El nido del águila
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«¿Se remonta el águila por tu mandamiento, y pone en alto
su nido? Ella habita y mora en la peña, en la cumbre del
peñasco y de la roca» (Job 39:27-28)
El águila fabrica su nido en la copa de árboles de gran tamaño, o
en rocas de difícil acceso. El nido del águila calva y del águila
dorada puede medir más de tres metros de profundidad y cerca de
unos dos metros de ancho. El nido más grande que se conoce
alcanzó los 6 metros de profundidad y un poco más de 3 de ancho.
El águila dorada puede ocupar nidos que hayan construído otras
águilas mucho tiempo antes pero continúa renovándolos. Este nido
lo comparte con su pareja, con la cual se aparea o une de por
vida. En ese nido la pareja provee cuidado, protección y
alimentación a los aguiluchos, hasta que éstos alcanzan su
autonomía, lo cual implica que tienen que mudarse a otro lugar y
construir su propio nido.
I. El águila hace su nido alto
El águila pertenece a las alturas. Le gusta volar alto y le gusta
vivir alto. Las alturas son su delicia, por eso construye su nido
en lugares seguros y altos. Además, por ser un ave de gran
tamaño, al salir de un nido alto puede tomar altura en su vuelo.
El creyente águila no busca refugiarse en las cosas bajas del
mundo, sino que se refugia en la peña, que es Cristo. Vive
escondido en Jesucristo y refugiado en los lugares celestiales.
Se ha alejado de las ofertas bajas del mundo, y ha construido su
nido en las promesas divinas.
Dice el apóstol Pablo bajo inspiración del Espíritu Santo: «Si,
pues, habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba,
donde está Cristo sentado a la diestra de Dios. Poned la mira en
las cosas de arriba, no en las de la tierra. Porque habéis
muerto, y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios. Cuando
Cristo, vuestra vida, se manifieste, entonces vosotros también
seréis manifestados con él en gloria» (Col. 3:1-4). La vida
espiritual tiene que profundizarse en Dios, tiene que elevarse
buscando siempre lo de arriba, no lo de abajo, y elevándose hacia
Dios.
II. El águila hace su nido permanente
Durante toda su vida el águila continúa trabajando en su nido. El
águila dorada puede tener 2 ó 3 nidos construidos en diferentes
localidades, pero sólo utiliza uno por temporada. Cuando cambia
de nido lo hace por razones de supervivencia, es decir, para
buscar caza, pero por regla general, el águila construye un solo
nido, que cuida, mantiene y renueva. Su nido es muy importante,
ya que en él habrán de nacer sus aguiluchos. En ese nido la
pareja de águilas cría y alimenta a los aguiluchos. Allí les
enseñan a desarrollar sus instintos básicos para poder
sobrevivir. Les ofrecen protección, cuidado y los preservan de su
medio ambiente, pero cuando ya están fuertes, crecidos y tienen
capacidad de sustentarse por sí mismos y con el instinto de
conservación ya bien desarrollado, papá águila o mamá águila
tienen que tomar la decisión de hacerlos salir.
Para que aprendan a volar, sus padres los tendrán que empujar
fuera del nido e incluso empujarlos de la peña o de la copa del
árbol para provocarlos a volar y a vencer el miedo a las alturas.
Dios muchas veces tiene que emplear situaciones especiales para
provocar que los creyentes inmaduros desarrollen madurez, que a
quienes les falta aplicar su fe la pongan en práctica, que los
que tienen temor lo manifiesten.
Dice la Biblia: «Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía,
sino de poder, de amor y de dominio propio» (2 Ti. 1:7).
Los aguiluchos no pueden estar toda la vida en el nido,
protegidos por sus padres águilas. Un día tendrán que
abandonarlo, pero lo harán con el permiso de los padres.
Es peligroso abandonar el nido espiritual antes de tiempo. Muchos
creyentes salen del nido de la iglesia local a desarrollar
ministerios, sin el permiso espiritual de sus autoridades
espirituales. La mayoría de los que así lo hacen, dan ese paso en
un espíritu de rebelión. Todo lo que se comienza en espíritu de
rebelión, jamás tendrá la bendición que se espera de Dios. Habrá
prosperidad por cierto tiempo, pero a la larga se pondrán en
evidencia las consecuencias de la rebelión.
