Cosas grandes que tú no conoces
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COSAS GRANDES QUE TU NO CONOCES
(Jeremías 33:3)
INTRODUCCION: Acorralado y perseguido, Jeremías acaba en la cárcel. Los que perseguían su vida, sonríen satisfechos creyéndole vencido. El, el profeta, como un águila con las alas quebradas, parece que no podrá volar más. Nadie puede compartir su inmensa tristeza, a nadie puede extender su mano y nadie se la extiende a él. ¿Quién podría, en Jerusalén, librarle de esa cárcel y su condena de muerte? Ningún amigo se arriesgaría y no podía esperar clemencia de los que le echaron a la cárcel. El mismo dice en su libro: Los sacerdotes, los profetas y todo el pueblo oyeron a Jeremías hablar estas palabras en la casa de Jehovah. Pero sucedió que cuando Jeremías terminó de decir todo lo que Jehovah le había mandado que hablase a todo el pueblo, lo apresaron los sacerdotes, los profetas y todo el pueblo diciendo
"Irremisiblemente morirás" (26:7,8).
Sin duda que esta fue una de las horas más sombrías e insoportables en la vida de este gran profeta. Y fue entonces, cuando su desaliento era mayor, cuando su angustia era inaguantable, que Dios le habló y le ofreció la más preciosa promesa que alguien puede recibir (33:3). Era un mensaje de Dios para su alma desolada. De Dios, que nunca permite que algo nos abata sin darnos una de sus promesas, en la cual podamos agarrarnos y aferrarnos.
¿Qué recuerda Dios a Su profeta mediante esta promesa? ¿Qué se propone? ¿Acaso es una bella promesa que alegró a un profeta hace muchos años o es aún el torrente de consuelo al que puede acudir todo ser abatido?
PROPOSICION: Estudiemos lo que Dios enseñó a Su siervo Jeremías con estas palabras y lo que quiere mostrarnos hoy a nosotros.
1.- ESTA PROMESA ES UN MENSAJE DE GOZO PARA UN ALMA ENLUTADA
Con esas palabras Dios se dirige a un hombre que se siente extremadamente solo y abatido a un alma que siente vacilar su fe en Dios a una criatura que se pregunta si aún puede abrigar esperanzas. Quizás él pensó que había terminado su ministerio. Quizás pensó que nadie en la tierra, excepto el rey de Jerusalén, podía hacer algo por él. Pero el mismo rey temía a sus ministros y caciques que le presionaban constantemente. No, no podía esperar salvación de los hombres. El panorama no podía ser más triste. Entonces renace en él la esperanza y la fe. Verse completamente solo benefició a Jeremías, porque así pudo entender que sólo a Dios podía clamar y sólo El podía salvarle.
¿Por qué Dios le dice a Jeremías "Clama a mí y yo te responderé..."? Sencillamente, porque hay situaciones en la vida cuando nuestra fe se empequeñece y pensamos que no podemos esperar más milagros. Y dejamos de clamar a Dios. Dios conoce lo frágil que somos, sabe cómo ha vacilado nuestra fe, cómo estás abatido, desolado y triste. Como a Jeremías te dice: "¡Clama a mí!" Este es un mensaje que disipa la tristeza del alma. ¡Dios conoce lo que te perturba y desea ayudarte!
2.- ESTE ES UN MENSAJE DE ALIENTO PARA UN MOMENTO DE DESORIENTACION
Quizás, en todo su largo ministerio, Jeremías nunca había recibido un mensaje como el que se le ofrecía ahora en la cárcel. ¡El podía continuar esperando en Dios! La mano de Dios no se ha debilitado y se está ofreciendo para hacer grandes cosas. Ya Jeremías había anunciado la ruina del pueblo. Los políticos están buscando una salida. Unos hablan de negociar con Egipto otros con Babilonia otros sugieren que es mejor resistir pero nadie está seguro de poder aguantar el cerco de los invasores caldeos. Cuando un pueblo desoye la Palabra de Dios y menosprecia el mensaje del Altísimo, caerá en el juicio irremediablemente.
