El rol de la ética en el Nuevo Testamento

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INTRODUCCION.-

La ética neotestamentaria se ocupa de dos aspectos importantes, sobre el contenido del pensamiento cristiano y el comportamiento de la comunidad cristiana primitiva.

Recurrir a este estudio es hacer una reflexión retrospectiva del pensamiento y comportamiento de los cristianos y cristianas de su época para encontrar elementos que nos sirvan para ayudar a transformar nuestro mundo en crisis de valores.

Hoy en día la teología y la vida de la Iglesia no satisfacen las expectativas y necesidades de nuestra sociedad. De ahí que haya una fuerte crítica al discurso excesivo de la Iglesia frente a la práctica de los cristianos. Este asunto nos lleva al viejo y eterno dilema entre escuchar la Palabra y hacer la voluntad de Dios. Es la crisis entre la fe y la acción, teoría y praxis.

Es bueno recordar una vez más que la tarea de la Iglesia es en el mundo y no en el desierto. La Iglesia primitiva fue una comunidad de testimonio y de ministerio, una Iglesia al servicio de Dios, pero a la vez una Iglesia al servicio de los demás.

De ahí que Jesús, el fundador de esta comunidad de fe, la Iglesia, sea el paradigma de la ética cristiana. A él es a quien seguimos y obedecemos. Él es nuestro Señor, Maestro y Salvador.

Hoy más que nunca es urgente tener nuevas orientaciones para nuestras sociedades a la luz del Nuevo Testamento, pero a la vez es primordial exhortar a los cristianos y cristianas a un comportamiento consecuente con el Evangelio para poder tener una calidad de vida óptima. Esta labor es tarea de una ética contextual.


Verano de 1997

I. LA ETICA DEL REINO DE DIOS.

1. La ética de Jesús.-

La ética de Jesús está basada en el núcleo de su mensaje, que es el anuncio del comienzo del reino de Dios(Mc.1:15).

El reino de Dios se hace presente y se puede experimentar en toda la actuación de Jesús(Mt.11:5s). Él introdujo cambios para adecuar el reino de Dios sin perder lo esencial de la Palabra, es decir, en lo fundamental fue intransigente y en lo secundario fue tolerante.

La presencia de este reino de Dios no está ligada ni a épocas, ni lugares sagrados, ni tampoco a una ideología determinada.

La conducta de Jesús, mejor dicho sus acciones, es una manifestación y una señal de esta irrupción divina. De ahí que su comportamiento(praxis) en favor de los pobres, pecadores, desheredados, marginados y humillados, sea consecuencia de hacer suyo los problemas de estos sectores sociales. Esta actitud de Jesús hace creíble la llegada del reino de Dios, como la venida del amor de Dios y de la justicia.

Las bienaventuranzas son una promesa salvífica escatológica a los pobres, a los despreciados, a los que lloran, a los que sufren y a los necesitados de amor. Ellos son los marginados desde el punto de vista religioso, sociológico y político. Los criterios y reglas del mundo no los incluyen porque no tienen nada y no valen nada, y es en esa situación que lo único que tienen es el amor de Dios, a ellos se les ofrece el reino de Dios como salvación(Lc.6:20).

Es esta conducta ética de Jesús la que evidencia la misericordia de Dios puesta en práctica y que ha de ser la base y el fundamento del comportamiento misericordioso que debe existir entre hombres y mujeres.

2. Llamamiento y discipulado.-

Jesús en todo su ministerio hace una invitación a todo ser humano, en nombre de Dios, a pertenecer a este reino de Dios. Esta invitación lleva implícito un llamamiento y una exigencia. La respuesta exige una nueva actitud tanto del hombre como de la mujer. Sin duda que esta nueva actitud conlleva conversión, es decir, un cambio de dirección y reorientación. Es una nueva oportunidad para pertenecer a esa nueva realidad salvífica y hacer la voluntad de Dios. Este cambio no es un concepto meramente intelectual, sino un cambio radical de la actitud, de la intención y de la voluntad, para involucrarse en la tarea de Jesús(Mc.1:17).

