EL OFERTORIO COMO SEÑAL DE COMUNION INTEGRAL
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EL OFERTORIO COMO SEÑAL DE COMUNION INTEGRAL
Rev. Jairo Suárez
En nuestra tradición cristiana es muy común hablar de la importancia de la mayordomía y hoy es uno de los ejes programáticos trabajados en la IELCO. Dentro de esta perspectiva es primordial el abordaje del tema desde la liturgia y especialmente desde la visión del elemento litúrgico llamado OFERTORIO.
La liturgia cristiana es el sacrificio de alabanza y de acción de gracias Ro 12:1. Y en ese sentido es importante reconocer que en la liturgia de la eucaristía tenemos, no solo la expresión de la comunión plena con el Dios de la vida, sino también, la expresión de la comunión plena con los hermanos y hermanas en la fe. “En el Espíritu Santo los cristianos responden al llamado y a la acción salvadora de Dios en Jesucristo, y a través de este medio reconocen su dependencia con respecto a Dios.” (Informe de Tantur sobre liturgia).
Cuando traemos las ofrendas al altar estamos, primero, reconociendo que todo cuanto somos y cuanto tenemos proviene de Dios, quien nos ha dado la naturaleza con todas sus dádivas. Durante el ofertorio la comunidad trae a Dios parte de aquello que recibió, presentándole el pan y el vino, el fruto de nuestro trabajo, nosotros mismos.
El ofertorio se constituye como elemento litúrgico que contesta y reprueba aquellos aspectos individualizantes y espiritualizantes de la redención que son completamente antibíblicos. Es en este momento del culto donde el cristiano verdaderamente puede expresar su común unidad con los demás compañeros del camino. Es en este momento, cuando manifestamos plenamente la dimensión salvadora que tiene resultados prácticos en el darnos a los demás, en el aceptarnos como enviados al servicio de los más vulnerados de nuestra sociedad.
Es por eso que debe cuestionarse aquella actitud egoísta del “cristiano” que solo ofrenda las sobras y que no es fiel al compromiso asumido hacia el diezmo. En el texto de Ml 3:10 y otros que hablan del diezmo encontramos una especificidad para su uso “que haya alimento en mi casa”, su uso es precisamente el del servicio cultual y crear las condiciones para que la comunidad tenga espacios adecuados y pastores que ministren en condiciones de dignidad. Si esto se aplicara correctamente se acabarían las desigualdades entre los pastores y líderes que guían las comunidades.
Por otro lado tenemos el llamado constante para traer ofrendas Ro 15:26, 1 Co 16:1-3. Aquí encontramos una especial mención a los empobrecidos y más necesitados de la comunidad. Es decir la dimensión diacónica está en la base de las ofrendas que debemos presentar “cada primer día de la semana”. Nos invita a traer a la presencia de la comunidad, y del Señor, parte de lo mucho que Dios nos da para que sirva de bendición a los que sufren por causa de la injusticia y desigualdad social. Lo presentamos para que Dios así los utilice. Cuando traemos lo que tenemos estamos compartiendo nuestra propia vida, si traigo dinero o comida estoy dando parte de mi mismo porque estoy compartiendo mi propio sustento. Eso es la plenitud de la comunión y por eso debemos traer las ofrendas con alegría de corazón y no con tristeza, ni por necesidad 2 Co 9:7. El ofertorio, entonces es una excelente posibilidad de solidarizarnos activamente con nuestro entorno. Es un privilegio que nos ha regalado Dios para manifestar nuestra fe a través de las obras. Es la oportunidad que seguramente algunos están esperando para dar testimonio de la vida abundante que Jesús nos ha dado y por lo tanto, es una vivencia cotidiana de la mayordomía a la que estamos invitados.
Apuntes litúrgicos: San Agustín incluye el ofertorio como una paráfrasis del salmo 51:17-19 en el siglo V. El ofertorio tiene su momento después de las oraciones de intercesión y en el inicio de la liturgia de la Eucaristía y contiene los siguientes elementos: 1 - invitación a traer las ofrendas y diezmos al altar. 2 – colocar o recoger los diezmos y ofrendas. Puede ser que las personas se dirijan al altar a una canasta o vasija común o que algunos ujieres pasen por las sillas recogiendo. Aquí destaco el gesto de traer al altar, indica mi actitud de presentarme a mi mismo con mis dones al servicio de la comunidad, no es simplemente depositarlos en una vasija para que otros los lleven. Siempre debe colocarse la vasija de la ofrenda sobre el altar o por lo menos una en el caso de que haya muchas. En algunas comunidades existen canastas de amor o de solidaridad para ayudar con mercado y utensilios de hogar, es este el momento para hacer ese tipo de ofrenda y la canasta debería estar junto al altar. En este momento también se pueden traer los elementos de la eucaristía al altar. Es muy significativo si los elementos se traen junto con las ofrendas y diezmos en procesión. 3 – preparación de la mesa. Mientras las ofrendas son presentadas, el pastor u oficiante prepara los elementos de la eucaristía, destapa las copas y las patenas o platos y ubica el orden de la liturgia para la oración eucarística. 4 – oración del ofertorio. Es la oración de gratitud y presentación de las ofrendas y diezmos que ahora se ponen a disposición del Señor y al servicio de la comunidad.
Mientras la comunidad presenta los diezmos y ofrendas se puede entonar un canto o himno adecuado para este momento y que sirva de enlace entre la liturgia de la palabra y liturgia de la eucaristía.
