Anuncio de Esperanza y Salvación
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“ANUNCIO DE ESPERANZA Y SALVACIÒN”
TEXTO: Rom. 4:13-25, Rom.5:1-11
Por: Rogelio A. Smith
Iglesia Metodista de Panamá
INTRODUCCIÓN
ORACIÓN.
Cuando hablamos de “Anuncio de Esperanza y Salvación” en qué o en quién pensamos? Lo más probable que en nuestro Señor Jesucristo. Para todo fiel creyente, Jesucristo es nuestro Salvador y es a la vez nuestra esperanza, ¿no es cierto?
Pues yo quiero invitarlos, esta mañana, a que veamos el ejemplo del padre Abraham quien fue un hombre de fe. Pues NO HAY ESPERANZA NI SALVACIÓN SI NO HAY FE.
El Apóstol Pablo, en su carta a los Romanos, trató de explicarles dos cosas fundamentales: Primero, cómo él entendía la Fe Cristiana, y lo que ésta significa, en sentido práctico, para el modo de vivir cristiano. Segundo, demostrar y convencer al ser humano de su condición pecadora, pero también, que esa condición pecadora no era lo último, hay una alternativa, hay esperanza de salvación. Que una vez que el hombre sea perdonado y librado del pecado, su vida queda bajo el poder del Espíritu de Dios. Pues ese mensaje del Apóstol Pablo para los romanos de la época, también tiene vigencia para nosotros hoy.
Veamos que nos dice la Palabra de Dios al respecto.
CUERPO DEL SERMÓN
1. La promesa se cumple por medio de la fe
En Rom 4:13 dice: “Pues Dios prometió a Abraham y a sus descendientes que recibieran el mundo como herencia pero esta promesa no le fue hecha porque Abraham hubiera obedecido la ley, sino porque tuvo fe en Dios y por eso, Dios lo aceptó como justo.
Aquí vemos que Dios siempre cumplirá sus promesas, pero el cumplimiento de esa promesa de qué va depender, de nosotros? ¿Va depender de lo que hagamos? Pues no, tiene muy poco o nada que ver con lo bien que hagamos las cosas, igual como a Abraham no le fue hecha la promesa por haber cumplido cabalmente con la ley de Dios, sino porqué? Porque tuvo Fe en Dios.
Y esto es interesante, porque fíjense el impacto o alcance que tiene la fe sobre nuestra Salvación. La parte b del v. 16 dice:”Es decir, la promesa no es solamente para los que obedecen la Ley, sino para todos los que creen como creyó Abraham.
Abraham tuvo fe, Abraham creyó cuando ya no había esperanza, y por eso la promesa se cumplió por medio de la fe. Una promesa que ante los ojos del ser humano común y aún ante los creyentes, se veía imposible. Pero Abraham se convirtió en el padre de muchas naciones.
Las Sagradas Escrituras también dicen que la Fe sin obras es muerta. Pero, aunque tengamos un listado de buenas obras conforme la voluntad de Dios, si no tenemos fe tampoco se nos cumplirá la promesa de salvación. Es decir, ambas se complementan entre sí.
El pasaje leído dice que Dios aceptó como justo a Abraham solo porque tuvo fe y creyó en las promesas de Dios. Hermanos y hermanas, crees tú que la promesa de Dios para Abraham, también puede ser para nosotros.? ¿Si o no puede ser? Pues claro que sí. Los v. 23 – 25 lo dicen: “Y esto de que Dios lo aceptó como justo por su fe, no se escribió solo de Abraham se escribió también de nosotros. Pues, por nuestra fe, Dios nos acepta como justos también a nosotros, los que creemos en aquel que resucitó a Jesús, nuestro Señor, que fue entregado a la muerte por nuestros pecados y resucitado para librarnos de culpa.” Dios nos acepta como justos también a nosotros por creer en Dios. Bendito sea el nombre del Señor y su gran misericordia. Por eso es que decimos hermanos y hermanas que somos salvos, no porque amamos a Dios, sino porque Él nos amó primero. Y precisamente por ese amor inmerecido de Dios para con nosotros somos……………
2. Libres de Culpa por la Fe.
Decimos que estamos libres de culpa porque hemos sido justificados por la fe. Pero el llamarnos justos en Cristo significa que no somos justificados por algo que hayamos hecho nosotros, sino por lo que Dios hizo en Cristo. El Cap.5: v.1 de Romanos dice que “tenemos paz con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo”. Esto equivale a decir, que esa paz no es subjetiva en otras palabras, la paz con Dios no es algo que nosotros hayamos elaborado nosotros mismos, sino un regalo de Dios para aquel que fue justificado.
