El sentimiento de culpa
0
0
Introducción
Toda persona tiene sentimientos de culpa que enfrentar. Los únicos que no sienten culpabilidad son las mentes criminales.
Las personas que han llegado a ser regeneradas por la sangre de Jesucristo y por el Espíritu Santo tienen conciencias muy activas y sensibles, y por ello son muy susceptibles a los sentimientos de culpa.
Todos tenemos ideales personales que intentamos alcanzar, y cada vez que fallamos en alcanzarlos nos sentimos culpables; pues surge una contradicción entre nuestro ideal de lo que deseamos ser y lo que realmente somos.
Definición
El sentimiento de culpa es la manifestación de una tensión interna entre el “Yo” y el “Superyo”.
Freud dividió la mente humana en tres niveles: “yo”, “superyo” y “ello”. San Pablo en Romanos 7 se refiere en términos semejantes a la lucha entre la carne y el espíritu.
El “yo” ejerce el equilibrio entre las tendencias más bajas del ser humano (el reino del “ello”) y las aspiraciones más elevadas (el reino del “superyo”).
Jorge A. Leon afirma que la culpa surge como tensión entre el “yo” y el “superyo” por haber permitido el ”yo” la supremacía del “ello” en algún momento de la conducta humana ... El “yo” reacciona con sentimientos de angustia ante la percepción de que no ha podido realizar el mandato de su ideal, el “superyo”.
Un ejemplo de lo anterior sería por haber fornicado, o por no haber evitado una violación.
La culpa no se relaciona siempre con el predominio del “ello”. También puede ser originada por factores externos a uno, como una realidad familiar o social desagradable que genera sentimientos de culpa. Por ejemplo. culpabilidad por tener una madre que es prostituta, o por ser hijo de una madre soltera.
J. León afirma que la tensión entre el “yo” y el “superyo” puede surgir también por un sentimiento de frustración, por no haber podido alcanzar los altos niveles que le son exigidos sea a nivel intelectual, económico o afectivo.
Un ejemplo de lo anterior podría ser la culpabilidad por no ingresar a la universidad, o por no haber recibido afecto del padre, o por haber sido maltratados.
La culpa siempre se caracteriza por una tensión entre lo que uno siente que debería vivir o ser y lo que realmente vive o es. Lo que se puede resumir en que las frustraciones nos llevar a sentirnos responsables y culpables de las causas.
Tipos de culpa
El Dr. Rollo May señala que existe una culpa neurótica y otra culpa que él llama oncológica y que J. León prefiere llamar existencial.
(a) Culpa Existencial: Se da en todo ser humano. El objetivo del hombre es su realización, pero el hombre es un ser limitado y caído. Entre la limitación y el objetivo del hombre se genera la tensión que se llama culpa existencial, que es llevadera.
(b) Culpa Neurótica: Se caracteriza porque produce síntomas de neurosis, es decir, nerviosismo, susceptibilidad, empeoramiento de carácter, remordimientos (conscientes o inconscientes), sentimientos de inseguridad, enfermedad, actividad compulsiva y separación de Dios. Además, la culpa neurótica es depresiva. La depresión se manifiesta en un disgusto por la vida, una desazón, un desaliento en general, que impide la realización humana.
Diferencia entre culpa y verguenza
(a) Culpa: Es un sentimiento generado por la tensión entre lo que uno desea ser y lo que uno realmente es, debido a vivir algo que impide llegar a ser lo que uno desea.
(b) Vergüenza: Es el sentimiento de culpa más el temor que este genera (J. León). Un ejemplo es el hijo de padres divorciados, quien al escuchar solo la palabra divorcio se ruboriza; pues se siente culpable por se hijo de una pareja divorciada y además teme perder el respeto y consideración de los demás por esta causa.
Efectos de la culpa
(1) Sentimiento de inseguridad,
incertidumbre y angustia: En la mente una persona puede vivir la idea de que “algo malo va a pasar” o se siente vulnerable frente al medio o aun puede dudar de merecer algo bueno que le este sucediendo; esto debido a que en el fondo la persona se esta diciendo: “Todavía no estás pagando por lo que has hecho, pero algún día recibirás el castigo que te mereces”. Es decir siente que debe pagar por ser culpable de algo, un pecado, maldad, fracaso o error, etc. Además podría generar miedo de Dios, un sentido de perdida de la protección y favor divino y por ende sentirse abandonado y separado de Dios, por lo que se generan sentimientos de incertidumbre y angustia graves.