Vocación y misión, llamamiento y discipulado van de la mano.
Es claro que esta conversión implica la vuelta total a Dios y no un fervor penitencial, no el cultivo de una propia religiosidad o piedad personal, o ingresar a un grupo de gente piadosa que se retira del mundo. Uno es llamado para ser enviado a los demás(Mt.9:37). Volverse a Dios es esperar todo de él(Mc.10:15). Por lo tanto, se reclama del hombre y la mujer al ser llamados a una obediencia incondicional a Dios.

En un sentido ético, los preceptos de Jesús son acertados, ya que apunta a una nueva actitud y a una nueva voluntad, quiere captar en forma total al hombre y a la mujer, no sólo el cuerpo, sino también el corazón(Mt.6:21).

Él nos llama desde donde nos encontramos para ser enviados a este mundo cotidiano y no a un monasterio o a un gettho piadoso, de la misma manera que lo hizo con sus discípulos, llamándolos en plena faena de sus vidas cotidianas.

Es bueno advertir que en el reino de Dios no hay lugar para los entusiastas que dicen Señor, Señor y no hacen la voluntad de Dios(Mt.7:21ss). En el juicio no se preguntará por la disposición de ánimo del creyente, sino por las acciones fruto del amor(Mt.25:31ss).

Finalmente, la llamada de Jesús incluye el que todos estén dispuestos a la renuncia y a las privaciones, al riesgo y al sufrimiento(Mc.8:34). Este es el nuevo estilo de vida de los discípulos de Jesús para la Misión(Mt.6:33).

3. La ley y el amor.-

Con respecto a la ética de Jesús, ésta no se deriva de la Torá, y aunque el núcleo de su predicación no sea la ley sino el reino de Dios, no se puede decir que sus postulados éticos de Jesús no están en conexión con el antiguo testamento y con su ley.

Jesús es el nuevo orden del reino de Dios que pone fin a la vigencia de la ley. Este nuevo orden no cabe en "vestidos viejos" ni en "odres viejos"(Mc.2:21s). Para Jesús la ley tiene una nueva dimensión, de ahí que él no se identifique con el concepto de ley del antiguo testamento. En el concepto teológico es claro que Dios exige amor y no una obediencia ciega a la Torá (Jn. 13:34-35). Por eso Jesús sustituye el concepto de ley por el precepto del amor. Este amor es exigido al hombre y a la mujer como respuesta al amor recibido con anterioridad.

Es por eso que la ética del reino de Dios está basada en el doble mandamiento del amor(Mt.22:34-40), que significa el equilibrio teológico de la fe. Así lo entendieron los cristianos primitivos y enfatizaron este aspecto (1Cor.13;1Jn.4).

4. Teoría y praxis.-

Este tema es un viejo asunto de la ética que los filósofos han tratado de explicar. Bien sabemos que la teoría sin la práctica es vacía, mientras que la praxis sin teoría es ciega.

Cuando Juan en su evangelio refiere que Jesús era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios(Jn.1:1), está señalando que la Palabra (reflexión, teoría) se hizo realidad en este mundo, es decir, Jesús es la Palabra y praxis del reino de Dios.

Todo lo realizado por Jesús responde a esta ética del Reino, para transformar este mundo y convertirlo en un mundo mejor para todos. Él era consciente que no sólo con la prédica del reino de Dios se cambiaría voluntades, actitudes y situaciones injustas, sino que era necesario actuar, poner en acción todo lo predicado(Lc.4:16-21).

Desde el punto de visto filosófico la teoría y la práctica no pueden estar divorciadas, van de la mano hacia un mismo fin: la transformación de la realidad objetiva.

Desde el punto de vista teológico, Jesús es el paradigma de la ética cristiana. En Mt.28:19-20 que es el mandato a los discípulos, se resume el quehacer teológico de la Iglesia.

