El Arrepentimiento
0
0
El arrepentimiento
Mateo 3:2 y diciendo: Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado.
Curiosamente antes de que entrara a ejercer su ministerio nuestro Señor Jesucristo, Juan el Bautista le antecede predicando el arrepentimiento para perdón de pecados, la Escritura no nos dice que Juan el Bautista hubiese hecho ni un solo milagro, ni que hubiese prometido riqueza o prosperidad, ni una vida color de rosa, no escuchamos que hubiese predicado muy suavecito, con mucho tacto para no lastimar a los oyentes, el predicaba muy al contrario a lo que hoy en día solemos escuchar.
Lucas 3:7-14 Y decía a las multitudes que salían para ser bautizadas por él: ¡Oh generación de víboras! ¿Quién os enseñó a huir de la ira venidera? 8 Haced, pues, frutos dignos de arrepentimiento, y no comencéis a decir dentro de vosotros mismos: Tenemos a Abraham por padre porque os digo que Dios puede levantar hijos a Abraham aun de estas piedras. 9 Y ya también el hacha está puesta a la raíz de los árboles por tanto, todo árbol que no da buen fruto se corta y se echa en el fuego. 10 Y la gente le preguntaba, diciendo: Entonces, ¿qué haremos? 11 Y respondiendo, les dijo: El que tiene dos túnicas, dé al que no tiene y el que tiene qué comer, haga lo mismo. 12 Vinieron también unos publicanos para ser bautizados, y le dijeron: Maestro, ¿qué haremos? 13 El les dijo: No exijáis más de lo que os está ordenado. 14 También le preguntaron unos soldados, diciendo: Y nosotros, ¿que haremos? Y les dijo: No hagáis extorsión a nadie, ni calumniéis y contentaos con vuestro salario.
Juan pone en su lugar a las personas, les da una sacudida en todas las áreas para que no quepa la menor duda que el evangelio no es un juego, de que la vida cristiana no es un nuevo movimiento religioso, sacude a todos, tanto a los que se consideraban santos como a los que se consideraban pecadores.
El arrepentimiento es en realidad la entrada al reino, aunada a la decisión de recibir a Jesús, no hay uno sin el otro.
De nada me sirve arrepentirme si no tengo a Jesús como Señor de mi vida, y de nada me sirve decir que tengo a Jesús, como Señor de mi vida sino me he arrepentido.
La Escritura nos pone a cada uno en nuestro lugar, la Escritura nos hace ver nuestra realidad.
Muchas personas que si dicen seguidoras de Jesús, no se han arrepentido, únicamente llevan una vida religiosa, una vida de constante remordimiento, pero no de un verdadero arrepentimiento.
Antes de continuar miremos la diferencia entre remordimiento y arrepentimiento.
Remordimiento, significa pesar inquietud, desasosiego, que queda después de haber cometido una mala acción.
Remordimiento viene de la palabra remorder o sea volver a morder, traducido, es volver a repetir el mismo pecado.
Mientras que arrepentimiento viene de la palabra griega Metanoia que significa cambio de actitud o propósito en la vida.
De manera que una persona que únicamente tiene remordimiento volverá y volverá a cometer la misma o las mismas faltas o pecados, se sentirá incómodo, sentirá desosiego, le remorderá la conciencia pero no hará nada por no volver a pecar.
Una persona que no se ha arrepentido, hará burla o escarnio del mal que hace, una persona que no se ha arrepentido no tendrá ningún cambio significativo en su vida.
Una persona que no se ha arrepentido, se burla de cualquier tipo de autoridad, ya sea civil, religiosa o divina.
Arrepentimiento hno. Pablo
El hombre, joven, alto, fuerte, de frondosa barba negra y cabellera de león, se irguió cuan alto era. Abrió la boca y soltó la lengua. No era para pronunciar palabras suaves y floridas. Era para proferir insultos, obscenidades y bravatas. « ¡Deme nomás la pena de muerte!», gritaba. «Mándeme a la cámara de gas. ¡Dicte su maldita sentencia! ¿A mí qué me importa? Me río de usted, de su tribunal y de su jurado.»
El juez Gregory, tal como le tocaba, dejó caer el martillo y aplicó la pena de muerte, en la cámara de gas, a José Cornell, convicto de asesinato. Al pronunciar la sentencia citó un texto bíblico del sabio Salomón: « ¿Hasta cuándo, ustedes los insolentes, se complacerán en su insolencia?» (Proverbios 1:22).
A ese individuo, condenado a muerte por el brutal asesinato de su compañera de vida, no le importó que la persona de quien se burlaba tuviera la autoridad de dar o quitar la vida. Reír, burlándose en un momento tan serio como este, después de haber cometido un asesinato, es no sólo demostración de suma insensibilidad sino también de un total desprecio de responsabilidad como ser humano. «Si usted me aplica la pena de muerte —le había dicho al juez—, me reiré en su propia cara.»
Hay muchos que se portan como ese joven.
No que se burlen de un juez humano, sino que viven burlándose del Juez Supremo, sin tomar en cuenta que se están burlando del Único que puede dar y quitar la vida, y que tiene además el poder de echar el alma en el infierno. ¡Cuánta gente vive en total desprecio de Dios! ¡Cuántos son los que hacen caso omiso de sus leyes morales! ¡Cuántos insolentes viven pisoteando sus principios sagrados de vida y de conducta!
¿Cuál debe ser nuestra actitud ante la autoridad divina? Debemos, en arrepentimiento y humildad, hacer un balance sereno de todas las actividades de nuestra vida pasada, y tomar bien en cuenta la manera como estamos viviendo actualmente.
Debemos luego, en humildad y contrición, pedirle a Dios perdón por todo lo que hemos hecho que le haya causado desagrado como nuestro Creador. Luego debemos pedirle a su Hijo Jesucristo que entre a nuestra vida como Salvador, Dueño y Señor. Él nos dará su perdón si se lo pedimos. Basta con que le abramos nuestro corazón.
Uno dirá, esa persona era un delincuente, por ello vivía así, por ello se burlaba hasta de Dios mismo, pero, guardando las debidas proporciones ¿No estaremos haciendo usted y yo lo mismo?
Juan el Bautista jaló parejo con incrédulos y creyentes, a todos les dijo que tenían que arrepentirse: Lucas 3:7-8 Y decía a las multitudes que salían para ser bautizadas por él: ¡Oh generación de víboras! ¿Quién os enseñó a huir de la ira venidera? 8 Haced, pues, frutos dignos de arrepentimiento, y no comencéis a decir dentro de vosotros mismos: Tenemos a Abraham por padre porque os digo que Dios puede levantar hijos a Abraham aun de estas piedras.
Ahí miramos que les da duro a los que se creían la crema y nata de la vida religiosa, Nuestro padre es Abraham, una expresión de la alta espiritualidad, en aquellos entonces el decirse hijo de Abraham era lo máximo, era semejante a decir que eran hijos de Dios, pero Juan los pone en su lugar, lo mismo que posteriormente hace Jesús, Jesús no únicamente les dice que ellos no son hijos de Abraham sino del diablo. ¡Qué palabras!
Juan 8:39-44 Respondieron y le dijeron: Nuestro padre es Abraham. Jesús les dijo: Si fueseis hijos de Abraham, las obras de Abraham haríais. 40 Pero ahora procuráis matarme a mí, hombre que os he hablado la verdad, la cual he oído de Dios no hizo esto Abraham. 41 Vosotros hacéis las obras de vuestro padre. Entonces le dijeron: Nosotros no somos nacidos de fornicación un padre tenemos, que es Dios. 42 Jesús entonces les dijo: Si vuestro padre fuese Dios, ciertamente me amaríais porque yo de Dios he salido, y he venido pues no he venido de mí mismo, sino que él me envió. 43 ¿Por qué no entendéis mi lenguaje? Porque no podéis escuchar mi palabra. 44 Vosotros sois de vuestro padre el diablo, y los deseos de vuestro padre queréis hacer. El ha sido homicida desde el principio, y no ha permanecido en la verdad, porque no hay verdad en él. Cuando habla mentira, de suyo habla porque es mentiroso, y padre de mentira.
Traduciendo ese pasaje a nuestras propias vidas, nosotros decimos que Dios es nuestro Padre, que Jesús es nuestro Salvador, que somos cristianos y no hay ningún problema en decir esto.
El problema viene cuando nos decimos que somos y la realidad es que no lo somos. El problema viene cuando decimos conocer la verdad y no la vivimos. El problema viene cuando nos decimos hijos de Dios y en la vida diaria parecemos hijos del diablo.
