1 Corintios 3: 9- 18

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La definición de una identidad, es una base fundamental, es, la acción previa inherente a la búsqueda de propósito; no se pueden establecer metas, objetivos o tareas para un organismo del cual no se conocen sus funciones más elementales.

Los estudiantes, definen que es lo que desean para su vida antes de entrar a tal o cual facultad; los maestros, definen cual es su materia antes de colmar a sus alumnos con tareas y contenidos; las personas casadas, decidimos tratar y conocer a nuestra pareja, sus anhelos, sus sueños, sus intereses antes de animarnos a pedirle en matrimonio o bien, en el caso de las damas “dar el sí”; las empresas establecen primeramente su mercado para definir las estrategias con las que darán a conocer su producto o servicio.

Existen en la Biblia, diversas figuras literarias para referirse a la iglesia, al pueblo de Dios; figuras que lejos de ensombrecer el significado de la misma, están ahí, para expresar de manera clara, la identidad de la Iglesia; esa identidad que nos permite establecer las funciones y acciones que debe desempeñar la misma; esa identidad que nos permite ver el propósito eterno de Dios para su Pueblo en la tierra.

Así, podemos ver a la iglesia como la virgen pura, es decir una iglesia en santidad; Alcanzamos a vislumbrarle también como la novia de Cristo que ansiosa espera su segunda venida, para convertirse en la esposa de el Cordero.

En la epístola primera del apóstol Pedro, podemos verle como el linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para anunciar las virtudes de aquel que nos llamó de las tinieblas a su luz admirable.

El apóstol Pablo en algunas de sus epístolas hace referencia a la iglesia como el cuerpo de Cristo, un cuerpo que representa la unidad no solamente de nuestro señor con su pueblo, sino la preciosa interrelación de un miembro con otro al grado de dolerse si un miembro padece y gozarse si alguno recibe honra.

En esta ocasión, quisiera invitarle a meditar sobre una de estas figuras que el apóstol Pablo emplea para enseñar a la Iglesia en Corinto. Esta figura es la de:
Edificio de Dios.

Pablo, da por sentado que la iglesia es el edificio de Dios, con todas las características que esto implica: un arquitecto, un fundamento, una estructura, una adhesión. Pero, también con una diferencia radical... Mientras que los edificios necesitan de alguien mas para ser levantados, el edificio de Dios se edifica a sí mismo en el designio de Dios; cualquier edificio en la tierra es temporal, el edificio de Dios es eterno; el templo en Jerusalén, con todo su esplendor había de perecer, el templo de Dios, no hecho de manos (como dice en la Epístola a los Hebreos) es eterno.

1ª Corintios 3: 9- 18.

Este pasaje, nos invita a edificar el edificio de Dios, el templo en el que Dios habita en medio de su pueblo. Pero también, este pasaje nos invita a analizar como estamos edificando; estableciendo un modelo bíblico para el desarrollo natural de la obra de Dios.

Así, como edificio de Dios, pero también como edificadores debemos estar primeramente:

I.- Edificando sobre el fundamento correcto: (v.11) Porque nadie puede poner otro fundamento que el que esta puesto, el cual es Jesucristo.

Las personas actuamos en ocasiones por inercia, vivimos en una época que parece gritar: ¡Hazlo! ¡Hazlo Ya! ¡Hazlo sin demorar y después pregunta! Y ¿sabe? En ocasiones también la Iglesia cae en este juego. Un activismo sin sentido que pretende llenar un calendario, un plan; una vida.

Pablo nos invita a hacer una pausa para meditar cual es la razón de nuestras acciones, sobre que fundamento estamos edificando. Y sin dar lugar a otro, aclara que en el edificio de Dios: ninguno puede poner otro fundamento que el que esta puesto, el cual es Jesucristo.

Toda acción de la Iglesia, debe estar encaminada a dar la honra y la gloria a Nuestro Señor Jesucristo, a cumplir con su eterno propósito. Cualquier otra razón para trabajar en la Iglesia, es equivocada aunque tenga la mejor intención.

Cierto hombre, se dio a la tarea de construir una casa en un terreno de su propiedad; primeramente tuvo que limpiar y desbrozar el terreno, abrir zanjas, de un metro y medio de profundidad; preparando además las salidas de desagüe. Luego de seis semanas de trabajo, todo lo que tenía para mostrar como fruto de su esfuerzo era un cimiento cuadrado y nivelado de concreto. Estaba desanimado; pero, su padre que había construido a lo largo de su vida más de ciento diez edificios le dijo: ¡Anímate hijo! Una vez que has terminado con los cimientos el trabajo más crítico ha quedado atrás.

¡Gloria a Dios porque el ha puesto el mejor cimiento! Él ha hecho el trabajo crítico.

Aquí, quisiera abrir un paréntesis y llamar la atención de nuestros visitantes sobre la situación del hombre en particular. Dios, en su eterno propósito, nos ama y desea darnos una vida plena y total a cada uno en lo personal; lamentablemente, el pecado que hay en nuestra vida nos separa de Él y, cualquier esfuerzo realizado por nosotros para alcanzar la plenitud con Dios resulta insuficiente. Necesitamos del fundamento adecuado para edificar nuestras vidas... Jesucristo dijo:

El que presta atención a mis enseñanzas y las pone en práctica es tan sabio como el hombre que edifica su casa sobre una roca bien sólida. ¡Y gloria a Dios! ¡Jesucristo es la roca viva! En la que usted puede edificar su vida.