Dicho de otra manera, hermanos, nuestra intervención en el proceso de Salvación es absolutamente nula, todo depende es de la Gracia de Dios porque aún nosotros siendo pecadores, Cristo murió en la cruz por ti, por mi y por todos nosotros. Aún siendo su enemigo, Dios nos puso en paz consigo mismo mediante el sacrificio de Jesús, pues por medio de Cristo hemos llegado a tener paz con Dios.
Juan 3:16-17 dice: “Porque de tal manera amó Dios al mundo que ha dado a su único hijo, para que todo aquel que crea en él, no se pierda más tenga vida eterna” Porque Dios no envió a su Hijo al mundo para condenarlo, sino para salvarlo.
Jesucristo es el camino de esperanza y salvación, sin embargo este camino no está al alcance de la capacidad humana, es una realidad fuera de las posibilidades del hombre. Entonces, ¿qué debo hacer para alcanzar la vida eterna?
1. Creer en Dios como tu Señor y Salvador. El ser humano está diseñado para creer porque Dios en su voluntad implantó muy hondo en su mente y su corazón la noción de su existencia. Dice la letra de un corito: Sin ti nada somos en el mundo, sin ti nada podemos hacer, ni las hojas de los árboles se mueven, sino es por Tú poder. Así creemos y reconocemos la supremacía de Dios.
2. Reconozca que es pecador. Este es el segundo paso, reconociendo, como ya lo dije, nuestra naturaleza pecaminosa. El hombre le volvió deliberadamente la espalda a Dios, separándose así de la fuente de la vida y encontrándose con la muerte.
3. Arrepentimiento de nuestros pecados. Arrepentirse significa dar media vuelta y caminar en dirección opuesta. Si estamos caminando sin Dios y sin esperanza, confiando en nuestras propias obras, debemos volvernos a Dios.
4. Confesar nuestros pecados y recibir el perdón gratuito de ellos. No basta arrepentirnos, también debemos confesarle a Dios nuestros pecados para recibir su perdón por fe. Es el momento preciso para tener una experiencia con Dios, como la del corazón ardiente de Wesley, que por fe, sintió que verdaderamente Dios le perdonó sus pecados y lo hizo una nueva criatura.
5. Recibir a Cristo como Señor y Salvador. Recibir a Cristo es confiar en lo que Él hizo. Él tomó nuestro lugar en la Cruz. Es aceptar el sacrificio de Jesús. Ya Jesús pagó el precio de nuestros pecados, razón suficiente para recibirlo en nuestros corazones y en nuestras vidas, porque nuestras vidas se la debemos a Cristo.
6. Testifiquemos lo que Cristo ha hecho y puede hacer con nosotros. El mandato de Dios y el amor de Cristo nos obliga a testificar de su grandeza. Además, el gozo de compartir las buenas nuevas del Señor también nos obliga a dar fe de ello, al igual que el gozo de ver vidas quebrantadas sanadas y convertidas en vida abundante.
APLICACIÓN
Ya para concluir, el anuncio de esperanza y salvación tiene que ver con:
Reconocer nuestros pecados.
Creer en Dios y de que su infinito amor nos limpiará de todo pecado.
Someternos al juicio de Dios y esperar merecernos su Gracia, no tanto por nuestros actos, sino por nuestra justificación por la fe.
Reconocer que Jesucristo es el único camino de esperanza y de salvación. Volvámonos a Cristo con nuestros corazones abiertos, listos a recibir su Gracia, y en actitud de sumisión cumplamos con la misión de Cristo – ser instrumentos de esperanza y salvación para otros en manos de nuestro Señor y Redentor.