No debemos engañarnos, si decimos que somos cristianos debemos vivir como tales, y si no vivimos como tales es que muy probablemente no nos hayamos arrepentido.
Cuando hay un verdadero arrepentimiento se comienzan a mirar las obras buenas, ese es el resultado del arrepentimiento:
Lucas 3:7-14 Y decía a las multitudes que salían para ser bautizadas por él: ¡Oh generación de víboras! ¿Quién os enseñó a huir de la ira venidera? 8 Haced, pues, frutos dignos de arrepentimiento, y no comencéis a decir dentro de vosotros mismos: Tenemos a Abraham por padre porque os digo que Dios puede levantar hijos a Abraham aun de estas piedras. 9 Y ya también el hacha está puesta a la raíz de los árboles por tanto, todo árbol que no da buen fruto se corta y se echa en el fuego. 10 Y la gente le preguntaba, diciendo: Entonces, ¿qué haremos? 11 Y respondiendo, les dijo: El que tiene dos túnicas, dé al que no tiene y el que tiene qué comer, haga lo mismo. 12 Vinieron también unos publicanos para ser bautizados, y le dijeron: Maestro, ¿qué haremos? 13 El les dijo: No exijáis más de lo que os está ordenado. 14 También le preguntaron unos soldados, diciendo: Y nosotros, ¿que haremos? Y les dijo: No hagáis extorsión a nadie, ni calumniéis y contentaos con vuestro salario.
Si nos acercamos a Jesús, se tienen que mirar frutos dignos de arrepentimiento, Mateo 3:8-9 Haced, pues, frutos dignos de arrepentimiento, 9 y no penséis decir dentro de vosotros mismos: A Abraham tenemos por padre porque yo os digo que Dios puede levantar hijos a Abraham aun de estas piedras.
No estoy hablando de personas perfectas, estoy hablando que si le llegamos a fallar a Dios, inmediatamente se pueda mirar un verdadero arrepentimiento. Que se miren los frutos de un verdadero arrepentimiento.
Qué se pueda mirar, que en verdad nos dolió el haber defraudado a Dios.
¿Cuántas y cuántas personas diariamente no han decidido seguir a Jesús y en sus vidas no hay ni siquiera un solo cambio? pero eso si, gritan a los cuatro vientos que ya son cristianos, que ya no asisten a la religión, que ya no adoran ídolos, pero eso no es el todo en la vida cristiana, porque de nada me sirve ya no postrarme ante los ídolos, si sigo postrándome ante el pecado.
De que me sirve ya no traer a la virgen de San Juan de los Lagos en mi cartera, si traigo bajo mi brazo a la mujer de mi prójimo.
De que me sirve ya no rezar, si abro la boca para maldecir.
De que me sirve haber conocido la verdad, si me sigo revolcando en el pecado.
De que nos sirve gritar que Dios es amor, si no amo a mi esposa, a mi esposo, a mis hijos, a mis hermanos.
De que me sirve haber encontrado el camino, la verdad y la vida, si no transito por ello.
Si en realidad nos hemos arrepentido, Dios nos pide fruto de ese arrepentimiento, No sobornar, no exigir mordida, no robar, estar contentos con nuestro salario, compartir de lo que tenemos, no mentir, no calumniar.
Lucas 3:10-14 Y la gente le preguntaba, diciendo: Entonces, ¿qué haremos? 11 Y respondiendo, les dijo: El que tiene dos túnicas, dé al que no tiene y el que tiene qué comer, haga lo mismo. (Ser generosos)12 Vinieron también unos publicanos para ser bautizados, y le dijeron: Maestro, ¿qué haremos? 13 El les dijo: No exijáis más de lo que os está ordenado. (Ser justos)14 También le preguntaron unos soldados, diciendo: Y nosotros, ¿que haremos? Y les dijo: No hagáis extorsión a nadie, (ser íntegros) ni calumniéis y contentaos con vuestro salario. (Ser agradecidos)
Nos decimos cristianos, pero muchas veces se sigue robando, se roba en el trabajo, se roba a papá, a mamá, a los hermanos, se queda uno con lo que nos prestan, la plancha, la licuadora, el dinero, se le llega a robar incluso a Dios, en diezmos y ofrendas, pero eso si ¡soy bien cristiano! Se grita soy libre, soy hijo de Dios, pero nuestro fruto más bien parece no de Dios, sino del diablo.
Una persona que estaba habituada a hacer el mal, cuando tiene un encuentro con el Señor, inmediatamente comienzan a notarse cambios en su vida, porque ha habido un verdadero arrepentimiento:
Lucas 19:1-10 Habiendo entrado Jesús en Jericó, iba pasando por la ciudad. 2 Y sucedió que un varón llamado Zaqueo, que era jefe de los publicanos, y rico, 3 procuraba ver quién era Jesús pero no podía a causa de la multitud, pues era pequeño de estatura. 4 Y corriendo delante, subió a un árbol sicómoro para verle porque había de pasar por allí. 5 Cuando Jesús llegó a aquel lugar, mirando hacia arriba, le vio, y le dijo: Zaqueo, date prisa, desciende, porque hoy es necesario que pose yo en tu casa. 6 Entonces él descendió aprisa, y le recibió gozoso. 7 Al ver esto, todos murmuraban, diciendo que había entrado a posar con un hombre pecador. 8 Entonces Zaqueo, puesto en pie, dijo al Señor: He aquí, Señor, la mitad de mis bienes doy a los pobres y si en algo he defraudado a alguno, se lo devuelvo cuadruplicado. 9 Jesús le dijo: Hoy ha venido la salvación a esta casa por cuanto él también es hijo de Abraham. 10 Porque el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido.
Ese es un verdadero arrepentimiento, se dio cuenta de su maldad, se dio cuneta de que había defraudado, y entonces cambio de actitud devolviendo no nada más lo que había defraudado, sino cuatro veces más.
Una persona que sigue defraudando en cualquier área y no devuelve nada de lo defraudado, ya no tanto cuadruplicado, esa persona no se ha arrepentido, esa persona aunque traiga Biblia bajo el brazo y aunque entre a una iglesia cristiana, sigue siendo un ladrón con apariencia de cristiano.
Pero Dios no viene por apariencias, sino por cristianos auténticos.
Zaqueo bien pudo haber recibido a Jesús y hasta ahí nada más, pero el dio frutos dignos de arrepentimiento y al ver esto Jesús entonces dice: Hoy ha venido la salvación a esta casa por cuanto él también es hijo de Abraham. 10 Porque el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido.
Conversión
Hace unos años, el cantante Russ Lee sacó una canción titulada [Yo sonrío]. Cuando uno descubre cómo cambió Jesucristo su vida se da cuenta por qué canta una canción que dice: "Yo sonrío cuando pienso en la manera en que Tú cambiaste mi vida. Sonrío cuando pienso en la felicidad que en Ti encontré."
Cuando Russ tenía 17 años, sus días fueron desperdiciados en las drogas, el alcohol, el aburrimiento y el dolor. Su vida estaba llena de problemas que él mismo se ocasionaba y de falta de esperanza. Un día, mientras escuchaba una vieja canción de rock titulada I Can''t Get No Satisfaction (No encuentro satisfacción), se dio cuenta de que la misma describía su vida. Dos días después, un amigo lo invitó a la iglesia. Allí Russ escuchó que la verdadera satisfacción viene de conocer a Jesucristo. Así que acudió a Él por fe.
Entonces, ¿qué fue lo primero que hizo Russ después de confiar en Cristo? Según el libro Touched By The Savior [Tocado por el Salvador], de Mike Yorkey, Russ dijo: "Regresé a mi auto. En el maletero había una bolsa de basura llena de drogas que yo había estado vendiendo.
Ya no voy a necesitar esto pensé, y tenía razón. Deseché la bolsa. Desde ese día, Dios transformó mi vida de adentro hacia afuera. Me convertí en una nueva criatura."
Pero los que decimos que ya nos hemos arrepentido ¿Qué hemos tirado a la basura?
Luego lo único que echamos a la basura es nuestro propio testimonio, pero no tiramos o no dejamos, el cigarro, el vino, las malas palabras, las maldiciones, no se deja a la amante, o al amante, no se deja la fornicación, no se deja de robar, de mentir, de chismear, o de calumniar.
Pero eso sí, somos cristianos, somos hijos del Gran Rey. Pero ¿Nos comportamos como sus hijos?
