Santiago 3:13-4:3.7-8

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Salmo 54 Jer 11:11-18 Santiago 3:13-4:3.7-8 Marcos 9:30-37

Estructura y situación

La sección ofrece un juego de contrastes entre dos tipos de sabiduría. Formulado críticamente puede colocarse en dos bloques, dos catálogos: lo que es terrenal y lo que es espiritual. Se remonta al concepto de los dos Espíritus – o reinos en Qumrán (1QS). Los contrastes se colocan claramente en orden, sugiriendo a algunos intérpretes que el estilo es poético o hímnico, comparable con el de 1 Cor 13. El estilo se ve en lo siguiente: (i) hay una inclusio poniendo el tema de sofía / sofós al principio (v 13) y la final (v 17). (ii) En el primer bloque (negativo) se consagran los vicios a deplorar, la influencia letal de celos … envidias… ambiciones egoístas que se repiten (vv 14, 16). (iii) El otro lado del díptico está en la alabanza de la sabiduría que es “de lo alto”, es decir, viene de Dios. La frase he sofía ánothen se repite en el estilo anafórico. Estilísticamente es fijo en el formulario de una aretalogía, es decir, un tributo en celebración de la divinidad o un atributo que pretende ser divino. Aquí está sabiduría que se loa como superior dándose un juego de descripciones que virtualmente hipostasean como en la Sabiduría de Salomón 7:22-30. Su pureza encabeza la lista de siete atributos. El primer racimo de cuatro epítetos está marcado por términos epifóricos, los últimos dos ejemplos conteniendo de un negativo y homoioteleuton.

(iv) El clímax está en el v 18 con un bien -moderado, hierático, es decir, estilo solemne en sus sonidos, y rítmico que usa una longitud silábica correcta a ser apreciada cuando la frase se lee en voz alta. También contiene el elemento de la paradoja vista en el asunto del fruto normalmente crecido, no el cosechado!

El verso concluye en la sección más corta de vv 13-17. No es un refrán aislado. Después de una relación del mal impulso asociada con la lengua desenfrenada y la sabiduría inspirada por el demonio se acaba en una nota positiva: “para aquéllos que hacen la paz el fruto es la justicia / justificación (es decir, conducta pacífica como una de los buenos frutos v 17 y como regalo de sabiduría celestial: una construcción pasiva divina, con Dios como el agente real de la paz.

La naturaleza autónoma de la perícopa ha planteado la pregunta si, después de todo, ésta es una unidad literaria bastante desligada de Santiago, la sección más temprana en el cap. 3. Se entiende bien como parte del estilo oratorio de diatriba. Santiago puede estar refiriéndose a los maestros y puede revertir a las calificaciones y credenciales que pertenecen a quienes considera instructores. Ellos deben poder evitar las trampas de la falsa sabiduría y cultivar las virtudes de la sabiduría de lo alto para no llevar a la congregación descaminada (5:19-20).

Otra posibilidad es que 3:13/14-18 son un paralelo de 3:1-12/13. La falsa sabiduría pertenece a aquéllos que abusan de la lengua. Se ve el efecto del poder desenfrenado de la lengua en las palabras como celos etc. ya descritas, es decir, el espíritu arrogante que regresa directamente a la lengua de jactancia de 3:5. Note 3:6 y 3:15 también para el origen demoníaco del mal para el que la no domada lengua es responsable. Una tercera opción es combinar las dos.

Santiago opone a las tales personas, denunciando su demanda, las mentiras (v 14) y pretensiones (v 14). Sus celos y la ambición egoísta indica sus motivos y propósitos. Son el intento de introducir una política fanática y partidista que es la antítesis de la “paz” caracterizada por la sabiduría celestial.

El correctivo se contiene en la frase: “hechos [hecho] en la humildad de la [verdadera] sabiduría.” La comparación de estas palabras da énfasis a cómo Santiago ve la sabiduría como esencialmente práctica y como una virtud que emite preocupaciones sociales que extienden la mano para ayudar al necesitado en el dolor (1:27 2:15, 16). Pero es una preocupación que respeta la relación correcta hacia Dios como superior (4:7) y busca lo suyo en consonancia con los intereses divinos listados en vv 17-18.

