El Discipulado como modelo educativo para la iglesia

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Para que alguien enseñe algo debe haber aprendido primero. En nuestra vida realizamos un continuo proceso de aprendizaje para lograr la supervivencia. Para algunos no es grato aprender, pero es imprescindible para crecer. Aprender es una expresión del carácter más valioso del cristiano. La humildad. Alguien que aprende es alguien humilde. Nuestro modelo de quien hemos de aprender es de Jesucristo.

Aprender de Cristo

“Llevad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí que soy manso y humilde de corazón y hallaréis descanso para vuestras almas” (Mateo 11:29).

La humildad no es una cualidad innata en el ser humano. Su característica es la rebeldía. Somos rebeldes a lo que vaya en contra de nuestra voluntad, por ello, somos rebeldes a toda autoridad. Sólo estamos dispuestos a someternos cuando nuestros propios intereses no se ven afectados.

Destaco de estas palabras de Jesús puntos importantes: (1) “Llevad mi yugo...” : El “yugo” es un instrumento para dejarse guiar/ser guiado por él, lo cual significa someterse a su autoridad (2) “...que soy manso y humilde”: denota el carácter propio de Jesús. Es decir, la autoridad de Jesús se basa en su propio ejemplo de humildad y de servicio.

El resultado del aprendizaje es “descanso para vuestras almas”. Aprender puede conllevar un proceso arduo o de disciplina amorosa de Dios, pero “después da fruto apacible de justicia a los que en ella han sido ejercitados (Hebreos 12:11). Si estamos dispuestos a aprender de acuerdo con los principios del Señor, nuestra vida verá frutos si no, verá también las consecuencias.

El modelo educativo de Cristo

“Les dijo Jesús: Cuando hayáis levantado al Hijo del Hombre, entonces conoceréis que yo soy, y que nada hago por mí mismo, sino que según me enseñó el Padre, así hablo.” (Juan 8:28)

El modelo para aprender revelado. Mostrado y dejado por Jesucristo es el modelo discipular. Este se resume en un proceso de acompañamiento y ejemplo vivo del “maestro”. El modelo que normalmente tenemos en mente de un maestro es diferente a un maestro en el modelo discipular veamos algunas de estas diferencias:

El maestro en el modelo típico
1. Sabe todo y enseña a otros (con su palabra normalmente)
2. Bancario (del banco o silla)
3. Se dirige a un grupo regular o grande
4. Enseña lo que ha aprendido por su esfuerzo intelectual o experiencia
5. Su instrucción es eminentemente teórica

El maestro en el modelo discipular
1. Enseña con su vida y con su ejemplo, y él mismo sigue aprendiendo (cfr. Heb.5:8)
2. Del camino
3. Se dirige a un grupo pequeño o individual
4. Enseña lo que ha aprendido por el ejemplo de alguien
5. Su instrucción es teórico- práctica

El modelo normal de maestro tiene su lugar en la sociedad pero en la familia de Dios hemos de promover el modelo discipular en la formación de los cristianos.

Si Jesús en este caso es el “maestro”, se debe destacar que él mismo fue enseñado por alguien, es decir, fue discípulo del Padre, según sus propias palabras en Juan 8:28.

Ser discípulo según esto representa:
1) Estar un tiempo considerable con el maestro
2) Ver lo que hace y cómo lo hace
3) Oír lo que dice
4) Hacerse uno con él (“Yo y el Padre uno somos”, Juan 10:30)

Espacios donde aprendemos

“Y aquel Verbo fue hecho carne y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad” (Juan 1:14)

Aprendemos en nuestra experiencia con Cristo
Jesús seleccionó a sus discípulos, a doce, y pasó tiempo con ellos. Ellos son los que vieron su gloria, aprendieron de él y llegaron a ser como él. Nuestro mayor anhelo como cristianos debe ser llegar a ser como Cristo. Y para eso debemos conocerle más. El desarrollo de nuestra relación con Cristo debe ser el propósito de mi vida y todo lo demás se añadirá a esto.