(2) Enfermedad: La angustia que produce un sentimiento de culpa puede minar la salud física, acentuar enfermedades o producir fuertes dolores de cabeza. Además se a demostrado que las defensa del cuerpo disminuyen al decaer el estado anímico. Por ejemplo baja presión sanguinea, gastritis, alteración del sistema nervioso, males del hígado, etc.
(3) Actividad compulsiva: Sirve como un instrumento distractivo para evitar los efectos de la culpa. Por ejemplo, la presencia de dolores de cabeza cuando no se esta activo.
(4) Empeoramiento de carácter y agresión: El criticar destructivamente a los demás o al entorno, la hostilidad, difamando, ofendiendo, o chismoseando son algunas formas como una persona trata de demostrarse a si misma que los demás son mas canallas que uno, a fin de aliviar el sentimiento de culpa. O talvez con el fin de que los demás lo juzguen y/o lo castiguen, a fin de que se sienta castigado por el mal que cometió y así sentirse aliviado.
(5) Depresión: Se manifiesta en un disgusto por la vida, desaliento en general. Esto es debido al peso que produce la frustración. Y se manifiestan sentimientos de autocompasión o autoconmiseración, autorechazo, o también autodestrucción (suicidio).
(6) Compensación: Se busca compensar el mal hecho con buenas acciones a fin de aliviar la conciencia culpable; por ejemplo actividades religiosas o humanitarias.
(7) Autocastigo: Se descarga ira contra uno mismo, sometiéndose inconscientemente a condiciones adversas o agrediéndose, que son intentos de satisfacer la necesidad de castigo. Por ejemplo hablando mal de si mismo a fin de que alguien le diga: “no eres tan malo”; y así sentirse aliviado. También existen delincuentes que procuran inconscientemente ser detenidos a fin de ser castigados por la sociedad y liberarse así del sentimiento de culpa que lo atormenta.
(8) Alejamiento de Dios: Este sentimiento de falla moral o indignidad, puede permanecer adormecido en las capaz profundas de la mente, desde donde se manifiesta mediante un sentido de inferioridad o de impotencia moral. esto suele ser un abismo entre el hombre y Dios. Todo pensamiento acerca de Dios produce miedo, un miedo que no se acepta conscientemente pero que se manifiesta en aversión hacia Dios y la Iglesia o en mera indiferencia: “Eso no es para mí, no hay nada que la Iglesia pueda ofrecerme”. Pero cuando el Espíritu santo nos convence de pecado, podemos llegar a alcanzar un poco de conocimiento de nosotros mismos por cuanto nos reconocemos culpables. Al enfrentarnos cara a cara con Dios, nos enfrentamos también con la falla moral y el sentimiento de culpa consiguiente. Entonces nos vemos tal cual somos (J. León).
Mecanismos de escape frente a la culpa personal
Las personas suelen usar una serie de mecanismos para escapar de la realidad. Mecanismos que son más perjudiciales que beneficiosos. , difíciles de controlar y son inconscientes, y veremos a continuación algunos de ellos.
(1) Represión: Es un proceso inconsciente de olvido activo mediante el cual nos liberamos de un sentimiento fuerte, perturbador, como lo es la culpabilidad.
Cuando tratamos de “matar” y “enterrar” algo que nos perturba, jamás lo logramos porque matar una vivencia es imposible. Lo más que podemos hacer es enterrarla viva y desde el sepulcro del inconsciente nos va ha visitar constantemente con sus macabras apariciones, sin saber quién y por qué nos crea situaciones raras y desagradables (J. León).
(2) Conversión de conflictos en trastornos físicos: Neurastenia e Histeria: La culpabilidad produce efectos sicosomaticos. La sintomatologia de los neurasténicos son: falta de apetito, debilidad, a veces deficiencias en la respiración, palpitaciones, hormigueo muy molesto y pesadez; frecuentemente perturbaciones gastrointestinales. Y es común que se quite por el momento y en forma inmediata frente a alguna distracción.
La persona histérica desarrolla impotencias totales, como desmayo, ceguera, mudes, o parálisis.
Pero no todos los que sienten algunos de estos síntomas son neurasténicos o histericos, puede ser que sean realmente físicos.
(3) Racionalización: Jorge A. León afirma que la racionalización consiste en dar razones aceptables pero no reales para la conducta. Es un método de autojustificación inconsciente. Si tratamos conscientemente de escaparnos de las consecuencias de nuestra conducta, no hay racionalización, sino otra cosa. La racionalización es siempre inconsciente y la persona cree honestamente que está dando razones lógicas para su manera de proceder.
Para Strecker y Appel, la racionalización es un “Camuflaje Mental”. “Cambia y adorna los motivos indignos; de manera que parecen satisfactorios y hasta loables a los demás, incluso a nosotros mismos”.
