Camino al Altar
0
0
Rumbo a tu altar, Señor,
avanzo con lentitud,
sintiendo que puedo hacerlo
sólo porque me amas
y, sin embargo, temiendo
que sea poca mi gratitud.
Vi el velo rasgado y entré
aunque tu amor no merezco
soy extranjero aquí,
no tengo nada que darte
pues todo te pertenece
sólo mi alma te ofrezco.
Hace tiempo que te sigo
aunque nunca me atreviera
a acercarme tanto a ti
pero al verte condenado
a morir injustamente
quise hallarte donde fuera.
Se que muchos olvidaron
el favor que les brindaste
mas yo, en cada nueva aurora,
en la noche, al mediodía,
me estremezco al recordar
de qué yugo me libraste.
Cual tierra estéril fui,
inútil y despreciada,
sin paisajes de alegría
no había en mí fruto ni flor,
ni aroma ni color,
ni sombra que refrescara.
El sol secó mis esperanzas
sumiendo a mi alma en desvarío,
la arena cruel hirió mis pies
y ya sin rumbo quedé
como un peñasco olvidado
a orillas del camino.
Junto a mis carnes muertas
muchos, con prisa, pasaron
arrogantes o indiferentes,
preocupados de sí mismos
sólo tú quisiste inclinarte,
bebí el agua de tus manos.
Pude alzar mi rostro, entonces,
para contemplar tu rostro,
pero ya te habías perdido
en medio de tanta gente,
y ahora todos me dicen
que ascendiste hacia tu trono.
Tanto esperar postrado,
tanto existir sin vivir
hasta ser liberado
por tu cruento sacrificio
tu dolor fue mi pecado
pero hoy me entrego a ti.
¡Oh cuánto orgullo siento
al comprender que me amas
más que a todo lo creado,
y que pronto darán su fruto
las semillas que en mí sembraste:
fe, amor y esperanza!
Acepta mi ofrenda ahora,
remodela mi voluntad,
escribe tu ley en mi pecho,
guía mis pies en justicia,
y purifica mis labios
para hablar de tu verdad.
Si no se avergüenzan de amarte
ni el bosque en el otoño,
ni el mar en el reflujo,
ni el sol en el ocaso ...
¿Cómo podría negarte
ante el desprecio o el odio?
Así como hace su nido
el pájaro entre las ramas
y el alga sobre las rocas
establece su morada,
yo quiero, toda mi vida,
habitar bajo tus alas.
Bendito seas Señor
por permitir que te honre
a mi manera humilde,
aun cuando existen ángeles
que entonan eternamente
alabanzas a tu nombre.
Bendito seas, bendito,
por las generaciones
que han sido beneficiadas
por tu amor inefable,
y en tu regreso a la tierra
multitudes te coronen.
avanzo con lentitud,
sintiendo que puedo hacerlo
sólo porque me amas
y, sin embargo, temiendo
que sea poca mi gratitud.
Vi el velo rasgado y entré
aunque tu amor no merezco
soy extranjero aquí,
no tengo nada que darte
pues todo te pertenece
sólo mi alma te ofrezco.
Hace tiempo que te sigo
aunque nunca me atreviera
a acercarme tanto a ti
pero al verte condenado
a morir injustamente
quise hallarte donde fuera.
Se que muchos olvidaron
el favor que les brindaste
mas yo, en cada nueva aurora,
en la noche, al mediodía,
me estremezco al recordar
de qué yugo me libraste.
Cual tierra estéril fui,
inútil y despreciada,
sin paisajes de alegría
no había en mí fruto ni flor,
ni aroma ni color,
ni sombra que refrescara.
El sol secó mis esperanzas
sumiendo a mi alma en desvarío,
la arena cruel hirió mis pies
y ya sin rumbo quedé
como un peñasco olvidado
a orillas del camino.
Junto a mis carnes muertas
muchos, con prisa, pasaron
arrogantes o indiferentes,
preocupados de sí mismos
sólo tú quisiste inclinarte,
bebí el agua de tus manos.
Pude alzar mi rostro, entonces,
para contemplar tu rostro,
pero ya te habías perdido
en medio de tanta gente,
y ahora todos me dicen
que ascendiste hacia tu trono.
Tanto esperar postrado,
tanto existir sin vivir
hasta ser liberado
por tu cruento sacrificio
tu dolor fue mi pecado
pero hoy me entrego a ti.
¡Oh cuánto orgullo siento
al comprender que me amas
más que a todo lo creado,
y que pronto darán su fruto
las semillas que en mí sembraste:
fe, amor y esperanza!
Acepta mi ofrenda ahora,
remodela mi voluntad,
escribe tu ley en mi pecho,
guía mis pies en justicia,
y purifica mis labios
para hablar de tu verdad.
Si no se avergüenzan de amarte
ni el bosque en el otoño,
ni el mar en el reflujo,
ni el sol en el ocaso ...
¿Cómo podría negarte
ante el desprecio o el odio?
Así como hace su nido
el pájaro entre las ramas
y el alga sobre las rocas
establece su morada,
yo quiero, toda mi vida,
habitar bajo tus alas.
Bendito seas Señor
por permitir que te honre
a mi manera humilde,
aun cuando existen ángeles
que entonan eternamente
alabanzas a tu nombre.
Bendito seas, bendito,
por las generaciones
que han sido beneficiadas
por tu amor inefable,
y en tu regreso a la tierra
multitudes te coronen.