Si mi mayor anhelo es sólo el “hacer” (buenas obras, ir al templo, leer la Biblia, orar, servir en la iglesia y fuera de ella), entonces voy por un camino equivocado estoy viviendo bajo la ley de letra muerta. Mi mayor anhelo es “ser” como mi Señor conociéndole más y más cada día. Lo que necesitamos tal vez sea pasar más tiempo con él, buscar su presencia. Los cristianos hoy necesitamos ver su gloria, y viéndola actuar inmediatamente en consecuencia.

De Cristo de esta forma aprendemos todos los aspectos prácticos de nuestra vida: nuestra vida personal, nuestra vida familiar, nuestra vida en la iglesia y nuestra vida en sociedad.

Aprendemos en nuestras experiencias ajenas a la de Cristo
Como la mayor parte del tiempo tenemos experiencias ajenas a la de Cristo, hemos inconscientemente adquirido hábitos, actitudes y conocimientos según la corriente normal del mundo, los cuales hemos llegado a asumir como válidos por ser cotidianos. Estos tenemos que replantearlos al compararlos con nuestra experiencia con Cristo.

El uso del modelo discipular en la Iglesia

Este modo de comunicar no sólo conocimiento, sino todo un estilo de vida, era la forma común de crecimiento de la Iglesia y de formación tanto de nuevos creyentes como de líderes de iglesias.

El mandato de Jesús
“Por tanto, id y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén.” (Mateo 28:19-20)

La labor a que somos llamados todos los creyentes es al “hacer discípulos”, lo cual comprende los dos aspectos aquí mencionados: (1) El bautismo o ingreso a la iglesia equivale aquí a la conversión, y (2) Enseñarles que guarden todas estas cosas.

El propósito de la iglesia de Cristo y nuestro propósito no es solamente hacer conversos, sino hacer discípulos. Discipular es un proceso de enseñanza viva con el fin de que el discípulo se haga cada vez más como su maestro. Los discípulos de Jesús paulatinamente se fueron transformando en su actuar y en su hablar como su maestro. Esto era notorio para los que les oían, véase por ejemplo la manera de hablar de Pedro y cómo se le identifica (Marcos 14:70)

Luego de la resurrección y la venida del Espíritu Santo sobre los discípulos, ellos dieron continuidad a lo que vieron y oyeron de su maestro, y lo reprodujeron en su propia vida.

Los discípulos y el modelo discipular
“Lo que aprendisteis y recibisteis y oísteis y visteis en mí, esto haced y el Dios de paz estará con vosotros.” (Filipense 4:9)

El apóstol Pablo vivía en el modelo discipular. Él había llegado a ser discípulo de Jesucristo, quizá con Bernabé como su maestro (Hechos 9:27-28). Pablo había llegado a un grado elevado de conocimiento de Jesucristo y de madurez de tal modo que él mismo se coloca como un ejemplo y modelo a seguir para los demás cristianos. Él no sólo recomienda que reciban la enseñanza que da en sus palabras y en sus cartas él llama a que la integridad de su vida encuentre reflejo en la vida de ellos.

Pablo mismo, habiendo tenido a Timoteo como su discípulo (cfr. Hechos 161 y ss.), le encomienda que él haga lo mismo: “lo que has oído de mí ante muchos testigos, esto encarga a hombres fieles que sean idóneos para enseñar también a otros.” (2 Timoteo 2:2). Sabemos también que había verdaderas “escuelas” de este modelo en la vida de la iglesia cristiana en aquel tiempo cuyo maestro es un líder prominente de la Iglesia (cfr. 1 Corintios 1:12).

Recapitulando y resumiendo:
1. El modelo de enseñanza fundamental de Cristo es el modelo discipular.
2. Este modelo se basa no en la autoridad inherente del maestro, sino en la basada en el ejemplo vivo y en sus palabras.
3. En este proceso se destaca la humildad no sólo del discípulo, sino también del maestro.
4. Todo cristiano, como los apóstoles, es llamado a tomar este modelo tanto para su vida como también para la formación de otros.

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