Deuteronomio 29-32

0
La tercera sección más grande del libro se encuentra en los capítulos del 29-32. Este discurso comienza diciendo “Estas son las palabras del pacto que Jehová mandó a Moisés que celebrase con los hijos de Israel en la tierra de Moab, además del pacto que concertó con ellos en Horeb” (29:1).

Cuando Moisés introdujo las memorias del viaje a través del desierto (1:1-4:43) dijo: “Estas son las palabras”, palabras que marcaron su primer discurso. La proclamación de la ley, segundo discurso, se introdujo: “Esta, pues, es la ley” y luego explicó: “Estos son los testimonios, los estatutos y los decretos”. (4:44, 45).
La sección a consideración es introducida como “Estas son las palabras del pacto”. Este encabezamiento nos habla de lo que tratará el capítulo.

Cuando se considera los capítulos 29 y 31 surge la pregunta: ¿por qué un segundo pacto en Moab luego del pacto en Horeb (Sinaí)?
La respuesta a esta pregunta la podemos hallar analizando el carácter del libro de Deuteronomio. El libro tiene un carácter fronterizo, lo importante para el autor es actualizar la relación entre Dios y el pueblo de Israel y las demandas y consecuencias de esa relación. La conexión entre el pacto de Sinaí y este se da en 29:1-9.
Cuando Moisés llama al pueblo a hacer pacto y jurar fidelidad al Señor, el pueblo está como ha estado a lo largo de todo el libro: en la frontera entre la promesa y el cumplimiento, delante de la tierra y fuera de la tierra. Ser participes del regalo de salvación era posible sólo para aquellos que se unieran al Señor. Para un pueblo que frecuentemente había demostrado falta de fe y confianza en el Señor resulta muy apropiado llamar a un nuevo compromiso de fidelidad como prerrequisito de poseer la tierra.
Este llamado es consistente con la manera en que el libro ha presentado el liderato de Moisés y su función como mediador y maestro de la ley. Los primeros cuatro capítulos del libro recapitulan la difícil travesía a la frontera de la tierra, un viaje que se caracterizó por la provisión de Dios y la falta de confianza del pueblo. En los capítulos 5-28, Moisés ha recordado la alianza del Sinaí (los diez mandamientos) y le ha enseñado al pueblo la manera en que deben conducirse en la tierra, ahora ha llegado el momento de pactar el vivir conforme a todas esas instrucciones.

Prologo Histórico (29:2 - 9)

El llamado a la obediencia se basa en lo que Dios ha hecho por su pueblo. El recuento de la obra de Dios se hace de una forma que sirve para identificar la confianza en el segundo pacto. Este segundo pacto al igual que otros recalca brevemente en tres etapas la manera en que Dios ha tratado al pueblo: La liberación de Egipto, la dirección en el desierto, y la defensa contra Sehón rey de Herbón y Og rey de Basán y la toma de la tierra (sólo de transjordania) que sirve para demostrar la intención de Dios y su poder para darle la tierra a Israel.

El pacto nos dice que la relación más fundamental de la existencia humana se inicia fuera de sí misma y es creada por amor. Todo el discurso de obediencia no entra en conversación hasta que el pueblo no se ha visto atrapado y sostenido por las manos poderosas y amorosas de Dios. No podemos olvidar que antes de todos los discursos ya Dios ha oído y ha respondido a las necesidades del pueblo (Ex 2:23-25; 3:9). Debemos notar que aunque hay espacio para que el pueblo decida o no entrar en el pacto, de alguna manera ya el pueblo ha entrado en [el por lo que ya Dios ha hecho en, por y con ellos.
El verso 4 es muy revelador pues el libro de Deuteronomio es claro en lo que el pueblo de Israel tenía que conocer, ver, oír: “que yo soy Jehová vuestro Dios” (v. 6). El pueblo tenía entender y reconocer al Señor como su único Dios. Dt 4:35, 7:9, 8:5 tiene correspondencia con 29:4, 9:3.

Los ojos que ven deben ser ojos de fe que confíen que Dios estará con ellos de la misma manera que estuvo en el pasado en el futuro. Hay sin números de ejemplos en la historia bíblica de personas cuyos ojos vieron pero que no actuaron con la confianza que el Dios del pasado sería el Dios del futuro.

