Dejarse tentar... por Dios

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Lectura bíblica, Mateo 4:1-13

Ay, ay, ay… ¡Las tentaciones!
¿Quién no las tuvo alguna vez? ¿Quién las sigue teniendo?
Vamos a hacer una encuesta para ver quién ha tenido alguna tentación la última semana. ¿Y en los dos últimos días? ¿Y hoy?
Hay tantas maneras de ser tentados… Desde las cosas más simples y que solemos justificar diciendo: “todos los hacen”, hasta las cosas más complejas y que tratamos de ocultar del conocimiento de otras personas…
Hay algunos físicos acá que hablan de tentaciones muy concretas… Yo no voy a mirar a nadie en particular, pero las balanzas no suelen mentir cuando nos vamos a pesar.
Hay algunas damas que se tientan cada vez que ven una ropa nueva. Tienen el placard lleno, pero siempre dicen: “no tengo qué ponerme”.
Cuántos chicos hacen lo imposible por ganar o encontrar como sea una monedita para la figurita que esté de moda. Pasan por el kiosco y no pueden vencer la tentación de tenerlas.
¿Y el cyber, con sus jueguitos…? ¿No es una tentación irresistible para muchos de nuestros hijos adolescentes?
Y cuántas veces no envidiamos a otras personas por lo que han conseguido, por lo que tienen, por lo que visten, por las vacaciones que se han tomado, por los lujos que se dan. Y la envidia es hermana gemela de la tentación.
Si alguien después de esto aun no levanta la mano, si alguien niega todavía haber sentido alguna tentación, que se confiese luego con el Señor, porque las tentaciones siempre andan acechando la vida de las personas, y en especial la vida de los creyentes.
Si hasta el mismo Jesús fue tentado en varias ocasiones, ¿no vamos a ser tentados nosotros?

La tentación, en definitiva, es creer que existe un camino mágico para ser felices. Somos felices si comemos o si accedemos a determinada cosa o si tenemos mucho o si conseguimos tal trabajo o si pudiéramos vivir como tal o cual… La tentación es querer tener “los reinos del mundo con su gloria”, aunque sea en ese postre que repetimos cuando nuestro cuerpo ya no da más.
Las tentaciones han llevado a escribir las más crueles páginas de la historia. Y todos, muchas veces, las hemos sentido.

Cuando el diablo se acerca a Jesús en el desierto, juega con su condición humana. El diablo (o el tentador, si prefieren), conoce la debilidad de las personas y cree poder vencer a Jesús con el viejo truco de poner delante de sus ojos aquello que puede doblegar el espíritu. Yo no puedo pensar en un día entero sin comer y el texto dice que Jesús estuvo… ¡40 días! sin probar bocado. Aquellas piedras que el diablo le invita a convertir en pan se le hacían agua en la boca, eran el manjar más delicioso que alguien pudiera ofrecerle. El diablo sabe muy bien cómo jugar con el alma del ser humano, cómo quebrar su voluntad y ganarse su alma.
Sin embargo, Jesús resiste ésta tentación y las dos que siguen. Jesús resiste la tentación de la salida fácil, la tentación de la solución mágica y la tentación del poder y de la fuerza como remedio a sus dificultades.
El verdadero alimento para la vida, dice Jesús, es conocer la voluntad de Dios. El mejor antídoto contra la tentación es llevar siempre en el corazón y hacerla carne en nuestra vida a la Palabra de Dios. Porque la gracia de Dios es infinitamente más fuerte que el mal. Y si confiamos en esa gracia, que es el motor de nuestra fe, podemos estar seguros de la victoria.
Claro que decirlo es mucho más fácil que vivirlo, pero ese es el desafío.
También fue un desafío para Jesús.
Claro que hubiese sido mucho mejor que las piedras se convirtieran en pan y que Jesús se manifestara como verdadero Dios, haciendo que un ejército de ángeles vinieran en su ayuda y todo lo que el diablo le propuso… ¿O no? ¿No es lo que quisiéramos para nuestra vida también? ¿Qué alguien nos ofreciera convertir los dolores en alegrías? ¿Qué alguien nos propusiera que los ángeles de Dios nos lleven en sus brazos? La solución mágica siempre aparece como una tentación para tratar de resolver las cosas que no podemos solucionar de nuestra propia existencia y de la existencia del mundo.

