¡Jaque Mate! - Una Historia de Pascua

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¡JAQUE MATE!

La partida de ajedrez duraba una eternidad. A cada movimiento que Dios hacía para librar a sus fichas del poder de las negras, correspondía un contraataque desde los cuarteles de Satanás, el gran oponente. Dios, con paciencia infinita, recogía una y otra vez las fichas desperdigadas. Pero era una partida singular, las fichas tenían la posibilidad de participar en el juego. Bueno, todas las fichas no, solamente las fichas blancas, porque Dios había establecido entre los suyos dos principios: libertad y responsabilidad libertad para tomar decisiones, responsabilidad para aceptar las consecuencias de las decisiones tomadas. Las fichas blancas podían incluso, haciendo uso de los dos principios establecidos, pasarse al bando de las negras. Las fichas negras no gozaban de esos privilegios. Ellas no tenían la posibilidad de tomar decisiones, ni de asumir con responsabilidad las consecuencias derivadas y como no tenían ni libertad ni responsabilidad, tampoco tenían necesidad de pensar. Las fichas negras sólo se movían conforme Satanás las manejaba.
Pero la partida duraba ya mucho tiempo. Mientras Dios volvía, una vez más, a reunir sus fichas, Satanás se impacientaba y, en su empeño por vencer, se afanaba por encontrar el movimiento decisivo, aquel que decantara la victoria para él de una vez y para siempre. Y Lo encontró. Con una sonrisa obscura movió una ficha. En la tierra, Jesús fue crucificado. Todo se obscureció, el día se convirtió en noche, la luz en tinieblas. Todo había terminado.
Dios se levantó de su silla con una amplia y enigmática sonrisa, y salió de la estancia. Satanás no cabía en sí de satisfacción, ¡por fin la victoria era suya! Entonces recordó la sonrisa de Dios y, yendo tras él, le preguntó: «¿por qué sonríes si has sido vencido?» Y Dios respondió: «¡Siempre has sido un absoluto ciego! Incapaz de ver más allá de las apariencias. No te das cuenta de que con tu jugada tú mismo has sido vencido. En tres movimientos JAQUE MATE.»
En la tierra, al tercer día, Jesús resucitó. La luz rompió las tinieblas, y el poder de la muerte fue vencido para siempre.

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