Bernabé y Saulo salieron del nido de la iglesia de Antioquía con
la bendición y con el permiso espiritual: «Había entonces en la
iglesia que estaba en Antioquía, profetas y maestros: Bernabé,
Simón el que se llamaba Niger, Lucio de Cirene, Manaén el que se
había criado junto con Herodes el tetrarca, y Saulo. Ministrando
éstos al Señor, y ayunando, dijo el Espíritu Santo: Apartadme a
Bernabé y a Saulo para la obra a que los he llamado. Entonces,
habiendo ayunado y orado, les impusieron las manos y los
despidieron» (Hch. 13:1-3).
Tomemos nota del proceso de las águilas Bernabé y Saulo, que
estaban en el nido de Antioquía: (1) Ministrando éstos al Señor.
Todo ministerio debe comenzar en la iglesia local,
ministrándosele primero al Señor Jesucristo. Todo lo que se hace,
se debe hacer para el Señor. Esta debe ser la motivación de todo
ministerio. (2)...dijo el Espíritu Santo: Apartadme a Bernabé y a
Saulo para la obra a que los he llamado. Es por la voz del
Espíritu Santo, representante de Jesucristo, que Bernabé y Saulo
fueron llamados. Su llamado fue de origen celestial, venía del
cielo y no de los impulsos humanos de nadie. (3) Entonces,
habiendo ayunando y orando, les impusieron las manos y los
despidieron. Salen con el permiso de la iglesia.
Las águilas son monógamas, se aparean para toda la vida. Su nido
lo comparten de manera permanente con su pareja. En su nido no
tienen relaciones con ninguna otra águila.
En Hebreos 13:4 leemos: «Honroso sea en todos el matrimonio, y el
lecho sin mancilla; pero a los fornicarios y a los adúlteros los
juzgará Dios». Los creyentes-águilas también son monógamos. Se
casan y se toman el uno al otro, como marido y esposa; en salud y
en enfermedad, en gozo y en tristeza, en todo lo que la vida da y
en todo lo que la vida quita y son verdaderos maridos y esposas
hasta que sólo la muerte los puede separar. El amor de águila no
cree en divorcios.
El gallo tiene ojos para todas las gallinas y las gallinas pelean
todas por un mismo gallo. Pero el águila macho y el águila hembra
solo tienen ojos para su pareja. Su instinto de apareamiento les
lleva a esa unión de por vida.
Así como los padres águilas enseñan a los aguiluchos que un día
tendrán que depender de sí mismos, los creyentes-águilas aprenden
en el nido de la iglesia a no ser siempre dependientes de los
demás en su vida espiritual.
Hay muchos creyentes que se resisten a transformarse en águilas y
actúan como aguiluchos. Pasan la vida en nidos espirituales de
otros, donde comen y duermen. Pero ya es tiempo de que se les
empuje fuera del nido y se les obligue a volar, a que se
conviertan en águilas de Dios.
Para el águila su nido es permanente, jamás cambia de nido. Es
constante y permanece en el mismo nido. Desde luego, un águila
puede encontrar un nido desocupado por años y hasta por siglos, y
utilizarlo, pero incluso en ese caso aporta su trabajo y no lo
deja en la misma condición en que lo encontró.
El águila respeta el nido ajeno. No roba nidos de otra águila. Lo
que es de su semejante lo respeta, no lo envidia y menos lo
codicia. No se introduce en nidos de otras águilas.
El creyente aprende a respetar a su prójimo. Entre sus derechos y
los derechos de su hermano hay una frontera que se tiene que
cruzar con permiso. No se mete jamás en asuntos de nidos ajenos.
Respeta el derecho a la privacidad de otros. Se preocupa por
construir su propio nido ministerial y no está codiciando el nido
ministerial de otros.
Cuando ocupa un nido que ya otro construyó y que quedó
desocupado, lo honra con su presencia y repara todo lo que le sea
posible.
Las posiciones espirituales y los puestos de liderazgo los deben
honrar quienes los ejercen. Hay que desempeñarlos, aportando
brillo espiritual al ministerio o a la organización que se
representa.
El águila nunca considera terminada la construcción de su nido.