Por ejemplo es muy común encontrar gente que antagonista en la iglesia por cualquier motivo, exponiendo razones muy elaboradas, y autojustificando su actitud, pero en realidad se siente culpable por algún desacierto que cometió cuando era líder, y ver a la iglesia avanzando tan bien lo hace sentir mal, pues se acrecienta su autocalificación de culpable. O si la iglesia esta mal, en lugar de ayudarla la critica tratando de convenserse de que los demás son los culpables o canallas, porque en el fondo se siente también responsable.
También se puede racionalizar el porque del uso de cierto vocabulario, o el porque de una actitud iracunda, en un esfuerzo de autojustificación inconsciente.
(4) Proyección: Es la tentación inconsciente de desviar la censura que debemos aceptar, hacia otros o hacia las circunstancias que nos rodean. El mecanismo consiste en evitar reconocer nuestras deficiencias y culpas atribuyéndolas a los demás (J. León).
Un ejemplo es cuando Adán y Eva pecaron, Adán culpo a Eva en lugar de asumir su responsabilidad: “La mujer que me diste por compañera me dio del árbol y yo comí” (Gén. 3:12); y Eva no se queda atrás: “La serpiente me engañó y comí” (Gén. 3:13).
(5) Aislamiento: Este es un curioso mecanismo inconsciente mediante el cual mantenemos alejadas de la conciencia aquellas asociaciones que no son deseables. Es como si se edificaran compartimentos lógicos cerrados que impidieran que un aspecto de nuestra vida mental llegue a saber lo que hace el otro ... Creamos barreras mentales para impedir que una parte de nuestra personalidad vea lo que hace la otra (J. León).
Un ejemplo es el caso de una joven que mantiene vínculos sentimentales con alguien casado, arguyendo frente a las criticas: “yo tengo derecho a se feliz”. Pero al quedar anulada esta relación, salen a la luz la vergüenza y la culpabilidad aislada. J. León dice: En estos casos es muy común llamar hipócrita y aún descarada a la persona en cuestión, pero no siempre se trata de hipocresía, muchas veces se está en presencia del mecanismo inconsciente llamado aislamiento.
(6) Regresión: En vez de razonar debidamente, el individuo regresionista retorna a actividades que en su niñez le han valido éxito, como llorar, sollozar, gritar, adoptar aire de fastidio, simular enfermedad o acusar a otros ( B. Székely). Y es un mecanismo inconsciente frente a dificultades. Por ejemplo, frente a un pecado cometido, la culpabilidad lleva a la persona a llorar sin cesar, haciendo un gasto inútil de energías y tiempo en algo que no resuelve nada, en lugar de afrontar el problema.
Cómo librarse de una conciencia culpable
El corazón de la psicología pastoral y también de la proclamación del Evangelio es la conversión de la culpa neurótica en culpa existencial. El cristiano sabe que sus pecados han sido perdonados, pero los pecados cometidos no se olvidan, recordamos todo lo que hemos hecho y el mal irreparable ya no nos tortura si hemos convertido la culpa neurótica en culpa existencial ( J. León).
La solución bíblica a la conciencia culpable se explica en los puntos siguientes:
(1) Reconocer el sentimiento de culpa que aqueja. La culpa nos ayuda a reaccionar a lo que hacemos que es moralmente incorrecto o pecaminosos. Duele pero sirve. Y para reconocerla hay que conocer los efectos de la culpa y la reacciones incorrectas hacia ella.
(2) Arrepentirnos, confesar los pecados y pedir perdón por los mismos. Arrepentirse es cambiar de actitud hacia el pecado, es decir repudiarlos y decidir dejarlos. Además declarar a Dios los pecados que atormentan nuestra conciencia. Y pedir perdón por nuestros pecados y clamar que la sangre de Cristo nos purifique por completo. De esta manera es liberada nuestra conciencia, recibimos paz con Dios, por la fe, pues “donde abundó el pecado, sobreabundó la gracia”. por la sangre de Cristo que es suficiente para limpiar de todo pecado. El no aceptar esto es como decir que “no basta con la sangre de Cristo” o que “la sangre de Cristo es insuficiente”. Leer 1 Jn. 1:9
(3) Hacer restitución en lo que se pueda: Se debe deshacer el daño hecho a otra persona, inclusive por nuestro bien los de pensamiento o actitud contra alguien.
(4) Hacer frutos dignos de arrepentimiento. Las buenas obras son frutos del arrepentimiento. Pues por la fe y el arrepentimiento recibimos el don libertador del Espíritu Santo, siendo renovados los corazones y dotados de nuevos afectos, para poder producir buenas obras. Es muy importante perdonar a otros a fin de alcanzar la liberación como dice la oración del Señor: “perdónanos nuestras deudas así como nosotros perdonamos a nuestros deudores”.
