Choque de Ideas
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(Marcos 3:1-6)
INTRODUCCIÓN
Este es un episodio crucial en la vida de Jesús. Y era evidente que Jesús y los dirigentes ortodoxos del pueblo judío divergían sustancialmente en sus criterios. Fue un acto de valentía, por parte de Jesús, volver a la sinagoga. Allí había una comisión enviada por el Sanedrín. Nadie podría dejar de verlos, porque en las sinagogas los primeros asientos eran lugares de honor y ellos estaban sentados allí. Era deber del Sanedrín encargarse de quienes pudieran desviar al pueblo y apartarlo del camino recto. Ellos no habían ido a la sinagoga para adorar a Dios y para aprender; estaban para vigilar cada uno de los actos de Jesús. En la sinagoga había un hombre que tenía una mano paralítica. El término que se usa en el texto original en griego indica que no había nacido con ese defecto, sino que lo sufría como consecuencia de alguna enfermedad que le había quitado las fuerzas. Si Jesús hubiese sido una persona cauta y prudente hubiera hecho como que no lo veía, pues sabía que curarlo era provocar una situación con los representantes del Sanedrín. Era día de reposo y en él estaba prohibido todo tipo de trabajo, incluyendo el de curar. La ley judía era muy clara y precisa con respecto a esto. En sábado sólo podía ofrecerse atención médica si la vida del enfermo corría peligro. Lo más que podía hacerse era impedir que la herida empeorase, pero no se la podía curar. Jesús sabía todo esto. La vida del hombre de la mano paralítica no corría peligro alguno. Físicamente no hubiera empeorado si se postergaba la sanidad un día más. Para Jesús, sin embargo, el caso era un desafío, y lo enfrentó con decisión.
Le pidió al hombre que se pusiera de pie y que se adelantara hasta donde todos pudieran verlo. Dos razones, probablemente, movieron a Jesús a impartir esa orden al enfermo. Quizás haya querido hacer un último esfuerzo para despertar la simpatía del público hacia aquel hombre, haciendo que todos pudieran ver su desgracia. Y quería dar el paso que estaba a punto de dar sin que a nadie le pasara inadvertido el significado de su acción. Cuando el hombre estuvo en medio de la concurrencia, Jesús hizo 2 preguntas a los expertos en la Ley: ¿Es lícito, en día sábado, hacer el bien o hacer el mal? Los puso en un dilema. Estaban obligados a reconocer que era lícito hacer el bien, y lo que Jesús se proponía hacer era un bien. Estaban obligados a reconocer, por otro lado, que no era lícito hacer el mal y, sin embargo, era malo dejar a aquel hombre en su miseria cuando era perfectamente posible ayudarlo. Entonces Jesús les pregunta, ¿Es lícito salvar una vida o matar? Con esta pregunta Jesús estaba llegando al núcleo de la cuestión. El estaba trabajando para salvar la vida de aquel pobre infeliz. Ellos estaban pensando en la forma en que podrían matar a Jesús ¡No debe sorprendernos que no tuvieran nada que responder! Entonces Jesús, con una palabra de poder divino, sanó al hombre. Los fariseos inmediatamente, comenzaron a maquinar con los herodianos para asesinar a Jesús. Esta alianza nos demuestra hasta qué extremo estaban dispuestos a ir los fariseos con tal de acabar con Jesús. Ningún fariseo hubiese hecho tratos con un gentil o con un judío que no guardara meticulosamente la Ley. Tales personas eran consideradas impuras, pero ahora estaban dispuestos a pactar con los herodianos, pues tenían un odio hacia Jesús que no se detenía ante nada.
Este pasaje es fundamental, porque nos muestra el choque de dos concepciones de la religión: Para el fariseo la religión era ritual. Significaba obedecer ciertas leyes, reglamentos y normas. Jesús quebrantaba aquellas normas y los fariseos estaban convencidos que era un mal hombre. Es como aquellos para quienes ser religiosos es ir a la iglesia, leer la Biblia, dar gracias por los alimentos en cada comida y ejecutar todas aquellas acciones que son consideradas como religiosas, pero que son incapaces de ayudar a nadie, que carecen de todo sentido de simpatía, que no quieren sacrificarse por los demás, que están tranquilos en su religiosidad y son sordos al llamado de los necesitados y ciegos a las lágrimas del mundo. Para Jesús, en cambio, la religión es servicio. Es amor a Dios y a los hombres. El ritual carecía de valor alguno, en comparación con el amor puesto en acción. Para Jesús lo más importante de todo no es la ejecución correcta de un ritual, hasta el más mínimo detalle, sino la respuesta espontánea al clamor de la necesidad humana.
PROPOSICIÓN
Veamos por un momento lo que podemos aprender de Jesús en este pasaje.