El vivir bajo la bendición de Dios requería que la comunidad de fe tuviera “oídos para oír”. Lo que el pueblo debía oír era la voz de Dios, sus palabras. Junto al reconocimiento que el Señor es Dios, y que no hay otro quien pueda hacer ese reclamo, y la confianza en el poder y la voluntad de Dios para proveer en el futuro como lo hizo en el pasado, también es necesario la obediencia, una comunidad que demostrara el camino del Señor al mundo, y que fuese un pueblo santo. La frase “pero hasta hoy” refleja que eso no había sido una realidad. Porqué el pueblo no había recibido corazón para entender, ojos para ver y oídos para oír. Jer. 24:6-7, 31:33, Ez 36:36-28 sugiere que el conocimiento, la confianza y obediencia al camino del Señor vendría como una obra de Dios en el corazón y en la mente del pueblo. Las posibilidades de ser transformado en el pueblo de Dios estaban ahí, pero sería posible sólo como un regalo de Dios.

Partes en el pacto (29:10 - 15)

En esta sección encontramos el formulario del pacto estableciendo al pueblo como el pueblo de Dios y al Señor como su Dios (v. 13). Hay dos puntos que se resaltan: la lista de las personas presentes y el que se reitere el día de hoy. La lista de los participantes nos dejan ver que el pacto es hecho con cada miembro de la comunidad. Se nota que la edad nos un factor determinante en la relación con Dios. La generalización del v. 15 sirve para dejarnos claro que la inclusividad del pacto trasciende fronteras de espacio y de tiempo.

Estipulaciones Básicas (29: 16-19)

La estipulación básica del pacto es la adoración y el servicio exclusivo al único Dios, Señor de Israel. Lo cual se había dicho en el primer mandamiento y en el Shema. Además hay una advertencia clara contra la idolatría y el servicio a otros dioses (v.18).
La forma del pacto es importante porque muestra la interacción entre el individuo y la comunidad en su relación con Dios y señala la desobediencia como algo que tiene efectos negativos más allá del acto inmediato. La responsabilidad de los actos cae sobre cada individuo pero también sobre toda la comunidad de la cual el individuo es miembro.

Maldiciones (29:20-28)

La interacción entre el individuo y la comunidad es expresada en los castigos que vienen como resultado de la desobediencia a las condiciones principales del pacto. En los versos 20-21 el castigo es enfocado en el individuo rebelde que secretamente anda en su propio camino. Tal persona será objeto del juicio de Dios.

Condiciones de la restauración y la bendición (29:29-30:14)

La bendición que es inherente en la relación del pacto ahora no es una alternativa a la maldición, pero sí su sucesora. El verso 30:1 sugiere que este pacto enmarca un tiempo en que Israel experimentaría tanto la bendición como la maldición, pero el resto del pasaje deja claro que la maldición no es la última palabra, Dios otra vez bendeciría al pueblo v.3.
Los versos 6, 8 y 10 son claves. La historia ha indicado que tal obediencia no puede ser posible sin que Dios intervenga dándole al pueblo un corazón para conocer y obedecer.

Decisión del pacto (30:15-20)

El libro completo de Dt alcanza su clímax en estos versos. Todo lo que tenía que ser dicho se ha dicho, ahora todo está en manos del pueblo. Para que el pueblo entrara en pacto con el Señor era necesario una decisión
La proclamación fundamental de Dt es la oferta de vida en la tierra que Dios les daba por heredad (1:8, 30:15). Sin embargo, la realización de esa vida y de los bienes no era automática. La tierra debía ser tomada, al igual que la vida debía ser vivida. La única forma de vivirla estaba en las instrucciones dada en todo el libro. Las instrucciones de Dios son para crear la posibilidad para la vida bendecida.

Una nota en la ley (30:11-14)

Muchas veces pensamos que estamos ante situaciones que nunca antes se han enfrentado. Pero en realidad no siempre es así. Las situaciones se repiten, tal vez algunos detalles secundarios son distintos, pero si observamos detenidamente, notaremos que la esencia de la situación es la misma. El hombre, dentro de él, es el mismo. Lo que cambia no es él.
Hoy, en nuestro tiempo escuchamos frases como: "La ley es un libro que tiene mucha sabiduría pero es antiguo para nuestra época" o "Hay que modernizar la ley" o "Antes era fácil cumplir con los preceptos, pero para nosotros es muy difícil. La Palabra de Dios es eterna – como Dios quien la creó también lo es.
No necesitamos que nos acerquen la Palabra al alcance de las manos pues está cercana hasta tal punto que sólo necesitamos tener la voluntad de estudiarla, entenderla y cumplirla. Una vez convencidos de la cercanía de la Palabra debemos incorporar su contenido a la vida diaria. El texto bíblico registra: "en tu boca y en tu corazón, para hacerla". En este versículo están mencionados los tres aspectos del cumplimiento de los preceptos. El primero es el habla ("en tu boca"), luego el pensamiento ("en tu corazón") y por último la acción ("para hacerla").