(5) Convencerse que uno es un ser humano, imperfecto, débil, falible. Los cristianos somos pecadores arrepentidos pero al fin y al cabo pecadores. Durante la vida cristiana seguiremos pecando, cometiendo errores, equivocándonos, pues no somos perfectos.
La actitud perfeccionista por el contrario es reflejo quizás de una gran inseguridad y miedo, por lo que se busca ser perfecto para sentirse uno valioso o para vencer un miedo inconsciente a fracasar o fallar; o talvez una culpa inconsciente buscándose compensar o evadir la culpabilidad o “aplacar” la ira divina contra el pecado.
Es necesario comprender que las caídas son parte de la vida cristiana, y aún en la época de los apóstoles los cristianos caían, y esto se comprueba en las numerosas exhortaciones y amonestaciones hacia las iglesias en cuanto a esto. Ni aún el apóstol Pablo estuvo libre de caer como el rey David.
La vida cristiana es una constante de caídas, pero Dios promete levantarnos de cada una (Salmo 103:3-4), pues El sabe que somos débiles, inconstantes, y que somos polvo. No en vano dice la escritura:
“El es quien perdona todas tus iniquidades,
El que sana todas tus dolencias;
El que rescata del hoyo tu vida,
El que te corona de favores y misericordias;
El que sacia de bien tu boca
De modo que te rejuvenezcas como el águila”.
Pero sabiendo que somos como vasos de barro el deposita en nosotros el precioso tesoro de Su evangelio, pues si El tomase en cuenta nuestras iniquidades ¿quien podría mantenerse en pie?
Es absurdo estar caído sin aceptar el perdón de Dios en Cristo Jesús, pues no hay Cristiano que no haya caído o halla hecho alguna tontería o maldad. Por el contrario uno debe levantarse y perseverar, como dice la escritura: “... derribados, pero no destruidos” (2 Cor. 4:9 VRV)
(6) No traer a la memoria los pecados pasados. Algunos siguen castigándose a sí mismos, por un mal hecho, aunque Dios ya los perdonó, es decir no se perdonan. Este es un caso de culpa neurótica que no se a transformado en existencial, pues a la gente le es difícil aceptar que en Cristo hay completo perdón y liberación.
Es posible que sea un caso de orgullo, en el que la persona trata de solucionar el problema de la culpa del pecado por sus propios méritos y no acepta los méritos de Cristo, no quitándose el problema de culpabilidad.
Por ejemplo, un(a) joven puede vivir con una raíz de amargura a causa de un sentimiento de culpa por haber cometido un pecado sexual, y aunque lo ha confesado, manifiesta señales de culpa, y lo único que logra es dañarse a sí mismo(a) y arruinar su juventud, tirando por el suelo lo que Dios quiere lograr en su vida. Y este caso se agrava si la persona es perfeccionista a causa de una pobre autoestima, y el problema es alimentado por las asechanzas del diablo. Por ello debe olvidarse el pasado sea bueno o malo y debe comenzarse de nuevo, un nuevo inicio cada día.
Conclusión
Jorge A. León afirmó: La justicia exige que el hombre sea castigado ... Pero el Evangelio nos dice que ya Dios ha pagado en Cristo Jesús. El ser humano es semejante a alguien que ha caído en arenas movedizas, mientras más se mueva más se hunde, la ayuda tiene que venirle de fuera. Lo único que puede hacer es gritar pidiendo auxilio y si alguien le lanza una cuerda será salvo. Jesucristo es quien lanza la cuerda al hombre perdido, le ofrece desde arriba la ayuda que necesita para salir de las arenas movedizas del pecado que le aprisionan y quieren destruirle. La doctrina cristiana de la expiación es el camino de salvación del pecado, sus consecuencias eternas y del sentimiento de culpa y sus consecuencias actuales ... El ya ha pagado por nosotros, solo tenemos que tener fe en él y aceptar el perdón que surge de su obra expiatoria.
Ursino y Oleviano dijeron: Hoy perdona también nuestros pecados, en el nombre de Jesús, cada vez que oramos ... De esta manera no tiene en cuenta la maldad de nuestra naturaleza de hijos de Adán. Esto es posible porque Cristo cargó sobre sí con la culpa de los pecadores, pagando por nosotros, libertándonos del juicio eterno de Dios ... solo por gracia y “de balde”, a todos aquellos que le buscan y andan en sus caminos. El rey Ezequías dijo: “ porque echaste tras tus espaldas todos mis pecados” (Is. 38:17).
