Disciplina de la oración
La oración real es algo que se aprende. Los discípulos le pidieron a Jesús: "Señor, enséñanos a orar" (Lucas 11:1). Ellos habían orado toda la vida y, sin embargo, algo relacionado con la calidad y el tiempo en la oración de Jesús hizo que ellos comprendieran lo poco que sabían acerca de la misma. Si la oración de ellos había de producir alguna diferencia en el escenario humano, necesitaban aprender algunas cosas.
Una de las experiencias liberadoras de mi vida vino cuando entendí que la oración envolvía un proceso de aprendizaje. Yo me sentí libre para preguntar, para experimentar y aun para fracasar, pues comprendí que estaba aprendiendo. Durante años yo había orado por todo y con gran intensidad, pero sólo había tenido un éxito marginal. Pero entonces entendí que era posible que yo estuviera haciendo algunas cosas erradas, y que podía aprender de una manera diferente. Tomé los Evangelios y corté todas las referencias a la oración y las pegué en hojas de papel. Cuando pude leer de una sola sentada la enseñanza del Nuevo
Testamento sobre la oración, quedé conmovido. Las excusas y explicaciones que se me habían enseñado con respecto a las oraciones no contestadas estaban erradas, o las palabras de Jesús estaban equivocadas. Decidí aprender a orar para que mi experiencia se conformara con las palabras de Jesús, en vez de tratar de hacer que sus palabras se conformaran a mi escasa experiencia.