1 Corintios 12:12-31a
0
0
Tercer Domingo después de Epifanía –
Nehemías 8:1-3.5-6.8-10; Salmo 19; 1 Corintios 12:12-31a; Lucas 4:14-21
Introducción
1 Corintios 12 es un texto muy conocido por su uso de la imagen del cuerpo humano para referirse a la Iglesia, a la comunidad unida a Cristo. El tema principal, sin embargo, no es el cuerpo en sí, ni siquiera la iglesia en tanto cuerpo, sino el uso de los dones de cada miembro de dicho cuerpo en beneficio del total, de la comunidad, del cuerpo todo. En otras palabras, que la Iglesia es un cuerpo con Cristo a la cabeza se da por sentado, pues se usa como imagen para el argumento que se busca desarrollar.
Repaso exegético
En primer lugar, llamo la atención a lo expresado por Néstor Míguez en su estudio de Pentecostés del año pasado (EEH 3), en cuanto a que 1 Corintios 12-14 forma un quiasmo (estructura concéntrica):
A. Dones espirituales 12:4-30.
B. Motivación correcta en el uso de los dones 12:31-14:1a.
A’. Dones espirituales 14:1b-40.
Pablo desarrolla el tema de los dones o carismas de la comunidad, estableciendo en estos tres capítulos una jerarquía: todos son buenos porque todos provienen de Dios, pero los mejores son los que mayor bien hacen a la comunidad; y ninguno de ellos se compara con el don de la caridad.
El cap. 12 comienza con las palabras “en cuanto a los espirituales”, término que se puede referir a los dones, como muchas versiones de la Biblia traducen, o a quienes se consideran espirituales entre los Corintios. Se trata, pues, de un grupo de la Iglesia que se siente espiritual o que juzga según los dones dados a cada cual.
No sólo los cap. 12 a 14 forman un quiasmo; 12:4-30 también:
A. La variedad de dones (vv. 4-11) (lectura del domingo anterior)
B. Un solo cuerpo (vv. 12-27) (lectura de hoy)
A’. La variedad de dones (vv. 28-30) (lectura de hoy)
V. 12: El símil del cuerpo, como imagen de la sociedad o del estado, era muy conocido y usado en el discurso político, especialmente para combatir sediciones e instar a la concordia.
V. 13: Pablo repite parcialmente el argumento de Gálatas 3:28, pero en forma abreviada.
Vv. 14ss: comienza a percibirse cómo Pablo usa una imagen conocida con una intención subversiva: no usa el símil del cuerpo para instar a los más desprotegidos a la sumisión, sino al contrario, para instar a los sabios y poderosos según el mundo, a prenderse en un nuevo proyecto. Esto lo desarrolla de varias maneras: en los vv. 14-17, refutando a quienes podrían sentirse menos: “si no soy ojo no soy del cuerpo”; en los vv. 18-26, refutando a quienes pretenden despreciar a los demás miembros de la comunidad: “Y no puede el ojo decir a la mano ‘¡No te necesito!’”, con el argumento de que es Dios quien ha puesto muchos miembros diferentes en el cuerpo y que justamente los miembros más “despreciables” resultan ser los más necesarios y los que Dios ha revestido de mayor honor (vv. 22-26).
Vv. 26-27: Pablo usa otros dos lugares comunes de su cultura: los de sufrir-con y alegrarse-con: Nadie puede pretender que la suerte de los y las demás no le afecta, pues entonces no serían un cuerpo. “Y ustedes son el cuerpo de Cristo”, por ende, no hay escapatoria: hay que terminar con las divisiones internas.
Vv. 28-30: Así como es voluntad divina que un cuerpo tenga diversidad de miembros y de funciones, la Iglesia tiene, también por voluntad divina, diversidad de funciones. Y así como en el cuerpo la mano no tiene por qué sentirse menos por no ser ojo (v. 15), en la comunidad nadie tiene por qué sentir que el don que se le ha concedido es menos que otros dones. Y, siguiendo con la imagen, así como el ojo no puede despreciar a la mano (v. 21), nadie puede despreciar el don dado a otra persona, ¡ni a la persona, por supuesto!