Toda persona tiene sentimientos de culpa que enfrentar. Los únicos que no sienten culpabilidad son las mentes criminales.
Las personas que han llegado a ser regeneradas por la sangre de Jesucristo y por el Espíritu Santo tienen conciencias muy activas y sensibles, y por ello son muy susceptibles a los sentimientos de culpa.
Todos tenemos ideales personales que intentamos alcanzar, y cada vez que fallamos en alcanzarlos nos sentimos culpables; pues surge una contradicción entre nuestro ideal de lo que deseamos ser y lo que realmente somos.
Definición
El sentimiento de culpa es la manifestación de una tensión interna entre el “Yo” y el “Superyo”.
Freud dividió la mente humana en tres niveles: “yo”, “superyo” y “ello”. San Pablo en Romanos 7 se refiere en términos semejantes a la lucha entre la carne y el espíritu.
El “yo” ejerce el equilibrio entre las tendencias más bajas del ser humano (el reino del “ello”) y las aspiraciones más elevadas (el reino del “superyo”).
Jorge A. Leon afirma que la culpa surge como tensión entre el “yo” y el “superyo” por haber permitido el ”yo” la supremacía del “ello” en algún momento de la conducta humana ... El “yo” reacciona con sentimientos de angustia ante la percepción de que no ha podido realizar el mandato de su ideal, el “superyo”.
Un ejemplo de lo anterior sería por haber fornicado, o por no haber evitado una violación.
La culpa no se relaciona siempre con el predominio del “ello”. También puede ser originada por factores externos a uno, como una realidad familiar o social desagradable que genera sentimientos de culpa. Por ejemplo. culpabilidad por tener una madre que es prostituta, o por ser hijo de una madre soltera.
J. León afirma que la tensión entre el “yo” y el “superyo” puede surgir también por un sentimiento de frustración, por no haber podido alcanzar los altos niveles que le son exigidos sea a nivel intelectual, económico o afectivo.
Un ejemplo de lo anterior podría ser la culpabilidad por no ingresar a la universidad, o por no haber recibido afecto del padre, o por haber sido maltratados.
La culpa siempre se caracteriza por una tensión entre lo que uno siente que debería vivir o ser y lo que realmente vive o es. Lo que se puede resumir en que las frustraciones nos llevar a sentirnos responsables y culpables de las causas.
Tipos de culpa
El Dr. Rollo May señala que existe una culpa neurótica y otra culpa que él llama oncológica y que J. León prefiere llamar existencial.
(a) Culpa Existencial: Se da en todo ser humano. El objetivo del hombre es su realización, pero el hombre es un ser limitado y caído. Entre la limitación y el objetivo del hombre se genera la tensión que se llama culpa existencial, que es llevadera.
(b) Culpa Neurótica: Se caracteriza porque produce síntomas de neurosis, es decir, nerviosismo, susceptibilidad, empeoramiento de carácter, remordimientos (conscientes o inconscientes), sentimientos de inseguridad, enfermedad, actividad compulsiva y separación de Dios. Además, la culpa neurótica es depresiva. La depresión se manifiesta en un disgusto por la vida, una desazón, un desaliento en general, que impide la realización humana.
Diferencia entre culpa y verguenza
(a) Culpa: Es un sentimiento generado por la tensión entre lo que uno desea ser y lo que uno realmente es, debido a vivir algo que impide llegar a ser lo que uno desea.
(b) Vergüenza: Es el sentimiento de culpa más el temor que este genera (J. León). Un ejemplo es el hijo de padres divorciados, quien al escuchar solo la palabra divorcio se ruboriza; pues se siente culpable por se hijo de una pareja divorciada y además teme perder el respeto y consideración de los demás por esta causa.
Efectos de la culpa
(1) Sentimiento de inseguridad,
incertidumbre y angustia: En la mente una persona puede vivir la idea de que “algo malo va a pasar” o se siente vulnerable frente al medio o aun puede dudar de merecer algo bueno que le este sucediendo; esto debido a que en el fondo la persona se esta diciendo: “Todavía no estás pagando por lo que has hecho, pero algún día recibirás el castigo que te mereces”. Es decir siente que debe pagar por ser culpable de algo, un pecado, maldad, fracaso o error, etc. Además podría generar miedo de Dios, un sentido de perdida de la protección y favor divino y por ende sentirse abandonado y separado de Dios, por lo que se generan sentimientos de incertidumbre y angustia graves.
(2) Enfermedad: La angustia que produce un sentimiento de culpa puede minar la salud física, acentuar enfermedades o producir fuertes dolores de cabeza. Además se a demostrado que las defensa del cuerpo disminuyen al decaer el estado anímico. Por ejemplo baja presión sanguinea, gastritis, alteración del sistema nervioso, males del hígado, etc.