1.- VEMOS EL CONCEPTO QUE JESÚS TIENE DE LA DIGNIDAD HUMANA
1.1.- En el pasaje paralelo (Mt.12:9-14) Jesús afirmó el hecho de que el hombre es superior a los animales (leer también Mt.6:26; 10:31)
1.2.- Pero Jesús también destaca la superioridad del hombre sobre las instituciones religiosas (en este caso el guardar el sábado)
1.3.- Aquí insiste en que el hombre vale más que el mundo entero (Mt.16:26)
2.- VEMOS EL CONOCIMIENTO QUE TIENE DEL CORAZON HUMANO
2.1.- En el pasaje paralelo de Lc.6:8ª, se afirma que el Señor conocía el pensamiento de ellos.
2.2.- Según He.4:13, Todas las cosas están desnudas ante los ojos del Señor.
2.3.- ¿Estamos preparados para enfrentarnos a Cristo en su categoría de Juez?
3.- VEMOS SU ACTITUD TANTO HACIA LOS PECADORES COMO HACIA SU PECADO
3.1.- Mr.3:5 dice que Jesús miraba a la gente con enojo, dolorido por la dureza del corazón de ellos. Su enojo fue hacia el pecado que les cegaba el entendimiento (2Cor.4:4) Y porque amaba entrañablemente a los que habían sido cegados, su corazón estaba profundamente dolorido.
3.2.- Esto nos ayuda a entender pasajes como Sal.9:17; 11:6. Dios ama al pecador, pero odia el pecado. Lo odia porque le separa del supremo objeto de su amor.
4.- VEMOS EL PODER DE JESÚS PARA REMEDIAR LA NECESIDAD HUMANA
4.1.- Evidencia de este poder fue su acto de sanar al hombre de la mano seca (Mr.3:5b; Lc.1:37; Ef.3:20)
4.2.- Esto significa que:
4.2.1.- Puede perdonar todos nuestros pecados (Isaías 1:18)
4.2.2.- Puede librarnos de toda tentación (1 Corintios 10:13)
4.2.3.- Puede guiarnos en toda decisión (Proverbios 3:5,6; Santiago 1:5)
4.2.4.- Puede guardarnos de todo mal (Hebreos 7:25)
4.2.5.- Puede llevarnos consigo al cielo (Juan 14:1-3)
CONCLUSIÓN
¡Qué maravilloso cuadro de nuestro Salvador! No hay otro como Jesús.
Le ruego que en este mismo momento le confiese a El su pecado y que ponga toda su confianza en lo que El ha hecho por su salvación al morir por sus pecados y resucitar para su justificación
¡Y hágalo ahora, porque sólo de este momento dispone!
INTRODUCCIÓN
Este es un episodio crucial en la vida de Jesús. Y era evidente que Jesús y los dirigentes ortodoxos del pueblo judío divergían sustancialmente en sus criterios. Fue un acto de valentía, por parte de Jesús, volver a la sinagoga. Allí había una comisión enviada por el Sanedrín. Nadie podría dejar de verlos, porque en las sinagogas los primeros asientos eran lugares de honor y ellos estaban sentados allí. Era deber del Sanedrín encargarse de quienes pudieran desviar al pueblo y apartarlo del camino recto. Ellos no habían ido a la sinagoga para adorar a Dios y para aprender; estaban para vigilar cada uno de los actos de Jesús. En la sinagoga había un hombre que tenía una mano paralítica. El término que se usa en el texto original en griego indica que no había nacido con ese defecto, sino que lo sufría como consecuencia de alguna enfermedad que le había quitado las fuerzas. Si Jesús hubiese sido una persona cauta y prudente hubiera hecho como que no lo veía, pues sabía que curarlo era provocar una situación con los representantes del Sanedrín. Era día de reposo y en él estaba prohibido todo tipo de trabajo, incluyendo el de curar. La ley judía era muy clara y precisa con respecto a esto. En sábado sólo podía ofrecerse atención médica si la vida del enfermo corría peligro. Lo más que podía hacerse era impedir que la herida empeorase, pero no se la podía curar. Jesús sabía todo esto. La vida del hombre de la mano paralítica no corría peligro alguno. Físicamente no hubiera empeorado si se postergaba la sanidad un día más. Para Jesús, sin embargo, el caso era un desafío, y lo enfrentó con decisión.