Uno puede pensar en un contexto de incidentes congregacionales pero dentro de la vorágine judeo romana de los años sesenta hasta desatarse la guerra que acabará con la disolución del judaísmo desarrollado hasta aquí. Algunos extremos celotistas, sean de corte religioso como político pudo haber convulsionado la pequeña comunidad judeocristiana liderada al principio por Pedro, Santiago y Juan en Jerusalén. Santiago o su redactor está oponiéndose a los líderes que aspiraron encaminar a la congregación a un tipo demasiado entusiástico en lo cúltico y fanático en lo político. Santiago se presenta como cabeza de la comunidad, maestro responsable y como su modelo. Su contestación es atraer la sabiduría celestial como una panacea y tácitamente para afirmar su papel como un maestro autorizado (3:1) y líder, aunque en un espíritu diferente al de sus antagonistas. El mayor es el más humilde… Aunque grande es el poderío del Señor él se glorifica por el humilde.

La sabiduría de lo alto

La amistad con el mundo

Antídoto para la lengua

Santiago nos ha dejado en un punto desesperado. ¿Quién puede controlar su lengua? ¿Cómo podemos librarnos de su terrible poder y llegar a la perfección? Es el mismo clamor que hemos sentido al final de 1:4. La respuesta es la misma que el autor dio allí: no necesitamos nuestro propio poder sino la divina sabiduría de Dios.

Santiago comienza su análisis mostrando la diferencia entre uno que tiene sabiduría divina y otro que no la tiene. La persona realmente sabia se caracteriza por su buena conducta, o sea un estilo de vida que es bueno de acuerdo con la enseñanza de Jesús. Esa persona también mostrará la mansedumbre de la sabiduría. Uno de los problemas de las iglesias que Santiago conocía era que los maestros se atacaban entre sí y estaban agresivamente a la defensiva. La mansedumbre es lo opuesto a la agresión. Moisés es el ejemplo máximo de una persona mansa (Núm. 12:3). En la historia donde se lo llama “manso” (o humilde), estaba siendo atacado indebidamente por otros dos líderes. En vez de responder de la misma manera (ya que, después de todo, él había tenido visiones y revelaciones de Dios mayores que las de aquellos), humildemente se calló y ni siquiera se defendió. Al fin Dios intervino y lo defendió. Esa falta de necesidad de autodefensa es el ejemplo que el autor presenta de una persona llena de sabiduría.

Algunos de los maestros (y otras personas) que estaban teniendo discusiones en las iglesias que Santiago conocía, sin embargo, eran muy distintos de este ejemplo. Se caracterizaban por amargos celos y contiendas. Probablemente, describían su envida como “celo” en el sentido en que lo fue Finees (Num 25:10), pero mientras que el celo puede ser bueno, este celo no era realmente del espíritu de Dios, porque no se caracterizaba por la mansedumbre. Esta era envidia disfrazada. Lo que Santiago describe como contiendas quizá era visto por ellos como una lucha por la verdad o por mantener la pureza del grupo. El término que usa el autor podría ser traducido por “rivalidades” porque estaban formando partidos más que manteniéndose en pro de la unidad de la iglesia. Declarar que esas actitudes eran la “sabiduría de Dios” y así jactarse de ellas es negar la realidad, la verdad de Dios. Esa no fue la forma de actuar de Jesús. Santiago declara que ciertamente tal actitud no es el don de sabiduría de Dios. El espíritu que inspira tal conducta no es del cielo, sino terrenal. Pertenece al mundo y a esta era. También es animal o “no espiritual”, término que Judas usa cuando habla para aquellos que “no tienen al Espíritu” (Jud 19). Este espíritu de falsa sabiduría no sólo es de este mundo, sino que de hecho es diabólico. Declarando estar inspirada por Dios, esta gente, en su envidia y ambición, realmente está inspirada por el demonio. Santiago resume esto señalando que la envidia y la ambición no vienen solas, sino que llevan el desorden (una característica de los demonios que encontramos primero en 3:8) y toda práctica perversa, lo que se puede demostrar con un estudio de la historia de la iglesia.

