El hombre propone y Dios dispone
0
0
Los planes son del hombre la palabra final la tiene el Señor.
Proverbios 16:1
Probablemente de este proverbio nació el famoso y conocido dicho popular: "El hombre propone y Dios dispone".
Los seres humanos para poder vivir y proyectarnos al futuro necesitamos planificar, soñar, organizar nuestra vida. Una pareja de novios que se conoce durante algunos años hace planes de casarse. Juntos construyen su casa de acuerdo con un proyecto, la amueblan a su gusto, luego organizan la boda, prevén cada detalle de la fiesta, estructuran sus vidas de acuerdo con lo que habían imaginado. Cada uno desea trabajar en aquello que le gusta, tener hijos y brindarles afecto y educación. Pero pueden surgir problemas que trastornen esos planes y, si no están preparados para ello, pueden hacerlos caer en la frustración y depresión.
Nosotros hacemos planes y proyectos, pero la palabra final siempre la debe tener Dios. Dios debe decir sí o no. En todo debemos permitir que Dios intervenga conforme a su voluntad.
Los seres humanos muchas veces pensamos que lo que planificamos es correcto, que así debe hacerse, y que todo debe salir como previmos, pero nos olvidamos que hasta nuestra vida se la debemos a Dios, nuestro Creador.
Jesús nos enseña a pedir a Dios que nos ayude a hacer coincidir nuestra voluntad con la de él. En el Padrenuestro Jesús nos exhorta a orar diciendo: hágase tu voluntad así en la tierra como en el cielo. Y aún ante su muerte Jesús en Getsemaní oró pidiendo: que se haga tu voluntad y no la mía. Nosotros siempre estamos tentados a pedir a Dios: "que se haga mi voluntad y no la tuya". Cuando Dios actúa diferente a lo que nosotros esperamos nos amargamos, nos enojamos y nos deprimimos.
Dios nos haga dóciles a su voluntad para que en todos nuestros planes grandes y pequeños nos dejemos guiar por él y le demos a él la palabra final.
¡Oh Maestro y mi Señor! Yo contigo quiero andar en tu gracia y en tu amor sólo quiero yo confiar. Dime tú lo que he de ser, las palabras que he de hablar, lo que siempre debo hacer, cómo debo yo pensar. Amén. (Del himnario Culto Cristiano, Nº 162).
Proverbios 16:1-9
Proverbios 16:1
Probablemente de este proverbio nació el famoso y conocido dicho popular: "El hombre propone y Dios dispone".
Los seres humanos para poder vivir y proyectarnos al futuro necesitamos planificar, soñar, organizar nuestra vida. Una pareja de novios que se conoce durante algunos años hace planes de casarse. Juntos construyen su casa de acuerdo con un proyecto, la amueblan a su gusto, luego organizan la boda, prevén cada detalle de la fiesta, estructuran sus vidas de acuerdo con lo que habían imaginado. Cada uno desea trabajar en aquello que le gusta, tener hijos y brindarles afecto y educación. Pero pueden surgir problemas que trastornen esos planes y, si no están preparados para ello, pueden hacerlos caer en la frustración y depresión.
Nosotros hacemos planes y proyectos, pero la palabra final siempre la debe tener Dios. Dios debe decir sí o no. En todo debemos permitir que Dios intervenga conforme a su voluntad.
Los seres humanos muchas veces pensamos que lo que planificamos es correcto, que así debe hacerse, y que todo debe salir como previmos, pero nos olvidamos que hasta nuestra vida se la debemos a Dios, nuestro Creador.
Jesús nos enseña a pedir a Dios que nos ayude a hacer coincidir nuestra voluntad con la de él. En el Padrenuestro Jesús nos exhorta a orar diciendo: hágase tu voluntad así en la tierra como en el cielo. Y aún ante su muerte Jesús en Getsemaní oró pidiendo: que se haga tu voluntad y no la mía. Nosotros siempre estamos tentados a pedir a Dios: "que se haga mi voluntad y no la tuya". Cuando Dios actúa diferente a lo que nosotros esperamos nos amargamos, nos enojamos y nos deprimimos.
Dios nos haga dóciles a su voluntad para que en todos nuestros planes grandes y pequeños nos dejemos guiar por él y le demos a él la palabra final.
¡Oh Maestro y mi Señor! Yo contigo quiero andar en tu gracia y en tu amor sólo quiero yo confiar. Dime tú lo que he de ser, las palabras que he de hablar, lo que siempre debo hacer, cómo debo yo pensar. Amén. (Del himnario Culto Cristiano, Nº 162).
Proverbios 16:1-9