EL PODER DE UN ABRAZO

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DEJATE ABRAZAR

Cuando a mi padre le detectaron cáncer ya avanzado y las perspectivas de curación no eran nada halagadoras, mi cuerpo se estremeció hasta lo más íntimo de mí ser.
Toda mi familia entró en un estado de ansiedad muy grande. No hubo nadie a quien no se le fueran las lágrimas y le pesara el alma de la impotencia.
Mi padre preocupado, pero sereno, consultó qué posibilidades de poder eliminar el cáncer habían, el médico le indicó que si no era metástasis habría muy buenas posibilidades, de lo contrario ninguna, que el tumor podría aparecer en otros lados y lo único que se podía hacer era esperar la muerte o atacarlo con quimioterapias.
Unos días después, fuimos a consultar a un médico que usaba otra técnica, la cual bombardeaba el cáncer hasta destruirlo, iba al origen de todo según él.
Papá decidió escoger este tratamiento. Paralelamente a este tratamiento escogimos otro, el de orar clamando por la sanidad total de mi padre.
Yo no quería orar como tantas veces lo he hecho de boca para fuera, sin esperar una respuesta certera a mi pedido.
Fui a la Biblia y me puse a investigar sobre los milagros que mi Señor Jesús había realizado.
Como guiado por Dios abrí en la historia de la resurrección de Lázaro. En el verso que leí Jesús respondía a Marta, hermana de Lázaro,”… ¿No te dije que si crees verás la gloria de Dios?...”, luego Jesús resucitaba a Lázaro. Esto me impactó.
Me dije: si Dios puede resucitar muertos ¿por qué no va curar un cáncer?
Entonces comprendí que Dios permite que sucedan las cosas para manifestar su gloria.
Pero pasó algo más, encontré varios versículos que decían:”…Tú fe te ha sanado...” “…no tengas miedo cree nada más…””… ¿Por qué tienen tanto miedo?, para el que cree todo le es posible…” “… tengan fe en Dios…”
“… crean que ya han recibido todo lo que estén pidiendo en oración y lo obtendrán…”
Fluyó entonces el don de creer en nuestro Señor Jesucristo, el fruto del Espíritu Santo llamado fe. No una fe de, tal vez sí o tal vez no, sino la fe que mueve montañas, la que en momentos de crisis, de enfermedad, de dolor, nos da la perfecta paz que sobrepasa todo entendimiento. El gozo del Señor que es nuestra fortaleza, nos había sido revelado es decir, nació la esperanza.
Una esperanza que se mantiene viva, la cual nos invita a no perder la fe en un Dios Vivo.
Compartí con mi padre esta convicción que la palabra de Dios puso en mi corazón. Con razón dice un versículo: “…la fe viene por el oír y el oír la palabra de Dios…”
Mi padre al leer esos versículos retomó su fe de manera más viva y eficaz. Y desde ese día no cesamos de dar gracias a Dios, pues veremos manifestada su gloria.
Hoy él está compartiendo el mensaje de esperanza que nos da nuestro Señor Jesús con aquellos que están pasando por el mismo valle de sombras, pero sin temor porque Jehová su Dios está con él.
¡Oh! Cuánta alegría siente mi padre al tener la oportunidad de ser un instrumento de Dios, para llevar unas palabras de ánimo y de fe en un Dios milagroso a aquellos que ya no pueden dormir por el temor a la muerte.
Es interesante que la gloria de Dios ya esté manifestándose en él y en los que le rodean.
Mi padre nos dice que él puede dormir plácidamente, aunque hay momentos que, como ser humano se debilita y en medio de todo encuentra fortaleza en el versículo de Filipenses 4:13 que dice: “…Todo lo puedo en Cristo que me fortalece…”
El tratamiento que escogió con la medicina alternativa no dio resultado sin embargo, mi padre nunca dejó de luchar y seguir creyendo que Dios lo podía curar. Abrazado a su señor Jesús y con las fuerzas que le quedaban entró a quimioterapia, en ese proceso nunca flaqueó, siempre dando gracias a Dios por lo que le estaba sucediendo. Ya sin fuerzas, en un momento de sus últimos días en terapia intensiva, me comentó que tenía mucha paz. Siempre luchando por vivir repetía: tengo paz. En sus últimas horas de vida comprendió que El Señor Jesús le estaba llamando y empezó a decirnos palabras bonitas, como: “…estoy hablando con Dios…,…suenan campanas…,… Dios me llevó a una montaña muy grande y hablaba conmigo...”. Pero las palabras más maravillosas que me pudo haber dicho fueron: “… Patricio estoy contento,
_ ¿por qué papi?, _ porque me voy con mi Señor Jesús…”
Se fue al cielo un martes de verano en la mañana, mi esposa le cerró sus ojos.
Minutos después, se abrió el cielo y lloró, cayó una fuerte lluvia en pleno verano.
Su fe en su Salvador le permitió ver la gloria de Dios en vivo y en directo. Tal fue su fe, que Dios se lo llevó con El.
Déjate abrazar por esta experiencia llena de la presencia y las promesas de Dios y siente su abrazo, como nosotros lo sentimos cada segundo, cada minuto, cada hora y así será por toda la eternidad.

Déjate abrazar por quien te dice ”… De cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna y no vendrá a condenación, mas ha pasado de muerte a vida.” Juan 5:24.
Dios te quiere comprender, solo dale la oportunidad y DEJATE ABRAZAR.

Autor: Patricio Villacís

Estimada es a los ojos de Jehová, la muerte de sus santos.
Salmos 116.15 (RVR60)

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