Una persona que se ha arrepentido, se vuelve a Dios con todo su corazón. No podemos decir que nos hemos arrepentido si seguimos metidos en el mismo pecado, y sin arrepentimiento no hay salvación: Dios nos pide frutos dignos de arrepentimiento: Lucas 1:15-17 porque será grande delante de Dios. No beberá vino ni sidra, y será lleno del Espíritu Santo, aun desde el vientre de su madre. 16 Y hará que muchos de los hijos de Israel se conviertan al Señor Dios de ellos. 17 E irá delante de él con el espíritu y el poder de Elías, para hacer volver los corazones de los padres a los hijos, y de los rebeldes a la prudencia de los justos, para preparar al Señor un pueblo bien dispuesto.
No volteemos a mirar a nuestro hermano, la palabra es para cada uno de nosotros de manera particular, entonces me debo preguntar, yo como pueblo de Dios, ¿Estoy bien dispuesto para El?
¿Qué tanto me interesa Dios? ¿De verdad amo estar en su casa? ¿Anhelo asistir a la iglesia? ¿En verdad quiero crecer en la vida espiritual? Si es así, se deben notar frutos dignos de arrepentimiento.
En ocasiones me da mucha tristeza, el mirar como algunas personas toman a la ligera las cosas de Dios, les urge bautizarse, para luego desaparecerse de la iglesia, y no tanto de la iglesia, que sería lo de menos si se congregaran en otro lugar, sino para volverse al mundo, y yo les digo a esas personas si te bautizaste, y tomaste a la ligera tu bautizo ese bautizo, fue pura pantalla, porque una persona que ha decidido bautizarse, es una persona que ha decidido consagrarse a las cosas de Dios, y se va a mirar en su asistencia y perseverancia en la iglesia, una persona que toma con ligereza las cosas de Dios, va a ser una persona faltista, que tendrá cualquier pretexto para no asistir. Una persona que se ha bautizado ha decidido renunciar a la vida pasada, mostrando con hechos un verdadero arrepentimiento, pero quien no se consagra a las cosas de Dios, considero que nada más está medio arrepentido:
Arrepentimiento nada más tenía una rodilla doblada
Guillermo Dawson refirió en cierta ocasión esta historia para ilustrar cuan humilde debe de mostrarse el alma antes de que pueda hallar la paz.
Dijo que en unos cultos de avivamiento, un jovencito que estaba acostumbrado a algunas usanzas de su denominación, dijo a su madre al volver de uno de los cultos: Madre, don Fulano de Tal, esta arrepentido y buscando la paz con Dios pero no la encontrara esta noche.
Y pregunto la madre:
¿Porque dices eso, hijo? -¡Ay mamá ¡Porque solo tenia doblada una rodilla, y no hallara la paz mientras no doble las dos.
Y en verdad, mientras la convicción de pecado no nos humille por completo, y hasta que perdamos toda confianza en nosotros mismos no podremos hallar al Salvador.
Si no hay un arrepentimiento genuino, que se muestre con frutos, jamás tendremos bonanza en nuestra vida, ni en la vida de nuestra familia, una persona que aparenta haberse arrepentido, es una persona que sigue metida en su pecado. Hechos 3:19 Así que, arrepentíos y convertíos, para que sean borrados vuestros pecados para que vengan de la presencia del Señor tiempos de refrigerio,
Si queremos esa salvación tan grande, ese perdón de pecados, esos tiempos de refrigerio, todos tenemos que entrar a la torre del arrepentimiento:
La torre del arrepentimiento (14-500)
En las cercanías de Castle Escocia, había una torre llamada “La Torre del Arrepentimiento”.
Se refiere que en cierta ocasión un varón inglés, al caminar cerca del castillo, vio a un pastorcito que estaba tendido sobre el césped y leyendo atentamente la Biblia.
¿Qué estás leyendo muchacho? Preguntó este señor.
La Biblia, respondió el niño.
¡La Biblia! Tú debes ser más sabio que el ministro ¿Verdad? ¿Puedes decirme cuál es el camino para ir al cielo?
En seguida el pastorcito, sin desconcertarse por el tono burlón de aquel hombre, repuso:
Si señor, si puedo: usted debe tomar el camino hacía aquella torre.
Este hombre se dio cuenta de que el niño había aprendido muy bien la lección de la Biblia, y después de pronunciar una maldición siguió su camino en silencio.
¿Ya hemos estado en “La Torre del Arrepentimiento? Si no… pues ya sabemos, debemos entrar en ella.
Si no hay un arrepentimiento genuino, no tendremos salvación, aunque traigamos la Biblia bajo el brazo, aunque nos hayamos bautizado, aunque prediquemos la Palabra.
Lucas 13:1-5 En este mismo tiempo estaban allí algunos que le contaban acerca de los galileos cuya sangre Pilato había mezclado con los sacrificios de ellos.2 Respondiendo Jesús, les dijo: ¿Pensáis que estos galileos, porque padecieron tales cosas, eran más pecadores que todos los galileos? 3 Os digo: No antes si no os arrepentís, todos pereceréis igualmente. 4 O aquellos dieciocho sobre los cuales cayó la torre en Siloé, y los mató, ¿pensáis que eran más culpables que todos los hombres que habitan en Jerusalén? 5 Os digo: No antes si no os arrepentís, todos pereceréis igualmente.
¿Y si no me arrepiento qué me pasa?
Arrepentimiento Pablo
«Les pregunto por última vez: ¿Se arrepienten de lo que han hecho?» Los catorce hombres y una mujer siguieron en silencio. El rostro del juez estaba tenso. También estaba tenso el rostro de todos los que se hallaban en ese tribunal.
Los catorce hombres y una mujer estaban acusados de espiar para países de occidente en Beirut, Líbano. El tribunal lo había convocado el Concilio Revolucionario Fatah. Y como todas esas quince personas se negaron a arrepentirse, el juez bajó el martillo, que era lo mismo que bajar el hacha: «Sean ejecutados, por no arrepentirse.»
Este caso tiene características eternas porque todo pecado, todo delito, toda fechoría, toda maldad cometida por cualquier persona en cualquier parte del mundo, recibe disminución del castigo si hay arrepentimiento. Pero si no hay evidencia de arrepentimiento, no.
El primer criminal que hubo en la tierra fue Caín, que mató a su hermano Abel. Con todo lo terrible que fue el crimen, Caín pudo haber recibido perdón si se hubiera arrepentido. Pero no se arrepintió, sino que le volvió la espalda a Dios, y se apartó de Dios para siempre.
Todo hombre, toda mujer, comete faltas más de una vez en la vida, a veces leves, a veces graves. Toda falta acarrea culpa. Y la culpa está ahí, pesando como plomo sobre el malhechor. Si la persona se arrepiente de lo que hizo, y pide perdón, lo recibe y siente la carga más ligera. De lo contrario, la carga se vuelve más pesada.
Cuando un niño comete una falta grave, una travesura muy seria, el padre con severidad le dice: «Tienes que arrepentirte y no hacerlo más.» Pero ¿qué del padre o de la madre que cometen una falta peor? ¿No deben arrepentirse ellos también?
El apóstol Pablo dice: Romanos 2:4-8 ¿O menosprecias las riquezas de su benignidad, paciencia y longanimidad, ignorando que su benignidad te guía al arrepentimiento? 5 Pero por tu dureza y por tu corazón no arrepentido, atesoras para ti mismo ira para el día de la ira y de la revelación del justo juicio de Dios, 6 el cual pagará a cada uno conforme a sus obras: 7 vida eterna a los que, perseverando en bien hacer, buscan gloria y honra e inmortalidad, 8 pero ira y enojo a los que son contenciosos y no obedecen a la verdad, sino que obedecen a la injusticia Dios puede perdonar a cualquier pecador. Pero debe haber arrepentimiento profundo, y fe en Jesucristo, el Salvador de todos.
Considero que la Palabra de Dios es muy clara, es contundente, y es para los que nos decimos cristianos, es para los que decimos habernos arrepentido, es para los que nos hemos bautizado, si no hay un arrepentimiento genuino, no hay salvación, repito aunque nos hayamos casado ante Dios o bautizado. Si no hay arrepentimiento, no hay perdón de pecados Hechos 2:38-40 Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados y recibiréis el don del Espíritu Santo. 39 Porque para vosotros es la promesa, y para vuestros hijos, y para todos los que están lejos para cuantos el Señor nuestro Dios llamare. 40 Y con otras muchas palabras testificaba y les exhortaba, diciendo: Sed salvos de esta perversa generación.
