Aliento para los que no ven la recompensa por su servicio

0
Recibiendo de parte del Señor

Únicamente Dios puede recompensarnos adecuadamente por los hechos desinteresados que hagamos en beneficio de otros. Por T. D. Jakes

Pablo nos dice: "Sabiendo que el bien que cada uno hiciere, ese recibirá del Señor, sea siervo o sea libre" (Efesios 6:8). Es el Señor el que provee reciprocidad para todo lo que hacemos. Él es el que hace el equilibrio en las escalas y nos da las recompensas de acuerdo a nuestro dar, no de acuerdo a lo que otros piensan que nosotros valemos.

Muchos cristianos se involucran en el ministerio y luego de un año o dos de estar activos, comienzan a perder interés y su participación declina. Algunos de ellos aún pierden interés hasta el punto de dejar la iglesia, y un buen número de estas personas dan como excusa: "Estaban usándome. Me pedían que haga esto, y que dé para aquello, y que me involucre con esto, y participe de aquello...". Mi respuesta a esas personas es: “¿Por qué se involucró en la iglesia, si no estaba disponible para ser usado por el Señor?" ¡El Señor usa a las personas y lo hace pidiéndoles que sirvan a otras!

Josué fácilmente podría haberse quejado de que estaba siendo "usado" por Moisés. Cuando Moisés se quedó en la montaña orando mientras Josué estaba batallando contra Amalec y peleando por su vida, allá abajo Josué podría haberse sentido tentado a gritar: "¡Moisés me está usando!" Pero, Josué se sometió a Moisés y recibió como resultado un reconocimiento especial de parte del Señor: "Y Josué deshizo a Amalec y a su pueblo a filo de espada. Y Jehová dijo a Moisés: Escribe esto para memoria en un libro, y di a Josué que raeré del todo la memoria de Amalec de debajo del cielo. Y Moisés edificó un altar, y llamó su nombre: Jehová-nisi. Y dijo: Por cuanto la mano de Amalec se levantó contra el trono de Jehová, Jehová tendrá guerra con Amalec de generación en generación” (Éxodo 17:13-15).

Dios revela que Él es nuestro estandarte de victoria en la guerra (Jehová-nissi) y le dice a Moisés que edifique un altar y "que lo mencione a los oídos de Josué". Declara que Josué es el héroe conquistador del día. Así que, si alguien viene a ti y te dice que están usándote, diles: "¡Si, me están usando! Eso es lo que se supone que deben hacer. Yo dije: ‘Señor, estoy disponible para ti y quiero ser usado’. Y la única manera que Él puede responder es utilizándome a través de alguien. ¡Y lo hago como para el Señor!" Esta no es solamente una declaración de fe, ¡es un grito de batalla!

El problema que muchos de nosotros tenemos es que cuando hacemos bien a nuestros "amos", sea esa persona el empleador, supervisor, o ministro de música, queremos cosechar de parte de aquel en quien hemos invertido. Si no nos sentimos afirmados, apreciados y recompensados por la persona que nos ha "usado", entonces nos enojamos. Pero La Biblia dice que nuestra recompensa viene de parte del Señor. "Sabiendo que el bien que cada uno hiciere, ese recibirá del Señor, sea siervo o sea libre" (Efesios 6:8).

Cualquiera que esté intensamente involucrado en el ministerio debe concluir finalmente que ninguna persona puede jamás devolverle los sacrificios que haga. Únicamente Dios puede recompensarlo adecuadamente por los hechos desinteresados que pueda hacer en beneficio de otro. ¡Y Él sí que nos recompensará! Lo dice repetidamente en su Palabra: "Pero sin fe es imposible agradar a Dios porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan" (Hebreos 11:6).

Jesús dijo: "Dad y se os dará medida buena, apretada, remecida y rebosando darán en vuestro regazo porque con la misma medida con que medís, os volverán a medir" (Lucas 6:38). "Mas cuando tú des limosna, no sepa tu izquierda lo que hace tu derecha, para que sea tu limosna en secreto y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público" (Mateo 6:3-4).

La recompensa y el reconocimiento vendrán del Padre, y Él determinará la recompensa apropiada para que nosotros recibamos.

Ahora, si el Padre elige recompensarte ricamente, ¡no dejes que nadie te haga sentir mal por eso! Acepta cualquier cosa que el Señor te provea, grande o pequeña. Continúa dando el mismo fiel, humilde y excelente servicio sin tener en cuenta cuánto Él pone en tu mano o cuánta alabanza recibes. Cuanto más el Señor comprueba que puede confiarte bendiciones, más te bendecirá. Y durante todo el tiempo, ya sea que tengas lo mínimo o abundes, elige estar contento y servir gozosamente. Este es un acto de fe en Dios y solamente en Dios.