(3) Actividad compulsiva: Sirve como un instrumento distractivo para evitar los efectos de la culpa. Por ejemplo, la presencia de dolores de cabeza cuando no se esta activo.
(4) Empeoramiento de carácter y agresión: El criticar destructivamente a los demás o al entorno, la hostilidad, difamando, ofendiendo, o chismoseando son algunas formas como una persona trata de demostrarse a si misma que los demás son mas canallas que uno, a fin de aliviar el sentimiento de culpa. O talvez con el fin de que los demás lo juzguen y/o lo castiguen, a fin de que se sienta castigado por el mal que cometió y así sentirse aliviado.
(5) Depresión: Se manifiesta en un disgusto por la vida, desaliento en general. Esto es debido al peso que produce la frustración. Y se manifiestan sentimientos de autocompasión o autoconmiseración, autorechazo, o también autodestrucción (suicidio).
(6) Compensación: Se busca compensar el mal hecho con buenas acciones a fin de aliviar la conciencia culpable; por ejemplo actividades religiosas o humanitarias.
(7) Autocastigo: Se descarga ira contra uno mismo, sometiéndose inconscientemente a condiciones adversas o agrediéndose, que son intentos de satisfacer la necesidad de castigo. Por ejemplo hablando mal de si mismo a fin de que alguien le diga: “no eres tan malo”; y así sentirse aliviado. También existen delincuentes que procuran inconscientemente ser detenidos a fin de ser castigados por la sociedad y liberarse así del sentimiento de culpa que lo atormenta.
(8) Alejamiento de Dios: Este sentimiento de falla moral o indignidad, puede permanecer adormecido en las capaz profundas de la mente, desde donde se manifiesta mediante un sentido de inferioridad o de impotencia moral. esto suele ser un abismo entre el hombre y Dios. Todo pensamiento acerca de Dios produce miedo, un miedo que no se acepta conscientemente pero que se manifiesta en aversión hacia Dios y la Iglesia o en mera indiferencia: “Eso no es para mí, no hay nada que la Iglesia pueda ofrecerme”. Pero cuando el Espíritu santo nos convence de pecado, podemos llegar a alcanzar un poco de conocimiento de nosotros mismos por cuanto nos reconocemos culpables. Al enfrentarnos cara a cara con Dios, nos enfrentamos también con la falla moral y el sentimiento de culpa consiguiente. Entonces nos vemos tal cual somos (J. León).
Mecanismos de escape frente a la culpa personal
Las personas suelen usar una serie de mecanismos para escapar de la realidad. Mecanismos que son más perjudiciales que beneficiosos. , difíciles de controlar y son inconscientes, y veremos a continuación algunos de ellos.
(1) Represión: Es un proceso inconsciente de olvido activo mediante el cual nos liberamos de un sentimiento fuerte, perturbador, como lo es la culpabilidad.
Cuando tratamos de “matar” y “enterrar” algo que nos perturba, jamás lo logramos porque matar una vivencia es imposible. Lo más que podemos hacer es enterrarla viva y desde el sepulcro del inconsciente nos va ha visitar constantemente con sus macabras apariciones, sin saber quién y por qué nos crea situaciones raras y desagradables (J. León).
(2) Conversión de conflictos en trastornos físicos: Neurastenia e Histeria: La culpabilidad produce efectos sicosomaticos. La sintomatologia de los neurasténicos son: falta de apetito, debilidad, a veces deficiencias en la respiración, palpitaciones, hormigueo muy molesto y pesadez; frecuentemente perturbaciones gastrointestinales. Y es común que se quite por el momento y en forma inmediata frente a alguna distracción.
La persona histérica desarrolla impotencias totales, como desmayo, ceguera, mudes, o parálisis.
Pero no todos los que sienten algunos de estos síntomas son neurasténicos o histericos, puede ser que sean realmente físicos.
(3) Racionalización: Jorge A. León afirma que la racionalización consiste en dar razones aceptables pero no reales para la conducta. Es un método de autojustificación inconsciente. Si tratamos conscientemente de escaparnos de las consecuencias de nuestra conducta, no hay racionalización, sino otra cosa. La racionalización es siempre inconsciente y la persona cree honestamente que está dando razones lógicas para su manera de proceder.
Para Strecker y Appel, la racionalización es un “Camuflaje Mental”. “Cambia y adorna los motivos indignos; de manera que parecen satisfactorios y hasta loables a los demás, incluso a nosotros mismos”.