Le pidió al hombre que se pusiera de pie y que se adelantara hasta donde todos pudieran verlo. Dos razones, probablemente, movieron a Jesús a impartir esa orden al enfermo. Quizás haya querido hacer un último esfuerzo para despertar la simpatía del público hacia aquel hombre, haciendo que todos pudieran ver su desgracia. Y quería dar el paso que estaba a punto de dar sin que a nadie le pasara inadvertido el significado de su acción. Cuando el hombre estuvo en medio de la concurrencia, Jesús hizo 2 preguntas a los expertos en la Ley: ¿Es lícito, en día sábado, hacer el bien o hacer el mal? Los puso en un dilema. Estaban obligados a reconocer que era lícito hacer el bien, y lo que Jesús se proponía hacer era un bien. Estaban obligados a reconocer, por otro lado, que no era lícito hacer el mal y, sin embargo, era malo dejar a aquel hombre en su miseria cuando era perfectamente posible ayudarlo. Entonces Jesús les pregunta, ¿Es lícito salvar una vida o matar? Con esta pregunta Jesús estaba llegando al núcleo de la cuestión. El estaba trabajando para salvar la vida de aquel pobre infeliz. Ellos estaban pensando en la forma en que podrían matar a Jesús ¡No debe sorprendernos que no tuvieran nada que responder! Entonces Jesús, con una palabra de poder divino, sanó al hombre. Los fariseos inmediatamente, comenzaron a maquinar con los herodianos para asesinar a Jesús. Esta alianza nos demuestra hasta qué extremo estaban dispuestos a ir los fariseos con tal de acabar con Jesús. Ningún fariseo hubiese hecho tratos con un gentil o con un judío que no guardara meticulosamente la Ley. Tales personas eran consideradas impuras, pero ahora estaban dispuestos a pactar con los herodianos, pues tenían un odio hacia Jesús que no se detenía ante nada.
Este pasaje es fundamental, porque nos muestra el choque de dos concepciones de la religión: Para el fariseo la religión era ritual. Significaba obedecer ciertas leyes, reglamentos y normas. Jesús quebrantaba aquellas normas y los fariseos estaban convencidos que era un mal hombre. Es como aquellos para quienes ser religiosos es ir a la iglesia, leer la Biblia, dar gracias por los alimentos en cada comida y ejecutar todas aquellas acciones que son consideradas como religiosas, pero que son incapaces de ayudar a nadie, que carecen de todo sentido de simpatía, que no quieren sacrificarse por los demás, que están tranquilos en su religiosidad y son sordos al llamado de los necesitados y ciegos a las lágrimas del mundo. Para Jesús, en cambio, la religión es servicio. Es amor a Dios y a los hombres. El ritual carecía de valor alguno, en comparación con el amor puesto en acción. Para Jesús lo más importante de todo no es la ejecución correcta de un ritual, hasta el más mínimo detalle, sino la respuesta espontánea al clamor de la necesidad humana.
PROPOSICIÓN
Veamos por un momento lo que podemos aprender de Jesús en este pasaje.
1.- VEMOS EL CONCEPTO QUE JESÚS TIENE DE LA DIGNIDAD HUMANA
1.1.- En el pasaje paralelo (Mt.12:9-14) Jesús afirmó el hecho de que el hombre es superior a los animales (leer también Mt.6:26; 10:31)
1.2.- Pero Jesús también destaca la superioridad del hombre sobre las instituciones religiosas (en este caso el guardar el sábado)
1.3.- Aquí insiste en que el hombre vale más que el mundo entero (Mt.16:26)
2.- VEMOS EL CONOCIMIENTO QUE TIENE DEL CORAZON HUMANO
2.1.- En el pasaje paralelo de Lc.6:8ª, se afirma que el Señor conocía el pensamiento de ellos.
2.2.- Según He.4:13, Todas las cosas están desnudas ante los ojos del Señor.
2.3.- ¿Estamos preparados para enfrentarnos a Cristo en su categoría de Juez?
3.- VEMOS SU ACTITUD TANTO HACIA LOS PECADORES COMO HACIA SU PECADO
3.1.- Mr.3:5 dice que Jesús miraba a la gente con enojo, dolorido por la dureza del corazón de ellos. Su enojo fue hacia el pecado que les cegaba el entendimiento (2Cor.4:4) Y porque amaba entrañablemente a los que habían sido cegados, su corazón estaba profundamente dolorido.
3.2.- Esto nos ayuda a entender pasajes como Sal.9:17; 11:6. Dios ama al pecador, pero odia el pecado. Lo odia porque le separa del supremo objeto de su amor.
4.- VEMOS EL PODER DE JESÚS PARA REMEDIAR LA NECESIDAD HUMANA
4.1.- Evidencia de este poder fue su acto de sanar al hombre de la mano seca (Mr.3:5b; Lc.1:37; Ef.3:20)
4.2.- Esto significa que:
4.2.1.- Puede perdonar todos nuestros pecados (Isaías 1:18)
4.2.2.- Puede librarnos de toda tentación (1 Corintios 10:13)
4.2.3.- Puede guiarnos en toda decisión (Proverbios 3:5,6; Santiago 1:5)
4.2.4.- Puede guardarnos de todo mal (Hebreos 7:25)
4.2.5.- Puede llevarnos consigo al cielo (Juan 14:1-3)
CONCLUSIÓN
¡Qué maravilloso cuadro de nuestro Salvador! No hay otro como Jesús.
Le ruego que en este mismo momento le confiese a El su pecado y que ponga toda su confianza en lo que El ha hecho por su salvación al morir por sus pecados y resucitar para su justificación
¡Y hágalo ahora, porque sólo de este momento dispone!