Le añade ramas, palos de escobas, cartones, ropas y lo que menos
podría alguien imaginar puede aparecer en el nido de un águila.
En ese nido siempre hay algo nuevo cada año.
El creyente-águila siempre está renovando su nido espiritual.
Siempre se le nota algo nuevo. Nunca cree que ya ha terminado su
nido. Su vida espiritual es de progreso y no de retroceso; de
avance y no de estancamiento.
Dice la Biblia: «Estando persuadido de esto, que el que comenzó
en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de
Jesucristo» (Col. 1:6).
III. El águila comparte su nido con pequeñas aves
El pájaro oriole de Baltimore en los Estados Unidos de América y
el English sparrow, son pequeñas aves que encuentran refugio y
habitación en el gigantesco nido del águila. En ese nido que el
águila hizo para sí, estas avecillas lo aprovechan sin obstáculos
para hacer su pequeño nido.
El águila no las saca, ni las ataca. Pacíficamente coexiste y
comparte con estos extraños vecinos, indefensos y necesitados. Es
muy generosa y altruista hacia su prójimo.
El creyente-águila no es egoísta, sino altruista; siempre piensa
en el bien ajeno, en ayudar a otros. En su nido, encuentran
refugio espiritual vidas necesitadas y desamparadas.
Dice la Biblia: «Y yendo, predicad, diciendo: El reino de los
cielos se ha acercado. Sanad enfermos, limpiad leprosos,
resucitad muertos, echad fuera demonios; de gracia recibisteis,
dad de gracia» (Mt. 10:7-8).
El creyente-águila es un servidor de otros. Lo que tiene lo
comparte con los demás. Servir a otros, sin esperar recibir nada
a cambio más que la aprobación del Señor Jesucristo, constituye
su gozo.
Dice la Biblia: «Mas entre vosotros no será, así, sino que el que
quiera hacerse grande entre vosotros será vuestro servidor» (Mt.
20:26).
¿Qué clase de nido estamos construyendo como águilas de Dios?
¿Dónde estamos construyendo nuestro nido? ¿De qué tamaño es
nuestro nido? ¿Compartimos nuestro nido con otros que tienen
necesidad?
su nido? Ella habita y mora en la peña, en la cumbre del
peñasco y de la roca» (Job 39:27-28)
El águila fabrica su nido en la copa de árboles de gran tamaño, o
en rocas de difícil acceso. El nido del águila calva y del águila
dorada puede medir más de tres metros de profundidad y cerca de
unos dos metros de ancho. El nido más grande que se conoce
alcanzó los 6 metros de profundidad y un poco más de 3 de ancho.
El águila dorada puede ocupar nidos que hayan construído otras
águilas mucho tiempo antes pero continúa renovándolos. Este nido
lo comparte con su pareja, con la cual se aparea o une de por
vida. En ese nido la pareja provee cuidado, protección y
alimentación a los aguiluchos, hasta que éstos alcanzan su
autonomía, lo cual implica que tienen que mudarse a otro lugar y
construir su propio nido.
I. El águila hace su nido alto
El águila pertenece a las alturas. Le gusta volar alto y le gusta
vivir alto. Las alturas son su delicia, por eso construye su nido
en lugares seguros y altos. Además, por ser un ave de gran
tamaño, al salir de un nido alto puede tomar altura en su vuelo.
El creyente águila no busca refugiarse en las cosas bajas del
mundo, sino que se refugia en la peña, que es Cristo. Vive
escondido en Jesucristo y refugiado en los lugares celestiales.
Se ha alejado de las ofertas bajas del mundo, y ha construido su
nido en las promesas divinas.
Dice el apóstol Pablo bajo inspiración del Espíritu Santo: «Si,
pues, habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba,
donde está Cristo sentado a la diestra de Dios. Poned la mira en
las cosas de arriba, no en las de la tierra. Porque habéis
muerto, y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios. Cuando
Cristo, vuestra vida, se manifieste, entonces vosotros también
seréis manifestados con él en gloria» (Col. 3:1-4). La vida
espiritual tiene que profundizarse en Dios, tiene que elevarse
buscando siempre lo de arriba, no lo de abajo, y elevándose hacia
Dios.