El uso de primero, segundo, etc. en la enumeración no debe entenderse como jerarquización, pues entonces Pablo estaría haciendo exactamente aquello que critica. Se debe entender, mejor, como enumeración, como si fuera contando con los dedos: profecía, fe, lenguas...
Llama la atención el uso del término kybérnesis, usualmente traducido como gobierno (v. 28). El término se refiere a la función del timonel del barco, sin cuya habilidad el barco no puede llegar a ningún lado.
V. 31a. El verbo aspirar a, buscar con afán, puede entenderse tanto como un imperativo (“¡Busquen!”) como por un indicativo (“buscan/buscáis”). Si entendemos el argumento de Pablo como una crítica a la búsqueda de dones supuestos superiores por los/as corintios/as, el indicativo es preferible, pues es todavía parte de la crítica que les hace: Ustedes buscan los dones superiores; yo les voy a mostrar algo mejor.
Breve reflexión teológica
Ser un cuerpo implica más que ser parte de la misma entidad o emprendimiento. Quizás un cuerpo enfermo tenga todos sus miembros, pero no funcionan, no se comunica la cabeza con los miembros o no logran el equilibrio necesario para recobrar la salud (= la armonía.).
Hoy, el problema de la Iglesia no parece ser la regulación de los dones, sino su supresión; o, cuanto mucho, su especialización: la Iglesia que tiene el don de profecía no tiene el de milagros; la que tiene el don de la administración no tiene el don de lenguas (glosolalia); la que tiene el don de la enseñanza no tiene el de la fe; y así sucesivamente. Para mantener el símil del cuerpo, hoy cada una de nuestras denominaciones y organizaciones es parte desmembrada de un mismo cuerpo, universal sí, pero desmembrado. El desafío de este texto, entonces, es cómo se aplica la problemática de este capítulo, el ordenamiento de los dones espirituales, a nuestra realidad, donde los dones que se reconocen o aceptan son, cuanto mucho, unos pocos. De paso, una autocrítica de parte de quienes dirigen las Iglesias y congregaciones no vendría mal, puesto que tantas veces nos da miedo el aporte de dones diferentes, ¡en especial, si no nos fue dado en lo personal!
En su artículo en RIBLA 20 (1995) 116-121, Pablo Richard analiza la opción de Pablo por los pobres de la comunidad. Una minoría de ricos, sabios y poderosos intenta imponer en la comunidad de Corinto las mismas reglas de juego (discriminadoras e injustas) que se usan en el resto de la sociedad: los tribunales para dirimir “injusticias” (6:1-8), la Cena como ocasión de mostrar quién puede llenarse de comida y de bebida (11:17-22), el uso de los dones y carismas en provecho propio (12-14). En todas estas instancias, frente a la puja por imponerse a fuerza de influencia o beneficios, Pablo opta por la mayoría pobre, ignorante y discriminada que forma la Iglesia de Corinto. Pero Pablo no opta por los pobres porque sean mayoría, sino por una cuestión teológica de principio: Dios eligió lo pobre, lo ignorante, lo débil del mundo para mostrar una forma distinta de vivir y de relacionarnos mutuamente. Porque, como él expresa en Gálatas 3:28, “(en Cristo) ya no hay judío ni griego, ni esclavo ni libre, ni hombre ni mujer, ya que todos vosotros sois uno en Cristo Jesús”. Las mismas estrategias misioneras de Pablo y sus compañeros muestran que él no entiende esta nueva comunidad como una donde se borre toda diferencia entre unos grupos y otros, sino que las diferencias no son obstáculo para recibir los dones de Dios, del Señor y del Espíritu sin acepción de personas, porque toda persona que haya sido bautizada con Cristo, es parte del cuerpo de Cristo, y el cuerpo requiere de todos sus miembros.