Bueno, la semana que entra ya me arrepiento, no posponga el arrepentimiento, no sabemos que dará el día de mañana, hoy el Señor nos está diciendo que si hay algo incorrecto es hora de arrepentirse, es hora de que se noten frutos dignos del arrepentimiento:
Nueve años para encontrarse así mismo Pablo
Fueron nueve años de su vida, quizá los nueve que pudieran haber sido los más productivos: de los veintisiete a los treinta y seis. Pero fueron nueve años que pasó en prisión. Y no sólo en prisión, sino en el pabellón de los condenados a muerte.
«Tuve que contemplar mi muerte durante nueve años —escribió David Mason— para comenzar a descifrar la vida. Nueve años para comprender el dolor que causé. Nueve años para aceptar responsabilidad por mis crímenes, y nueve años para sentir remordimiento por lo que hice.»
David Mason, quien había estrangulado a cinco personas, pagó su deuda a la sociedad en la cámara de gas un día martes, 24 de agosto. Joven todavía, terminó sus días con fuertes sentimientos encontrados, por un lado lamentando su vida perdida, pero por el otro dando gracias a Dios que había hallado la salvación de su alma. Porque durante esos nueve años encontró a Dios y comprendió la gran realidad ineludible de la justicia humana y la justicia divina.
Uno tiene que preguntarse: ¿Por qué tuvo David Mason que llegar a lo más hondo de su vida, hasta ser destruido, para allí darse cuenta de que la vida tiene valor y de que, sometidos a la voluntad divina, podemos vivir con dignidad?
No es necesario cometer un asesinato, ser condenado a muerte y cavilar durante años tras las rejas de una cárcel para comenzar a vivir de nuevo. En cualquier lugar y en cualquier momento podemos recapacitar y decidir someternos a la voluntad de Dios para disfrutar de la vida al máximo.
Todos nuestros problemas vienen como resultado de descuidar las leyes morales de Dios. «No codiciarás», «No hurtarás», «No darás falso testimonio», «Honra a tu padre y a tu madre», «No cometerás adulterio» y «No matarás» son leyes que se aplican a toda persona de todo tiempo y de todo lugar.
Siempre que cualquier persona —sea quien sea, tenga el trasfondo que tenga, viva donde viva y crea lo que crea— quebrante una o más de estas leyes, sufrirá las consecuencias. Aunque no quiera aceptarlas como ordenanzas divinas, como quiera, si las infringe, sufrirá las consecuencias. ¿Acaso tenemos que llegar a la cámara de gas para descubrir esa clara y visible verdad?
No tenemos que esperar hasta estar en el lecho de muerte para arrepentirnos. Ahora mismo podemos aceptar a Jesucristo como nuestro Señor. Él implantará sus divinas leyes en nuestra vida, e implantará en nosotros el deseo y la fuerza para cumplirlas.
1era de Pedro 4:1-5 Puesto que Cristo ha padecido por nosotros en la carne, vosotros también armaos del mismo pensamiento pues quien ha padecido en la carne, terminó con el pecado, 2 no vivir el tiempo que resta en la carne, conforme a las concupiscencias de los hombres, sino conforme a la voluntad de Dios. 3 Baste ya el tiempo pasado para haber hecho lo que agrada a los gentiles, andando en lascivias, concupiscencias, embriagueces, orgías, disipación y abominables idolatrías. 4 A éstos les parece cosa extraña que vosotros no corráis con ellos en el mismo desenfreno de disolución, y os ultrajan 5 pero ellos darán cuenta al que está preparado para juzgar a los vivos y a los muertos.
Efesios 4:28-32 El que hurtaba, no hurte más, sino trabaje, haciendo con sus manos lo que es bueno, para que tenga qué compartir con el que padece necesidad. 29 Ninguna palabra corrompida salga de vuestra boca, sino la que sea buena para la necesaria edificación, a fin de dar gracia a los oyentes. 30 Y no contristéis al Espíritu Santo de Dios, con el cual fuisteis sellados para el día de la redención. 31 Quítense de vosotros toda amargura, enojo, ira, gritería y maledicencia, y toda malicia. 32 Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo.
Efesios 5:1-4 Sed, pues, imitadores de Dios como hijos amados. 2 Y andad en amor, como también Cristo nos amó, y se entregó a sí mismo por nosotros, ofrenda y sacrificio a Dios en olor fragante. 3 Pero fornicación y toda inmundicia, o avaricia, ni aun se nombre entre vosotros, como conviene a santos 4 ni palabras deshonestas, ni necedades, ni truhanerías, que no convienen, sino antes bien acciones de gracias.
Termino con está reflexión:
La última cena Selah
"La Ultima Cena" fue pintada por Leonardo Da Vinci.
Se dice que el tiempo que le llevó terminar de pintar el cuadro fue de siete años y las figuras que le sirvieron como modelo para representar a los doce y al mismo Cristo fueron personas, escogiéndose primeramente a la figura que sería Judas Iscariote.
Recordarán que éste fue el apóstol que traicionó a su Maestro, por treinta monedas de plata. Semana tras semana Da Vinci buscó un rostro marcado por las huellas de la deshonestidad, avaricia, hipocresía, y crimen. Una cara que reflejara el carácter de alguien que traicionaría a su mejor amigo.
Después de pasar por muchas experiencias desalentadoras, en su búsqueda por el tipo de persona requerida para representar a Judas, una información vino a Da Vinci. Un hombre cuya apariencia satisfacía completamente todas las respuestas se había encontrado en Roma, sentenciado a morir por una vida de vileza y crimen.
Da Vinci emprendió el viaje sin demora a Roma y se llevó a este hombre de la prisión a plena luz de sol. Era un joven de piel obscura, sucio y su pelo lucía largo y descuidado. Representaba perfectamente el papel de Judas para su pintura.
Mediante un permiso especial del Rey, se trasladó al prisionero a Milán, donde se pintaría el cuadro. Durante meses este hombre posó para Da Vinci, que continuamente se esforzaba por plasmar en su pintura a este modelo.
Al terminar volvió la mirada a los guardias, y dijo "He terminado, se pueden llevar al prisionero".
Al llevárselo los guardias, el prisionero se soltó repentinamente y corrió hacia Da Vinci y llorando amargamente le dijo:
"Por Favor dame una oportunidad, verdaderamente me sentí Judas Iscariote, por la vida que he llevado. No me pagues nada, solamente déjame en libertad".
A Leonardo le sorprendió la cara de arrepentimiento de este hombre y lo dejó libre.
Aproximadamente durante seis años, Da Vinci continuó trabajando en su sublime obra de arte, uno a uno se seleccionaron los personajes cuyas características se asemejaran a las de los doce apóstoles, dejando de lado a la figura que representaría a Jesús, el cual sería el personaje más importante de su pintura.
Se examinaron detalladamente a ciertos jóvenes que podían representar a Jesús, esforzándose por encontrar un rostro cuya personalidad reflejara inocencia y pureza, que estuviera libre de las huellas del pecado, un rostro que emanara belleza.
Finalmente, después de semanas de intensa búsqueda, se seleccionó a un joven de 33 años de edad quien representaría a Cristo.
Durante seis meses Leonardo trabajó en el personaje principal de su obra.
Al terminar se acercó al joven para pagarle por sus servicios, pero éste no aceptándole el dinero y con una sonrisa le dijo:
¿Es que no me reconoces?
Da Vinci, sorprendido, le respondió negativamente:
"nunca te he visto, acepta este dinero".
¿Cómo podría cobrarte? -le dijo el joven. -Si hace seis años, me diste una oportunidad y yo la aproveché para entregársela a Cristo.
Hoy precisamente tenemos la cena del Señor, ¿Habrá en nosotros un verdadero arrepentimiento para poder participar de este hermoso memorial?
Si se está haciendo lo incorrecto ¿Nos pondremos a cuenta con el Señor?
Ezequiel 18:30-32 Por tanto, yo os juzgaré a cada uno según sus caminos, oh casa de Israel, dice Jehová el Señor. Convertíos, y apartaos de todas vuestras transgresiones, y no os será la iniquidad causa de ruina. 31 Echad de vosotros todas vuestras transgresiones con que habéis pecado, y haceos un corazón nuevo y un espíritu nuevo. ¿Por qué moriréis, casa de Israel? 32 Porque no quiero la muerte del que muere, dice Jehová el Señor convertíos, pues, y viviréis.
