El rey soy yo el mendigo también

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El rey soy yo y el mendigo también

De acuerdo con la leyenda, hubo un tiempo en el que Irlanda estaba regida por reyes, y el rey no tenía hijos. Envío, pues a sus mensajeros a poner carteles en los árboles de todas la ciudades de su reino. Los carteles anunciaban que todo joven cualificado debería solicitar una entrevista con el rey como posible sucesor al trono. Sin embargo, todos los solicitantes debían cumplir con estos dos requisitos: 1) amar a Dios y 2) amar a sus semejantes.
El joven al que esta leyenda se refiere vio los carteles y reflexionó sobre ello: él amaba verdaderamente a Dios y a los demás seres humanos. Sin embargo, era tan pobre que no tenía ropa apropiada para comparecer ante el rey ni disponía de medios para comprar provisiones para el viaje al castillo. Así que mendigó y pidió prestado, hasta que por fin tuvo suficiente dinero para adquirir la ropa adecuada y las provisiones necesarias. Finalmente, partió hacia el castillo, y casi había llegado a su destino cuando se tropezó con un pobre mendigo que estaba sentado a la orilla del camino. El mendigo temblaba porque estaba vestido sólo con harapos. “Tengo hambre y frío, ¿podría, por favor ayudarme?”
El joven se sintió tan conmovido por la necesidad del pobre mendigo que inmediatamente se desprendió de su ropa nueva, se puso los harapos y, sin pensarlo dos veces, le dio al mendigo todas sus provisiones. Porque amaba a Dios y a sus semejantes.
El joven se dirigió un tanto inseguro al castillo, vestido con los harapos del mendigo y sin provisiones para su vuelta a casa. Una vez llegado al castillo, un lacayo del rey loe hizo pasar. Tras una larga espera, finalmente fue admitido en la sala del trono del rey. El joven se inclinó ante su rey. Cuando alzó la mirada, se quedó pasmado
- Usted…, es el mendigo que encontré a la orilla del camino.
- Sí, yo era el mendigo – respondió el rey.
- Pero no es realmente un mendigo.
Usted es el rey.
- Sí, soy el rey
¿Por qué me hizo eso? – preguntó el joven -
- Porque quería averiguar si de verdad amas, si amas realmente a Dios y tus semejantes. Sabía que si me acercaba a ti como rey, te habrías sentido muy impresionado por mi corona de oro y mis vestiduras regias. Habrías hecho todo lo que te hubiera pedido por mi apariencia real. Pero entonces nunca habría sabido lo que hay realmente en tu corazón. Por eso me acerqué a ti como un mendigo, sin más exigencia que el amor de tu corazón. Y he descubierto que verdaderamente amas a Dios y a tus semejantes. Así que tú serás mi sucesor y poseerás mi reino.

Autor desconocido

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