Dijimos que Pablo repite aquel versículo de Gálatas donde se afirma que ya no hay características étnicas, de género, ni sociales que puedan impedir el acceso a Dios (Gálatas 3:28). Un detalle muy revelador, sin embargo, es que, cuando Pablo lo repite en 1 Corintios 12:13, omite aquella parte del versículo sobre la diferencia entre varón y mujer. ¿Qué pudo haber ocasionado esta omisión? ¿Casualidad? Difícilmente. Más bien creemos, con otros/as autores/as, que al menos un grupo estaba tratando de imponer nuevas costumbres (véase en el cap. 11 la controversia sobre la negativa de las mujeres a usar velos en la Iglesia) en la comunidad corintia, tomando en serio aquella afirmación de Pablo en Gálatas 3:28. Constatando que no sólo hay divisiones y luchas en sus relaciones, sino que éstas se manifiestan también cuando la comunidad se reúne para adorar, Pablo podría haber obviado aquí aquel tercer par de la comparación para evitar dar al grupo “ofensivo” de Corinto un argumento a su favor. Tenemos que lamentar, sin embargo, que el hilo siempre se corte por lo más débil, que por razones de “orden” se postergue la igualdad de las mujeres. Pablo pudo subvertir una imagen tan fuerte como la del cuerpo en beneficio de una comunidad sin excluidos socialmente, pero (al menos en estos capítulos) no pudo mantener su máxima de Gálatas 3:28. Con esto no quiero hacer de Pablo un misógino irredento; al contrario, su propia praxis lo muestra de otra manera. Digo solamente que, sean cuales fueren las circunstancias que lo llevaron a acortar Gálatas 3:28, me hubiera gustado ver que no fuera el par “varón ni mujer” el que quedase fuera, especialmente porque tan a menudo hay cuestiones de “orden” o de otra naturaleza urgente que lleva a los paladines de la igualdad y la liberación a postergar la igualdad de la mujer.
Pistas para la predicación
Hago una propuesta muy básica de predicación pensando en las Iglesias que conozco y sospechando que si hay pastoras/es de otras Iglesias que usen este material, se van a ver reflejadas /os también. Pero como las características particulares varían tanto, dejo a cada quien completar las pistas según la sabiduría le dicte.
1. Hacer una lista de los dones o carismas que creemos que tiene nuestra comunidad o Iglesia. Si la congregación está acostumbrada al sermón dialogado, esta revisión puede hacerse en conjunto.
2. Compararla con las listas de 1 Corintios 12:4-11 y 28-30. ¿Qué pasó con los que no tenemos entre nosotras/os? (Quizás haya que explicar el significado de algunos dones).
3. El problema en la comunidad de Corinto: multiplicidad de dones, y discriminación (“si no sos mano, no te necesito”).
4. El problema de nuestras iglesias: uniformidad de dones, y discriminación (“si sos de otra condición social/racial/económica/política/sexual, no te necesito”).
5. La solución de Pablo: la variedad de dones, lejos de ser un problema (aunque se usen desordenadamente) es voluntad de Dios. No se trata de reprimir o despreciar dones diferentes del que yo recibí, sino de ver la función de todos los dones en la construcción de la Iglesia. Tampoco se trata de dejarse despreciar (“como no soy mano, no sirvo”). Puesto que son dones de Dios, nadie puede no tener alguno, y sería ingratitud no reconocerlos y no usarlos, que para eso fueron dados.
6. Nuestras soluciones: ¿podrán ser las mismas?
NOTA: Para las dos meditaciones de 1 Corintios resultaron especialmente útiles: Margaret Mitchell, Paul and the Rhetoric of Reconciliation, Charles Talbert, Reading Corinthians, y diversos artículos de RIBLA 20 y de Proclamar Libertação.