Cuando una armada va a la batalla, todas las vidas están en la línea. Los sargentos pueden ganar más dinero que los soldados, a pesar de que los soldados puedan estar expuestos a riesgos mayores. No todos los cheques de pago militares son iguales. Esto también es verdad en el reino de Dios. Algunos reciben treinta, otros sesenta y aún otros reciben cien (ver Mateo 13:3-8). El porcentaje depende de lo que diga el Padre. Nuestra parte es ser agradecidos por cualquier cosa que Él nos dé, esperar su recompensa, recibirla agradecidos, y dejar de mirar a otras personas para ver si nos recompensan por lo que nos sacrificamos por ellas.

Nuestra motivación para servir al Señor nunca debe ser por un porcentaje material. Nuestra motivación debe ser el amor por el Señor. Cualquier devolución material es un beneficio adicional que Él da a nuestras vidas. El valor real de lo que nosotros damos es medido para nosotros en cosas eternas que no pueden ser medidas sobre esta Tierra.

Amos de corazón amable
El mismo equilibro que el Señor indica para los esposos y esposas, o padres e hijos, está establecido para las relaciones que los amos deben tener con sus siervos. Pablo escribe: "Y vosotros amos, haced con ellos, lo mismo, dejando las amenazas, sabiendo que el Señor de ellos y vuestro está en los cielos, y que para él no hay acepción de personas" (Efesios 6:9).

Los que están en una posición de autoridad no deben jamás aprovecharse de las personas que sirven bajo su liderazgo. No hay lugar en el reino de Dios para líderes dominantes, vengativos o motivados por enojo o ira hacia cualquier individuo o grupo de personas, en ningún lugar y bajo ninguna circunstancia.

Yo creo que nadie debería jamás ser designado para el liderazgo hasta que haya aprendido lo siguiente: un buen líder será una persona que fue un buen seguidor. Ellos entienden las dificultades y desafíos de servir a alguien como al Señor. Si han aprendido a servir a las personas como al Señor, cuando estén en la cima de la escalera del liderazgo humano, aún seguirán el liderazgo del Señor. En esta posición, más que nunca antes deben poder escuchar, someterse y obedecer al liderazgo del Espíritu Santo.

Josué fue un líder grandioso porque fue un fiel siervo de Moisés por muchos años. Cuando se transformó en líder, recordaba las dificultades de someterse a un ser humano imperfecto. En cualquier momento en que una persona ignora lo que es caminar en los zapatos de otra, existe la posibilidad de un abuso de poder y de una conducta arbitraria.

Para que Dios nos confíe posiciones de autoridad debemos probar primero que sabemos cómo controlar nuestros propios deseos y ambición de reconocimiento, fama y poder.

Los líderes designados por Dios nunca dirigen por fuerza o amenaza, sino más bien, lideran a través de la apelativa combinación de amor y rectitud.

¿Qué sucede con los que se encuentran en una situación donde el amo es abusivo? ¿Deberán rebelarse? No. Pablo expresa claramente que los siervos deben obedecer a sus amos "con temor y temblor, con sencillez de corazón" (Efesios 6:5). ¿Es esa una posición vulnerable? ¡Sí! Pero la persona que elige mantenerse sumisa será vindicada por Dios. Josué aprendió esto cuando fue testigo de la liberación de Israel de manos del Faraón. Dios sacará a cualquier líder que continuamente abuse de sus hijos.

Es peligroso rebelarse contra la autoridad. Aún más, usted puede obedecer externamente y aún así tener un corazón no sumiso, lo que es rebelión a los ojos de Dios. Recuerde: Dios está interesado en el corazón, porque si Él tiene su corazón, lo tiene a usted.

Por otro lado, usted puede someterse en el corazón y negarse a obedecer si su empleador le pide que haga algo contra la Palabra de Dios. Pero debe mantenerse sumiso al que está en autoridad, mientras que respetuosamente se niega a obedecer. ¿Por qué? Porque mantener un corazón y una actitud sumisa es simplemente estar en compañerismo con el Señor y hacer su voluntad. Si usted no permanece sumiso internamente, Dios tendrá que tratar con su corazón rebelde y sobrevendrá el castigo, no solamente para el abusador sino también para usted. Obviamente, si el abuso lo pone en situación de peligro física, emocional o espiritualmente, usted debe orar para saber si debe abandonar. Descanse seguro, sin embargo, que Dios eventualmente sacará al líder abusivo. He visto a Dios remover a personas del liderazgo de todas las formas. Cuando el Faraón abusó de los hijos de Israel y se negó a arrepentirse, Dios lo ahogó. También lo he visto rescatar a los abusados en todas las maneras. Dios sacó a los israelitas del abuso del Faraón con señales, maravillas y milagros.

