Cuento del niño bueno

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Duérmete, mi niño...
-Si me haces un cuento.-

Vamos, mi pequeño...
-Si no tengo sueño.-

¿Qué cuento prefieres?
-El del niño bueno.-

Bien, mi pequeñuelo...
Estaba una noche vestida de ensueño.
Los astros brillaban, susurraba el viento.
Los sabios pastores miraban al cielo
como quien espera se rompa el misterio
del hombre y la vida, del sufrir eterno...

Y un astro esplendente fulguró al momento,
llenando el espacio de luz y contento,
mientras unas voces de divino acento
surcaron los aires con cántico nuevo,
anunciando al hombre el gran nacimiento
de aquel niño puro que venía del cielo
para dar al mundo por fin el consuelo.

-¡Qué noche tan linda!-

¿Verdad, mi pequeño?
Fue noche de noches el advenimiento
de aquel rey de reyes que tuvo por lecho
un humilde establo cubierto de heno.

-¿Era pobre el niño?-

Pobre como el viento
que juega en las ramas y besa tu pelo.
Pobre como el ave
que cada mañana despierta tu sueño,
y la flor silvestre
que mueve el ropaje de sus suaves pétalos.

-¡Qué niño tan raro!-

Sí, mi pequeñuelo.

-¿Y cuando fue grande?

Fue buen carpintero,
con manos de santo, corazón de siervo.

Anduvo la tierra
siempre procurando el bien del ajeno.
Y algo sucedía, algo muy extraño:
con sólo mirarlo, sanaba al enfermo.

-¿Fue médico el niño?-

Mucho más que eso,
pues sanaba el alma
al sanar el cuerpo.
Habló grandes cosas,
cosas en misterio
que nunca entendieron
los sabios del mundo,
sólo los pequeños,
como tú, mi vida,
como tú, mi cielo.

-¿Vivió muchos años?-

¡Muy buena pregunta!
Sí y no, a un tiempo.
Los hombres del mundo
no le comprendieron
y quisieron verle
muy pronto muriendo.
Así, le acusaron
de cosas, mintiendo,
hasta darle muerte
con dos prisioneros
allá en el Calvario,
en la cruz del medio.

Mas algo olvidaron
los que allí le vieron
sin vida y sangrando:
que aquel niño bueno
venía del cielo
para darnos vida
a todos, muriendo
sin delito alguno.
¡Pero al tercer día
se levantaría
de la tumba fría,
viviendo!

-¿Y hoy vive?-
Hace mucho tiempo.
Y cuando te duermas,
velará tu sueño,
porque ama a los niños,
a los niños buenos,
como tú, mi vida,
como tú, mi cielo.

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