Rev. Jairo Suárez
En nuestra tradición cristiana es muy común hablar de la importancia de la mayordomía y hoy es uno de los ejes programáticos trabajados en la IELCO. Dentro de esta perspectiva es primordial el abordaje del tema desde la liturgia y especialmente desde la visión del elemento litúrgico llamado OFERTORIO.
La liturgia cristiana es el sacrificio de alabanza y de acción de gracias Ro 12:1. Y en ese sentido es importante reconocer que en la liturgia de la eucaristía tenemos, no solo la expresión de la comunión plena con el Dios de la vida, sino también, la expresión de la comunión plena con los hermanos y hermanas en la fe. “En el Espíritu Santo los cristianos responden al llamado y a la acción salvadora de Dios en Jesucristo, y a través de este medio reconocen su dependencia con respecto a Dios.” (Informe de Tantur sobre liturgia).
Cuando traemos las ofrendas al altar estamos, primero, reconociendo que todo cuanto somos y cuanto tenemos proviene de Dios, quien nos ha dado la naturaleza con todas sus dádivas. Durante el ofertorio la comunidad trae a Dios parte de aquello que recibió, presentándole el pan y el vino, el fruto de nuestro trabajo, nosotros mismos.
El ofertorio se constituye como elemento litúrgico que contesta y reprueba aquellos aspectos individualizantes y espiritualizantes de la redención que son completamente antibíblicos. Es en este momento del culto donde el cristiano verdaderamente puede expresar su común unidad con los demás compañeros del camino. Es en este momento, cuando manifestamos plenamente la dimensión salvadora que tiene resultados prácticos en el darnos a los demás, en el aceptarnos como enviados al servicio de los más vulnerados de nuestra sociedad.
Es por eso que debe cuestionarse aquella actitud egoísta del “cristiano” que solo ofrenda las sobras y que no es fiel al compromiso asumido hacia el diezmo. En el texto de Ml 3:10 y otros que hablan del diezmo encontramos una especificidad para su uso “que haya alimento en mi casa”, su uso es precisamente el del servicio cultual y crear las condiciones para que la comunidad tenga espacios adecuados y pastores que ministren en condiciones de dignidad. Si esto se aplicara correctamente se acabarían las desigualdades entre los pastores y líderes que guían las comunidades.
Por otro lado tenemos el llamado constante para traer ofrendas Ro 15:26, 1 Co 16:1-3. Aquí encontramos una especial mención a los empobrecidos y más necesitados de la comunidad. Es decir la dimensión diacónica está en la base de las ofrendas que debemos presentar “cada primer día de la semana”. Nos invita a traer a la presencia de la comunidad, y del Señor, parte de lo mucho que Dios nos da para que sirva de bendición a los que sufren por causa de la injusticia y desigualdad social. Lo presentamos para que Dios así los utilice. Cuando traemos lo que tenemos estamos compartiendo nuestra propia vida, si traigo dinero o comida estoy dando parte de mi mismo porque estoy compartiendo mi propio sustento. Eso es la plenitud de la comunión y por eso debemos traer las ofrendas con alegría de corazón y no con tristeza, ni por necesidad 2 Co 9:7. El ofertorio, entonces es una excelente posibilidad de solidarizarnos activamente con nuestro entorno. Es un privilegio que nos ha regalado Dios para manifestar nuestra fe a través de las obras. Es la oportunidad que seguramente algunos están esperando para dar testimonio de la vida abundante que Jesús nos ha dado y por lo tanto, es una vivencia cotidiana de la mayordomía a la que estamos invitados.
Apuntes litúrgicos: San Agustín incluye el ofertorio como una paráfrasis del salmo 51:17-19 en el siglo V. El ofertorio tiene su momento después de las oraciones de intercesión y en el inicio de la liturgia de la Eucaristía y contiene los siguientes elementos: 1 - invitación a traer las ofrendas y diezmos al altar. 2 – colocar o recoger los diezmos y ofrendas. Puede ser que las personas se dirijan al altar a una canasta o vasija común o que algunos ujieres pasen por las sillas recogiendo. Aquí destaco el gesto de traer al altar, indica mi actitud de presentarme a mi mismo con mis dones al servicio de la comunidad, no es simplemente depositarlos en una vasija para que otros los lleven. Siempre debe colocarse la vasija de la ofrenda sobre el altar o por lo menos una en el caso de que haya muchas. En algunas comunidades existen canastas de amor o de solidaridad para ayudar con mercado y utensilios de hogar, es este el momento para hacer ese tipo de ofrenda y la canasta debería estar junto al altar. En este momento también se pueden traer los elementos de la eucaristía al altar. Es muy significativo si los elementos se traen junto con las ofrendas y diezmos en procesión. 3 – preparación de la mesa. Mientras las ofrendas son presentadas, el pastor u oficiante prepara los elementos de la eucaristía, destapa las copas y las patenas o platos y ubica el orden de la liturgia para la oración eucarística. 4 – oración del ofertorio. Es la oración de gratitud y presentación de las ofrendas y diezmos que ahora se ponen a disposición del Señor y al servicio de la comunidad.
Mientras la comunidad presenta los diezmos y ofrendas se puede entonar un canto o himno adecuado para este momento y que sirva de enlace entre la liturgia de la palabra y liturgia de la eucaristía.