El criterio para heredar el Reino de Dios

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El criterio para heredar el Reino de Dios
(Mateo 25:34-46)

Introducción

1. En el texto encontramos varios actores: el Hijo del Hombre, el Rey, ángeles, todas las naciones (que son comparadas como ovejas y cabritos). También encontramos un escenario: la gloria, el trono de gloria. Y también ocurren varias acciones: venir en su gloria, sentarse en su trono, ser congregados delante de el Hijo del Hombre, separar a los unos de los otros, poner las ovejas a la derecha y los cabritos (las cabras) a la izquierda. El Rey da la bienvenida a los benditos de su Padre y entrega la herencia del Reino a los benditos de su Padre, Reino que estaba preparado para los benditos desde la creación del mundo. Maldice a los de la izquierda y señala el destino final a unos y otros: la vida eterna y el castigo eterno.

2. Durante algún tiempo, en nuestras iglesias el criterio que definía la salvación o no salvación, la participación o no participación en el Reino de Dios era la práctica de una espiritualidad basada en hablar en lenguas, ayunar, cultivar la vida personal en relación con Dios a través de la oración, etc. Quien hacía estas cosas y quien no hacía otras cosas más (como el abstenerse de ciertos hábitos) se consideraba un cristiano muy espiritual y en buenas relaciones con Dios. Se trataba de una fe cristiana muy centrada en cada persona o individuo en relación con Dios.

3. Pero, ¿qué nos dice la Escritura hoy sobre la participación en la herencia del Reino de Dios a la luz de la futura venida del Hijo del Hombre, que es igual a la futura venida del Reino de la Gloria de Dios?

I. Que la participación en el Reino de la Gloria de Dios ocurre por iniciativa divina (VV. 34-33)

1. Dios en su soberanía vendrá en toda su gloria y se sentará en su trono de gloria. Se trata de una venida donde ya no viene como un niño, donde ya no se humilla a sí mismo.
2. Las naciones, las gentes, los pueblos son congregados ante el Hijo del Hombre, en su trono de gloria, que aparece aquí como juez. Las naciones todas son parte del rebaño de Dios, del Reino de Dios.
3. En este escenario el Hijo del Hombre hace un trabajo de clasificación, separando las ovejas a la derecha y los cabritos (o las cabras) a la izquierda.

II. Que el criterio para heredar el Reino de la Gloria de Dios es asistir a los más pequeños, a los pobres, a los oprimidos, a los necesitados (VV. 34-40)

1. Y esta asistencia a los más pequeños (que aquí son: los hambrientos y sedientos, los desnudos y forasteros, los enfermos y encarcelados) son seis obras de amor y misericordia: dar de comer y de beber, acoger al forastero o extranjero, vestir al desnudo, visitar a los enfermos y a los presos.
2. Y asistir a los más pequeños, a los pobres, a los oprimidos es asistir al mismo Jesús, Rey-Mesías y Juez.
3. Quienes sirvieron con amor, entonces, lo hicieron por causa de la necesidad que vieron en su prójimo, no para ganar ningún favor divino.
4. El destino de los que actuaron amorosamente a favor de los necesitados es la vida eterna

III. Que el criterio para desheredar el Reino de la Gloria de Dios es no asistir a los más pequeños, a los pobres, a los oprimidos (VV. 41-46).

1. Y no asistir a los más pequeños es no hacer ninguna de las obras de amor señaladas: es no dar de comer y de beber (alimentación y salud), no acoger al forastero o extranjero (vivienda), no vestir al desnudo (vestido), no visitar a los enfermos y a los presos (consejería, pastoreo).
2. Por lo tanto, el no hacer ninguna de las obras de amor anteriores es también no asistir cualquiera de los hermanos de Jesús, del Rey-Mesías y Juez.
3. Quienes no lo hicieron creyeron que solamente pasaban al lado de alguien que había caído fuera del sistema financiero, por propia voluntad o por “pereza”, o al lado de alguien más donde no está el hermano de Jesús el Cristo, el Mesías.
4. El destino de los que no actuaron amorosamente a favor de los más pequeños es el castigo eterno.

Conclusión

1. En primer lugar, la participación en la herencia del Reino de la Gloria de Dios ocurre por la iniciativa divina. El Hijo del Hombre llama a juicio a las naciones. A unos hereda a otros deshereda.
2. En segundo lugar, el Rey-Mesías determina que los que heredan el Reino de la Gloria de Dios son los que actúan amorosamente con los más pequeños. En el contexto del evangelio esto debe interpretarse como una consecuencia del don del amor de Dios. El destino de los que actúan así es la vida eterna.
3. En tercer lugar, el Rey-Mesías y Juez determina que son desheredados del Reino de la Gloria de Dios los que no actúan amorosamente con los más pequeños. El destino de los que actúan así es el castigo eterno.

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