Jeremías medita en la cárcel. ¿Todo está perdido? ¿Cómo podrá salvarse este pueblo endurecido? Pero Dios le habla de cosas grandes y ocultas que tú no conoces. Dios le asegura que lo mejor está por verse. Dios le revela:
2.1.- Un plan de restauración que supera cuanto el hombre es capaz de imaginar:
Dios comienza hablando de lo que va hacer con el pecado (33:8). Jeremías sabía que la causa de la decadencia moral y de la ruina que afligía a su pueblo estaba en el pecado. Sólo Dios puede limpiar de culpa al pecador. Por eso envió a Jesús para que con Su sangre nos limpiase de todo pecado (1Jn.1:7).
2.2.- Un plan que incluye liberación de todo cuanto puede esclavizarnos: ("Haré volver a los cautivos..." (v.7)
Yendo este pueblo al cautiverio, cargados de cadenas ¿Qué difícil sería su liberación! Pero Dios ha cumplido siempre Sus promesas. Pasados los 70 años de cautiverio en Babilonia, volvieron a su tierra (25:12). Así también, para los cautivos de este tiempo, hay un mensaje de libertad (Jn.8:36).
2.3.- Un plan que garantiza paz perfecta (v.6):
Cuán frágil e incierta ha sido la paz siempre entre los hombres. Pero Dios puede garantizarnos una paz abundante y no es una paz como el mundo la da. Es una paz tan inmensa que nos permite decir: No temeré aunque la tierra sea removida (Salmo 46:2).
CONCLUSION: Jeremías nunca había conocido cosas tan grandes como las que Dios le había revelado ahora. En lo más oscuro de su hora de angustia, recibe el mensaje lleno de luz. En toda circunstancia ¡Confía en Dios! ¡Mira a tu Redentor y espera en El y El hará! "Porque no menospreció... la aflicción del afligido ni de él escondió el rostro, sino que cuando clamó a El le oyó" (Sal.22:24). "Este pobre clamó, y le oyó Jehovah, y lo libró de todas sus angustias" (Sal.34:6). ¿Has clamado?
(Jeremías 33:3)
INTRODUCCION: Acorralado y perseguido, Jeremías acaba en la cárcel. Los que perseguían su vida, sonríen satisfechos creyéndole vencido. El, el profeta, como un águila con las alas quebradas, parece que no podrá volar más. Nadie puede compartir su inmensa tristeza, a nadie puede extender su mano y nadie se la extiende a él. ¿Quién podría, en Jerusalén, librarle de esa cárcel y su condena de muerte? Ningún amigo se arriesgaría y no podía esperar clemencia de los que le echaron a la cárcel. El mismo dice en su libro: Los sacerdotes, los profetas y todo el pueblo oyeron a Jeremías hablar estas palabras en la casa de Jehovah. Pero sucedió que cuando Jeremías terminó de decir todo lo que Jehovah le había mandado que hablase a todo el pueblo, lo apresaron los sacerdotes, los profetas y todo el pueblo diciendo
"Irremisiblemente morirás" (26:7,8).
Sin duda que esta fue una de las horas más sombrías e insoportables en la vida de este gran profeta. Y fue entonces, cuando su desaliento era mayor, cuando su angustia era inaguantable, que Dios le habló y le ofreció la más preciosa promesa que alguien puede recibir (33:3). Era un mensaje de Dios para su alma desolada. De Dios, que nunca permite que algo nos abata sin darnos una de sus promesas, en la cual podamos agarrarnos y aferrarnos.
¿Qué recuerda Dios a Su profeta mediante esta promesa? ¿Qué se propone? ¿Acaso es una bella promesa que alegró a un profeta hace muchos años o es aún el torrente de consuelo al que puede acudir todo ser abatido?
PROPOSICION: Estudiemos lo que Dios enseñó a Su siervo Jeremías con estas palabras y lo que quiere mostrarnos hoy a nosotros.
