Deuteronomio 4:1-2.6-9

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Salmo 15 Deuteronomio 4:1-2.6-9 Santiago 1:17-27 Marcos 7:1-8.14-15.21-23

Introducción

Los diferentes textos de la fecha ponen un fuerte énfasis en los aspectos morales y éticos de los creyentes exploran la relación entre la palabra y las obras debaten sobre el espíritu de la Torá, y sobre la interpretación y relectura de las tradiciones religiosas destacan la bendición de vivir de acuerdo a la justicia y los preceptos de Yavé.

El salmo 15 describe las condiciones morales y éticas para participar y vivir en la presencia de Yavé desarrolla varias enseñanzas prácticas que reflejan la influencia de la sabiduría tradicional. El salmo comienza con una pregunta (v. 1), que luego va respondiendo en los vv. siguientes. Allí la presencia de Yavé esta representada por la “tienda”, que evoca el tabernáculo del desierto, y el monte santo, que recuerda el lugar de la revelación de la Torá y luego también al monte Sión. Se destaca el obrar con justicia en el marco de la honestidad y la integridad (v. 2), el buen uso de la lengua (v. 3), la resistencia contra la corrupción (vv. 4-5).

Santiago 1:17-27 es una exhortación a poner en práctica la palabra de verdad (v. 18), a vivir de acuerdo al principio de la libertad (v. 25) también es un llamado sabio a ser íntegros, honestos y leales con nosotros mismos y con la comunidad. En este contexto se destaca la importancia de las obras y la necesaria coherencia entre lo que se dice y se hace en última instancia, los hechos hablan más fuerte que muchas palabras. Todo esto implica el nacimiento o iniciación en la realidad del Dios de la vida, que se recibe como un regalo (vv. 17-18). Por tanto, la primera instrucción práctica es la disposición a escuchar, recibir y discernir la palabra de salvación, desechando la ira y el mal (vv. 19-21). Luego, la segunda recomendación no es hablar, sino poner en práctica la palabra de verdad o principio de la libertad, pues es la manera de mantenerse firme y alcanzar la felicidad (vv. 22-25). De tal manera, la verdadera religión no será tanto hablar como comprometerse y colaborar con los oprimidos, marginados y desfavorecidos, y así evitar quedar involucrados con la maldad del mundo (vv. 26-27).

Marcos 7:1-8,14-15.21-23 refleja un debate sobre las tradiciones religiosas judías acerca de lo que verdaderamente contamina la vida humana e involucra a las personas con la maldad. El relato comienza con el cuestionamiento de algunos fariseos hacia Jesús porque sus discípulos no cumplían con la tradición de los antepasados de lavarse las manos antes de comer (vv. 1-5). Este tipo de tradiciones era principalmente oral, y comprendía preceptos y prácticas que los rabinos enseñaban como interpretación de la Torá de Moisés, y por lo tanto tenían una fuerte connotación religiosa. Pero Jesús los acusa de seguir tradiciones humanas, en contra del mandamiento de Dios y compara la situación con otra falsa práctica religiosa de dedicación a Dios, en contra de la más elemental obligación de asistencia a los padres (vv. 6-13). Los vv. 14-23 establecen con mayor precisión la doctrina sobre lo puro y lo impuro se afirma que no hay nada fuera del ser humano que entrando en él pueda contaminarlo, al contrario, lo que contamina es lo que sale de su interior, de su mente y de sus labios. Entonces, por el contexto, lo que verdaderamente contamina son aquellas tradiciones humanas con apariencia de religiosidad (vv. 6-7), junto a la lista de malas obras y palabras de los vv. 21-23.