Mateo 3:2 y diciendo: Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado.
Curiosamente antes de que entrara a ejercer su ministerio nuestro Señor Jesucristo, Juan el Bautista le antecede predicando el arrepentimiento para perdón de pecados, la Escritura no nos dice que Juan el Bautista hubiese hecho ni un solo milagro, ni que hubiese prometido riqueza o prosperidad, ni una vida color de rosa, no escuchamos que hubiese predicado muy suavecito, con mucho tacto para no lastimar a los oyentes, el predicaba muy al contrario a lo que hoy en día solemos escuchar.
Lucas 3:7-14 Y decía a las multitudes que salían para ser bautizadas por él: ¡Oh generación de víboras! ¿Quién os enseñó a huir de la ira venidera? 8 Haced, pues, frutos dignos de arrepentimiento, y no comencéis a decir dentro de vosotros mismos: Tenemos a Abraham por padre porque os digo que Dios puede levantar hijos a Abraham aun de estas piedras. 9 Y ya también el hacha está puesta a la raíz de los árboles por tanto, todo árbol que no da buen fruto se corta y se echa en el fuego. 10 Y la gente le preguntaba, diciendo: Entonces, ¿qué haremos? 11 Y respondiendo, les dijo: El que tiene dos túnicas, dé al que no tiene y el que tiene qué comer, haga lo mismo. 12 Vinieron también unos publicanos para ser bautizados, y le dijeron: Maestro, ¿qué haremos? 13 El les dijo: No exijáis más de lo que os está ordenado. 14 También le preguntaron unos soldados, diciendo: Y nosotros, ¿que haremos? Y les dijo: No hagáis extorsión a nadie, ni calumniéis y contentaos con vuestro salario.
Juan pone en su lugar a las personas, les da una sacudida en todas las áreas para que no quepa la menor duda que el evangelio no es un juego, de que la vida cristiana no es un nuevo movimiento religioso, sacude a todos, tanto a los que se consideraban santos como a los que se consideraban pecadores.
El arrepentimiento es en realidad la entrada al reino, aunada a la decisión de recibir a Jesús, no hay uno sin el otro.
De nada me sirve arrepentirme si no tengo a Jesús como Señor de mi vida, y de nada me sirve decir que tengo a Jesús, como Señor de mi vida sino me he arrepentido.
La Escritura nos pone a cada uno en nuestro lugar, la Escritura nos hace ver nuestra realidad.
Muchas personas que si dicen seguidoras de Jesús, no se han arrepentido, únicamente llevan una vida religiosa, una vida de constante remordimiento, pero no de un verdadero arrepentimiento.
Antes de continuar miremos la diferencia entre remordimiento y arrepentimiento.
Remordimiento, significa pesar inquietud, desasosiego, que queda después de haber cometido una mala acción.
Remordimiento viene de la palabra remorder o sea volver a morder, traducido, es volver a repetir el mismo pecado.
Mientras que arrepentimiento viene de la palabra griega Metanoia que significa cambio de actitud o propósito en la vida.
De manera que una persona que únicamente tiene remordimiento volverá y volverá a cometer la misma o las mismas faltas o pecados, se sentirá incómodo, sentirá desosiego, le remorderá la conciencia pero no hará nada por no volver a pecar.
Una persona que no se ha arrepentido, hará burla o escarnio del mal que hace, una persona que no se ha arrepentido no tendrá ningún cambio significativo en su vida.
Una persona que no se ha arrepentido, se burla de cualquier tipo de autoridad, ya sea civil, religiosa o divina.
Arrepentimiento hno. Pablo
El hombre, joven, alto, fuerte, de frondosa barba negra y cabellera de león, se irguió cuan alto era. Abrió la boca y soltó la lengua. No era para pronunciar palabras suaves y floridas. Era para proferir insultos, obscenidades y bravatas. « ¡Deme nomás la pena de muerte!», gritaba. «Mándeme a la cámara de gas. ¡Dicte su maldita sentencia! ¿A mí qué me importa? Me río de usted, de su tribunal y de su jurado.»
El juez Gregory, tal como le tocaba, dejó caer el martillo y aplicó la pena de muerte, en la cámara de gas, a José Cornell, convicto de asesinato. Al pronunciar la sentencia citó un texto bíblico del sabio Salomón: « ¿Hasta cuándo, ustedes los insolentes, se complacerán en su insolencia?» (Proverbios 1:22).
A ese individuo, condenado a muerte por el brutal asesinato de su compañera de vida, no le importó que la persona de quien se burlaba tuviera la autoridad de dar o quitar la vida. Reír, burlándose en un momento tan serio como este, después de haber cometido un asesinato, es no sólo demostración de suma insensibilidad sino también de un total desprecio de responsabilidad como ser humano. «Si usted me aplica la pena de muerte —le había dicho al juez—, me reiré en su propia cara.»
Hay muchos que se portan como ese joven.
No que se burlen de un juez humano, sino que viven burlándose del Juez Supremo, sin tomar en cuenta que se están burlando del Único que puede dar y quitar la vida, y que tiene además el poder de echar el alma en el infierno. ¡Cuánta gente vive en total desprecio de Dios! ¡Cuántos son los que hacen caso omiso de sus leyes morales! ¡Cuántos insolentes viven pisoteando sus principios sagrados de vida y de conducta!
¿Cuál debe ser nuestra actitud ante la autoridad divina? Debemos, en arrepentimiento y humildad, hacer un balance sereno de todas las actividades de nuestra vida pasada, y tomar bien en cuenta la manera como estamos viviendo actualmente.
Debemos luego, en humildad y contrición, pedirle a Dios perdón por todo lo que hemos hecho que le haya causado desagrado como nuestro Creador. Luego debemos pedirle a su Hijo Jesucristo que entre a nuestra vida como Salvador, Dueño y Señor. Él nos dará su perdón si se lo pedimos. Basta con que le abramos nuestro corazón.
Uno dirá, esa persona era un delincuente, por ello vivía así, por ello se burlaba hasta de Dios mismo, pero, guardando las debidas proporciones ¿No estaremos haciendo usted y yo lo mismo?
Juan el Bautista jaló parejo con incrédulos y creyentes, a todos les dijo que tenían que arrepentirse: Lucas 3:7-8 Y decía a las multitudes que salían para ser bautizadas por él: ¡Oh generación de víboras! ¿Quién os enseñó a huir de la ira venidera? 8 Haced, pues, frutos dignos de arrepentimiento, y no comencéis a decir dentro de vosotros mismos: Tenemos a Abraham por padre porque os digo que Dios puede levantar hijos a Abraham aun de estas piedras.
Ahí miramos que les da duro a los que se creían la crema y nata de la vida religiosa, Nuestro padre es Abraham, una expresión de la alta espiritualidad, en aquellos entonces el decirse hijo de Abraham era lo máximo, era semejante a decir que eran hijos de Dios, pero Juan los pone en su lugar, lo mismo que posteriormente hace Jesús, Jesús no únicamente les dice que ellos no son hijos de Abraham sino del diablo. ¡Qué palabras!
Juan 8:39-44 Respondieron y le dijeron: Nuestro padre es Abraham. Jesús les dijo: Si fueseis hijos de Abraham, las obras de Abraham haríais. 40 Pero ahora procuráis matarme a mí, hombre que os he hablado la verdad, la cual he oído de Dios no hizo esto Abraham. 41 Vosotros hacéis las obras de vuestro padre. Entonces le dijeron: Nosotros no somos nacidos de fornicación un padre tenemos, que es Dios. 42 Jesús entonces les dijo: Si vuestro padre fuese Dios, ciertamente me amaríais porque yo de Dios he salido, y he venido pues no he venido de mí mismo, sino que él me envió. 43 ¿Por qué no entendéis mi lenguaje? Porque no podéis escuchar mi palabra. 44 Vosotros sois de vuestro padre el diablo, y los deseos de vuestro padre queréis hacer. El ha sido homicida desde el principio, y no ha permanecido en la verdad, porque no hay verdad en él. Cuando habla mentira, de suyo habla porque es mentiroso, y padre de mentira.
Traduciendo ese pasaje a nuestras propias vidas, nosotros decimos que Dios es nuestro Padre, que Jesús es nuestro Salvador, que somos cristianos y no hay ningún problema en decir esto.
El problema viene cuando nos decimos que somos y la realidad es que no lo somos. El problema viene cuando decimos conocer la verdad y no la vivimos. El problema viene cuando nos decimos hijos de Dios y en la vida diaria parecemos hijos del diablo.
