El amor nunca deja de ser
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I Cor. 13: 4-8
Una madre es siempre
sufrida con sus hijos.
¿Cuantas veces se fue,
con los zapatos viejos,
a comprarle a su hijo
un regalo, un capricho?
Siempre buena con él,
aún cuando no lo merezca.
¿Cómo puede una madre
envidiar a su hijo?
Ella sólo se envanece
de los triunfos que él logra.
Siempre es el mejor,
el más guapo, el más listo,
el niño más despierto,
el mejor de los hombres.
La madre nunca da
un mal ejemplo al hijo
no se pone primero
que el hijo en ningún caso,
y, aún si le regaña
cuando comete errores,
le duele más a ella
que al hijo castigado.
No hay falta de su hijo
que no se olvide pronto
y siempre habrá un premio
cuando se porte bien.
Si el hijo es caprichoso,
egoísta o soberbio,
la madre le disculpa,
le perdona y le cree.
"La madre es siempre madre,
nunca deja de ser".
Hoy quiero darle gracias
a Dios, Señor del Cielo,
por cuanto me dio muestras
de su infinito amor
y, aún cuando yo era atea,
me dio muestras palpables:
El amor de mi madre.
¡Muchas gracias, Señor!
Una madre es siempre
sufrida con sus hijos.
¿Cuantas veces se fue,
con los zapatos viejos,
a comprarle a su hijo
un regalo, un capricho?
Siempre buena con él,
aún cuando no lo merezca.
¿Cómo puede una madre
envidiar a su hijo?
Ella sólo se envanece
de los triunfos que él logra.
Siempre es el mejor,
el más guapo, el más listo,
el niño más despierto,
el mejor de los hombres.
La madre nunca da
un mal ejemplo al hijo
no se pone primero
que el hijo en ningún caso,
y, aún si le regaña
cuando comete errores,
le duele más a ella
que al hijo castigado.
No hay falta de su hijo
que no se olvide pronto
y siempre habrá un premio
cuando se porte bien.
Si el hijo es caprichoso,
egoísta o soberbio,
la madre le disculpa,
le perdona y le cree.
"La madre es siempre madre,
nunca deja de ser".
Hoy quiero darle gracias
a Dios, Señor del Cielo,
por cuanto me dio muestras
de su infinito amor
y, aún cuando yo era atea,
me dio muestras palpables:
El amor de mi madre.
¡Muchas gracias, Señor!