Como hacer realidad las promesas de Dios en tu vida
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Hace poco, estaba conversando con un amigo cristiano que me decía que está pasando por una difícil situación financiera, yo le mencioné el texto de Filipenses 4:19 “Mi Dios, pues, suplirá todo lo que os falte, conforme a sus riquezas en gloria, en Cristo Jesús” y él me respondió: “…pero ¿dónde está la praxis?, estoy desesperado”.
¿Cuántas veces al leer las promesas de la Palabra de Dios te has sentido así? Sabemos que somos hijos de Dios, y si hijos, también herederos de sus promesas, pero ¿Qué sucede en el momento del problema? ¿Puedes creerle a Dios? ¿Puedes confiar plenamente en sus promesas? O como mi amigo dices: “¿Dónde está el cumplimiento de esa promesa? ¿Por qué en mi vida no la veo cumplir?”
Meditando en esto, vinieron a mi mente algunos aspectos importantes que debemos considerar cuando queremos apropiarnos de las promesas de Dios y que ellas pasen de ser sólo letra, para convertirse en una realidad en nuestras vidas. Quiero compartirlos contigo.
1. Antes de reclamar una promesa, asegúrate que tu corazón esté limpio.
“Si en mi corazón, hubiese yo mirado la iniquidad, el Señor no me abría escuchado” Salmos 66:18
Si tienes pecados que no le has confesado al Señor, platica con él, arrepiéntete y pídele que te perdone y él lo hará.
Si tu comunión con Dios está rota por un pecado no confesado, no eres acreedor de recibir las promesas, primero restaura tu comunión con él.
2. Cumple las condiciones de la promesa
Muchas de las promesas de Dios están condicionadas.
Por ejemplo, Malaquías 3:10 dice: “Traed todos los diezmos al alfolí y haya alimento en mi casa y probadme ahora en esto, dice Jehová de los ejércitos, si no os abriré las ventanas de los cielos, y derramaré sobre vosotros bendición hasta que sobreabunde.” A veces quisiéramos tomar sólo la segunda parte del texto, sin embargo tenemos que tomarlo completo. No estamos en condiciones de pedirle a Dios que nos abra las ventanas de los cielos y derrame bendición hasta que sobreabunde cundo le somos infieles en los diezmos.
Así hay muchas promesas que tienen condicionantes. Más ejemplos:
• Para recibir el descaso que Dios da debemos acudir a Él (Mateo 11:28)
• Para que la paz de Dios que sobrepasa todo entendimiento nos guarde, debemos dejar a un lado la ansiedad, dar a conocer nuestras peticiones delante del Señor y darle gracias. (Filipenses 4:6-7)
• Para recibir el misericordioso perdón de Dios necesitamos confesar nuestro pecado. (Proverbios 28:13)
• Para que Dios supla nuestras necesidades conforme a sus riquezas en gloria, debemos ser generosos. (Filipenses 4:18-19)
• Para ser salvos nosotros y nuestra familia, debemos creer. (Hechos 16:31)
• Para que Dios cumpla las peticiones de nuestro corazón, debemos deleitarnos en él. (Salmos 37:4)
El Señor siempre va a cumplir su parte. Él es fiel, Él no miente, pero tú y yo tenemos qué hacer lo que nos toca.
3. Ten Paciencia
Cuando tenemos un problema quisiéramos que al momento de la primera oración Dios nos diera la respuesta que esperamos y a veces sí lo hace, nos responde inmediatamente, sin embargo va a haber ocasiones en que la respuesta tarde en llegar, pero algo es seguro: Dios siempre cumple sus promesas.
No te desesperes, confía en el Señor, él te ama y sabe lo que es mejor para ti, él tiene un propósito para tu vida y algunas veces quiere enseñarte a tener paciencia, a confiar en él o a buscarle más. Muchas veces en medio de los problemas es que nos acercamos más a él.
4. Estudia y memoriza las promesas de la Biblia
Cuando estamos en medio de alguna dificultad a veces nos es difícil aún concentrarnos en la lectura de la Biblia, por esto es importante que hagamos el buen hábito de estudiarla todos los días y que memoricemos aquellos pasajes con promesas clave.
Una buena estrategia es anotar en una libreta aquellos versículos clave y repasarlos constantemente. Si memorizas 3 versículos por semana, al final de un año sabrás 156 y éstos van a serte muy útiles en el momento de la dificultad.
Mi padre partió con el Señor cuando yo tenía 18 años. Recuerdo que cuando lo estaban operando me encontraba sola en la sala de espera del hospital y sentía que el tiempo transcurría muy lentamente. En mi mente pasaban ideas de temor a que él partiera, incertidumbre de qué sería de mí y de mi familia, en dónde nos congregaríamos (él era pastor), etc.
En ese momento empezaron a venir a mi mente versículos bíblicos, pues mi papá desde pequeña me enseñó a memorizar pasajes Bíblicos y empecé a repetirlos: “Aunque mi padre y mi madre me dejaren, con todo Jehová me recogerá”, “No temas, porque yo estoy contigo, no desmayes porque yo soy tu Dios que te esfuerzo, siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia”, “Jehová es mi pastor, nada me faltará”, “En el día que temo, en ti confío”, “Yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo”, etc. Uno tras otro venían a mi mente y pronto me sentí tranquila y confiada en Dios, dispuesta a aceptar su voluntad fuera cual fuera, con la seguridad de que él estaba en control de todo y que no permitiría algo para mi mal.
