Deudas de amor
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Hace muchos años oí una charla acerca de cómo mejorar nuestras relaciones con los padres, madres, esposos, amigos/as, etc. Saber llevar una buena amistad o relación con alguien es algo hermoso y que cada ser humano necesita. Se nos hablo de unas deficiencias que cada uno/a arrastra y que entorpece nuestra capacidad para relacionarnos con otros/a: las deudas de amor.
Deudas de amor son aquellas expresiones de amor que debimos haber recibido (y no recibimos) de nuestros padres, madres, tíos/as, etc. Desde que nacemos, y durante toda la infancia y desarrollo. Desafortunadamente, nadie nace en un hogar perfecto. Nuestro padres y madres son o eran imperfectos/as, y arrastran, a su vez, sus propias deudas de amor. Quizás ellos mismos recibieron azotes, insultos, mal trato e injusticias. Ejemplo: un niño o niña que a los 10 años de edad es obligado a trabajar de sol a sol en lugar de jugar a la pelota o con muñecas ya que su salario es parte del sostén de la familia. Ese niño/a crecerá con deudas de amor por faltarle el afecto de su familia.
Escuche a un familiar muy amado relatando su experiencia del día de Reyes: la noche antes ponía hierba debajo de su cama (costumbre en Puerto Rico) con la inocente esperanza de encontrar en la mañana siguiente algún juguete, y en su lugar encontraba un pedazo de carbón. Contaba esto con dolor, porque nunca tuvo un regalo de Reyes. El mensaje que recibía a su corta edad era: “no hay dinero para juguetes, vete a trabajar al campo donde necesitamos tu ayuda”, “eres varón y los juguetes son tonterías”. Deudas de amor que pueden curarse, pero la cicatriz de la herida queda como señal en la mente y en el corazón. Se que, como esta historia, hay muchas e incluso podrías decir la tuya propia. ¡Que tristeza cuando no podemos referirnos a nuestra familia positivamente!
Muchas veces renegamos de la familia en que nos toco nacer, deseando haber tenido otra. ¿Sabes que? Naciste en esa familia con tus experiencias buenas o malas, con un propósito Dios no deja nada a la “suerte”. Preguntarle ¿Por qué? Es decirle a Dios: “no sabes hacer las cosas”, “la regaste conmigo”… Sin embargo, cuando preguntamos ¿Para que, Señor? Dios comienza a presentarte Sus propósitos, que siempre son para bien nuestro. Lamentarnos de nuestras circunstancias pasadas no resuelve nada, solo conduce al estancamiento espiritual y emocional. Cuando verdaderamente buscamos los propósitos de Dios para nuestra vida es que hayamos respuestas reales, sanadoras que nos permiten mirar el futuro con esperanza.
El camino que esta delante de nosotros ahora es mejor porque no andamos solos/as, sino con Cristo. Ahora encontramos respuesta y guianza que no nos permiten caer en los viejos patrones de comportamiento de nuestros padres y madres, sino que los podemos mejorar y hacerlos nuevos. No tenemos que aceptar como bueno el pasado que vivimos, el presente con Cristo es mejor. Dios es bueno y nos ama. ¿Cómo hacerlo? La oración buscando tener una relación mas intima y clara con Dios. El estudio y lectura de los salmos y evangelios nos ofrecen las mejores respuestas para la vida y sanidad del alma. No dejes de congregarte, Dios habla a su Pueblo cada día.
Deseo regalarte varios versículos que te ayuden a meditar en esto: Jeremías 29:11 Isaías 44:2 45: 5-7 46: 3-4 Salmos 37 y 23.
¡El Señor te bendice! El Señor haga resplandecer Su rostro sobre ti.
Pastora Ministerio Hispano “Dios Siempre Presente”, Elizabethtown, Kentucky
Deudas de amor son aquellas expresiones de amor que debimos haber recibido (y no recibimos) de nuestros padres, madres, tíos/as, etc. Desde que nacemos, y durante toda la infancia y desarrollo. Desafortunadamente, nadie nace en un hogar perfecto. Nuestro padres y madres son o eran imperfectos/as, y arrastran, a su vez, sus propias deudas de amor. Quizás ellos mismos recibieron azotes, insultos, mal trato e injusticias. Ejemplo: un niño o niña que a los 10 años de edad es obligado a trabajar de sol a sol en lugar de jugar a la pelota o con muñecas ya que su salario es parte del sostén de la familia. Ese niño/a crecerá con deudas de amor por faltarle el afecto de su familia.
Escuche a un familiar muy amado relatando su experiencia del día de Reyes: la noche antes ponía hierba debajo de su cama (costumbre en Puerto Rico) con la inocente esperanza de encontrar en la mañana siguiente algún juguete, y en su lugar encontraba un pedazo de carbón. Contaba esto con dolor, porque nunca tuvo un regalo de Reyes. El mensaje que recibía a su corta edad era: “no hay dinero para juguetes, vete a trabajar al campo donde necesitamos tu ayuda”, “eres varón y los juguetes son tonterías”. Deudas de amor que pueden curarse, pero la cicatriz de la herida queda como señal en la mente y en el corazón. Se que, como esta historia, hay muchas e incluso podrías decir la tuya propia. ¡Que tristeza cuando no podemos referirnos a nuestra familia positivamente!
Muchas veces renegamos de la familia en que nos toco nacer, deseando haber tenido otra. ¿Sabes que? Naciste en esa familia con tus experiencias buenas o malas, con un propósito Dios no deja nada a la “suerte”. Preguntarle ¿Por qué? Es decirle a Dios: “no sabes hacer las cosas”, “la regaste conmigo”… Sin embargo, cuando preguntamos ¿Para que, Señor? Dios comienza a presentarte Sus propósitos, que siempre son para bien nuestro. Lamentarnos de nuestras circunstancias pasadas no resuelve nada, solo conduce al estancamiento espiritual y emocional. Cuando verdaderamente buscamos los propósitos de Dios para nuestra vida es que hayamos respuestas reales, sanadoras que nos permiten mirar el futuro con esperanza.
El camino que esta delante de nosotros ahora es mejor porque no andamos solos/as, sino con Cristo. Ahora encontramos respuesta y guianza que no nos permiten caer en los viejos patrones de comportamiento de nuestros padres y madres, sino que los podemos mejorar y hacerlos nuevos. No tenemos que aceptar como bueno el pasado que vivimos, el presente con Cristo es mejor. Dios es bueno y nos ama. ¿Cómo hacerlo? La oración buscando tener una relación mas intima y clara con Dios. El estudio y lectura de los salmos y evangelios nos ofrecen las mejores respuestas para la vida y sanidad del alma. No dejes de congregarte, Dios habla a su Pueblo cada día.
Deseo regalarte varios versículos que te ayuden a meditar en esto: Jeremías 29:11 Isaías 44:2 45: 5-7 46: 3-4 Salmos 37 y 23.
¡El Señor te bendice! El Señor haga resplandecer Su rostro sobre ti.
Pastora Ministerio Hispano “Dios Siempre Presente”, Elizabethtown, Kentucky