Nehemías 8:1-3.5-6.8-10; Salmo 19; 1 Corintios 12:12-31a; Lucas 4:14-21
Introducción
1 Corintios 12 es un texto muy conocido por su uso de la imagen del cuerpo humano para referirse a la Iglesia, a la comunidad unida a Cristo. El tema principal, sin embargo, no es el cuerpo en sí, ni siquiera la iglesia en tanto cuerpo, sino el uso de los dones de cada miembro de dicho cuerpo en beneficio del total, de la comunidad, del cuerpo todo. En otras palabras, que la Iglesia es un cuerpo con Cristo a la cabeza se da por sentado, pues se usa como imagen para el argumento que se busca desarrollar.
Repaso exegético
En primer lugar, llamo la atención a lo expresado por Néstor Míguez en su estudio de Pentecostés del año pasado (EEH 3), en cuanto a que 1 Corintios 12-14 forma un quiasmo (estructura concéntrica):
A. Dones espirituales 12:4-30.
B. Motivación correcta en el uso de los dones 12:31-14:1a.
A’. Dones espirituales 14:1b-40.
Pablo desarrolla el tema de los dones o carismas de la comunidad, estableciendo en estos tres capítulos una jerarquía: todos son buenos porque todos provienen de Dios, pero los mejores son los que mayor bien hacen a la comunidad; y ninguno de ellos se compara con el don de la caridad.
El cap. 12 comienza con las palabras “en cuanto a los espirituales”, término que se puede referir a los dones, como muchas versiones de la Biblia traducen, o a quienes se consideran espirituales entre los Corintios. Se trata, pues, de un grupo de la Iglesia que se siente espiritual o que juzga según los dones dados a cada cual.
No sólo los cap. 12 a 14 forman un quiasmo; 12:4-30 también:
A. La variedad de dones (vv. 4-11) (lectura del domingo anterior)
B. Un solo cuerpo (vv. 12-27) (lectura de hoy)
A’. La variedad de dones (vv. 28-30) (lectura de hoy)
V. 12: El símil del cuerpo, como imagen de la sociedad o del estado, era muy conocido y usado en el discurso político, especialmente para combatir sediciones e instar a la concordia.
V. 13: Pablo repite parcialmente el argumento de Gálatas 3:28, pero en forma abreviada.
Vv. 14ss: comienza a percibirse cómo Pablo usa una imagen conocida con una intención subversiva: no usa el símil del cuerpo para instar a los más desprotegidos a la sumisión, sino al contrario, para instar a los sabios y poderosos según el mundo, a prenderse en un nuevo proyecto. Esto lo desarrolla de varias maneras: en los vv. 14-17, refutando a quienes podrían sentirse menos: “si no soy ojo no soy del cuerpo”; en los vv. 18-26, refutando a quienes pretenden despreciar a los demás miembros de la comunidad: “Y no puede el ojo decir a la mano ‘¡No te necesito!’”, con el argumento de que es Dios quien ha puesto muchos miembros diferentes en el cuerpo y que justamente los miembros más “despreciables” resultan ser los más necesarios y los que Dios ha revestido de mayor honor (vv. 22-26).
Vv. 26-27: Pablo usa otros dos lugares comunes de su cultura: los de sufrir-con y alegrarse-con: Nadie puede pretender que la suerte de los y las demás no le afecta, pues entonces no serían un cuerpo. “Y ustedes son el cuerpo de Cristo”, por ende, no hay escapatoria: hay que terminar con las divisiones internas.
Vv. 28-30: Así como es voluntad divina que un cuerpo tenga diversidad de miembros y de funciones, la Iglesia tiene, también por voluntad divina, diversidad de funciones. Y así como en el cuerpo la mano no tiene por qué sentirse menos por no ser ojo (v. 15), en la comunidad nadie tiene por qué sentir que el don que se le ha concedido es menos que otros dones. Y, siguiendo con la imagen, así como el ojo no puede despreciar a la mano (v. 21), nadie puede despreciar el don dado a otra persona, ¡ni a la persona, por supuesto!
