Cuatro generaciones

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Al mirar mi iglesia, sus bancos vacíos,
Me nació la duda y me inundó su frío.
Te dije: Dios mío, ¿seguirás conmigo,
con este mi pueblo y con nuestros hijos?

Mis antepasados, en las tierras bravas
gastaban su vida y a Tí se fiaban.
Mi abuelo, me dicen, al llegar el día,
Tu libro leía, tus salmos cantaba.
Y también mis padres, humildes, amables,
el pan compartían que tu mano daba.

En ésta tu casa, me encontraste un día,
oí tu llamado, te entregué la vida,
en la misma casa, en sus viejos bancos,
apaciento mis hijos ¿oirán tu llamada?

En el viejo templo así meditaba,
con ansia en el alma busqué tu palabra
y mesiánica espiga de un salmo de edades,
con dolor granada nutrió mi esperanza.


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