Deuteronomio 4:1-2.6-9

Deuteronomio 4:1-2, 6-9 pertenece a una perícopa mayor que es el discurso de Moisés al pueblo (4:1-40) exhortando a la verdadera sabiduría y obediencia, contra la infidelidad y la indiferencia hacia Yavé y sus mandamientos.
Esta exhortación presupone el repaso histórico de los capítulos anteriores (1-3), e introduce uno de los ejes temáticos principales de toda la obra deuteronomista, a la que sirve de presentación.
El recuerdo de la infidelidad de Peor (3:29 4:3 y Nm 25:1-18) da el pie a este discurso propedéutico, que destaca la importancia de la Alianza con Yavé (v. 23) y las bendiciones y ventajas de cumplir con los mandamientos del Señor, a fin de tener vida como pueblo y ocupar la tierra que fue prometida a los padres (vv. 1 y 22).
Al igual que en la oración tradicional conocida como Shemá (Dt 6:4 y ss.), la primera recomendación es “oye, escucha” (v. 1). Este verbo tiene también la connotación de guardar, observar, atender, obedecer, practicar, y se refiere frecuentemente a las normas y preceptos involucrados en la instrucción o proyecto de Yavé (Torá). Esta fidelidad implica no agregar ni quitar nada, para no desviarse del camino propuesto (vv. 2-3).
El v. 6 insiste en que la obediencia y la práctica de la enseñanza de la Torá están estrechamente ligadas a la sabiduría y la inteligencia, es decir, a la habilidad o capacidad para reconocer y conducirse de acuerdo a los valores de la vida. Al fin de cuentas, esto es lo que hace que un pueblo sea grande y se desarrolle saludablemente.
La pregunta del v. 7 introduce una comparación entre la relación de los otros pueblos con sus dioses, y la relación del pueblo de Israel con su Yavé y luego entre las normas de otras naciones y los preceptos justos de la Torá (v. 8).
Estas comparaciones reflejan una idea de Dios que era común dentro de las sociedades semíticas: ser sobrenatural, señor y protector de un grupo humano y territorio determinado y cada pueblo y su historia interpretaba en el plano terrestre las características e historia de su Dios. Por tanto, la connotación básica del término idolatría en el Antiguo Testamento es la de infidelidad es decir, honrar a los dioses de otros pueblos imitando su conducta y sus obras.
A diferencia de otras tradiciones del Pentateuco (ver por ejemplo Ex 33:20 y ss), en el v. 7 se destaca la proximidad de Yavé y su capacidad de respuesta a los pedidos de su pueblo. Así queda claro que la instrucción o proyecto de Yavé (Torá) es una expresión de amor hacia su pueblo, y no una carga o imposición y la característica fundamental de este proyecto es la justicia (v. 8).
El v. 9 insiste en guardar los mandamientos, recordando permanentemente la memoria histórica. Esta memoria considera los aciertos del pueblo (v. 4) y las obras salvadoras de Yavé, de tal manera que se afirme la confianza en el poder de transformación de Yavé pero también incluye las infidelidades y desaciertos, con el propósito de evitar sus desgraciadas consecuencias, por ejemplo, el destierro, la disolución como pueblo y la asimilación a otras culturas. En todo caso, siempre resta la posibilidad de buscar a Dios y volver a su camino (vv. 29-31).
El texto presenta una relación estrecha entre la obediencia a los preceptos de la Torá y la posesión de la tierra (vv. 1 y 5), pues esto representa la vida y el futuro del pueblo. En todo caso, las normas y preceptos de Yavé se fundamentan en la experiencia de la gracia salvadora de Yavé para con su pueblo (ver Dt 6:20-25).
La intención de todo el pasaje parece bastante clara se trata de evitar la tentación que representaban los grandes imperios y sus dioses. El pueblo de Yavé no debe envidiar el éxito de otras naciones, y menos aún contemporizar con sus dioses, pues él tiene una razón de ser y una misión diferentes.

Bibliografía

Raymond E. Brown, Deuteronomio, Bilbao / Santander, Mensajero / Sal Terrae, 1970.

Pierre Buis et Jacques Leclercq, Le Deutéronome, París, Gabalda, 1963.

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