El uso de primero, segundo, etc. en la enumeración no debe entenderse como jerarquización, pues entonces Pablo estaría haciendo exactamente aquello que critica. Se debe entender, mejor, como enumeración, como si fuera contando con los dedos: profecía, fe, lenguas...
Llama la atención el uso del término kybérnesis, usualmente traducido como gobierno (v. 28). El término se refiere a la función del timonel del barco, sin cuya habilidad el barco no puede llegar a ningún lado.
V. 31a. El verbo aspirar a, buscar con afán, puede entenderse tanto como un imperativo (“¡Busquen!”) como por un indicativo (“buscan/buscáis”). Si entendemos el argumento de Pablo como una crítica a la búsqueda de dones supuestos superiores por los/as corintios/as, el indicativo es preferible, pues es todavía parte de la crítica que les hace: Ustedes buscan los dones superiores; yo les voy a mostrar algo mejor.
Breve reflexión teológica
Ser un cuerpo implica más que ser parte de la misma entidad o emprendimiento. Quizás un cuerpo enfermo tenga todos sus miembros, pero no funcionan, no se comunica la cabeza con los miembros o no logran el equilibrio necesario para recobrar la salud (= la armonía.).
Hoy, el problema de la Iglesia no parece ser la regulación de los dones, sino su supresión; o, cuanto mucho, su especialización: la Iglesia que tiene el don de profecía no tiene el de milagros; la que tiene el don de la administración no tiene el don de lenguas (glosolalia); la que tiene el don de la enseñanza no tiene el de la fe; y así sucesivamente. Para mantener el símil del cuerpo, hoy cada una de nuestras denominaciones y organizaciones es parte desmembrada de un mismo cuerpo, universal sí, pero desmembrado. El desafío de este texto, entonces, es cómo se aplica la problemática de este capítulo, el ordenamiento de los dones espirituales, a nuestra realidad, donde los dones que se reconocen o aceptan son, cuanto mucho, unos pocos. De paso, una autocrítica de parte de quienes dirigen las Iglesias y congregaciones no vendría mal, puesto que tantas veces nos da miedo el aporte de dones diferentes, ¡en especial, si no nos fue dado en lo personal!
En su artículo en RIBLA 20 (1995) 116-121, Pablo Richard analiza la opción de Pablo por los pobres de la comunidad. Una minoría de ricos, sabios y poderosos intenta imponer en la comunidad de Corinto las mismas reglas de juego (discriminadoras e injustas) que se usan en el resto de la sociedad: los tribunales para dirimir “injusticias” (6:1-8), la Cena como ocasión de mostrar quién puede llenarse de comida y de bebida (11:17-22), el uso de los dones y carismas en provecho propio (12-14). En todas estas instancias, frente a la puja por imponerse a fuerza de influencia o beneficios, Pablo opta por la mayoría pobre, ignorante y discriminada que forma la Iglesia de Corinto. Pero Pablo no opta por los pobres porque sean mayoría, sino por una cuestión teológica de principio: Dios eligió lo pobre, lo ignorante, lo débil del mundo para mostrar una forma distinta de vivir y de relacionarnos mutuamente. Porque, como él expresa en Gálatas 3:28, “(en Cristo) ya no hay judío ni griego, ni esclavo ni libre, ni hombre ni mujer, ya que todos vosotros sois uno en Cristo Jesús”. Las mismas estrategias misioneras de Pablo y sus compañeros muestran que él no entiende esta nueva comunidad como una donde se borre toda diferencia entre unos grupos y otros, sino que las diferencias no son obstáculo para recibir los dones de Dios, del Señor y del Espíritu sin acepción de personas, porque toda persona que haya sido bautizada con Cristo, es parte del cuerpo de Cristo, y el cuerpo requiere de todos sus miembros.