Por ejemplo es muy común encontrar gente que antagonista en la iglesia por cualquier motivo, exponiendo razones muy elaboradas, y autojustificando su actitud, pero en realidad se siente culpable por algún desacierto que cometió cuando era líder, y ver a la iglesia avanzando tan bien lo hace sentir mal, pues se acrecienta su autocalificación de culpable. O si la iglesia esta mal, en lugar de ayudarla la critica tratando de convenserse de que los demás son los culpables o canallas, porque en el fondo se siente también responsable.
También se puede racionalizar el porque del uso de cierto vocabulario, o el porque de una actitud iracunda, en un esfuerzo de autojustificación inconsciente.
(4) Proyección: Es la tentación inconsciente de desviar la censura que debemos aceptar, hacia otros o hacia las circunstancias que nos rodean. El mecanismo consiste en evitar reconocer nuestras deficiencias y culpas atribuyéndolas a los demás (J. León).
Un ejemplo es cuando Adán y Eva pecaron, Adán culpo a Eva en lugar de asumir su responsabilidad: “La mujer que me diste por compañera me dio del árbol y yo comí” (Gén. 3:12); y Eva no se queda atrás: “La serpiente me engañó y comí” (Gén. 3:13).
(5) Aislamiento: Este es un curioso mecanismo inconsciente mediante el cual mantenemos alejadas de la conciencia aquellas asociaciones que no son deseables. Es como si se edificaran compartimentos lógicos cerrados que impidieran que un aspecto de nuestra vida mental llegue a saber lo que hace el otro ... Creamos barreras mentales para impedir que una parte de nuestra personalidad vea lo que hace la otra (J. León).
Un ejemplo es el caso de una joven que mantiene vínculos sentimentales con alguien casado, arguyendo frente a las criticas: “yo tengo derecho a se feliz”. Pero al quedar anulada esta relación, salen a la luz la vergüenza y la culpabilidad aislada. J. León dice: En estos casos es muy común llamar hipócrita y aún descarada a la persona en cuestión, pero no siempre se trata de hipocresía, muchas veces se está en presencia del mecanismo inconsciente llamado aislamiento.
(6) Regresión: En vez de razonar debidamente, el individuo regresionista retorna a actividades que en su niñez le han valido éxito, como llorar, sollozar, gritar, adoptar aire de fastidio, simular enfermedad o acusar a otros ( B. Székely). Y es un mecanismo inconsciente frente a dificultades. Por ejemplo, frente a un pecado cometido, la culpabilidad lleva a la persona a llorar sin cesar, haciendo un gasto inútil de energías y tiempo en algo que no resuelve nada, en lugar de afrontar el problema.
Cómo librarse de una conciencia culpable
El corazón de la psicología pastoral y también de la proclamación del Evangelio es la conversión de la culpa neurótica en culpa existencial. El cristiano sabe que sus pecados han sido perdonados, pero los pecados cometidos no se olvidan, recordamos todo lo que hemos hecho y el mal irreparable ya no nos tortura si hemos convertido la culpa neurótica en culpa existencial ( J. León).
La solución bíblica a la conciencia culpable se explica en los puntos siguientes:
(1) Reconocer el sentimiento de culpa que aqueja. La culpa nos ayuda a reaccionar a lo que hacemos que es moralmente incorrecto o pecaminosos. Duele pero sirve. Y para reconocerla hay que conocer los efectos de la culpa y la reacciones incorrectas hacia ella.
(2) Arrepentirnos, confesar los pecados y pedir perdón por los mismos. Arrepentirse es cambiar de actitud hacia el pecado, es decir repudiarlos y decidir dejarlos. Además declarar a Dios los pecados que atormentan nuestra conciencia. Y pedir perdón por nuestros pecados y clamar que la sangre de Cristo nos purifique por completo. De esta manera es liberada nuestra conciencia, recibimos paz con Dios, por la fe, pues “donde abundó el pecado, sobreabundó la gracia”. por la sangre de Cristo que es suficiente para limpiar de todo pecado. El no aceptar esto es como decir que “no basta con la sangre de Cristo” o que “la sangre de Cristo es insuficiente”. Leer 1 Jn. 1:9
(3) Hacer restitución en lo que se pueda: Se debe deshacer el daño hecho a otra persona, inclusive por nuestro bien los de pensamiento o actitud contra alguien.
(4) Hacer frutos dignos de arrepentimiento. Las buenas obras son frutos del arrepentimiento. Pues por la fe y el arrepentimiento recibimos el don libertador del Espíritu Santo, siendo renovados los corazones y dotados de nuevos afectos, para poder producir buenas obras. Es muy importante perdonar a otros a fin de alcanzar la liberación como dice la oración del Señor: “perdónanos nuestras deudas así como nosotros perdonamos a nuestros deudores”.