Las comunidades cristianas primitivas entendieron y practicaron este precepto. Los apóstoles eligieron a los primeros diáconos para realizar tareas domésticas: servir a las mesas, atender a los enfermos, visitar ancianos y viudas, cuidar de los huérfanos, alimentar y consolar a quien se encontraba perturbado. Este era el testimonio vivo de una comunidad que tenía su fe puesta en su Señor y que esta fe estaba al servicio de los demás.

Para la ética cristiana, la praxis cristiana procede del poder liberador del evangelio, este evangelio sólo puede ser expresado en la praxis en la medida que es nutrido por la fe, una fe que abarca simultáneamente conocimiento de Dios y servicio a los demás.

II. LA ETICA CRISTIANA.-

1. Aspectos éticos de las comunidades cristianas primitivas.-

Si bien es cierto que el pensamiento y comportamiento de la comunidad cristiana primitiva no son homogéneos, sin embargo, hay una constante a seguir, las palabras del Señor y su praxis.

Ya hemos referido anteriormente que el núcleo de la ética de Jesús es el amor al prójimo, lo que constituye el paradigma de la ética cristiana.

La práctica de esta ética cristiana tiene un giro a partir del acontecimiento de la cruz y de la pascua, lo que determina una ética pospascual. A partir de esa nueva realidad se incorporan nuevos contenidos en la reflexión y la praxis de los creyentes. No significa el abandono absoluto de los contenidos éticos de la predicación de Jesús, sino que se los redimensiona a la nueva realidad de la comunidad de fe. Es una reelectura de los contenidos éticos del mensaje de Jesús.

En un primer momento el horizonte escatológico era inminente, esto implicaba una espera escatológica, que suponía una esperanza para los cristianos de ese momento. Este aspecto es importante tener en cuenta para la ética cristiana primitiva. Confían en que el Espíritu guía a la comunidad, a través de los profetas, en situaciones y sucesos importantes (Hech.8:29; 10:19.44; 11:28; 13:2.4; 16:6s).

De todas maneras la Iglesia primitiva no se queda atada a las palabras del Señor, sino que hace que estas palabras den su fruto en la nueva realidad que le toca vivir, tanto en la reflexión teológica como en el comportamiento. Esta situación es lo que llamamos la aplicación de una ética pospascual, que conllevó a que los estilos de vidas anteriores de los discípulos y apóstoles no constituyeran ideal alguno para el presente, sino conductas referenciales.

2. El amor al prójimo y el amor a Dios.-

Hemos señalado anteriormente que el núcleo de la ética de Jesús es el amor al prójimo, amor que proviene del amor de Dios, lo que constituye el doble mandamiento(Mc.12:28-34).Este amor al prójimo es como respuesta al amor recibido de parte de Dios.

Para Jesús el amor de Dios y al prójimo no está ya al mismo nivel que los preceptos de la Torá, sino que es el "más grande" o el "primero" de todos los mandamientos (v.31 o v.29). Este amor supera todo legalismo (Mc.3:1-6), las normas y preceptos se subordinan a la ley del amor. Este aspecto es importante tener en cuenta en el comportamiento de los primeros cristianos en medio de su realidad. La comunidad de fe es depositaria de la misericordia de Dios para ser compartida con aquellos que no gozan de ese favor.

Ahora bien, este amor no sólo era para el hermano o la hermana en la fe, el amigo o la amiga, al compatriota, sino que incluye también al enemigo. Esta es la gran dimensión del amor de Dios. El ejemplo del relato del buen samaritano de Lc.10:30-37 no deja duda que nuestro amor al otro incluye a nuestros enemigos (Lc.6:27.35; Mt.5:25.44; Mc.11:25).

Ahí está el desafío permanente para la comunidad de fe, ¿a quién se debe amar?.