II. El águila hace su nido permanente
Durante toda su vida el águila continúa trabajando en su nido. El
águila dorada puede tener 2 ó 3 nidos construidos en diferentes
localidades, pero sólo utiliza uno por temporada. Cuando cambia
de nido lo hace por razones de supervivencia, es decir, para
buscar caza, pero por regla general, el águila construye un solo
nido, que cuida, mantiene y renueva. Su nido es muy importante,
ya que en él habrán de nacer sus aguiluchos. En ese nido la
pareja de águilas cría y alimenta a los aguiluchos. Allí les
enseñan a desarrollar sus instintos básicos para poder
sobrevivir. Les ofrecen protección, cuidado y los preservan de su
medio ambiente, pero cuando ya están fuertes, crecidos y tienen
capacidad de sustentarse por sí mismos y con el instinto de
conservación ya bien desarrollado, papá águila o mamá águila
tienen que tomar la decisión de hacerlos salir.
Para que aprendan a volar, sus padres los tendrán que empujar
fuera del nido e incluso empujarlos de la peña o de la copa del
árbol para provocarlos a volar y a vencer el miedo a las alturas.
Dios muchas veces tiene que emplear situaciones especiales para
provocar que los creyentes inmaduros desarrollen madurez, que a
quienes les falta aplicar su fe la pongan en práctica, que los
que tienen temor lo manifiesten.
Dice la Biblia: «Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía,
sino de poder, de amor y de dominio propio» (2 Ti. 1:7).
Los aguiluchos no pueden estar toda la vida en el nido,
protegidos por sus padres águilas. Un día tendrán que
abandonarlo, pero lo harán con el permiso de los padres.
Es peligroso abandonar el nido espiritual antes de tiempo. Muchos
creyentes salen del nido de la iglesia local a desarrollar
ministerios, sin el permiso espiritual de sus autoridades
espirituales. La mayoría de los que así lo hacen, dan ese paso en
un espíritu de rebelión. Todo lo que se comienza en espíritu de
rebelión, jamás tendrá la bendición que se espera de Dios. Habrá
prosperidad por cierto tiempo, pero a la larga se pondrán en
evidencia las consecuencias de la rebelión.
Bernabé y Saulo salieron del nido de la iglesia de Antioquía con
la bendición y con el permiso espiritual: «Había entonces en la
iglesia que estaba en Antioquía, profetas y maestros: Bernabé,
Simón el que se llamaba Niger, Lucio de Cirene, Manaén el que se
había criado junto con Herodes el tetrarca, y Saulo. Ministrando
éstos al Señor, y ayunando, dijo el Espíritu Santo: Apartadme a
Bernabé y a Saulo para la obra a que los he llamado. Entonces,
habiendo ayunado y orado, les impusieron las manos y los
despidieron» (Hch. 13:1-3).
Tomemos nota del proceso de las águilas Bernabé y Saulo, que
estaban en el nido de Antioquía: (1) Ministrando éstos al Señor.
Todo ministerio debe comenzar en la iglesia local,
ministrándosele primero al Señor Jesucristo. Todo lo que se hace,
se debe hacer para el Señor. Esta debe ser la motivación de todo
ministerio. (2)...dijo el Espíritu Santo: Apartadme a Bernabé y a
Saulo para la obra a que los he llamado. Es por la voz del
Espíritu Santo, representante de Jesucristo, que Bernabé y Saulo
fueron llamados. Su llamado fue de origen celestial, venía del
cielo y no de los impulsos humanos de nadie. (3) Entonces,
habiendo ayunando y orando, les impusieron las manos y los
despidieron. Salen con el permiso de la iglesia.
Las águilas son monógamas, se aparean para toda la vida. Su nido
lo comparten de manera permanente con su pareja. En su nido no
tienen relaciones con ninguna otra águila.
En Hebreos 13:4 leemos: «Honroso sea en todos el matrimonio, y el
lecho sin mancilla; pero a los fornicarios y a los adúlteros los
juzgará Dios». Los creyentes-águilas también son monógamos. Se
casan y se toman el uno al otro, como marido y esposa; en salud y
en enfermedad, en gozo y en tristeza, en todo lo que la vida da y
en todo lo que la vida quita y son verdaderos maridos y esposas
hasta que sólo la muerte los puede separar. El amor de águila no
cree en divorcios.