Pero, Jesús nos muestra con su ejemplo, como alguien dispuesto a vivir la vida con todos sus dolores, igual que todos nosotros, como alguien que no elige transitar el camino corto de la tentación porque sabe que su final, en definitiva, es más dolor y más angustia. Jesús nos muestra en este texto que la verdadera solución para enfrentar las tentaciones de la vida y la vida en general es tener siempre presente la Palabra de Dios, saber en quién hemos creído y en quién estamos llamados a depositar nuestra confianza.
Lo material es importante, pero no hay que dejarse vencer por la tentación de lo material.
Las soluciones a los problemas has que buscarlas, poro no en lo mágico, no en lo sensacional, no en la buena suerte o en las promesas vacías de contenido.
Hay que luchar para poder lograr algo en la existencia, pero sin caer en la tentación de querer obtener algo a partir del poder o de la fuerza o de la imposición.

El diablo sabe muy bien cómo anda nuestra vida. Conoce nuestras necesidades y conoce mucho mejor que nosotros mismos nuestras debilidades. Las conoce tan bien como conocía las de Jesús. Y sabe cómo tentarnos y cómo buscar que nos apartemos del camino del Señor. No creas que estás exento de ser tentado. Porque el diablo anda por donde menos lo esperamos.
En el paraíso original, esa obra maravillosa de las manos y del corazón de Dios, estaba el demonio.
En el desierto, en la soledad más absoluta, en el lugar más solitario y alejado que se nos pudiera ocurrir, está el demonio.
En la oración nos encontramos con el demonio.
En el servicio a Dios y al prójimo, en la tarea diaria, por noble que sea, el enemigo de Dios está haciendo su obra.
En el ayuno y en la vida más espiritual el demonio se hace presente.
Cada vez que buscamos sinceramente a Dios y su voluntad, el demonio, el adversario, el maligno, el tentador o como lo quieran llamar, aparece y te ofrece algo que seduce, que atrae, que parece tan bueno, tan sencillo, tan prometedor… Convertir las piedras en pan… ¿No suena fascinante? ¿No se resolverían muchas cosas?
Si en el camino de la fe nunca nos encontramos con estas sensaciones y nunca sentimos la presencia de aquel mismo que tentó a Jesús en el desierto, deberíamos dudar sobre el camino que transitamos. (1) Alguien dijo: “si el diablo está lejos de tu vida, pregúntate si Dios realmente está cerca”.

Pero, así como el tentador conoce tus debilidades y trata de seducirte por ese costado de tu vida, sabe también que hay algo contra lo que él no puede luchar. El no puede vencer a un creyente que se aferra a Dios y que se inspira en su Palabra.
En el caso de Jesús, el texto resalta que luego de haber corrido al tentador con la Palabra, el diablo lo dejó. Lucas, inteligentemente, dice: “por un tiempo”, porque el diablo, como la noche, siempre regresa.
En este tiempo de la Cuaresma, somos invitados a ver en el ejemplo de Jesús un verdadero desafío para nuestras propias vidas. Ruego a Dios que ustedes y yo podamos hacer de este tiempo un tiempo para animarnos a enfrentar las muchas tentaciones que nos alejan del Señor, volviendo nuestros ojos y corazones a su voluntad.

Y que podamos en estos días de Cuaresma mostrar con ejemplos claros que queremos estar más cerca de Dios.

Amén

(1) Inspirado en A. Pronzato, El Evangelio en casa, ciclo A, p. 58.

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