2 Tesalonicenses (Introducción)

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En la llamada “Segunda carta a los tesalonicenses” los temas de autoría, ocasión, integridad, relación con 1 Tes, etc., son bastante complejos. Si el mismo grupo que compuso la primera carta redactó la segunda es uno de los puntos que suscitan más dudas en los estudios del Nuevo Testamento.

La tradición y el propio texto de la carta sugieren la autoría de Pablo. Pero los estudios histórico-críticos plantean interrogantes sobre esta posibilidad y tienden a ubicarla como una carta “deuteropaulina”, bastante posterior, cuando ya ha habido cambios doctrinales importantes y el retraso de la Venida en gloria de Cristo es un problema teológico. Hay una solución intermedia: Dado que los autores son tres (Pablo, Silvano y Timoteo – 2 Tes 1,1 = 1 Tes 1,1), el autor concreto de este texto sería otro miembro del grupo. En 1 Tes el autor material parece ser Pablo, pues así lo señala en los pasajes en primera persona singular; en cambio, en 2 Tes el autor material podría ser otro de los miembros del grupo apostólico, probablemente Silvano (Silas), y Pablo confirmaría el texto con su firma al final (3,17). De hecho, Silvano es también conocido como autor de cartas (1 Pe 5,12), y tenemos el testimonio de Pablo de su permanencia a su lado en la misión en Corinto (2 Co 1,19). Esta teoría tiene el valor agregado de mostrar a la vez unidad y diversidad en el grupo apostólico: el hecho de ser coautores de la carta y de misionar conjuntamente no impide que haya matices en su manera de pensar y de expresarse que se reflejarían en las distintas formas de enseñar y en particulares énfasis en el contenido del mensaje. Esta solución, con ser ingeniosa y eliminar buena parte de los problemas, no da respuestas a todos los interrogantes. Pues en este caso la carta seguiría siendo temprana, y el tema de cartas apócrifas y de conflictos doctrinales propios de tiempos posteriores no encuentra total satisfacción.

En cuanto a su contenido, la carta puede organizarse de la siguiente manera:

Salutación (1,1-2)

Entre la gratitud y la ira (1,3-12)

La acción de gracias (1,3-4)

Persecución y retribución (6-10)

Oración por firmeza (11-12)

La parusía de Cristo y la manifestación del mal (cap. 2)
Confirmación de la enseñanza recibida (2,1-2)

Manifestación del Señor y presencia del mal (v. 3-12)
Gratitud y exhortación por la firmeza en la fe (13-17)

En cuanto a la vida comunitaria (cap. 3)

Oración y confianza (3,1-5)

Una conducta ordenada y la disciplina comunitaria (6-15)

Oración final y despedida (16-18)

Es notable su coincidencia con 1 Tes, aun cuando se puede apreciar la falta de las porciones relativas a las relaciones personales entre la comunidad y el grupo apostólico, que tan fuertemente marcan la primera parte de 1 Tes.

¿Inquietud apocalíptica o negación de la parusía?

Mayoritariamente, especialmente a partir de los métodos histórico-críticos, la carta ha sido leída pensando que procura calmar los ánimos de quienes han entrado en una exaltación apocalíptica, a causa de la persecución, y esperan el fin de los tiempos de un momento para otro. Estos han dejado las tareas cotidianas y se dedican a esperar la manifestación final del Señor. Sin embargo, otra interpretación totalmente distinta es posible: ante la demora de la parusía de Cristo, y quizás el martirio de algunos hermanos (o del propio Pablo, si fuera deuteropaulina) algunos empiezan a insinuar que no habrá tal día del Señor, en todo caso ya ha ocurrido con la Resurrección de Jesús, y ahora solo podemos esperar un Reino espiritual más allá de la muerte, la felicidad de las almas sin cuerpo. La prueba es que el mal sigue existiendo y ejerce su poder sin que se pueda evitarlo. Por lo tanto, no está tan mal “negociar” con los gobiernos humanos modos de convivencia que eviten la persecución, disminuir las exigencias de exclusividad de los cristianos y admitir ciertas conductas más permisivas en cuanto a cuestiones económicas, relaciones sociales, etc.

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