3. Aspectos éticos en conflicto.-

3.1. Los bienes materiales: la pobreza y la riqueza.

Para Jesús su prédica está dirigida en forma particular a los pobres, como parte de su compromiso sotereológico. Hay una crítica radical de parte de Jesús contra la riqueza, en cuanto es la acumulación egoísta de bienes materiales; por eso es que promete el reino de Dios a los pobres, ya que no tienen nada (Lc.6:20). Esta pobreza incluye su doble dimensión: social y religiosa. Son ellos los favorecidos del Señor, porque están abiertos a la salvación, no tienen nada a que aferrarse, no se distraen y pueden aceptar el llamado y conversión.

Por el contrario las riquezas lo único que logran es apartarnos de Dios, distraernos a su llamado y conversión. A los poseedores de riquezas les advierte los peligros de las mismas que ponen en peligro su salvación(Mt.6:19-21).

Jesús es radical en este aspecto, no se puede servir a dos señores(Mt.6:24); La riqueza es incompatible al reino de Dios(Mc.10:17-31). Las riquezas sólo serán apreciadas en la medida que éstas estén al servicio del amor, especialmente a los pobres (Mc.10:21).

El gran amor no conoce derechos de propiedad intangible, ni ningún tipo de patrimonio intocable. Esto incluye la persona, por lo que la esclavitud atenta contra los principios de este amor.

La comunidad cristiana primitiva dio muestras de ese amor solidario por los pobres, compartiendo los bienes que tenían (Hech.2:42-47; 4:32-37).

3.2. Las relaciones hombre y mujer: matrimonio y divorcio.

Jesús es consciente que las relaciones entre el hombre y la mujer en su época, no son en términos de igualdad. Dios creó a ambos en condiciones igualitarias(Gen.1:27-29). Su defensa por la mujer es una opción liberadora, pone fin al machismo de su tiempo, destruye el poder demoledor del sexo y del eros, del egoísmo y el apetito de posesión, del sentido de propiedad de la mujer. Es al final y al cabo una revalorización de la mujer, creación de Dios.

Por eso el matrimonio es una situación indisoluble desde la creación, es la integración de la totalidad somático-espiritual de la persona. Dios creó al hombre y a la mujer para ser una unidad indisoluble (Mc.10:6-9). De ahí que el divorcio no tenga lugar, ya que éste es un instrumento jurídico favorable al hombre y atenta contra la mujer. La prohibición del divorcio proporciona a la mujer una protección, que carecía de derechos. En este sentido Jesús es radical en la defensa del matrimonio y la familia, y dentro del mismo la liberación de la mujer.

Esta misma línea es seguida por Pablo y los cristianos primitivos, aunque a veces pareciera contradecirse en su apreciación al rol de la mujer, sin embargo, el postulado fundamental de Pablo es que en Cristo ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer; porque todos somos de Cristo Jesús(Gal.3:28). Este aspecto debe tenerse en cuenta en la exégesis de los escritos neotestamentarios.

3.3. El Estado y el poder.

En los tiempos de Jesús, fueron los zelotas militantes los que asumieron la lucha por la liberación contra la soberanía extranjera romana. Era una guerra santa sin cuartel contra los abusos del Estado romano, que atentaba contra la soberanía absoluta de Dios.

Jesús tomó cierta distancia con respecto a los movimientos revolucionarios de su época, no tomó la espada pero sus palabras y acciones causaron estragos en el seno de su sociedad. Sin embargo, los zelotas sintieron una atracción hacia él, tal el caso de Simón el Zelota (Lc.6:15;Hech.1:13).

A pesar de ello, el mensaje de Jesús y el zelotismo tenían algunos puntos de contacto, como la crítica social, el compromiso hasta sus últimas consecuencias hasta llegar al martirio, el carácter escatológico y la obediencia incondicional. Sin embargo, Jesús no está de acuerdo con el extremismo zelota. No es su opción la implementación del reino de Dios por medio de la violencia armada(Lc.22:36-38;Mt.26:52). Las armas de Jesús son la fe y el amor, esas son las armas del reino de Dios, con ellas se transformará este mundo incrédulo, falta de fe y de amor. Prueba de ello encontramos la exhortación de Jesús en el Sermón del Monte a sus discípulos con respecto a la ira y el amor a los enemigos(Mt.5:21-22.38-48).

