico, y pareces pobre; tienes la vida, y pareces muerto. Tu casa es la casa del Rey, y la haces morada de cerdos; tu morada es morada de luz, pero la has llenado de tinieblas.”
- “¡Niño rebelde! Escucha la voz de tu Padre... ¿Es necesario el castigo para que de él te acuerdes? ¿Es necesario el azote, y entiendas que tienes Padre? Niño insensato y rebelde: ¿Cuántos huérfanos y mendigos, cuántos ciegos y lisiados, van por el camino más felices que tú que lo tienes todo, y desprecias lo que es divino? Ellos tienen remota esperanza... ¡Pero tú tienes tu Padre!”
- “¡Que niño tan torpe! Cerraste los ojos para no ver; tus oídos tapaste y ya no oyes; bebiste el vino del mundo y ahora te sientes ebrio. ¡Tú mismo te hiciste solo! ¡Tú mismo olvidaste al Padre! Otra vez eres como el pródigo, ¡de nuevo apacientas cerdos! Te fuiste de casa, volviste el rostro, cerraste los labios, quitaste la mano... ¿Es eso estar solo? ¡Eso sólo es ser necio!
- ¡Abre los ojos! ¡Levanta la cabeza! ¡Alza los brazos! ¡Abre tu boca a la alabanza! Mira la belleza que ha creado el Padre, mira su amor por las almas, mira como te ama tu Hermano. ¡Deja ya el vino del mundo! ¡Sé lleno del Espíritu! ¡Vuelve a la morada eterna! ¡No seas necio...! ¡No seas necio... !
- Se tiene todo, y nada se aprecia. Hijo de Rey, y va mendigando. ¡Despierta, que el día ha llegado! Y como la luz de la aurora, que va en aumento hasta que el día es perfecto, así la luz de Dios alumbre tu alma.”
“Mi carne y mi corazón desfallecen; mas la roca de mi corazón y mi porción es Dios para siempre.”
- Señor, creo en tu palabra, pero ayúdame en mi gran debilidad...
- “Ya no más necedad, anda y ve el sol, levanta los ojos hasta los cielos, mira el azul del mar, ¡qué espuma la de sus olas! Oye el trinar de las aves, qué fragancia la de las flores, que suave susurra el viento, qué melodía la del arroyo... Mira la hierba que cubre el campo, ve las flores de bellos tonos, mira la luz que corona el día, mira la vida que ha dado el Padre. ¡Tu Padre!
- ¡Vive la vida que Dios te ha dado! Aunque la carne se corrompa tras pensamientos rebeldes; aunque la mente se escape tras ideas vanas; aunque el corazón se parta por sentimientos torcidos; ¡todo ello se derrumba ante la Roca Eterna!”
- “Abre tu boca a la alabanza, cante en tu mente sus pensamientos, cante del corazón su sentir, cante tu voluntad al Padre. Canta, ¡canta porque eres libre! Libre por el amor, libre por ser su hijo, libre por tener todo, libre por ser de Cristo.”
- ¿Qué es la soledad? Eso es de la noche... ¡Ahora ha llegado el día! ¡Mi porción es Dios para siempre!
- Soy rico, ya no más pobre; soy príncipe, ya no mendigo; estoy saciado, yo no más hambre; ahora la risa, se acabó el llanto.
- ¡Viva mi Padre, que no estoy solo! No más angustias, no más vacío, no más dolores, no más espanto. Soy de la luz, soy de la vida, soy de mi Cristo... ¡Él es mi Roca Eterna!
Y volví del jardín aquella tarde, con una nueva esperanza, dispuesto a vivir en Cristo, a vivir su vida abundante...
14 de Febrero de 1973. -