El testimonio cristiano en acción

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El testimonio cristiano más convincente es el que se da no sólo por lo que decimos, sino también por lo que somos y por lo que hacemos. El “dar testimonio” de Jesucristo no es sólo hablar de él y de lo que él ha hecho por nosotros y en nosotros; es, más bien, vivir y actuar de tal manera que aquello que nos rodean quieran saber cuál es el secreto de nuestra vida y entonces se hagan necesarias las palabras para explicar ese secreto, que es Cristo en nosotros.

Los ingredientes del testimonio cristiano integral son el ser, el actuar y el decir –el carácter, la acción y la palabra.


De estos tres elementos, esta mañana nos ocupamos del segundo: la acción, la realización del testimonio cristiano. Y para ello tomamos como base la afirmación del apóstol Pablo en Efesios 2:10: “Porque somos hechura de Dios, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios dispuso de antemano a fin de que las pongamos en práctica.”

Con este texto de cierra un párrafo en que se contrasta en términos muy elocuentes la vida sin Cristo (vv. 1-3) con la vida en Cristo (vv. 4-7). ¿Cuáles son las características sobresalientes de la vida sin Cristo? ¿Y qué es lo que más se destaca en la vida en Cristo?

La salvación no es “por obras” (v. 9)

Para explicar el contraste entre la vida sin Cristo y la vida en Cristo el apóstol usa dos palabras que aparecen con muchísima frecuencia en sus cartas: gracia (=favor inmerecido, vv. 5, 7, 8) y fe (v. 8). En el contexto se usan dos sinónimos de “gracia”: “misericordia” (v. 4) “amor” (v. 4)

Los versículos 8 y 9 concluyen que la salvación es “el regalo de Dios”, no es “por obras”. Aquí se resume el mensaje central de Pablo en varias de sus cartas, especialmente en Romanos y Gálatas, en las cuales polemiza con el judaísmo. No podemos comprar el perdón de Dios; no podemos hacer obras que nos hagan merecedores de su aceptación. Toda jactancia queda totalmente excluida. El redescubrimiento de esta verdad central del Evangelio produjo la Reforma del siglo 16, pero es una verdad a la cual tenemos que volver una y otra vez.

La salvación es “para buenas obras” (v. 10)

1. Dios nos ha creado en Cristo Jesús. Somos las primicias, los primeros frutos, de una nueva creación. La primera creación, de la cual da cuenta Génesis 1, ha sido afectada por el pecado, pero el plan de Dios no quedará frustrado permanentemente. El envió a su Hijo para restaurar su creación, y esa restauración se inicia con su pueblo.

2. Dios nos ha creado para buenas obras. (a) El cambio de preposición es esencial en este pasaje: no por obras, pero sí para buenas obras. Éstas no son optativas: son un aspecto esencial del propósito para el cual hemos sido salvados. (b) Las buenas obras son el testimonio en acción –el testimonio que hacemos y que demuestra visiblemente la verdad que proclamamos en palabra. Son el medio por el cual cumplimos nuestra función de “luz del mundo” (cf. Mt 5:14-16). (c) Las buenas obras que estamos llamados a realizar han sido dispuestas por Dios de antemano “a fin de que las pongamos en práctica”.

En medio de la crisis que vive el país en este momento, nos corresponde preguntarnos:

¿Cuáles son las buenas obras que Dios ha dispuesto para que las pongamos en práctica?

Necesitamos que Dios nos llene de su amor para discernir lo que es mejor (cf. Fil 1:9-11).

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