Cómo prevenir eficazmente las guerras
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Santiago 4:1-10
Cuando soplan vientos de guerra, son muchos los que en todos los países se desnudan en lugares públicos y frente a las cámaras de TV y protestan contra la guerra. No son pocos los cristianos que se sienten confundidos frente a estas manifestaciones que logran simpatías en vastos sectores, pues son pocas las personas que estarían dispuestas a declararse partidarias de la guerra.
Estos versículos de la Epístola universal de Santiago, el autor sagrado nos induce a meditar en nuestra condición espiritual, como el mejor antídoto contra la guerra y nos recomiendan dos cosas importantes, para promover, pedir y recibir la paz y seguridad que deseamos. Estas son por cierto, mucho más eficaces que desnudarse en publico y frente a las cámaras de TV.
I.-EVITAR LA AMISTAD CON EL MUNDO
1. Diversos usos de la palabra “mundo”:
a.- Dios amó al mundo, dice en Jn 3:16. “Mundo” significa en ese lugar, “Personas de todas las razas naciones, cultura y condición social”. Dios amó, no solamente a los que desciende físicamente de Abraham, sino a todos.
b.- Cuando Lucas 2:1 dice que el Emperador Augusto ordenó que todo el mundo fuese empadronado, la palabras mundo significa “todos los habitantes sometidos al Imperio, en la cuenca del Mediterráneo”.
c.- Pero cuando dice “No améis el mundo, ni las cosas que están en el mundo”(1ª Jn 2:15), o cuando dice Santiago: “¿No sabéis que la amistad del mundo es enemistad contra Dios?” , significa, el orden de cosas imperante en el mundo, que se opone a Dios , a los valores del Reino y a la causa del evangelio.
2. Aspectos del mundo con los cuales no debemos establecer amistad, mencionados por Santiago:
a.- La codicia. “Codiciáis y ardéis de envidia” La codicia es un deseo ardiente, inmoderado e incontrolable por poseer o dominar cosas y personas. Mientras más poder tiene la persona, peor y más dañina es la codicia. Un niño envidioso puede hacer muy infeliz a otro niño, con sus expresiones de envidia, pero cuando el Presidente de un país y cuando gran porcentaje de los ciudadanos de ese país se dejan dominar por la codicia, el mal es mucho más terrible y fácil de identificar. Pero la codicia puede tornarse sutil y engañosa a tal punto que llegue a inspirar y motivar ciertas oraciones: “Pedís mal, para gastar en vuestros deleites” (Stgo 4:3) .
b.- La envidia. Envidia es el “disgusto o pesar por el bien ajeno”, explica un diccionario. Se dice que uno de los males culturales arraigados en nuestro país es la envidia, de la cual provienen males típicamente chilenos como son el llamado “chaqueteo” y el chisme, males de los cuales aun a nosotros nos cuesta mucho sustraernos. Pero cuan dañino es al alma nacional este pecado cultural.
c.- La soberbia u orgullo desmedido que genera una actitud altiva que no se doblega ni ante Dios. Tal fue el pecado en el que habría incurrido Lucifer (1ª Ti. 3:6), por eso se recomienda que los obispos, pastores y ancianos de las iglesias y todos los que son investidos de autoridad no deben ser neófitos, no sea que envaneciéndose caigan en la condenación del Diablo.
Quien vive, trabaja y ora dominado por la codicia, la envidia o la soberbia, no agrada a Dios y con seguridad no conseguirá ni recibirá lo que desea, por eso Santiago dice: “Pedís y no recibís”.
II.- SOMETERSE A DIOS.
1. Porque el Espíritu de Dios “nos anhela celosamente” , quiere poseernos exclusivamente y ser nuestra inspiración. Cuando el Espíritu de Dios llena y gobierna a una persona, el fruto será “Amor , gozo, paz, paciencia...” y todas esas virtudes que Pablo llama : “El fruto del Espíritu”, las cuales si se vieran en abundancia en el mundo alejarían para siempre las guerras, las injusticias, el hambre y tantos otros flagelos causados por el pecado humano.
2. Porque “Dios resiste a los soberbios y da gracia a los humildes”. ¡Cuánto daño hace la soberbia! Puede causar infelicidad en el pequeño circulo de una familia, en el círculo de las iglesias, de los países y aún del mundo.