Dijimos que Pablo repite aquel versículo de Gálatas donde se afirma que ya no hay características étnicas, de género, ni sociales que puedan impedir el acceso a Dios (Gálatas 3:28). Un detalle muy revelador, sin embargo, es que, cuando Pablo lo repite en 1 Corintios 12:13, omite aquella parte del versículo sobre la diferencia entre varón y mujer. ¿Qué pudo haber ocasionado esta omisión? ¿Casualidad? Difícilmente. Más bien creemos, con otros/as autores/as, que al menos un grupo estaba tratando de imponer nuevas costumbres (véase en el cap. 11 la controversia sobre la negativa de las mujeres a usar velos en la Iglesia) en la comunidad corintia, tomando en serio aquella afirmación de Pablo en Gálatas 3:28. Constatando que no sólo hay divisiones y luchas en sus relaciones, sino que éstas se manifiestan también cuando la comunidad se reúne para adorar, Pablo podría haber obviado aquí aquel tercer par de la comparación para evitar dar al grupo “ofensivo” de Corinto un argumento a su favor. Tenemos que lamentar, sin embargo, que el hilo siempre se corte por lo más débil, que por razones de “orden” se postergue la igualdad de las mujeres. Pablo pudo subvertir una imagen tan fuerte como la del cuerpo en beneficio de una comunidad sin excluidos socialmente, pero (al menos en estos capítulos) no pudo mantener su máxima de Gálatas 3:28. Con esto no quiero hacer de Pablo un misógino irredento; al contrario, su propia praxis lo muestra de otra manera. Digo solamente que, sean cuales fueren las circunstancias que lo llevaron a acortar Gálatas 3:28, me hubiera gustado ver que no fuera el par “varón ni mujer” el que quedase fuera, especialmente porque tan a menudo hay cuestiones de “orden” o de otra naturaleza urgente que lleva a los paladines de la igualdad y la liberación a postergar la igualdad de la mujer.
Pistas para la predicación
Hago una propuesta muy básica de predicación pensando en las Iglesias que conozco y sospechando que si hay pastoras/es de otras Iglesias que usen este material, se van a ver reflejadas /os también. Pero como las características particulares varían tanto, dejo a cada quien completar las pistas según la sabiduría le dicte.
1. Hacer una lista de los dones o carismas que creemos que tiene nuestra comunidad o Iglesia. Si la congregación está acostumbrada al sermón dialogado, esta revisión puede hacerse en conjunto.
2. Compararla con las listas de 1 Corintios 12:4-11 y 28-30. ¿Qué pasó con los que no tenemos entre nosotras/os? (Quizás haya que explicar el significado de algunos dones).
3. El problema en la comunidad de Corinto: multiplicidad de dones, y discriminación (“si no sos mano, no te necesito”).
4. El problema de nuestras iglesias: uniformidad de dones, y discriminación (“si sos de otra condición social/racial/económica/política/sexual, no te necesito”).
5. La solución de Pablo: la variedad de dones, lejos de ser un problema (aunque se usen desordenadamente) es voluntad de Dios. No se trata de reprimir o despreciar dones diferentes del que yo recibí, sino de ver la función de todos los dones en la construcción de la Iglesia. Tampoco se trata de dejarse despreciar (“como no soy mano, no sirvo”). Puesto que son dones de Dios, nadie puede no tener alguno, y sería ingratitud no reconocerlos y no usarlos, que para eso fueron dados.
6. Nuestras soluciones: ¿podrán ser las mismas?
NOTA: Para las dos meditaciones de 1 Corintios resultaron especialmente útiles: Margaret Mitchell, Paul and the Rhetoric of Reconciliation, Charles Talbert, Reading Corinthians, y diversos artículos de RIBLA 20 y de Proclamar Libertação.