Dios me hizo único

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Esta lección forma parte de un ciclo preparado por el Departamento de Programa y Misión de la Iglesia Presbiteriana-Reformada en Cuba, para la Escuela Bíblica de Vacaciones 2002, escrita por Heidi Arencibia.


Lección para niños/as de 9 a 11 años

Propósitos

Comprender que Dios nos conoce desde antes de nacer y que somos importantes para él.

Reconocer que somos únicos y especiales delante de Dios.

Aprender a aceptarnos y a descubrir y valorar las cosas hermosas que Dios nos ha dado.

Texto bíblico para recordar

"Tú mismo me hiciste y me formaste; ¡dame inteligencia para aprender tus mandamientos!" (Salmo 119,73 -versión Dios habla hoy)

Introducción

Salude a los alumnos y alumnas y tenga un momento de oración.
Traiga a la clase barro o plastilina para modelar. Pida que cada cual modele un animalito. Déjelos que se expresen en relación con su "obra". Pregunte cuántos se equivocaron y tuvieron que empezar de
nuevo. ¿Cómo lo hicieron? Tenga palabras de reconocimiento por el esfuerzo que realizaron.

Sugerencias para el desarrollo

Una persona representando al profeta Jeremías visitará la clase y conversará con los alumnos/as relacionando los pasajes bíblicos de Jeremías 18,1-6 y 1,4-8. Prepare con antelación a esta persona, debe venir vestida la usanza de la época bíblica y estar muy bien preparada para el diálogo que se desea lograr. La frase enlace entre
la introducción y el desarrollo la dará el &
"profeta" en su diálogo, para lo cual sugerimos este orden:

Jeremías se presentará "como el profeta Jeremías, hijo del sacerdote Hilcías que nació en Anatot y profetizó mayormente en
Jerusalén".

Debe acercarse a los trabajos hechos por los alumnos, interesarse por el modelado y así introducirá el símbolo del alfarero y el
barro como algo que le sucedió a él.
Mostrará algún recipiente de barro. Preguntará cómo se hace.
Explicará que aquellos que trabajan con barro se les llama alfareros.

Comentará el pasaje de Jer 18,1-6, explicando que un día Dios le invitó a visitar la casa de un alfarero. Narra lo que él vio allí, cómo el alfarero cuando una pieza le salía mal la arreglaba antes de
colocarla en el horno.

Destacará la semejanza que hay entre Dios y un alfarero, él nos forma, y nos conoce desde antes de nosotros nacer. Dios obra en
nosotros de manera que podamos ser mejores cada día.
Jeremías dice que lo mismo sucedió con él. Invita a leer Jer 1,4-8

Dios me conocía desde antes de nacer, y me formó y me preparó para ser un profeta.

De la misma manera Dios hizo con cada uno de ustedes y los está preparando para servirle a Él de muchas maneras: como hijos e hijas, como estudiantes, como trabajadores, en la iglesia, etc.

Como el alfarero fue modelando el barro, así Dios me modeló a mí para que fuera profeta desde muy joven, invitando al pueblo a amar a Dios. Pero también Dios te ha modelado a ti con amor para servir a los demás.

En este momento Jeremías se despide de la clase.

Actividades relacionadas con la historia bíblica

Localice con los alumnos en un mapa bíblico la ciudad de Jerusalén, principal escenario donde profetizó Jeremías.
Marque en una línea del tiempo AC y DC, explicar que Cristo marca el final de la era antigua (antes de Cristo) y el inicio de la era actual (después de Cristo). Por eso señalamos de esa manera los años para diferenciarlos. Explicar cómo ubicamos los años en la época actual. Invíteles a señalar el día de hoy. Luego ubique la fecha en
que vivió Jeremías, entre 650-609 AC.

Realice preguntas en relación con la conversación del "profeta" que visitó la clase con los alumnos:

¿qué piensas acerca de la "palabra del Señor" que vino a Jeremías:

a) era una voz desde las nubes?
b) era una voz con sonido humano?
c) era una voz interior?,

¿cómo crees que se sintió Jeremías al escuchar la voz de Dios?,

¿qué edad tenía Jeremías?

¿qué dijo Dios a Jeremías para confirmar su
llamamiento (vv. 7-8)?

¿qué vio Jeremías en la casa del alfarero (vv.3-4)?

¿cómo la naturaleza del barro determina la calidad de la vasija?

Invite a buscar en el libro de Jeremías y localizar el capítulo 18, los primeros 6 versos, donde se refleja lo que el
"profeta" conversó con ellos. Puede dejar como tarea que lean en sus casas ese pasaje.
Presente ahora el texto bíblico para recordar. Puede traerlo escrito en una hoja de papel grande o cartulina; también puede copiarse en la pizarra. Converse con los alumnos acerca de lo que significa "dame
inteligencia para aprender tus mandamientos". Investigue con sus alumnos cuáles son esos mandamientos. Déjelos que se expresen libremente. Insista en la relación que tiene el texto bíblico para recordar con la historia que han aprendido hoy. Tal vez pudieran copiar el texto bíblico en una cartulina o papel blanco grande y
un grupo de ellos "los que se sientan motivados a hacerlo" lo decoren, pegando figuras recortadas de periódicos o revistas, o dibujando una cenefa.

Recursos que puede utilizar para la aplicación de la historia bíblica

(Seleccionarlas de acuerdo a las características de los alumnos/as)

Conocer nuestras "huellas digitales". Traiga un gomígrafo con tinta, o un pedazo de algodón (esponja) impregnado en tinta negra o azul.
Invite a cada uno a humedecer el dedo pulgar en la tinta y después a presionarlo con fuerza en un pedazo de papel blanco. Si le es posible, consiga una lupa e invítelos a mirar sus "huellas" con la
lupa y a compararlas con las de los demás.