La única protección verdadera contra esta falsa sabiduría y el mal que hay en la lengua es la sabiduría de Dios. El autor da una lista de las características de esta verdadera sabiduría que es muy similar a la que da Pablo como fruto del Espíritu (Gal 5:22-23). Es pura, lo que significa que la persona es sincera en su obediencia a Dios, sin tener motivos ocultos en su deseo de santidad. Es pacífica (Prov 3:17 Heb 12:11), lo que significa que produce paz en la iglesia. Es tolerante (BA, “amable” Flp 4:5 1 Tim 3:3), lo que quiere decir que no es combativa. Es complaciente, lo que indica a una persona que está dispuesta a aprender, ser corregida o de otro modo responder gozoso al liderazgo piadoso. Está llena de misericordia y de buenos frutos, que se refiere a la ayuda caritativa que era tan importante para Santiago. Por supuesto, Dios siempre es misericordioso y dadivoso, de modo que quienes estén llenos de su sabiduría también serán así. Finalmente, es imparcial y no hipócrita, lo que significa que la persona tiene un corazón orientado solamente a seguir a Dios, a diferencia de la persona “de doble ánimo” de 1:8. El término no hipócrita se refiere a que no hay falsedad o actuación teatral en lo que hace una persona. Como una persona es en presencia de otra, así lo es en su ausencia.

Santiago resume todo este párrafo con un dicho que suena como un proverbio. Algunos eruditos creen que puede haberlo recibido de Jesús: El fruto de justicia se siembra en paz para aquellos que hacen la paz. Esta es la solución a los problemas mencionados en 1:20 la ira humana no produce la justicia de Dios, pero hacer la paz sí la produce. Eso es también lo que dijo Jesús: “Bienaventurados los pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios” (Mt 5:9). Son hijos de Dios porque están actuando como su verdadero Padre, produciendo el tipo de justicia que agrada a Dios. Esto es muy diferente de la ira y la contienda de caminos meramente humanos para producir lo que los humanos llaman “justo”. El camino de Dios para hacer cosas requiere su sabiduría, su Espíritu.

4:1-10 La fuente del mal y su cura

El propósito del análisis de Santiago sobre la lengua y la sabiduría aparece en la sección siguiente. Había disputas en la comunidad cristiana a la que escribía Santiago. Cada cual quería su propio camino y su propia ventaja. El autor deja en claro que estas luchas no son algo que provenga de Dios y apela a los que están envueltos en ellas a que se arrepientan y sean perdonados.

Santiago pinta un cuadro de la iglesia tal como la ve: guerras, pleitos, combates, muerte y envidia. La mención de la muerte probablemente se refiera más a “matar” con palabras que a un asesinato literal, pero todo el cuadro es familiar a cualquiera que conozca la iglesia actual. Todas estas luchas y combates ciertamente eran justificados por los que estaban envueltos en ellos, quizá como una forma de “luchar por la verdad”. Pero Santiago escribe sobre ellos tal como son a los ojos de Dios. Traza el origen de estos conflictos, no al amor para con Dios de parte de sus lectores, sino a vuestras mismas pasiones (DHH, “malos deseos”), el impulso malo que ya se ha estudiando en 1:14-15.

Todo lo que puedan argumentar es inútil: no tienen lo que quieren porque no piden. “¡Pero nosotros sí pedimos, sí oramos!”, puede ser la reacción. “Sí, obran, pero no de manera efectiva, porque tienen móviles equivocados.” No están buscando la voluntad o la sabiduría de Dios, sino su propia voluntad: “Dios bendiga mis planes.” Su motivo está en sus deseos o placeres. La meta de Dios no es dar a los seres humanos lo que reclaman sus impulsos su meta es que los seres humanos aprendan a amar lo que él ama. No es que Dios no quiere que las personas tengan placer, sino que quiere entrenarlas en lo que él sabe que es realmente bueno. Como ocurrió con Cristo, la crucifixión viene antes de la resurrección para el pueblo de Dios (Gál. 5:24).

