Dejándole los pies sucios a Jesús

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Dejándole los pies sucios a Jesús

Juan 13:1-17

Introducción

1. La escena es histórica, es la última cena. Jesús está por ir a la cruz pero hay todavía algunas cosas que aclarar y poner en orden.
2. Los amó hasta el fin y ya para ir a cumplir su propósito, tomó la palangana de agua, la toalla de esclavo se la amarró a la cintura y comenzó a hacer lo inconcebible: lavar los pies sucios de sus discípulos.
3. No era un acto natural era sobrenatural, lo que El estaba haciendo involucraba varios aspectos que debían corregir sus discípulos para poder ser lo efectivos que El quería que fueran en el ministerio.

Cuerpo del mensaje:

4. Lo primero que deseaba que comprendieran era que el orgullo debía ser quebrantado entre ellos. Debía ser sustituido por humildad.

a. La persona orgullosa busca prestigio y honor (Prov. 25:6)

b. Se cree autosuficiente y que siempre está y estará en control de su futuro (Prov. 27:1 28:26)

c. Está ciego a sus propias faltas y exagera sus atributos (Prov. 30:12 25:14)

d. El orgullo es el anticipo de la caída y torna a las personas en contra de uno y a uno en contra de ellos (Prov. 16:1813:10)
e. Nos pone en problemas con Dios (Prov. 6:16,17)
¡El orgullo está en el tope de la lista de las cosas más abominables para Dios!

5. Lo segundo que el Señor quería tratar con los discípulos cuando les lavó los pies era su privacidad. Nos incomoda que alguien invada nuestra privacidad y nuestro espacio. Pero Jesús deseaba que entendieran que el verdadero ministerio ocurre bien de cerca y es personal. Im poner las manos, ungir con aceite, atender un enfermo no puede ocurrir a la distancia y Jesús quería que lo comprendieran ya que serían futuros sanadores de corazones.

6. El tercer aspecto lo era su independencia. ¿Qué encuentra usted más difícil de hacer: lavarle los pies a alguien o que se los laven a usted? Nuestra independencia se interpone cuando nos quieren servir, “no gracias, me los puedo lavar yo solo, además no quiero que nadie vea el sucio entre mis dedos y debajo de mis uñas”. Esta independencia está muy lejos del espíritu de la fe cristiana. No cabe la independencia sino la interdependencia. Somos una familia, mutuamente dependientes para el ministerio y la edificación. Nos necesitamos unos a otros para sobrevivir y florecer como iglesia.

7. El cuarto aspecto lo eran los celos. Habían estado discutiendo de quién era el mayor en el Reino, aunque tenían un lazo en común con Jesús, no necesariamente simpatizaban el uno con el otro. El aire estaba pesado, lleno de celos y sospechas, así como estaban sus pies estaban sus corazones, llenos de sucio y fango. Estaba muy lejos de uno o del otro humillarse y tomar una toalla. Sus cabezas estaban muy llenas de gloria, prestigio y posición para hacer tal cosa. El que lo hiciera quedaría marcado para siempre, se esperaría que se los lavara siempre a los demás a partir de ese momento. ¡Estaban muy ocupados en colocarse una corona para interesarse en agarrar una toalla!

8. Así que Jesús lo hizo. El amor tomó la iniciativa y los discípulos se quedaron atónitos de que su Rey se rebajara en ese trabajo. Fue persona a persona, de pies sucios a pies sucios y les sacudió su tonto y egoísta orgullo.

9. Pedro no se hizo esperar, hizo una de las cosas que mejor sabía hacer: abrió la boca y habló. ¡Cómo era posible que Jesús se bajara a ese nivel!, objetó y rehusó este servicio de parte del Señor.

10. Jesús le hizo entender que si no se lo permitía no tendría parte con El ni en su Reino, entonces Pedro vuelve a abrir la boca y pide que no sólo le lave los pies sino las manos y la cabeza.

11. Pedro trató de poner sus condiciones en vez de dejar que Jesús fuera el Señor, si El decía que era suficiente con lavar los pies pues que así fuera.

12. Cuando hemos sido salvos por primera vez, hemos sido limpiados, esa limpieza no es necesaria otra vez, pero sí necesitamos limpiar nuestro diario caminar, el contacto con este mundo nos ensucia los pies.

13. Cuando nos reunimos en los cultos, sentimos nuestra necesidad de limpieza antes de que podamos entrar a una comunión íntima con el Señor. La experiencia de la comunión y “koinonía” cristiana debe ser una experiencia de limpieza.

14. La adoración, los cánticos, la música, la ministración de la Palabra, la comunión de los santos, la edificación y el animarnos unos a otros es una verdadera experiencia de “lavarnos los pies”.

15. Esto sólo ocurre cuando conscientemente determinamos el ministrarnos unos a los otros en humildad, apertura y amor. Esta experiencia de limpieza no ocurre cuando hay orgullo, amargura y celos. (Romanos 12:10)

16. Jesús una vez más, demostró su amor en esta forma inesperada para los discípulos. No ese amor relajado que el mundo expresa que se puede interpretar así:

a. Te amaré mientras me ames tú a mí…

b. Te amaré mientras mantengas intimidad sexual conmigo…

c. Te amaré mientras nos sintamos felices el uno con el otro…

d. Te amaré mientras sea conveniente para mí…

e. Te amaré mientras las cosas marchen bien…

f. Te amaré mientras tengas algo que darme…

g. Te amaré mientras tu salud y tu apariencia se mantengan bien…

h. Te amaré mientras hagas lo que te diga…

17. El mundo dice que el amor es una emoción que va y viene como cambia el informe del tiempo. Mientras llenes mis expectativas y reúnas mis condiciones, te daré mi amor.

17. El amor de Dios por su parte es: amor incondicional, amor comprometido, amor perdonador, amor eterno, toma iniciativa en vez de quedarse pasivo, se concentra en dar en vez de recibir.

18. Jesús se bajó, dobló sus rodillas y lavó los malolientes pies de sus discípulos, lo hizo porque los amó hasta el fin, aún a Pedro y a Judas.


Conclusión:

1. ¿Cómo concluyó la escena? Hay un detalle que muchas veces se pasa por alto en este pasaje y está en el versículo 12: “cuando hubo terminado de lavarles los pies, se puso sus ropas y regresó a su lugar”.

2. Me podría alguien contestar: ¿quién le lavó los pies a Jesús?

3. Se le lavaron los pies a doce hombres ese día…pero había trece hombres en ese cuarto. Jesús regresó a la mesa con sus pies sin ser lavados.

4. Cuando sus discípulos no se lavan los pies unos a otros, Jesús paga el precio de su orgullo. Cuando tú y yo no nos servimos unos a otros…porque no estamos dispuestos a perdonar, porque no nos tragamos nuestro orgullo y consideramos que la tarea está por debajo de mí y es mejor dejar que otro lo haga…en alguna forma le dejamos los pies sucios a Jesús.

5. ¿Quiere usted en esta noche dejarle los pies sucios a Jesús?

6. Cuando humildemente servimos a nuestros hermanos, cuando damos sin esperar nada a cambio, cuando preparamos una comida, cuando llevo al que está a pie a su casa, cuando paso el mapo, cuando doy la palabra de aliento, cuando traspaso el elogio o crédito al otro, cuando animo al caído, cuando llevo la carga de mi hermano, no sólo le estoy lavando los pies a esa persona, se los estoy lavando a Jesús. A partir de hoy asegurémonos de no dejarle los pies sucios a Jesús.

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