¡Jesús está resucitando!

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Tres noches de oscuridad
te tragaron como queriendo
enterrar los sueños
del pueblo oprimido,
de la gente que ama.
El imperio y la religión insensible
creían que matándote,
mataban las esperanzas
de los humildes.
Tres días de oscuridad no bastaron
para matar la esperanza de la humanidad.
Te querían silenciar los que le daban al César
lo que era de Dios y del pueblo.
Te asesinaron los que predican
y no practican sus discursos.
Te quería matar el imperio para eliminar
los ideales de libertad de los pueblos invadidos,
y masacrados.
Te mataron,
maltrataron tu cuerpo,
pero no pudieron matar tu espíritu,
tus ideales.
Te enterraron para borrar tu recuerdo,
porque el imperio siempre le teme
a las ideas que resucitan
en la conciencia de la gente.
El imperio huyó despavorido
a la señal de tu resurrección,
abandonaron la tumba encadenada,
¡Cómo te temían Jesús!
¡le pusieron cadenas a tu tumba!
Tenían miedo de tus palabras de amor,
de tu contacto con los pobres,
tenían miedo de tu sonrisa.
Resucitaste,
porque tu proyecto es vida,
solidaridad.
Los ricos y sacerdotes
te odiaban,
siempre andabas con los marginados,
con los excluidos,
hablabas con prostitutas
y hasta te contaron con malhechores.
¿Cómo podías llamarte maestro?
¿Cómo pretendías ser un Rabino?
Tenías que morir,
Tenían que matarte,
Había que desaparecerte.
Los llamaste hipócritas,
sepulcros blanqueados.
¿Quién te dio esa autoridad?
Los sacerdotes que se vendieron al imperio,
te acusaron de traidor,
porque querías tumbar al imperio,
porque tumbaste las mesas
de las ganancias del templo.
Te habías proclamado Rey
y sólo rey era el César,
el extranjero opresor.
Te odiaban los ricos comerciantes,
¿Cómo te atrevías a regalar el pan
y brindar salud de forma gratuita?
¿Sabes cuánto cuesta el trigo?
¿Cuánto cuestan las patentes
de los medicamentos?
No sabes Jesús cuantos hambreadores
deseaban tu muerte.
Jesús,
resucitaste,
rompiste las cadenas que pusieron
en tu tumba.
Resucitaste, te mostraste a los pobres,
a los bienaventurados
y bienaventuradas,
a los que sufren,
a los ciegos, a los oprimidos,
a los encarcelados.
Tres noches no bastaron,
todavía hoy estas resucitando
en los pueblos,
en las mujeres.
Todavía el imperio te teme
e intenta matarte,
pero si te vuelven a matar
seguirás resucitando una y otra vez,
y cada vez que sea necesario
te resucitaremos,
porque resucitas en mi,
en mis hermanos y hermanas,
en los niños y niñas,
en los que aprenden a leer,
en los que luchan,
en nuestros pueblos autóctonos
de Bolivia , Ecuador y Perú.
En nuestra gente afrodescendiente.
Estas resucitando
y resucitaras
cada vez que sea necesario.
¡Este es el tiempo de resurrección!
¡Aleluya,
Jesús esta resucitando!


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