Ahora bien, la renuncia a la violencia no significa debilidad o resignación alguna, más bien es una nueva opción de encarar la situación antes de causar daños, se está dispuesto a soportar, mejor dicho, resistir. Esta es la conducta que debe distinguir a sus discípulos de aquellos que detentan el poder estatal. No están llamados a seguir modelos autoritarios dentro de la sociedad y de la política, sino por el contrario a rechazarlos y renunciar a cualquier tentación de dominar o regir, comprometiéndose más bien en el amor y en el servicio. Jesús es el Maestro(Mt.23:8s).

La tarea de los discípulos es buscar la paz entre los hombres(Rom.12:18). Las bienaventuranzas tienen ese objetivo de establecer una paz espiritual, social y política entre hombres y mujeres(Mt.5:3-12). Ellos son los mensajeros de la paz(Lc.10:5.16). No son violentos ni parte de ellos amenaza alguna, sino que intentarán, con misericordia y sin violencia, construir un mundo de amor, justicia y paz, superando las murallas de la hostilidad, sólo así serán bienaventurados.

Jesús no niega el poder y el derecho del Estado en su ámbito social y político, lo que si no es posible es la supremacía del César sobre Dios. Dios es quien permite esta autoridad al César para un fin común, que es el bienestar de todos(Rom.13:1-7;Mc.12:13-17), pero no está excento de una crítica sobre el abuso del poder. Jesús rechazó este abuso del poder del Estado, sus discípulos tomaron esta actitud crítica(Mc.8:15;Mc.10:42;Lc.13:32;lc.22:25;Lc.3:19).

La crucifixión de Jesús en la cruz nos lleva a pensar que fue confundido por judíos y romanos como un revolucionario zelota, que pretendía ser el Mesías, rey de los judíos. Esta sospecha estará signada en la misión de los seguidores y seguidoras de Jesús en cuanto no coincidan las coordenadas del mundo y el reino de Dios.

4. La religión cristiana como protesta.-

Hasta los tiempos de Jesús la religión era un status quo de la mayoría, ésta era una religión conformista, ajena a los problemas de la sociedad, sólo uno cuantos asumieron una actitud de protesta contra las injusticias de los gobernantes desde ese status quo, éstos fueron los zelotas.
Jesús se ve obligado a luchar contra ese conformismo religioso para identificar los objetivos y valores del reino de Dios. El discurso y acciones de Jesús se inclinaban por el lado de la protesta. El movimiento religioso de Jesús irrumpía con un estruendo justiciero a favor de las minorías oprimidas, convirtiéndose en defensor de las causas radicales, acercándose más al movimiento liberador de los zelotas. Se podía ver a Jesús caminando por las calles, aldeas, templos y palacios, defendiendo los derechos de los marginados sociales. Era un hombre religioso interesado por los derechos del pueblo que en las necesidades de las sinagogas.

Su llamado a los discípulos era para enrolarse a esta causa, a participar en los grandes problemas de la sociedad de su tiempo. Desde esta perspectiva muchos se unieron a este gran movimiento liberador de Jesús como una señal de protesta contra las autoridades de su tiempo, tanto en lo religioso como en lo político. Ser cristiano era sinónimo de ser subversivo, de estar en contra del orden establecido por las autoridades, marchar contra la corriente del mundo. De ahí que la comunidad cristiana primitiva estuviera formada por mucha gente que dejó su conformismo y dio sus espaldas a ese mundo hipócrita e injusto. Asumieron una actitud de protesta a partir de las Buenas Nuevas de Jesús.