El fundamento es el que determina tanto el tamaño como el peso del edificio. Nunca se puede construir un edificio más grande de lo que el cimiento puede soportar. Lo mismo sucede con la Iglesia. Una iglesia edificada en un fundamento incorrecto o inadecuado no podrá alcanzar la altura que Dios pretende que alcance.

La segunda cosa que debemos considerar como edificio de Dios, y como edificadores es estar:

II.- Edificando con materiales eternos: (vv. 12- 15) Y si alguno edificare... la obra de cada uno se hará manifiesta... si permaneciere... si la obra de alguno se quemare...

Pablo aquí, no esta hablando de construir sobre el fundamento precioso, cosas propiamente malas, sino cosas inadecuadas. Nos recuerda que llegará el día en que nuestras obras habrán de pasar por el fuego de la prueba y mostrar evidencias de durabilidad.

Lo erróneo y lo infundado se desvanecerá; pero por la misericordia de Dios hasta el edificador equivocado se salvará.

Jesús dijo: No acumules tesoros en la tierra, donde la polilla, el orín y los ladrones corrompen, oxidan o roban. ¡Acumula tesoros en el cielo! Pues donde esté tu tesoro, allí también estará tu corazón.

¿Cuáles son estos materiales a los que hace referencia el pasaje? Debemos recordar que el pasaje hace referencia a un edificio espiritual, que es edificado con vidas santas entregadas a Él.

La edificación del templo es entonces el cumplir con la misión que Dios ha dejado a su iglesia; Jesús dijo:

Por tanto, vayan y hagan discípulos en todas las naciones. Bautícenlos en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, y enséñenlos a obedecer los mandamientos que les he dado. De una cosa podrán estar seguros: Estaré con ustedes siempre, hasta el fin del mundo.

No es suficiente hermano, el traer el ladrillo al templo, sino que debe edificarse en amor, discipulándole, enseñándole, edificándole como templo del Dios Altísimo.

Hace ya algunos años me tocó participar en la construcción del templo (material) en la misión de Huajumar, éramos muchos los que podíamos acarrear adobes hasta donde el Hermano Chávez con la maestría característica del oficio, colocaba los adobes para construir los muros... dentro del grupo de más de veinte personas, éramos diecinueve acarreadores, contra un constructor; necesitábamos más constructores, así que el hermano se dio a la tarea de explicar a algunos el procedimiento. De la misma forma, en la iglesia necesitamos más edificadores.

Dios quiere un edificio de su iglesia, no un montón de ladrillos.

Y bien, una vez que estamos edificando sobre el fundamento correcto el cual es Jesucristo, construyendo con materiales eternos, es necesario que los edificadores estemos:

III.- Edificando para manifestar la unidad: (vv. 16- 17) ¿No sabéis que sois templo de Dios, y que el Espíritu de Dios mora en vosotros? Si alguno destruyere el templo de Dios, Dios le destruirá a él; porque el templo de Dios el cual sois vosotros, santo es.

Este pasaje, hace referencia específicamente a la iglesia como el Templo del Espíritu de Dios (en 1ª Corintios 6: 19 podemos ver cuando hace referencia al cuerpo como templo). Para Pablo, de acuerdo con este pasaje, la Iglesia era el verdadero Templo de Dios, porque era la morada de su Santo Espíritu.

De la misma forma, cuando se refiere a los destructores del templo, debemos considerar el contexto del pasaje en el cual se alude a aquellos que con sus partidismos causaban división diciendo: Yo soy de Pablo, yo de Cefas, yo de Apolos, y unos más de Cristo.

No quisiera extenderme en el juicio que hay para aquellos que atentan contra la unidad de la iglesia, Pablo puntualiza lo que le espera a aquel que se oponga a la obra de Dios.

De la misma forma Pablo, quiere dejar bien claro que todos interrelacionados somos: Edificio de Dios. Ningún edificio puede sostenerse en pie y firme si no esta sólidamente adherido.

Es en esta adhesión donde Dios manifiesta la unidad: Siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo, en quien todo el edificio, bien coordinado, va creciendo para ser un templo santo en el señor; en quien vosotros también sois juntamente edificados para morada de Dios en el Espíritu dice la carta a los Efesios.

Dios no desea una serie de ruinas aisladas, el Desea habitar en medio de su Santo templo el cual somos todos, en unidad.

Creo que, si hemos considerado la ilustración que Pablo desea transmitir a los Corintios a través de este breve pasaje, podemos como iglesia, Identificarnos como el templo del Señor.
Donde estamos nosotros, su edificio, habita Él, para que su gloria sea manifiesta... Para decirlo con las palabras musicalizadas del Pastor Gilberto Gutiérrez: Él, se pone mis zapatos, come mi alimento y a mi lado va muy junto a mí, Él canta con mi voz, ama con mi amor, llora con mis lágrimas.

Edifiquemos el templo del Señor: Primeramente sobre el fundamento correcto; Jesucristo, con materiales eternos; las almas redimidas por su palabra, manifestando la unidad a la que él nos ha llamado.

Acercándoos a Él, piedra viva, desechada ciertamente por los hombres, mas para Dios escogida y preciosa,
Vosotros también, como piedras vivas, sed edificados como casa espiritual.

Oremos.

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