(5) Convencerse que uno es un ser humano, imperfecto, débil, falible. Los cristianos somos pecadores arrepentidos pero al fin y al cabo pecadores. Durante la vida cristiana seguiremos pecando, cometiendo errores, equivocándonos, pues no somos perfectos.
La actitud perfeccionista por el contrario es reflejo quizás de una gran inseguridad y miedo, por lo que se busca ser perfecto para sentirse uno valioso o para vencer un miedo inconsciente a fracasar o fallar; o talvez una culpa inconsciente buscándose compensar o evadir la culpabilidad o “aplacar” la ira divina contra el pecado.
Es necesario comprender que las caídas son parte de la vida cristiana, y aún en la época de los apóstoles los cristianos caían, y esto se comprueba en las numerosas exhortaciones y amonestaciones hacia las iglesias en cuanto a esto. Ni aún el apóstol Pablo estuvo libre de caer como el rey David.
La vida cristiana es una constante de caídas, pero Dios promete levantarnos de cada una (Salmo 103:3-4), pues El sabe que somos débiles, inconstantes, y que somos polvo. No en vano dice la escritura:
“El es quien perdona todas tus iniquidades,
El que sana todas tus dolencias;
El que rescata del hoyo tu vida,
El que te corona de favores y misericordias;
El que sacia de bien tu boca
De modo que te rejuvenezcas como el águila”.
Pero sabiendo que somos como vasos de barro el deposita en nosotros el precioso tesoro de Su evangelio, pues si El tomase en cuenta nuestras iniquidades ¿quien podría mantenerse en pie?
Es absurdo estar caído sin aceptar el perdón de Dios en Cristo Jesús, pues no hay Cristiano que no haya caído o halla hecho alguna tontería o maldad. Por el contrario uno debe levantarse y perseverar, como dice la escritura: “... derribados, pero no destruidos” (2 Cor. 4:9 VRV)
(6) No traer a la memoria los pecados pasados. Algunos siguen castigándose a sí mismos, por un mal hecho, aunque Dios ya los perdonó, es decir no se perdonan. Este es un caso de culpa neurótica que no se a transformado en existencial, pues a la gente le es difícil aceptar que en Cristo hay completo perdón y liberación.
Es posible que sea un caso de orgullo, en el que la persona trata de solucionar el problema de la culpa del pecado por sus propios méritos y no acepta los méritos de Cristo, no quitándose el problema de culpabilidad.
Por ejemplo, un(a) joven puede vivir con una raíz de amargura a causa de un sentimiento de culpa por haber cometido un pecado sexual, y aunque lo ha confesado, manifiesta señales de culpa, y lo único que logra es dañarse a sí mismo(a) y arruinar su juventud, tirando por el suelo lo que Dios quiere lograr en su vida. Y este caso se agrava si la persona es perfeccionista a causa de una pobre autoestima, y el problema es alimentado por las asechanzas del diablo. Por ello debe olvidarse el pasado sea bueno o malo y debe comenzarse de nuevo, un nuevo inicio cada día.
Conclusión
Jorge A. León afirmó: La justicia exige que el hombre sea castigado ... Pero el Evangelio nos dice que ya Dios ha pagado en Cristo Jesús. El ser humano es semejante a alguien que ha caído en arenas movedizas, mientras más se mueva más se hunde, la ayuda tiene que venirle de fuera. Lo único que puede hacer es gritar pidiendo auxilio y si alguien le lanza una cuerda será salvo. Jesucristo es quien lanza la cuerda al hombre perdido, le ofrece desde arriba la ayuda que necesita para salir de las arenas movedizas del pecado que le aprisionan y quieren destruirle. La doctrina cristiana de la expiación es el camino de salvación del pecado, sus consecuencias eternas y del sentimiento de culpa y sus consecuencias actuales ... El ya ha pagado por nosotros, solo tenemos que tener fe en él y aceptar el perdón que surge de su obra expiatoria.
Ursino y Oleviano dijeron: Hoy perdona también nuestros pecados, en el nombre de Jesús, cada vez que oramos ... De esta manera no tiene en cuenta la maldad de nuestra naturaleza de hijos de Adán. Esto es posible porque Cristo cargó sobre sí con la culpa de los pecadores, pagando por nosotros, libertándonos del juicio eterno de Dios ... solo por gracia y “de balde”, a todos aquellos que le buscan y andan en sus caminos. El rey Ezequías dijo: “ porque echaste tras tus espaldas todos mis pecados” (Is. 38:17).