Déjanos ver tu luz
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Dios del cielo y de la tierra,
Padre y Madre de la humanidad,
déjanos ver tu Luz
cuando la noche del dolor y de la injusticia,
la oscuridad del miedo y de la muerte,
las sombras de la violencia y de la opresión,
amenazan la paz que en Cristo nos regalaste
como anticipo de un Reino nuevo
que aún no aprendimos a construir.
Dios de la ternura sin tiempo,
que en la suavidad de tu espíritu abrazas a tus hijos e hijas,
ayúdanos a vivir en tu Amor
cuando el odio y la intolerancia,
el desencuentro y la falta de sensibilidad,
el desprecio y la venganza,
marchitan a diario la Vida que en Cristo nos concediste como signo de un jardín de fraternidad y armonía
que aun espera ser descubierto.
Dios, que te mueves en la brisa que atraviesa los tiempos,
sopla en mi tiempo, en este tiempo, hoy,
aquel soplo que abre los ojos
y ayuda a descubrir lo que aun no hemos descubierto,
aquel soplo que impulsa corazones y manos
para construir lo que aun no hemos construido,
aquel soplo que permite presentir en la noche más oscura
la luz de tu presencia
y en el cansancio de nuestras luchas
tu cariño y compañía eterna.
Padre y Madre de la humanidad,
déjanos ver tu Luz
cuando la noche del dolor y de la injusticia,
la oscuridad del miedo y de la muerte,
las sombras de la violencia y de la opresión,
amenazan la paz que en Cristo nos regalaste
como anticipo de un Reino nuevo
que aún no aprendimos a construir.
Dios de la ternura sin tiempo,
que en la suavidad de tu espíritu abrazas a tus hijos e hijas,
ayúdanos a vivir en tu Amor
cuando el odio y la intolerancia,
el desencuentro y la falta de sensibilidad,
el desprecio y la venganza,
marchitan a diario la Vida que en Cristo nos concediste como signo de un jardín de fraternidad y armonía
que aun espera ser descubierto.
Dios, que te mueves en la brisa que atraviesa los tiempos,
sopla en mi tiempo, en este tiempo, hoy,
aquel soplo que abre los ojos
y ayuda a descubrir lo que aun no hemos descubierto,
aquel soplo que impulsa corazones y manos
para construir lo que aun no hemos construido,
aquel soplo que permite presentir en la noche más oscura
la luz de tu presencia
y en el cansancio de nuestras luchas
tu cariño y compañía eterna.