1 Corintios 13:1-13

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Cuarto Domingo después de Epifanía –

Jeremías 1:4-10; Salmo 71:1-6; 1 Corintios 13:1-13; Lucas 4:21-30

Repaso exegético

Este elogio del amor, agape, se divide en tres partes, nuevamente en quiasmo:
A. Superioridad del amor (“aunque tenga lenguas, conocimiento, si no tengo amor, nada soy”).
B. Descripción del amor (lo que hace y lo que no hace).
A’. Superioridad del amor (“las lenguas, conocimiento, terminarán, el amor permanecerá”).
Vv. 1-3. Cada uno de estos vv. describe en primera persona una situación a la que, podemos suponer, muchos/as de los/as lectores/as de Pablo aspirarían: no sólo hablar las lenguas humanas, sino también las angélicas; no sólo tener el don de profecía, sino el conocimiento de toda ciencia y todos los misterios, y una fe que pudiera mover montañas; no sólo dar todos mis bienes (Hechos: “tenían todo en común”), sino dar el propio cuerpo para ser mártir de Cristo. No creo que nadie pueda aspirar a más. Pero sin amor no sirven, porque sólo provocan divisiones en la comunidad. Son dones excelsos, pero no fines en sí mismos.
En el mundo grecorromano, el término agape, como también eros, y filia, otros términos griegos traducidos como amor, tenían una fuerte connotación de concordia, como antídotos de la lucha y la búsqueda de intereses “partidarios”. Pablo, entonces, no los estaría presentando como novedad, sino recordando aquello que en el ámbito político, público, era conocido, pero que se había olvidado en Cristo.
Vv. 4-7. Lo que sigue es descripción del amor por medio de conductas que lo muestran o no. Nótese que el amor, sujeto de estas oraciones, se describe por lo que hace o no hace, por verbos, no por adjetivos. Comienza con dos afirmaciones en positivo: es paciente, es benigno; sigue con ocho en negativo: no se ufana, no se irrita...; retoma la descripción en positivo en cinco caracterizaciones: se alegra en la verdad, todo espera, todo tolera...
Vv. 8-13. Pablo retoma el primer tema, de la superioridad del amor sobre otros dones, y lo hace una vez más por medio del quiasmo:
A. El amor es superior a profecías, lenguas, ciencia
B. Conocemos y profetizamos imperfectamente
C. Cuando llegue lo perfecto, lo imperfecto desaparecerá
D. Cuando era niño, actuaba como niño;
Ahora que soy adulto, actúo como adulto
B’. Vemos y conocemos imperfectamente
C’. Cuando llegue lo perfecto, conoceré como soy conocido
A’. El amor es superior a la fe y la esperanza
En A (v. 8), Pablo retoma aquellos dones superiores en la opinión de los/as corintios/as: profecía, lengua, conocimiento y afirma explícitamente que no son aquéllos los superiores, sino el amor. Si entendemos 12:31a como un indicativo, no sería un argumento nuevo, sino un retorno: ustedes buscan los dones supuestamente superiores: éstos terminarán, mientras el amor, que a ustedes les falta, permanece aun en el Reino. Esto se refuerza con el argumento de A’: no sólo es superior el amor a las profecías o al conocimiento, sino aun a la fe y a la esperanza.
Los miembros B, C y B’, C’ contribuyen a demoler los supuestos de los/as corintios/as: no sólo son inferiores al amor; a lo que ustedes aspiran, es imperfecto, y desaparecerá. En otras palabras, C-C’, dejen de actuar como niños/as, peleando entre sí por niñerías, y actúen acorde con su condición adulta.

Breve reflexión teológica

Creo que, dada la popularidad de este texto para celebraciones de matrimonio, vale la pena una vez más recordar que 1 Corintios 13 es el centro de un quiasmo relacionado con el mal uso de los dones en la comunidad, donde no sirven para edificación, sino para apoyar diversos partidos en sus luchas entre sí. El amor es presentado aquí como un don mejor que cualquier otro, siempre en el ámbito de la comunidad toda y de sus luchas por intereses particulares, y no en el ámbito pseudo-privado de la pareja que contrae matrimonio.
Pensando en la función significativa del quiasmo, se me ocurrió que realmente Pablo no tenía pelos en la lengua, para usar una expresión muy nuestra: “¡Déjense de pelear como niños/as, crezcan, maduren! ¡Buscan el conocimiento superior, la profecía, el martirio, pero no ven lo importante!” Y eso importante ni siquiera es la esperanza (¿no era lo último que se pierde?) ni la fe (¡fundamental para la Reforma!), pues cuando venga el Reino ya no serán necesarias, mientras que el amor seguirá existiendo.
El amor. La gente se enamora, se va a vivir junta, se casa, tiene hijos e hijas por amor. Cuántos miles de señaladores, libros, pósters, tarjetas, eslóganes y otras cosas se inscriben o se justifican en el amor. ¡Hasta hay quien justifica la violencia familiar en el amor! Sin embargo, el señalador o el eslogan no dice que el amor no se alegra con la injusticia. Mucho menos el pegador. ¿Dónde está la diferencia entonces? ¿Se puede imponer el amor que es superior a la ciencia, a la profecía, a las lenguas, a la esperanza, a la fe? Si se pudiera imponer, no sería amor. Estamos hablando de dones, ¿no? Por definición, no se pueden imponer, ni sobre quien los otorga ni sobre quienes los reciben, pues en tal caso dejarían de ser dones. Por otra parte, me llama la atención que Pablo nunca diga explícitamente que el amor sea un don. No estoy en condiciones de afirmar que no lo sea, pero me parece un punto importante para ser cuidadosa en el tema. Habla de un camino mejor.
Sea que se puede buscar el amor o que es un don otorgado libremente, lo que está claro es que no hay recetas ni ley que lo imponga. Lo que Pablo ofrece en los capítulos 12 a 14 es una corrección a la perspectiva de la comunidad: los dones son de Dios, los otorga a quienes le place, son para beneficiar a toda la comunidad y no a quienes los reciben y ejercen. No hay, por tanto, dones superiores. O mejor dicho, son superiores cuando se los ejerce para el beneficio común, no cuando se los quiere usar en beneficio propio. Pero hay un camino mejor. Hay amor. Amor que, sea don o no, es el ejemplo dado por Cristo, y está a nuestro alcance no como ley, sino como forma de vida (por eso, camino). Porque Cristo me amó, yo puedo ser paciente, benigna, regocijarme en la verdad, soportar todo, esperar todo, tolerar todo. Un gran desafío, ¿no?

Pistas para la predicación

1. Se me ocurren dos posibilidades de comenzar, según la situación de la comunidad a la que se predica, o según preferencia de quien lo hace:

a. El amor. Ejemplos de dichos, creencias populares, señaladores, etc. ¿Hay algo mejor?

b. Hacer una especie de diálogo entre posturas diversas, donde c/u señale o proponga algo supuestamente superior: la ciencia con sus posibilidades de curación, clonación, etc; la profecía que lucha por la justicia e intenta controlar el poder; las lenguas que permiten el conocimiento mutuo; etc.

2. Según Pablo, no hay nada superior al amor. Ni siquiera la fe o la esperanza.

3. El argumento de Pablo
Aplicación a la comunidad (téngase en cuenta si en I se eligió a. o b.)

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