En la Biblia tenemos un tesoro, son dos testamentos que el Señor nos dejó como herencia. Es tiempo de que tomemos posesión de tan grande riqueza.
¿Cuántas veces al leer las promesas de la Palabra de Dios te has sentido así? Sabemos que somos hijos de Dios, y si hijos, también herederos de sus promesas, pero ¿Qué sucede en el momento del problema? ¿Puedes creerle a Dios? ¿Puedes confiar plenamente en sus promesas? O como mi amigo dices: “¿Dónde está el cumplimiento de esa promesa? ¿Por qué en mi vida no la veo cumplir?”
Meditando en esto, vinieron a mi mente algunos aspectos importantes que debemos considerar cuando queremos apropiarnos de las promesas de Dios y que ellas pasen de ser sólo letra, para convertirse en una realidad en nuestras vidas. Quiero compartirlos contigo.
1. Antes de reclamar una promesa, asegúrate que tu corazón esté limpio.
“Si en mi corazón, hubiese yo mirado la iniquidad, el Señor no me abría escuchado” Salmos 66:18
Si tienes pecados que no le has confesado al Señor, platica con él, arrepiéntete y pídele que te perdone y él lo hará.
Si tu comunión con Dios está rota por un pecado no confesado, no eres acreedor de recibir las promesas, primero restaura tu comunión con él.
2. Cumple las condiciones de la promesa
Muchas de las promesas de Dios están condicionadas.
Por ejemplo, Malaquías 3:10 dice: “Traed todos los diezmos al alfolí y haya alimento en mi casa y probadme ahora en esto, dice Jehová de los ejércitos, si no os abriré las ventanas de los cielos, y derramaré sobre vosotros bendición hasta que sobreabunde.” A veces quisiéramos tomar sólo la segunda parte del texto, sin embargo tenemos que tomarlo completo. No estamos en condiciones de pedirle a Dios que nos abra las ventanas de los cielos y derrame bendición hasta que sobreabunde cundo le somos infieles en los diezmos.
Así hay muchas promesas que tienen condicionantes. Más ejemplos:
• Para recibir el descaso que Dios da debemos acudir a Él (Mateo 11:28)
• Para que la paz de Dios que sobrepasa todo entendimiento nos guarde, debemos dejar a un lado la ansiedad, dar a conocer nuestras peticiones delante del Señor y darle gracias. (Filipenses 4:6-7)
• Para recibir el misericordioso perdón de Dios necesitamos confesar nuestro pecado. (Proverbios 28:13)
• Para que Dios supla nuestras necesidades conforme a sus riquezas en gloria, debemos ser generosos. (Filipenses 4:18-19)
• Para ser salvos nosotros y nuestra familia, debemos creer. (Hechos 16:31)
• Para que Dios cumpla las peticiones de nuestro corazón, debemos deleitarnos en él. (Salmos 37:4)
El Señor siempre va a cumplir su parte. Él es fiel, Él no miente, pero tú y yo tenemos qué hacer lo que nos toca.
3. Ten Paciencia
Cuando tenemos un problema quisiéramos que al momento de la primera oración Dios nos diera la respuesta que esperamos y a veces sí lo hace, nos responde inmediatamente, sin embargo va a haber ocasiones en que la respuesta tarde en llegar, pero algo es seguro: Dios siempre cumple sus promesas.
No te desesperes, confía en el Señor, él te ama y sabe lo que es mejor para ti, él tiene un propósito para tu vida y algunas veces quiere enseñarte a tener paciencia, a confiar en él o a buscarle más. Muchas veces en medio de los problemas es que nos acercamos más a él.
4. Estudia y memoriza las promesas de la Biblia
Cuando estamos en medio de alguna dificultad a veces nos es difícil aún concentrarnos en la lectura de la Biblia, por esto es importante que hagamos el buen hábito de estudiarla todos los días y que memoricemos aquellos pasajes con promesas clave.
Una buena estrategia es anotar en una libreta aquellos versículos clave y repasarlos constantemente. Si memorizas 3 versículos por semana, al final de un año sabrás 156 y éstos van a serte muy útiles en el momento de la dificultad.
Mi padre partió con el Señor cuando yo tenía 18 años. Recuerdo que cuando lo estaban operando me encontraba sola en la sala de espera del hospital y sentía que el tiempo transcurría muy lentamente. En mi mente pasaban ideas de temor a que él partiera, incertidumbre de qué sería de mí y de mi familia, en dónde nos congregaríamos (él era pastor), etc.
En ese momento empezaron a venir a mi mente versículos bíblicos, pues mi papá desde pequeña me enseñó a memorizar pasajes Bíblicos y empecé a repetirlos: “Aunque mi padre y mi madre me dejaren, con todo Jehová me recogerá”, “No temas, porque yo estoy contigo, no desmayes porque yo soy tu Dios que te esfuerzo, siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia”, “Jehová es mi pastor, nada me faltará”, “En el día que temo, en ti confío”, “Yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo”, etc. Uno tras otro venían a mi mente y pronto me sentí tranquila y confiada en Dios, dispuesta a aceptar su voluntad fuera cual fuera, con la seguridad de que él estaba en control de todo y que no permitiría algo para mi mal.
En la Biblia tenemos un tesoro, son dos testamentos que el Señor nos dejó como herencia. Es tiempo de que tomemos posesión de tan grande riqueza.