3. Porque Dios quiere tratarnos con “gracia”. “Gracia” se define como un “Don no merecido” . Jamás debiéramos despreciar la gracia de Dios. Si Dios nos mira con “gracia”, significa que podemos esperar seguros respuesta a nuestra oración.
CONCLUSIONES
Ultimamente muchos son los que han tomado la moda de protestar desnudándose de sus ropas. Y los que protestan de esa manera contra la guerra causan impacto y atraen muchas simpatías, pues son pocos los que están de parte de la guerra. Pero no es tan simple como desnudarse físicamente. “¿De dónde vienen las guerras entre vosotros?”, comienza preguntando Santiago y concluye con una serie de imperativos totalmente vigentes para nosotros, si de verdad estamos a favor un mundo sin guerras. La vestimenta de la que sí debemos despojarnos es de aquella que Pablo llama ”el viejo hombre, que está viciado conforme a deseos engañosos” (Ef. 4:22-24). Se trata de actitudes espirituales que provocan las guerras domesticas y las grandes guerras. El antídoto contra este mal espiritual tan dañino es obedecer las exhortaciones de Santiago.
1. Someteos a Dios y Resistid al Diablo, es decir , poner fin a la amistad con el mundo y ser fieles a Dios, amándolo de verdad. El espíritu de este mundo, inspirado por el diablo, nos guía al consumismo, a la codicia, a la soberbia, al materialismo, a la injusticia, al egoísmo y a tantas otras actitudes que destruyen la paz en todos los círculos de la convivencia humana.
2. Acercáos a Dios. Dios es el Compañero y Amigo que puede llenar nuestro ser y satisfacernos a tal punto que las cosas que con tanto ardor codiciamos nos resultarán superfluas. Si nos acercamos a Dios, Él se allegará a nosotros, asegura el autor sagrado.
3. Limpiad las manos y Purificad vuestros corazones, es decir , arrepentirse genuinamente, tanto en obras como en intensiones. No se trata sólo de lavar la imagen, Dios demanda una limpieza profunda -
4. Aflgíos, lamentad , llorad. El arrepentimiento debe ser verdadero y de corazón.
5. Humillaos bajo la poderosa mano del Señor.
Si seguimos estas exhortaciones bíblicas, con seguridad el Señor nos exaltará y responderá oportunamente nuestras súplicas. Amén.
Cuando soplan vientos de guerra, son muchos los que en todos los países se desnudan en lugares públicos y frente a las cámaras de TV y protestan contra la guerra. No son pocos los cristianos que se sienten confundidos frente a estas manifestaciones que logran simpatías en vastos sectores, pues son pocas las personas que estarían dispuestas a declararse partidarias de la guerra.
Estos versículos de la Epístola universal de Santiago, el autor sagrado nos induce a meditar en nuestra condición espiritual, como el mejor antídoto contra la guerra y nos recomiendan dos cosas importantes, para promover, pedir y recibir la paz y seguridad que deseamos. Estas son por cierto, mucho más eficaces que desnudarse en publico y frente a las cámaras de TV.
I.-EVITAR LA AMISTAD CON EL MUNDO
1. Diversos usos de la palabra “mundo”:
a.- Dios amó al mundo, dice en Jn 3:16. “Mundo” significa en ese lugar, “Personas de todas las razas naciones, cultura y condición social”. Dios amó, no solamente a los que desciende físicamente de Abraham, sino a todos.
b.- Cuando Lucas 2:1 dice que el Emperador Augusto ordenó que todo el mundo fuese empadronado, la palabras mundo significa “todos los habitantes sometidos al Imperio, en la cuenca del Mediterráneo”.
c.- Pero cuando dice “No améis el mundo, ni las cosas que están en el mundo”(1ª Jn 2:15), o cuando dice Santiago: “¿No sabéis que la amistad del mundo es enemistad contra Dios?” , significa, el orden de cosas imperante en el mundo, que se opone a Dios , a los valores del Reino y a la causa del evangelio.