El judaísmo predica que debe haber una armonía total entre estos tres elementos. Todo empieza por el pensamiento y es por eso que es de suma importancia que sea sano. Sin prejuicios de ninguna índole. Nótese que el versículo está aparentemente desordenado pues primero es recordado el habla, luego el pensamiento y por último la acción, cuando en realidad tendría que haber comenzado por el pensamiento y luego por el habla. En costumbre encontrar que se ubique en el centro lo que es más importante y es por eso que aparece el pensamiento entre el habla y la acción.

No debemos conformarnos con ser "creyentes de corazón". También es nuestra obligación hablar acorde a lo que pensamos, pues si no lo hacemos, con el correr del tiempo nuestro pensamiento comenzará a cambiar. Finalmente, la acción - el mayor exponente del pensamiento - debe reflejar claramente los últimos dos.

Un nuevo líder (31:1-8, 14-15, 23)

La tarea de Moisés como único líder de Israel ha concluido. Lo que resta es pasar el liderato a Josué, quien llevaría al pueblo a tomar posesión de la tierra prometida. Estos pasajes tratan con la situación que confronta el pueblo cuando un líder tiene que salir de la escena. Sabemos que la partida del líder es un evento traumático para una comunidad. El texto bíblico nos dice nada acerca de los sentimientos del pueblo ante la partida de su líder, pero sí nos da algunas claves.
La comunidad judía es la primera en recibir la afirmación divina de que Dios no les abandonaría (3-6). El texto acentúa lo que la historia ha comprobado una y otra vez: la fuente de la dirección y el sustento que el pueblo ha recibido es Dios. La cuestión sobre el nuevo líder humano no era tan importante como el que Dios fuera quien estuviera en guiando su caminar (Salmo 127:1). La confianza del pueblo de Dios ante un nuevo futuro no es primordialmente asegurada por la presencia de un líder capacitado. Cuando la presencia de Dios está en el pueblo se echa a un lado el temor sobre lo que sucederá de aquí en adelante.
Es importante las palabras dadas a Josué, estas son palabra de animo, que describían la tarea que él realizaría y que le aseguraba la presencia de Dios.

En el capítulo 31 se nota que el verbo ir es utilizado de tres maneras distintas. La primera, refiriéndose al pueblo de Israel (v. 6), la segunda refiriéndose a Josué (v. 7 y 8) - el sucesor de Moisés - y la tercera refiriéndose a Moisés (31:1).
Respecto del pueblo de Israel dice el versículo: "porque Jehová tu Dios es el que va contigo" (31:6), respecto de Josué dice: "y Jehová va delante de ti” (31:8) y cuando se habla de Moisés dice: "Fue Moisés" (31:1), sin que Dios sea recordado en el versículo. Parece ser que el motivo por el cual, al referirse al pueblo de Israel, el versículo dice: "ya que Jehová tu Dios, Él es el que va contigo" es que Dios apoya a Su pueblo y lo encamina por donde debe transitar. El pueblo de Israel necesita ayuda en su adoración y servicio a Dios.
Sin embargo, respecto de Josué el lenguaje utilizado es un poco distinto: "Dios, Él es el que va delante de ti", como diciendo que él (Josué) va detrás de Dios. Josué no necesitaba tanta ayuda como el resto del pueblo pero aún no había llegado al nivel de su maestro Moisés.

Moisés llegó a estar en el nivel de los patriarcas. Jacob, refiriéndose a Abraham e Isaac, dijo: "El Dios en cuya presencia anduvieron mis padres" (Gn 48:15), es como si el versículo quisiera decir que Dios iba detrás de ellos. A este nivel llegó Moisés: "fue Moisés", sin necesitar ayuda alguna.


Leyendo y guardando la ley (31:9-13, 24-29)

Guardar el pacto del Señor significaba el completo cumplimiento a las estipulaciones de la ley. Para cumplir con esto era necesario que el pueblo estuviera bien familiarizado con la ley.

Un cántico de testimonio (31:16-22, 30; 32:1 – 43)

En estos versículos vemos un cántico que sirve como testimonio contra el pueblo de Israel cuando estos se apartaran de la ley de Dios. En el comienzo de su papel como líder de Israel, Moisés había entonado una canción de alabanza a Dios por haberlos pasado a través del Mar Rojo. Ahora, aunque él pronto moriría, la fe de Moisés en Dios era tan fuerte como siempre. Entonces, él canta un himno final de regocijo a Dios, en la proximidad del Jordán, con la Tierra Prometida en el horizonte.

Compartir

Más recursos

Sponsor


Suscripción gratuita

Te avisaremos cuando agreguemos nuevos recursos. No te enviaremos más de uno o dos mensajes semanales.