Al afirmar su confianza en Dios y, sin embargo, seguir viviendo de acuerdo con los propios deseos, esta gente es adúltera. El término lit. es en femenino, no porque fueran todas mujeres, sino porque piensa en la iglesia como la novia de Cristo (2 Cor 11:2 Ap 19 21) como Israel era la novia de Dios (Is 1:21 Jer 3 Os 1–3). Ir tras otro amante es ser infiel a Dios, de modo que la amistad con el mundo es enemistad con Dios (cf. Mt 6:24 1 Jn 3:15). No es que sea difícil o penoso servir tanto a Dios como al mundo, o sea los deseos o el mundo es imposible. La persona que trata de llegar a ser amigo del mundo de hecho es enemiga de Dios. Puede ser un enemigo con doctrina ortodoxa y fiel asistente al templo, pero sigue siendo un enemigo.

En este punto, Santiago cita las Escrituras, pero no se sabe a qué corresponde este dicho. Debe estar citando el sentido bíblico en general o algún libro que se ha perdido. La traducción que dice: El Espíritu que él hizo morar en nosotros nos anhela celosamente parece referirse al espíritu humano y su tendencia a la envidia. Aunque sea bien cierto, no se adecua al contexto. Una traducción mejor podría ser: “Él anhela celosamente al Espíritu que hizo morar en nosotros”. Eso significa que Dios da su espíritu a cada persona. Anhela celosamente que se le retribuya con un amor puro (cf. Ex 20:5, 6). La Escritura no habla en vacío sobre este celo de Dios, como lo comprobó dolorosamente Israel por su experiencia cuando trató de servir a la vez a Dios y a Baal.

El argumento de Santiago puede llevar a la gente a la desesperación debido a su pecado. Sin embargo, Santiago reclama que Dios ofrece mayor gracia que condenación al creyente que se arrepiente. Para respaldar esto cita Prov 3:34, citado también en 1 Pe 5:5: Dios da gracia a los humildes, o sea a los que se arrepienten.

Luego Santiago nos muestra cómo se ve la humildad. Someteos, pues, a Dios: Lo más importante del arrepentimiento es dejar lo que estaba haciendo y comenzar a obedecer a Dios. Resistid al diablo: El diablo es la fuente final de la prueba o tentación (Mt 4:1–11 Mc 8:28–34 Lc 22:32 Jn 13:2, 27) y negarse a escuchar el llamado del deseo es resistirle. Cuando se le resiste, huye puede amenazar con el desastre, pero es una mentira. Sólo tiene poder si se cree en él. Acercaos a Dios: Esto suena como Mal 3:7 y Zac 1:3. El cuadro es el de una persona que se acerca a ofrecer sacrificio en el templo y se aproxima a Dios en la ceremonia. Limpiad vuestras manos: Este es otro cuadro del AT (Ex 3:19–21) que ilustra la remoción de las prácticas pecaminosas. Purificad vuestros corazones: La purificación es mencionada en el AT (Ex 19:10), pero aquí se trata de la edificación de un corazón puro. El de doble ánimo es el que trata de servir tanto a Dios como al mundo (ver 1:8). Purificar el corazón es ser dedicado sólo a Dios. Estas acciones deben ir acompañadas por el lamento del propio estado de pecado. El arrepentimiento consiste en el dolor por el pecado más un abandono del mismo y, cuando es posible, la restitución del daño causado por el propio pecado. Finalmente, Santiago incluye promesas dentro de su llamado al arrepentimiento. El se acercará a vosotros, él os exaltará. Dios no dejará al corazón humilde en el llanto. Aceptará el arrepentimiento y responderá con su amor, levantando del dolor al calor de su amor.

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