No debemos engañarnos, si decimos que somos cristianos debemos vivir como tales, y si no vivimos como tales es que muy probablemente no nos hayamos arrepentido.
Cuando hay un verdadero arrepentimiento se comienzan a mirar las obras buenas, ese es el resultado del arrepentimiento:
Lucas 3:7-14 Y decía a las multitudes que salían para ser bautizadas por él: ¡Oh generación de víboras! ¿Quién os enseñó a huir de la ira venidera? 8 Haced, pues, frutos dignos de arrepentimiento, y no comencéis a decir dentro de vosotros mismos: Tenemos a Abraham por padre porque os digo que Dios puede levantar hijos a Abraham aun de estas piedras. 9 Y ya también el hacha está puesta a la raíz de los árboles por tanto, todo árbol que no da buen fruto se corta y se echa en el fuego. 10 Y la gente le preguntaba, diciendo: Entonces, ¿qué haremos? 11 Y respondiendo, les dijo: El que tiene dos túnicas, dé al que no tiene y el que tiene qué comer, haga lo mismo. 12 Vinieron también unos publicanos para ser bautizados, y le dijeron: Maestro, ¿qué haremos? 13 El les dijo: No exijáis más de lo que os está ordenado. 14 También le preguntaron unos soldados, diciendo: Y nosotros, ¿que haremos? Y les dijo: No hagáis extorsión a nadie, ni calumniéis y contentaos con vuestro salario.
Si nos acercamos a Jesús, se tienen que mirar frutos dignos de arrepentimiento, Mateo 3:8-9 Haced, pues, frutos dignos de arrepentimiento, 9 y no penséis decir dentro de vosotros mismos: A Abraham tenemos por padre porque yo os digo que Dios puede levantar hijos a Abraham aun de estas piedras.
No estoy hablando de personas perfectas, estoy hablando que si le llegamos a fallar a Dios, inmediatamente se pueda mirar un verdadero arrepentimiento. Que se miren los frutos de un verdadero arrepentimiento.
Qué se pueda mirar, que en verdad nos dolió el haber defraudado a Dios.
¿Cuántas y cuántas personas diariamente no han decidido seguir a Jesús y en sus vidas no hay ni siquiera un solo cambio? pero eso si, gritan a los cuatro vientos que ya son cristianos, que ya no asisten a la religión, que ya no adoran ídolos, pero eso no es el todo en la vida cristiana, porque de nada me sirve ya no postrarme ante los ídolos, si sigo postrándome ante el pecado.
De que me sirve ya no traer a la virgen de San Juan de los Lagos en mi cartera, si traigo bajo mi brazo a la mujer de mi prójimo.
De que me sirve ya no rezar, si abro la boca para maldecir.
De que me sirve haber conocido la verdad, si me sigo revolcando en el pecado.
De que nos sirve gritar que Dios es amor, si no amo a mi esposa, a mi esposo, a mis hijos, a mis hermanos.
De que me sirve haber encontrado el camino, la verdad y la vida, si no transito por ello.
Si en realidad nos hemos arrepentido, Dios nos pide fruto de ese arrepentimiento, No sobornar, no exigir mordida, no robar, estar contentos con nuestro salario, compartir de lo que tenemos, no mentir, no calumniar.
Lucas 3:10-14 Y la gente le preguntaba, diciendo: Entonces, ¿qué haremos? 11 Y respondiendo, les dijo: El que tiene dos túnicas, dé al que no tiene y el que tiene qué comer, haga lo mismo. (Ser generosos)12 Vinieron también unos publicanos para ser bautizados, y le dijeron: Maestro, ¿qué haremos? 13 El les dijo: No exijáis más de lo que os está ordenado. (Ser justos)14 También le preguntaron unos soldados, diciendo: Y nosotros, ¿que haremos? Y les dijo: No hagáis extorsión a nadie, (ser íntegros) ni calumniéis y contentaos con vuestro salario. (Ser agradecidos)
Nos decimos cristianos, pero muchas veces se sigue robando, se roba en el trabajo, se roba a papá, a mamá, a los hermanos, se queda uno con lo que nos prestan, la plancha, la licuadora, el dinero, se le llega a robar incluso a Dios, en diezmos y ofrendas, pero eso si ¡soy bien cristiano! Se grita soy libre, soy hijo de Dios, pero nuestro fruto más bien parece no de Dios, sino del diablo.
Una persona que estaba habituada a hacer el mal, cuando tiene un encuentro con el Señor, inmediatamente comienzan a notarse cambios en su vida, porque ha habido un verdadero arrepentimiento:
Lucas 19:1-10 Habiendo entrado Jesús en Jericó, iba pasando por la ciudad. 2 Y sucedió que un varón llamado Zaqueo, que era jefe de los publicanos, y rico, 3 procuraba ver quién era Jesús pero no podía a causa de la multitud, pues era pequeño de estatura. 4 Y corriendo delante, subió a un árbol sicómoro para verle porque había de pasar por allí. 5 Cuando Jesús llegó a aquel lugar, mirando hacia arriba, le vio, y le dijo: Zaqueo, date prisa, desciende, porque hoy es necesario que pose yo en tu casa. 6 Entonces él descendió aprisa, y le recibió gozoso. 7 Al ver esto, todos murmuraban, diciendo que había entrado a posar con un hombre pecador. 8 Entonces Zaqueo, puesto en pie, dijo al Señor: He aquí, Señor, la mitad de mis bienes doy a los pobres y si en algo he defraudado a alguno, se lo devuelvo cuadruplicado. 9 Jesús le dijo: Hoy ha venido la salvación a esta casa por cuanto él también es hijo de Abraham. 10 Porque el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido.
Ese es un verdadero arrepentimiento, se dio cuenta de su maldad, se dio cuneta de que había defraudado, y entonces cambio de actitud devolviendo no nada más lo que había defraudado, sino cuatro veces más.
Una persona que sigue defraudando en cualquier área y no devuelve nada de lo defraudado, ya no tanto cuadruplicado, esa persona no se ha arrepentido, esa persona aunque traiga Biblia bajo el brazo y aunque entre a una iglesia cristiana, sigue siendo un ladrón con apariencia de cristiano.
Pero Dios no viene por apariencias, sino por cristianos auténticos.
Zaqueo bien pudo haber recibido a Jesús y hasta ahí nada más, pero el dio frutos dignos de arrepentimiento y al ver esto Jesús entonces dice: Hoy ha venido la salvación a esta casa por cuanto él también es hijo de Abraham. 10 Porque el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido.
Conversión
Hace unos años, el cantante Russ Lee sacó una canción titulada [Yo sonrío]. Cuando uno descubre cómo cambió Jesucristo su vida se da cuenta por qué canta una canción que dice: "Yo sonrío cuando pienso en la manera en que Tú cambiaste mi vida. Sonrío cuando pienso en la felicidad que en Ti encontré."
Cuando Russ tenía 17 años, sus días fueron desperdiciados en las drogas, el alcohol, el aburrimiento y el dolor. Su vida estaba llena de problemas que él mismo se ocasionaba y de falta de esperanza. Un día, mientras escuchaba una vieja canción de rock titulada I Can''t Get No Satisfaction (No encuentro satisfacción), se dio cuenta de que la misma describía su vida. Dos días después, un amigo lo invitó a la iglesia. Allí Russ escuchó que la verdadera satisfacción viene de conocer a Jesucristo. Así que acudió a Él por fe.
Entonces, ¿qué fue lo primero que hizo Russ después de confiar en Cristo? Según el libro Touched By The Savior [Tocado por el Salvador], de Mike Yorkey, Russ dijo: "Regresé a mi auto. En el maletero había una bolsa de basura llena de drogas que yo había estado vendiendo.
Ya no voy a necesitar esto pensé, y tenía razón. Deseché la bolsa. Desde ese día, Dios transformó mi vida de adentro hacia afuera. Me convertí en una nueva criatura."
Pero los que decimos que ya nos hemos arrepentido ¿Qué hemos tirado a la basura?
Luego lo único que echamos a la basura es nuestro propio testimonio, pero no tiramos o no dejamos, el cigarro, el vino, las malas palabras, las maldiciones, no se deja a la amante, o al amante, no se deja la fornicación, no se deja de robar, de mentir, de chismear, o de calumniar.
Pero eso sí, somos cristianos, somos hijos del Gran Rey. Pero ¿Nos comportamos como sus hijos?