CONCLUSIONES.-

Cuando hacemos un recorrido sobre el pensamiento y comportamiento de los cristianos y cristianas en el Nuevo Testamento nos encontramos que existe una tensión entre la ética de Jesús y la ética de la comunidad cristiana pospascual. Ambas éticas reflejan una ética contextual. Por un lado, Jesús entra en tensión entre la ley y el reino de Dios. Ante ello Jesús tiene que responder a situaciones vivenciales de su época. Es ahí donde él realiza una exégesis en el camino en cuanto a la ley y una hermeneútica de la realidad social y religiosa a la a luz del reino de Dios. Muchas de sus respuestas a preguntas que le hacían y aún sus acciones no respondían a la ley. Todo el ministerio de Jesús responde a una ética contextual. Eran nuevas respuestas a nuevas situaciones. Por otro lado, la comunidad pospascual se enfrenta también entre dos situaciones, la imitación de Cristo y la prolongación de la parusía.

De los muchos casos que encontramos en el Nuevo Testamento, tomaremos uno, el caso de la comunidad cristiana de Corinto, Pablo en su epístola trata problemas concretos de conducta que enfrentaban los miembros de dicha comunidad (1Cor.8:1ss; 7:12ss; 6:1ss). Los problemas eran contextuales y había que responder a ellos. No era fácil impedir que los nuevos creyentes e integrantes de la Iglesia cristiana rompieran con sus tipos de conducta de su vida anterior.

La ética pospascual debía responder a esta nueva realidad. De ahí que ante la proximidad de la parusía del Señor el celo era mucho mayor con referencia al comportamiento de los cristianos y cristianas. Era necesario distinguir entre los que eran cristianos y los que no lo eran. Este aspecto abunda en la literatura ética del Nuevo Testamento.

La importancia de toda ética es dar respuestas oportunas y eficaces ante problemas contextuales, los cristianos y cristianas de su tiempo lo hicieron en la medida de sus posibilidades, hasta el punto de servirse de diversas tendencias, entre ellas por ejemplo la reflexión ética platónica. Muchas veces se alejaron del molde de Jesús e hicieron un sincretismo religioso, político y social. Las palabras del Señor y sus acciones servían de paradigma, pero se presentaban diversas interpretaciones y variantes en el pensamiento y quehacer de la comunidad cristiana.

A la luz de esta reflexión es bueno revisar la situación de la ética cristiana actual. Hoy el mundo sigue en tinieblas y necesita una nueva luz que lo oriente hacia un horizonte más humano y justo. Nada ha cambiado desde el principio, no hay esperanza, ¿cuál es el rol de la ética cristiana hoy?.

Finalmente, recordemos las palabras del filósofo Emmanuel Kant cuando dijo que existen tres categorías en los asuntos humanos: la primera, ¿qué puedo conocer?, Problema teórico. La segunda, ¿qué debo hacer?., Problema práctico. La tercera, ¿qué debo esperar?., Problema a la vez teórico y práctico. En este aspecto la ética cristiana tiene mucho que aportar, en cuanto al conocimiento (teología), al quehacer (praxis) y a la esperanza (escatología).

Si la ética cristiana no logra orientar y transformar este mundo, no el mundo del pasado, a la luz del reino de Dios, ésta habrá quedado en el limbo.


BIBLIOGRAFIA.

1. BASES BIBLICAS DE LA ETICA: James E. Giles,CBP,USA,1987

2. ETICA CRISTIANA: Alberto, C. Knudson, CUP, México, s/f.

3. LA ETICA DEL N. T.: Wolfgang Schrage, Edic. Sígueme, Salamanca, 1987.

4. ETICA POLITICA: Lamberto Schuurman, Edit. Escatón, Bs.As., 1974.

5. LA ETICA DEL N. T.: Paul L. Lehmann, Edit. Alfa, Montevideo, 1968

6. ESCATOLOGIA Y ETICA: Carl E. Braaten, Edit. La Aurora, Bs.As.,1977.

7. UNA MORAL PARA TIEMPOS DE CRISIS: Ricard Ildefons Lobo, Edic. Sígueme, Salamanca, 1975.

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