2. Aspectos del mundo con los cuales no debemos establecer amistad, mencionados por Santiago:
a.- La codicia. “Codiciáis y ardéis de envidia” La codicia es un deseo ardiente, inmoderado e incontrolable por poseer o dominar cosas y personas. Mientras más poder tiene la persona, peor y más dañina es la codicia. Un niño envidioso puede hacer muy infeliz a otro niño, con sus expresiones de envidia, pero cuando el Presidente de un país y cuando gran porcentaje de los ciudadanos de ese país se dejan dominar por la codicia, el mal es mucho más terrible y fácil de identificar. Pero la codicia puede tornarse sutil y engañosa a tal punto que llegue a inspirar y motivar ciertas oraciones: “Pedís mal, para gastar en vuestros deleites” (Stgo 4:3) .
b.- La envidia. Envidia es el “disgusto o pesar por el bien ajeno”, explica un diccionario. Se dice que uno de los males culturales arraigados en nuestro país es la envidia, de la cual provienen males típicamente chilenos como son el llamado “chaqueteo” y el chisme, males de los cuales aun a nosotros nos cuesta mucho sustraernos. Pero cuan dañino es al alma nacional este pecado cultural.
c.- La soberbia u orgullo desmedido que genera una actitud altiva que no se doblega ni ante Dios. Tal fue el pecado en el que habría incurrido Lucifer (1ª Ti. 3:6), por eso se recomienda que los obispos, pastores y ancianos de las iglesias y todos los que son investidos de autoridad no deben ser neófitos, no sea que envaneciéndose caigan en la condenación del Diablo.
Quien vive, trabaja y ora dominado por la codicia, la envidia o la soberbia, no agrada a Dios y con seguridad no conseguirá ni recibirá lo que desea, por eso Santiago dice: “Pedís y no recibís”.
II.- SOMETERSE A DIOS.
1. Porque el Espíritu de Dios “nos anhela celosamente” , quiere poseernos exclusivamente y ser nuestra inspiración. Cuando el Espíritu de Dios llena y gobierna a una persona, el fruto será “Amor , gozo, paz, paciencia...” y todas esas virtudes que Pablo llama : “El fruto del Espíritu”, las cuales si se vieran en abundancia en el mundo alejarían para siempre las guerras, las injusticias, el hambre y tantos otros flagelos causados por el pecado humano.
2. Porque “Dios resiste a los soberbios y da gracia a los humildes”. ¡Cuánto daño hace la soberbia! Puede causar infelicidad en el pequeño circulo de una familia, en el círculo de las iglesias, de los países y aún del mundo.
3. Porque Dios quiere tratarnos con “gracia”. “Gracia” se define como un “Don no merecido” . Jamás debiéramos despreciar la gracia de Dios. Si Dios nos mira con “gracia”, significa que podemos esperar seguros respuesta a nuestra oración.
CONCLUSIONES
Ultimamente muchos son los que han tomado la moda de protestar desnudándose de sus ropas. Y los que protestan de esa manera contra la guerra causan impacto y atraen muchas simpatías, pues son pocos los que están de parte de la guerra. Pero no es tan simple como desnudarse físicamente. “¿De dónde vienen las guerras entre vosotros?”, comienza preguntando Santiago y concluye con una serie de imperativos totalmente vigentes para nosotros, si de verdad estamos a favor un mundo sin guerras. La vestimenta de la que sí debemos despojarnos es de aquella que Pablo llama ”el viejo hombre, que está viciado conforme a deseos engañosos” (Ef. 4:22-24). Se trata de actitudes espirituales que provocan las guerras domesticas y las grandes guerras. El antídoto contra este mal espiritual tan dañino es obedecer las exhortaciones de Santiago.
1. Someteos a Dios y Resistid al Diablo, es decir , poner fin a la amistad con el mundo y ser fieles a Dios, amándolo de verdad. El espíritu de este mundo, inspirado por el diablo, nos guía al consumismo, a la codicia, a la soberbia, al materialismo, a la injusticia, al egoísmo y a tantas otras actitudes que destruyen la paz en todos los círculos de la convivencia humana.
2. Acercáos a Dios. Dios es el Compañero y Amigo que puede llenar nuestro ser y satisfacernos a tal punto que las cosas que con tanto ardor codiciamos nos resultarán superfluas. Si nos acercamos a Dios, Él se allegará a nosotros, asegura el autor sagrado.
3. Limpiad las manos y Purificad vuestros corazones, es decir , arrepentirse genuinamente, tanto en obras como en intensiones. No se trata sólo de lavar la imagen, Dios demanda una limpieza profunda -
4. Aflgíos, lamentad , llorad. El arrepentimiento debe ser verdadero y de corazón.
5. Humillaos bajo la poderosa mano del Señor.
Si seguimos estas exhortaciones bíblicas, con seguridad el Señor nos exaltará y responderá oportunamente nuestras súplicas. Amén.