Una persona que se ha arrepentido, se vuelve a Dios con todo su corazón. No podemos decir que nos hemos arrepentido si seguimos metidos en el mismo pecado, y sin arrepentimiento no hay salvación: Dios nos pide frutos dignos de arrepentimiento: Lucas 1:15-17 porque será grande delante de Dios. No beberá vino ni sidra, y será lleno del Espíritu Santo, aun desde el vientre de su madre. 16 Y hará que muchos de los hijos de Israel se conviertan al Señor Dios de ellos. 17 E irá delante de él con el espíritu y el poder de Elías, para hacer volver los corazones de los padres a los hijos, y de los rebeldes a la prudencia de los justos, para preparar al Señor un pueblo bien dispuesto.
No volteemos a mirar a nuestro hermano, la palabra es para cada uno de nosotros de manera particular, entonces me debo preguntar, yo como pueblo de Dios, ¿Estoy bien dispuesto para El?
¿Qué tanto me interesa Dios? ¿De verdad amo estar en su casa? ¿Anhelo asistir a la iglesia? ¿En verdad quiero crecer en la vida espiritual? Si es así, se deben notar frutos dignos de arrepentimiento.
En ocasiones me da mucha tristeza, el mirar como algunas personas toman a la ligera las cosas de Dios, les urge bautizarse, para luego desaparecerse de la iglesia, y no tanto de la iglesia, que sería lo de menos si se congregaran en otro lugar, sino para volverse al mundo, y yo les digo a esas personas si te bautizaste, y tomaste a la ligera tu bautizo ese bautizo, fue pura pantalla, porque una persona que ha decidido bautizarse, es una persona que ha decidido consagrarse a las cosas de Dios, y se va a mirar en su asistencia y perseverancia en la iglesia, una persona que toma con ligereza las cosas de Dios, va a ser una persona faltista, que tendrá cualquier pretexto para no asistir. Una persona que se ha bautizado ha decidido renunciar a la vida pasada, mostrando con hechos un verdadero arrepentimiento, pero quien no se consagra a las cosas de Dios, considero que nada más está medio arrepentido:
Arrepentimiento nada más tenía una rodilla doblada
Guillermo Dawson refirió en cierta ocasión esta historia para ilustrar cuan humilde debe de mostrarse el alma antes de que pueda hallar la paz.
Dijo que en unos cultos de avivamiento, un jovencito que estaba acostumbrado a algunas usanzas de su denominación, dijo a su madre al volver de uno de los cultos: Madre, don Fulano de Tal, esta arrepentido y buscando la paz con Dios pero no la encontrara esta noche.
Y pregunto la madre:
¿Porque dices eso, hijo? -¡Ay mamá ¡Porque solo tenia doblada una rodilla, y no hallara la paz mientras no doble las dos.
Y en verdad, mientras la convicción de pecado no nos humille por completo, y hasta que perdamos toda confianza en nosotros mismos no podremos hallar al Salvador.
Si no hay un arrepentimiento genuino, que se muestre con frutos, jamás tendremos bonanza en nuestra vida, ni en la vida de nuestra familia, una persona que aparenta haberse arrepentido, es una persona que sigue metida en su pecado. Hechos 3:19 Así que, arrepentíos y convertíos, para que sean borrados vuestros pecados para que vengan de la presencia del Señor tiempos de refrigerio,
Si queremos esa salvación tan grande, ese perdón de pecados, esos tiempos de refrigerio, todos tenemos que entrar a la torre del arrepentimiento:
La torre del arrepentimiento (14-500)
En las cercanías de Castle Escocia, había una torre llamada “La Torre del Arrepentimiento”.
Se refiere que en cierta ocasión un varón inglés, al caminar cerca del castillo, vio a un pastorcito que estaba tendido sobre el césped y leyendo atentamente la Biblia.
¿Qué estás leyendo muchacho? Preguntó este señor.
La Biblia, respondió el niño.
¡La Biblia! Tú debes ser más sabio que el ministro ¿Verdad? ¿Puedes decirme cuál es el camino para ir al cielo?
En seguida el pastorcito, sin desconcertarse por el tono burlón de aquel hombre, repuso:
Si señor, si puedo: usted debe tomar el camino hacía aquella torre.
Este hombre se dio cuenta de que el niño había aprendido muy bien la lección de la Biblia, y después de pronunciar una maldición siguió su camino en silencio.
¿Ya hemos estado en “La Torre del Arrepentimiento? Si no… pues ya sabemos, debemos entrar en ella.
Si no hay un arrepentimiento genuino, no tendremos salvación, aunque traigamos la Biblia bajo el brazo, aunque nos hayamos bautizado, aunque prediquemos la Palabra.
Lucas 13:1-5 En este mismo tiempo estaban allí algunos que le contaban acerca de los galileos cuya sangre Pilato había mezclado con los sacrificios de ellos.2 Respondiendo Jesús, les dijo: ¿Pensáis que estos galileos, porque padecieron tales cosas, eran más pecadores que todos los galileos? 3 Os digo: No antes si no os arrepentís, todos pereceréis igualmente. 4 O aquellos dieciocho sobre los cuales cayó la torre en Siloé, y los mató, ¿pensáis que eran más culpables que todos los hombres que habitan en Jerusalén? 5 Os digo: No antes si no os arrepentís, todos pereceréis igualmente.
¿Y si no me arrepiento qué me pasa?
Arrepentimiento Pablo
«Les pregunto por última vez: ¿Se arrepienten de lo que han hecho?» Los catorce hombres y una mujer siguieron en silencio. El rostro del juez estaba tenso. También estaba tenso el rostro de todos los que se hallaban en ese tribunal.
Los catorce hombres y una mujer estaban acusados de espiar para países de occidente en Beirut, Líbano. El tribunal lo había convocado el Concilio Revolucionario Fatah. Y como todas esas quince personas se negaron a arrepentirse, el juez bajó el martillo, que era lo mismo que bajar el hacha: «Sean ejecutados, por no arrepentirse.»
Este caso tiene características eternas porque todo pecado, todo delito, toda fechoría, toda maldad cometida por cualquier persona en cualquier parte del mundo, recibe disminución del castigo si hay arrepentimiento. Pero si no hay evidencia de arrepentimiento, no.
El primer criminal que hubo en la tierra fue Caín, que mató a su hermano Abel. Con todo lo terrible que fue el crimen, Caín pudo haber recibido perdón si se hubiera arrepentido. Pero no se arrepintió, sino que le volvió la espalda a Dios, y se apartó de Dios para siempre.
Todo hombre, toda mujer, comete faltas más de una vez en la vida, a veces leves, a veces graves. Toda falta acarrea culpa. Y la culpa está ahí, pesando como plomo sobre el malhechor. Si la persona se arrepiente de lo que hizo, y pide perdón, lo recibe y siente la carga más ligera. De lo contrario, la carga se vuelve más pesada.
Cuando un niño comete una falta grave, una travesura muy seria, el padre con severidad le dice: «Tienes que arrepentirte y no hacerlo más.» Pero ¿qué del padre o de la madre que cometen una falta peor? ¿No deben arrepentirse ellos también?
El apóstol Pablo dice: Romanos 2:4-8 ¿O menosprecias las riquezas de su benignidad, paciencia y longanimidad, ignorando que su benignidad te guía al arrepentimiento? 5 Pero por tu dureza y por tu corazón no arrepentido, atesoras para ti mismo ira para el día de la ira y de la revelación del justo juicio de Dios, 6 el cual pagará a cada uno conforme a sus obras: 7 vida eterna a los que, perseverando en bien hacer, buscan gloria y honra e inmortalidad, 8 pero ira y enojo a los que son contenciosos y no obedecen a la verdad, sino que obedecen a la injusticia Dios puede perdonar a cualquier pecador. Pero debe haber arrepentimiento profundo, y fe en Jesucristo, el Salvador de todos.
Considero que la Palabra de Dios es muy clara, es contundente, y es para los que nos decimos cristianos, es para los que decimos habernos arrepentido, es para los que nos hemos bautizado, si no hay un arrepentimiento genuino, no hay salvación, repito aunque nos hayamos casado ante Dios o bautizado. Si no hay arrepentimiento, no hay perdón de pecados Hechos 2:38-40 Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados y recibiréis el don del Espíritu Santo. 39 Porque para vosotros es la promesa, y para vuestros hijos, y para todos los que están lejos para cuantos el Señor nuestro Dios llamare. 40 Y con otras muchas palabras testificaba y les exhortaba, diciendo: Sed salvos de esta perversa generación.