El gallo tiene ojos para todas las gallinas y las gallinas pelean
todas por un mismo gallo. Pero el águila macho y el águila hembra
solo tienen ojos para su pareja. Su instinto de apareamiento les
lleva a esa unión de por vida.
Así como los padres águilas enseñan a los aguiluchos que un día
tendrán que depender de sí mismos, los creyentes-águilas aprenden
en el nido de la iglesia a no ser siempre dependientes de los
demás en su vida espiritual.
Hay muchos creyentes que se resisten a transformarse en águilas y
actúan como aguiluchos. Pasan la vida en nidos espirituales de
otros, donde comen y duermen. Pero ya es tiempo de que se les
empuje fuera del nido y se les obligue a volar, a que se
conviertan en águilas de Dios.
Para el águila su nido es permanente, jamás cambia de nido. Es
constante y permanece en el mismo nido. Desde luego, un águila
puede encontrar un nido desocupado por años y hasta por siglos, y
utilizarlo, pero incluso en ese caso aporta su trabajo y no lo
deja en la misma condición en que lo encontró.
El águila respeta el nido ajeno. No roba nidos de otra águila. Lo
que es de su semejante lo respeta, no lo envidia y menos lo
codicia. No se introduce en nidos de otras águilas.
El creyente aprende a respetar a su prójimo. Entre sus derechos y
los derechos de su hermano hay una frontera que se tiene que
cruzar con permiso. No se mete jamás en asuntos de nidos ajenos.
Respeta el derecho a la privacidad de otros. Se preocupa por
construir su propio nido ministerial y no está codiciando el nido
ministerial de otros.
Cuando ocupa un nido que ya otro construyó y que quedó
desocupado, lo honra con su presencia y repara todo lo que le sea
posible.
Las posiciones espirituales y los puestos de liderazgo los deben
honrar quienes los ejercen. Hay que desempeñarlos, aportando
brillo espiritual al ministerio o a la organización que se
representa.
El águila nunca considera terminada la construcción de su nido.
Le añade ramas, palos de escobas, cartones, ropas y lo que menos
podría alguien imaginar puede aparecer en el nido de un águila.
En ese nido siempre hay algo nuevo cada año.
El creyente-águila siempre está renovando su nido espiritual.
Siempre se le nota algo nuevo. Nunca cree que ya ha terminado su
nido. Su vida espiritual es de progreso y no de retroceso; de
avance y no de estancamiento.
Dice la Biblia: «Estando persuadido de esto, que el que comenzó
en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de
Jesucristo» (Col. 1:6).
III. El águila comparte su nido con pequeñas aves
El pájaro oriole de Baltimore en los Estados Unidos de América y
el English sparrow, son pequeñas aves que encuentran refugio y
habitación en el gigantesco nido del águila. En ese nido que el
águila hizo para sí, estas avecillas lo aprovechan sin obstáculos
para hacer su pequeño nido.
El águila no las saca, ni las ataca. Pacíficamente coexiste y
comparte con estos extraños vecinos, indefensos y necesitados. Es
muy generosa y altruista hacia su prójimo.
El creyente-águila no es egoísta, sino altruista; siempre piensa
en el bien ajeno, en ayudar a otros. En su nido, encuentran
refugio espiritual vidas necesitadas y desamparadas.
Dice la Biblia: «Y yendo, predicad, diciendo: El reino de los
cielos se ha acercado. Sanad enfermos, limpiad leprosos,
resucitad muertos, echad fuera demonios; de gracia recibisteis,
dad de gracia» (Mt. 10:7-8).
El creyente-águila es un servidor de otros. Lo que tiene lo
comparte con los demás. Servir a otros, sin esperar recibir nada
a cambio más que la aprobación del Señor Jesucristo, constituye
su gozo.
Dice la Biblia: «Mas entre vosotros no será, así, sino que el que
quiera hacerse grande entre vosotros será vuestro servidor» (Mt.
20:26).
¿Qué clase de nido estamos construyendo como águilas de Dios?
¿Dónde estamos construyendo nuestro nido? ¿De qué tamaño es
nuestro nido? ¿Compartimos nuestro nido con otros que tienen
necesidad?