QUE ASÍ SEA
TEXTO: Rom. 4:13-25, Rom.5:1-11
Por: Rogelio A. Smith
Iglesia Metodista de Panamá
INTRODUCCIÓN
ORACIÓN.
Cuando hablamos de “Anuncio de Esperanza y Salvación” en qué o en quién pensamos? Lo más probable que en nuestro Señor Jesucristo. Para todo fiel creyente, Jesucristo es nuestro Salvador y es a la vez nuestra esperanza, ¿no es cierto?
Pues yo quiero invitarlos, esta mañana, a que veamos el ejemplo del padre Abraham quien fue un hombre de fe. Pues NO HAY ESPERANZA NI SALVACIÓN SI NO HAY FE.
El Apóstol Pablo, en su carta a los Romanos, trató de explicarles dos cosas fundamentales: Primero, cómo él entendía la Fe Cristiana, y lo que ésta significa, en sentido práctico, para el modo de vivir cristiano. Segundo, demostrar y convencer al ser humano de su condición pecadora, pero también, que esa condición pecadora no era lo último, hay una alternativa, hay esperanza de salvación. Que una vez que el hombre sea perdonado y librado del pecado, su vida queda bajo el poder del Espíritu de Dios. Pues ese mensaje del Apóstol Pablo para los romanos de la época, también tiene vigencia para nosotros hoy.
Veamos que nos dice la Palabra de Dios al respecto.
CUERPO DEL SERMÓN
1. La promesa se cumple por medio de la fe
En Rom 4:13 dice: “Pues Dios prometió a Abraham y a sus descendientes que recibieran el mundo como herencia pero esta promesa no le fue hecha porque Abraham hubiera obedecido la ley, sino porque tuvo fe en Dios y por eso, Dios lo aceptó como justo.
Aquí vemos que Dios siempre cumplirá sus promesas, pero el cumplimiento de esa promesa de qué va depender, de nosotros? ¿Va depender de lo que hagamos? Pues no, tiene muy poco o nada que ver con lo bien que hagamos las cosas, igual como a Abraham no le fue hecha la promesa por haber cumplido cabalmente con la ley de Dios, sino porqué? Porque tuvo Fe en Dios.
Y esto es interesante, porque fíjense el impacto o alcance que tiene la fe sobre nuestra Salvación. La parte b del v. 16 dice:”Es decir, la promesa no es solamente para los que obedecen la Ley, sino para todos los que creen como creyó Abraham.
Abraham tuvo fe, Abraham creyó cuando ya no había esperanza, y por eso la promesa se cumplió por medio de la fe. Una promesa que ante los ojos del ser humano común y aún ante los creyentes, se veía imposible. Pero Abraham se convirtió en el padre de muchas naciones.
Las Sagradas Escrituras también dicen que la Fe sin obras es muerta. Pero, aunque tengamos un listado de buenas obras conforme la voluntad de Dios, si no tenemos fe tampoco se nos cumplirá la promesa de salvación. Es decir, ambas se complementan entre sí.
El pasaje leído dice que Dios aceptó como justo a Abraham solo porque tuvo fe y creyó en las promesas de Dios. Hermanos y hermanas, crees tú que la promesa de Dios para Abraham, también puede ser para nosotros.? ¿Si o no puede ser? Pues claro que sí. Los v. 23 – 25 lo dicen: “Y esto de que Dios lo aceptó como justo por su fe, no se escribió solo de Abraham se escribió también de nosotros. Pues, por nuestra fe, Dios nos acepta como justos también a nosotros, los que creemos en aquel que resucitó a Jesús, nuestro Señor, que fue entregado a la muerte por nuestros pecados y resucitado para librarnos de culpa.” Dios nos acepta como justos también a nosotros por creer en Dios. Bendito sea el nombre del Señor y su gran misericordia. Por eso es que decimos hermanos y hermanas que somos salvos, no porque amamos a Dios, sino porque Él nos amó primero. Y precisamente por ese amor inmerecido de Dios para con nosotros somos……………
2. Libres de Culpa por la Fe.
Decimos que estamos libres de culpa porque hemos sido justificados por la fe. Pero el llamarnos justos en Cristo significa que no somos justificados por algo que hayamos hecho nosotros, sino por lo que Dios hizo en Cristo. El Cap.5: v.1 de Romanos dice que “tenemos paz con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo”. Esto equivale a decir, que esa paz no es subjetiva en otras palabras, la paz con Dios no es algo que nosotros hayamos elaborado nosotros mismos, sino un regalo de Dios para aquel que fue justificado.