Bueno, la semana que entra ya me arrepiento, no posponga el arrepentimiento, no sabemos que dará el día de mañana, hoy el Señor nos está diciendo que si hay algo incorrecto es hora de arrepentirse, es hora de que se noten frutos dignos del arrepentimiento:
Nueve años para encontrarse así mismo Pablo
Fueron nueve años de su vida, quizá los nueve que pudieran haber sido los más productivos: de los veintisiete a los treinta y seis. Pero fueron nueve años que pasó en prisión. Y no sólo en prisión, sino en el pabellón de los condenados a muerte.
«Tuve que contemplar mi muerte durante nueve años —escribió David Mason— para comenzar a descifrar la vida. Nueve años para comprender el dolor que causé. Nueve años para aceptar responsabilidad por mis crímenes, y nueve años para sentir remordimiento por lo que hice.»
David Mason, quien había estrangulado a cinco personas, pagó su deuda a la sociedad en la cámara de gas un día martes, 24 de agosto. Joven todavía, terminó sus días con fuertes sentimientos encontrados, por un lado lamentando su vida perdida, pero por el otro dando gracias a Dios que había hallado la salvación de su alma. Porque durante esos nueve años encontró a Dios y comprendió la gran realidad ineludible de la justicia humana y la justicia divina.
Uno tiene que preguntarse: ¿Por qué tuvo David Mason que llegar a lo más hondo de su vida, hasta ser destruido, para allí darse cuenta de que la vida tiene valor y de que, sometidos a la voluntad divina, podemos vivir con dignidad?
No es necesario cometer un asesinato, ser condenado a muerte y cavilar durante años tras las rejas de una cárcel para comenzar a vivir de nuevo. En cualquier lugar y en cualquier momento podemos recapacitar y decidir someternos a la voluntad de Dios para disfrutar de la vida al máximo.
Todos nuestros problemas vienen como resultado de descuidar las leyes morales de Dios. «No codiciarás», «No hurtarás», «No darás falso testimonio», «Honra a tu padre y a tu madre», «No cometerás adulterio» y «No matarás» son leyes que se aplican a toda persona de todo tiempo y de todo lugar.
Siempre que cualquier persona —sea quien sea, tenga el trasfondo que tenga, viva donde viva y crea lo que crea— quebrante una o más de estas leyes, sufrirá las consecuencias. Aunque no quiera aceptarlas como ordenanzas divinas, como quiera, si las infringe, sufrirá las consecuencias. ¿Acaso tenemos que llegar a la cámara de gas para descubrir esa clara y visible verdad?
No tenemos que esperar hasta estar en el lecho de muerte para arrepentirnos. Ahora mismo podemos aceptar a Jesucristo como nuestro Señor. Él implantará sus divinas leyes en nuestra vida, e implantará en nosotros el deseo y la fuerza para cumplirlas.
1era de Pedro 4:1-5 Puesto que Cristo ha padecido por nosotros en la carne, vosotros también armaos del mismo pensamiento pues quien ha padecido en la carne, terminó con el pecado, 2 no vivir el tiempo que resta en la carne, conforme a las concupiscencias de los hombres, sino conforme a la voluntad de Dios. 3 Baste ya el tiempo pasado para haber hecho lo que agrada a los gentiles, andando en lascivias, concupiscencias, embriagueces, orgías, disipación y abominables idolatrías. 4 A éstos les parece cosa extraña que vosotros no corráis con ellos en el mismo desenfreno de disolución, y os ultrajan 5 pero ellos darán cuenta al que está preparado para juzgar a los vivos y a los muertos.
Efesios 4:28-32 El que hurtaba, no hurte más, sino trabaje, haciendo con sus manos lo que es bueno, para que tenga qué compartir con el que padece necesidad. 29 Ninguna palabra corrompida salga de vuestra boca, sino la que sea buena para la necesaria edificación, a fin de dar gracia a los oyentes. 30 Y no contristéis al Espíritu Santo de Dios, con el cual fuisteis sellados para el día de la redención. 31 Quítense de vosotros toda amargura, enojo, ira, gritería y maledicencia, y toda malicia. 32 Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo.
Efesios 5:1-4 Sed, pues, imitadores de Dios como hijos amados. 2 Y andad en amor, como también Cristo nos amó, y se entregó a sí mismo por nosotros, ofrenda y sacrificio a Dios en olor fragante. 3 Pero fornicación y toda inmundicia, o avaricia, ni aun se nombre entre vosotros, como conviene a santos 4 ni palabras deshonestas, ni necedades, ni truhanerías, que no convienen, sino antes bien acciones de gracias.
Termino con está reflexión:
La última cena Selah
"La Ultima Cena" fue pintada por Leonardo Da Vinci.
Se dice que el tiempo que le llevó terminar de pintar el cuadro fue de siete años y las figuras que le sirvieron como modelo para representar a los doce y al mismo Cristo fueron personas, escogiéndose primeramente a la figura que sería Judas Iscariote.
Recordarán que éste fue el apóstol que traicionó a su Maestro, por treinta monedas de plata. Semana tras semana Da Vinci buscó un rostro marcado por las huellas de la deshonestidad, avaricia, hipocresía, y crimen. Una cara que reflejara el carácter de alguien que traicionaría a su mejor amigo.
Después de pasar por muchas experiencias desalentadoras, en su búsqueda por el tipo de persona requerida para representar a Judas, una información vino a Da Vinci. Un hombre cuya apariencia satisfacía completamente todas las respuestas se había encontrado en Roma, sentenciado a morir por una vida de vileza y crimen.
Da Vinci emprendió el viaje sin demora a Roma y se llevó a este hombre de la prisión a plena luz de sol. Era un joven de piel obscura, sucio y su pelo lucía largo y descuidado. Representaba perfectamente el papel de Judas para su pintura.
Mediante un permiso especial del Rey, se trasladó al prisionero a Milán, donde se pintaría el cuadro. Durante meses este hombre posó para Da Vinci, que continuamente se esforzaba por plasmar en su pintura a este modelo.
Al terminar volvió la mirada a los guardias, y dijo "He terminado, se pueden llevar al prisionero".
Al llevárselo los guardias, el prisionero se soltó repentinamente y corrió hacia Da Vinci y llorando amargamente le dijo:
"Por Favor dame una oportunidad, verdaderamente me sentí Judas Iscariote, por la vida que he llevado. No me pagues nada, solamente déjame en libertad".
A Leonardo le sorprendió la cara de arrepentimiento de este hombre y lo dejó libre.
Aproximadamente durante seis años, Da Vinci continuó trabajando en su sublime obra de arte, uno a uno se seleccionaron los personajes cuyas características se asemejaran a las de los doce apóstoles, dejando de lado a la figura que representaría a Jesús, el cual sería el personaje más importante de su pintura.
Se examinaron detalladamente a ciertos jóvenes que podían representar a Jesús, esforzándose por encontrar un rostro cuya personalidad reflejara inocencia y pureza, que estuviera libre de las huellas del pecado, un rostro que emanara belleza.
Finalmente, después de semanas de intensa búsqueda, se seleccionó a un joven de 33 años de edad quien representaría a Cristo.
Durante seis meses Leonardo trabajó en el personaje principal de su obra.
Al terminar se acercó al joven para pagarle por sus servicios, pero éste no aceptándole el dinero y con una sonrisa le dijo:
¿Es que no me reconoces?
Da Vinci, sorprendido, le respondió negativamente:
"nunca te he visto, acepta este dinero".
¿Cómo podría cobrarte? -le dijo el joven. -Si hace seis años, me diste una oportunidad y yo la aproveché para entregársela a Cristo.
Hoy precisamente tenemos la cena del Señor, ¿Habrá en nosotros un verdadero arrepentimiento para poder participar de este hermoso memorial?
Si se está haciendo lo incorrecto ¿Nos pondremos a cuenta con el Señor?
Ezequiel 18:30-32 Por tanto, yo os juzgaré a cada uno según sus caminos, oh casa de Israel, dice Jehová el Señor. Convertíos, y apartaos de todas vuestras transgresiones, y no os será la iniquidad causa de ruina. 31 Echad de vosotros todas vuestras transgresiones con que habéis pecado, y haceos un corazón nuevo y un espíritu nuevo. ¿Por qué moriréis, casa de Israel? 32 Porque no quiero la muerte del que muere, dice Jehová el Señor convertíos, pues, y viviréis.