Una vez más, nunca será mucho enfatizar lo siguiente: es algo peligroso para los que están en autoridad abusar de un hijo de Dios. Cuando un hijo de Dios es abusado, el Señor escuchará y responderá a su angustia. ¡Enviará un fuerte libertador para hacerlo libre!

Como Jesús
Tal como los soldados tienen que obedecer a su comandante, cada creyente es llamado a obedecer al Señor, y no en forma ocasional, sino continuamente. No obedecemos únicamente cuando las circunstancias parecen correctas. o cuando nos gusta la persona que está en autoridad, sino que obedecemos a todos los que están en autoridad sobre nosotros como si obedeciéramos al Señor mismo. Pedro no enseñó una verdad dura en su primera epístola: "Por causa del Señor someteos a toda institución humana, ya sea al rey, como a superior, ya a los gobernadores, como por él enviados para castigo de los malhechores y alabanza de los que hacen bien" (1 Pedro 2:13-14).

Debemos someternos a las leyes de los hombres como si Dios mismo las hubiera escrito. Debemos someternos a todos los que están en autoridad sobre nosotros, porque Dios los ha puesto en esas posiciones. Rebelarse contra ellos es rebelarse contra Dios. Y si requieren de nosotros alguna cosa que no es piadosa o acorde con las Escrituras, debemos desobedecer externamente, pero permanecer sumisos internamente. De esta forma, nuestros corazones se mantienen puros delante del Señor y nuestra obediencia a Él es completa.

Desdichadamente, la mayoría de nosotros probablemente nos rebelamos más por razones egoístas que por convicciones bíblicas. Estamos apurados, y en consecuencia, superamos el límite de velocidad. Nuestro jefe es insensible, tirano, y no nos paga lo que valemos. Entonces, agregamos una hora aquí y otra allá en forma extra. Creemos que el impuesto a los ingresos es inconstitucional y opresivo, por lo tanto, no informamos el dinero en efectivo que recibimos por hacer diversos trabajos.

Esta rebelión y anarquía también es común en la iglesia local. No nos gustan las canciones que el director del coro elige, así que, abandonamos el coro, aún si Dios nos ha llamado allí para aprender sumisión con ese director de coro. Entonces, nos involucramos en evangelismo pero, el líder es desorganizado. Nos sentimos tan frustrados con la falta de habilidad administrativa que eventualmente dejamos eso también. La verdad es que, iremos de una responsabilidad a otra hasta que aprendamos a someternos a la autoridad. Dejemos de quejarnos y hagamos todas las cosas como para el Señor. Nunca estaremos contentos hasta que dominemos nuestros caprichos egoístas, dejemos de lado nuestras agendas personales, y simplemente obedezcamos a Dios y sirvamos a los que Él ha puesto en autoridad sobre nosotros.

Cuando Dios nos ubica bajo una autoridad que no es agradable o no opera como nosotros hubiéramos operado, sabemos que Él está trabajando sobre nuestro nivel de sumisión a la autoridad. ¡Nos prepara para la batalla! ¡Nos muestra cómo entregar nuestras vidas! Si vamos a ser como Jesús en esta Tierra, debemos aprender obediencia al punto de crucificar nuestro yo y nuestra carne. Jesús derramó su vida por nosotros en obediencia al Padre y su ejemplo es el modelo que tenemos que seguir. Debemos derramar nuestras vidas por otros, en obediencia a Dios.

Si estamos establecidos en autoridad sobre otros, debemos derramar nuestras vidas en obediencia a Dios más que nunca. Dios impartirá una unción para que lideremos, instruyamos y establezcamos un ejemplo pero debemos ser aún más sensibles y sumisos al Espíritu Santo, y cumplir con nuestras responsabilidades con temor y temblor. Nuestro liderazgo debe llevar estas dos marcas: la confianza y la humildad de Cristo.

La obediencia nos permite ser todo lo que Dios diseñó que nosotros fuéramos. Libera nuestro potencial y desata nuestros ministerios.

Pero lo más importante: cuando aprendemos obediencia, aprendemos el fundamento para declarar una guerra y ganarla.

El enemigo se enfrentará con una formidable fuerza de pelea cuando nuestro ejército de soldados cristianos obedezca a los que están en autoridad, y cuando nuestros oficiales muestren el modelo de Jesús a los que lideran. Seremos de una sola mente, corazón y espíritu, y nada hará que rompamos filas. ¡Las puertas del infierno no prevalecerán contra la Iglesia obediente de Dios!

Tomado del libro: Cómo vencer al enemigo, de T. D. Jakes, Editorial Peniel. www.editorialpeniel.com

Compartir

Más recursos

Sponsor


Suscripción gratuita

Te avisaremos cuando agreguemos nuevos recursos. No te enviaremos más de uno o dos mensajes semanales.