Dicho de otra manera, hermanos, nuestra intervención en el proceso de Salvación es absolutamente nula, todo depende es de la Gracia de Dios porque aún nosotros siendo pecadores, Cristo murió en la cruz por ti, por mi y por todos nosotros. Aún siendo su enemigo, Dios nos puso en paz consigo mismo mediante el sacrificio de Jesús, pues por medio de Cristo hemos llegado a tener paz con Dios.
Juan 3:16-17 dice: “Porque de tal manera amó Dios al mundo que ha dado a su único hijo, para que todo aquel que crea en él, no se pierda más tenga vida eterna” Porque Dios no envió a su Hijo al mundo para condenarlo, sino para salvarlo.
Jesucristo es el camino de esperanza y salvación, sin embargo este camino no está al alcance de la capacidad humana, es una realidad fuera de las posibilidades del hombre. Entonces, ¿qué debo hacer para alcanzar la vida eterna?
1. Creer en Dios como tu Señor y Salvador. El ser humano está diseñado para creer porque Dios en su voluntad implantó muy hondo en su mente y su corazón la noción de su existencia. Dice la letra de un corito: Sin ti nada somos en el mundo, sin ti nada podemos hacer, ni las hojas de los árboles se mueven, sino es por Tú poder. Así creemos y reconocemos la supremacía de Dios.
2. Reconozca que es pecador. Este es el segundo paso, reconociendo, como ya lo dije, nuestra naturaleza pecaminosa. El hombre le volvió deliberadamente la espalda a Dios, separándose así de la fuente de la vida y encontrándose con la muerte.
3. Arrepentimiento de nuestros pecados. Arrepentirse significa dar media vuelta y caminar en dirección opuesta. Si estamos caminando sin Dios y sin esperanza, confiando en nuestras propias obras, debemos volvernos a Dios.
4. Confesar nuestros pecados y recibir el perdón gratuito de ellos. No basta arrepentirnos, también debemos confesarle a Dios nuestros pecados para recibir su perdón por fe. Es el momento preciso para tener una experiencia con Dios, como la del corazón ardiente de Wesley, que por fe, sintió que verdaderamente Dios le perdonó sus pecados y lo hizo una nueva criatura.
5. Recibir a Cristo como Señor y Salvador. Recibir a Cristo es confiar en lo que Él hizo. Él tomó nuestro lugar en la Cruz. Es aceptar el sacrificio de Jesús. Ya Jesús pagó el precio de nuestros pecados, razón suficiente para recibirlo en nuestros corazones y en nuestras vidas, porque nuestras vidas se la debemos a Cristo.
6. Testifiquemos lo que Cristo ha hecho y puede hacer con nosotros. El mandato de Dios y el amor de Cristo nos obliga a testificar de su grandeza. Además, el gozo de compartir las buenas nuevas del Señor también nos obliga a dar fe de ello, al igual que el gozo de ver vidas quebrantadas sanadas y convertidas en vida abundante.
APLICACIÓN
Ya para concluir, el anuncio de esperanza y salvación tiene que ver con:
Reconocer nuestros pecados.
Creer en Dios y de que su infinito amor nos limpiará de todo pecado.
Someternos al juicio de Dios y esperar merecernos su Gracia, no tanto por nuestros actos, sino por nuestra justificación por la fe.
Reconocer que Jesucristo es el único camino de esperanza y de salvación. Volvámonos a Cristo con nuestros corazones abiertos, listos a recibir su Gracia, y en actitud de sumisión cumplamos con la misión de Cristo – ser instrumentos de esperanza y salvación para otros en manos de nuestro Señor y Redentor.
QUE ASÍ SEA