¿Qué tienen en común?

¿Qué las diferencia?

Explique que esta es una forma de identificación que se usa, porque nadie tiene las mismas marcas en sus pulgares.
Converse con ellos y resalte una y otra vez la idea de que somos únicos, Dios no hizo a nadie igual que a mí. Cada uno es único/a y
muy amado por Dios. Debemos sentirnos felices por eso y agradecer a Dios porque me hizo con amor y soy único/a. La clase repetirá una y otra vez la frase en mayúsculas.

Invite a cada uno a marcar en la línea del tiempo el día de su nacimiento. Explíqueles que ese día el mundo tuvo el privilegio
de disfrutar de una obra única y maravillosa de la creación de Dios: ellos y ellas.
Reparta a cada uno una hoja de papel y pídales que escriban las cosas que más le gustan de sí mismo/a, de la familia, de los amigos.
Invítelos a pensar en las cosas que no les gustan de sí mismos/as, de la familia, de los amigos/as. ¿Por qué? ¿Son útiles?
Señale que podemos soñar con tener los ojos de otro color, pero con los nuestros vemos perfectamente y eso es lo importante, de ahí
que sea un motivo de gratitud a Dios. O sencillamente puede que usemos espejuelos y no veamos muy bien las cosas físicas, pero podemos ver con el corazón y tenemos la sabiduría de encontrar "tesoros" en las
personas, y eso también es un motivo de gratitud a Dios. Ponga otros ejemplos: los que somos gruesos queremos ser delgados, y los delgados un poco más "llenitos". Las rubias prefieren ser más trigueñas y las
trigueñas menos "prietas". Eso es un deseo de las personas de todas las épocas, pero lo importante realmente es descubrir la hermosura que Dios nos regaló, y todavía más, descubrir que la hermosura no es
sólo externa, sino que viene de adentro.
Interprete con el grupo el siguiente fragmento que escribió José Martí en el prólogo de "La Edad de Oro":

El niño ha de trabajar, de andar, de estudiar, de ser fuerte, de ser hermoso: el niño puede hacerse hermoso aunque sea feo; un niño bueno, inteligente y aseado es siempre hermoso. Pero nunca es un niño
más bello que cuando trae en sus manecitas de hombre fuerte una flor para su amiga, o cuando lleva del brazo a su hermana, para que nadie se la ofenda.

Hablar de la belleza de la higiene, de los buenos sentimientos, de la sonrisa, de las buenas palabras y la dulzura.


Jugar a que cada cual debe mirar al otro por la lente de una "cámara" (puede ser una caja de cartón con un orificio o algo similar).
Luego, si hay posibilidades de tener una cámara fotográfica, tirar fotos personales a cada cual (sin poses, como son realmente) como un acto de gratitud a Dios por ser como somos. Regale las fotos con esta dedicatoria o similar: "Eres un regalo único y hermoso de
Dios para nosotros". Recuerdo de la Escuela Dominical.


Mirarse a un espejo. Primeramente puede provocar risas y se disfruta el momento. Luego, se repite una y otra vez, tratando de lograr un clima de reflexión, mientras invitamos a mirarnos bien y darle gracias a Dios, primeramente por nuestros ojos, nuestra piel, nuestro pelo, etc. Puede hacerse a modo de letanía de acción de gracias.


Entregar una hoja con un círculo trazado. Pídales que dibujen en el círculo las cosas que les gustan de su rostro y poner pelo con
estambre.
Narrar la siguiente historia:

La abuela de mi amiga Isel, cuando era joven, participó en un concurso de una revista. La pregunta que tenía que contestar
era: "¿Si no fueras cubana qué te gustaría ser?"
Participaron muchas personas deseando ganarse el premio, algunas querían ser francesas, otras españolas, otras argentinas, otras canadienses; pero la abuela de mi amiga ganó el primer lugar en
aquel concurso, pues ella respondió que si no fuera cubana le gustaría "seguir siendo cubana".
Un elemento importante de nuestra identidad es también ser parte del pueblo y la tierra que nos vio nacer, y por esto también debemos
dar gracias a Dios. Converse acerca de los elementos que definen nuestra identidad cubana, de la hermosura de nuestra tierra, del carácter de su pueblo. Ore por nuestro país, agradeciendo a Dios el haber nacido
en Cuba.

Tiempo de confesión por nuestra incapacidad para reconocer la obra de Dios en nosotros. Explicar que este ejercicio es importante para reconciliarnos con nosotros mismos. A veces no nos perdonamos ser como somos, o vivir donde vivimos, o tener los padres que tenemos, etc. Es importante aprender a aceptarnos y a reconocer que somos
únicos, hechos con amor por Dios e hijos/as de él, por eso todos/as tenemos muchas cosas buenas para ofrecer. Tenga una oración en
forma de letanía donde los alumnos repitan:
¡Perdónanos, Señor!

Por no haber descubierto en nosotros el regalo de tu amor...

Por no gustarnos algunas de las cosas que nos diste...

Por no haber descubierto que nos hiciste diferentes a todos y únicos... etc.

Al finalizar, leer el verso de Jn 1,12.

Escribir en el cuaderno o entregar tarjetas con el texto para que llenen el espacio en blanco con sus nombres y lo lleven a casa.

Pero a (nombre y apellidos del niño/a) que recibió a Jesús y que cree en él, se le concedió el privilegio de ser un (hijo/a) de Dios.

Cantar con ritmo de rap y accionando:

Cabeza, hombros,
piernas, nariz,
ojos, orejas,
Dios me hizo así.

Organice una visita al taller de algún artesano que trabaje el barro o la cerámica.

Les proponemos dos cantos: "Somos diferentes" y "Hecho por ti".

Termine con una oración e invite para el próximo encuentro.

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