1.- ESTA PROMESA ES UN MENSAJE DE GOZO PARA UN ALMA ENLUTADA
Con esas palabras Dios se dirige a un hombre que se siente extremadamente solo y abatido a un alma que siente vacilar su fe en Dios a una criatura que se pregunta si aún puede abrigar esperanzas. Quizás él pensó que había terminado su ministerio. Quizás pensó que nadie en la tierra, excepto el rey de Jerusalén, podía hacer algo por él. Pero el mismo rey temía a sus ministros y caciques que le presionaban constantemente. No, no podía esperar salvación de los hombres. El panorama no podía ser más triste. Entonces renace en él la esperanza y la fe. Verse completamente solo benefició a Jeremías, porque así pudo entender que sólo a Dios podía clamar y sólo El podía salvarle.
¿Por qué Dios le dice a Jeremías "Clama a mí y yo te responderé..."? Sencillamente, porque hay situaciones en la vida cuando nuestra fe se empequeñece y pensamos que no podemos esperar más milagros. Y dejamos de clamar a Dios. Dios conoce lo frágil que somos, sabe cómo ha vacilado nuestra fe, cómo estás abatido, desolado y triste. Como a Jeremías te dice: "¡Clama a mí!" Este es un mensaje que disipa la tristeza del alma. ¡Dios conoce lo que te perturba y desea ayudarte!
2.- ESTE ES UN MENSAJE DE ALIENTO PARA UN MOMENTO DE DESORIENTACION
Quizás, en todo su largo ministerio, Jeremías nunca había recibido un mensaje como el que se le ofrecía ahora en la cárcel. ¡El podía continuar esperando en Dios! La mano de Dios no se ha debilitado y se está ofreciendo para hacer grandes cosas. Ya Jeremías había anunciado la ruina del pueblo. Los políticos están buscando una salida. Unos hablan de negociar con Egipto otros con Babilonia otros sugieren que es mejor resistir pero nadie está seguro de poder aguantar el cerco de los invasores caldeos. Cuando un pueblo desoye la Palabra de Dios y menosprecia el mensaje del Altísimo, caerá en el juicio irremediablemente.
Jeremías medita en la cárcel. ¿Todo está perdido? ¿Cómo podrá salvarse este pueblo endurecido? Pero Dios le habla de cosas grandes y ocultas que tú no conoces. Dios le asegura que lo mejor está por verse. Dios le revela:
2.1.- Un plan de restauración que supera cuanto el hombre es capaz de imaginar:
Dios comienza hablando de lo que va hacer con el pecado (33:8). Jeremías sabía que la causa de la decadencia moral y de la ruina que afligía a su pueblo estaba en el pecado. Sólo Dios puede limpiar de culpa al pecador. Por eso envió a Jesús para que con Su sangre nos limpiase de todo pecado (1Jn.1:7).
2.2.- Un plan que incluye liberación de todo cuanto puede esclavizarnos: ("Haré volver a los cautivos..." (v.7)
Yendo este pueblo al cautiverio, cargados de cadenas ¿Qué difícil sería su liberación! Pero Dios ha cumplido siempre Sus promesas. Pasados los 70 años de cautiverio en Babilonia, volvieron a su tierra (25:12). Así también, para los cautivos de este tiempo, hay un mensaje de libertad (Jn.8:36).
2.3.- Un plan que garantiza paz perfecta (v.6):
Cuán frágil e incierta ha sido la paz siempre entre los hombres. Pero Dios puede garantizarnos una paz abundante y no es una paz como el mundo la da. Es una paz tan inmensa que nos permite decir: No temeré aunque la tierra sea removida (Salmo 46:2).
CONCLUSION: Jeremías nunca había conocido cosas tan grandes como las que Dios le había revelado ahora. En lo más oscuro de su hora de angustia, recibe el mensaje lleno de luz. En toda circunstancia ¡Confía en Dios! ¡Mira a tu Redentor y espera en El y El hará! "Porque no menospreció... la aflicción del afligido ni de él escondió el rostro, sino que cuando clamó a El le oyó" (Sal.22:24). "Este pobre clamó, y le oyó Jehovah, y lo libró de todas sus angustias" (Sal.34:6). ¿Has clamado?