-Ascensiòn. Hechos 1: 1-11.

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Este texto inaugura la segunda parte de la obra lucana. Contiene, de
alguna manera, todo el programa teolo''''gico de la obra. Establece la
continuidad entre el ministerio de Jesu''''s y la subsecuente tarea
aposto''''lica, pero a la vez marca, en un mismo golpe literario, una
diferencia clara entre ambos momentos. Frente a la pluralidad de
lecturas de la historia de Jesu''''s, Lucas debe resolver el problema de
la misio''''n y darle continuidad a la segunda en una adecuada variante
de la primera. Por otro lado, le preocupa el tema de la unidad de la
Iglesia, y se propone construirla en torno del eje de la autoridad
aposto''''lica y una cierta teologi''''a institucional frente al
surgimiento de las hairesis y ante la demora de la parusi''''a. A su vez
quiere presentar la compatibilidad del mensaje evange''''lico con la
cultura grecorromana, mostrando las posibilidades de superar el marco
de mutua desconfianza pero tampoco puede ocultar las dificultades
que las comunidades van experimentando en su confrontacio''''n con, por
un lado, la sinagoga judi''''a de la dia''''spora y por el otro con la
dina''''mica del poder romano. A todos estos interrogantes surgidos
tanto del interior de la fe como del contexto social y poli''''tico, el
Libro de Hechos trata de responder mediante una narrativa cuidadosa,
que a la vez resulte veraz y crei''''ble. El primer tratado, que hoy
llamamos "evangelio" (Lucas defenderi''''a que el segundo tambie''''n
merece ese apelativo) pone su e''''nfasis en la novedad del mensaje de
Jesu''''s, en su llamado a una nueva percepcio''''n de lo humano y una
particular sensibilidad hacia los/las sufrientes, pobres,
postergados. Ahora tratara'''' de mostrar que ese mensaje puede y debe
adaptarse a las condiciones de la misio''''n. El relato que ahora
analizamos introduce las condiciones que permitira''''n este cometido, y
clava algunos pilotes sobre los que construira'''' su proyecto
teolo''''gico.
v. 1: Se afirma el dato de la continuidad entre el primer tratado y
el segundo. Es de notar que hay un e''''nfasis sobre el ministerio
"pra''''ctico y dida''''ctico" de Jesu''''s. De esa manera reinterpreta su
propio evangelio como un escrito de referencias doctrinales.
v. 2: Se marca una diferencia entre el Jesu''''s pre- y post-pascual. El
primero "ensen~a", el segundo "instruye", en el sentido de capacitar
especi''''ficamente para una tarea, dar o''''rdenes. Por otro lado se marca
la necesidad de ruptura: Jesu''''s ascendido marca el fin del tiempo de
la presencia mesia''''nica. Esta presencia sera'''' reemplazada ahora por
la presencia aposto''''lica guiada por el Espi''''ritu. Notar como ya en
los dos primeros versos hay todo un programa teolo''''gico.
v. 3: "mostro''''", les puso por delante. Hay pruebas del padecimiento y
de la resurreccio''''n. El nu''''mero de 40 di''''as se relaciona con los 40
di''''as de tentacio''''n en el desierto. Hubo un tiempo de prueba para
Jesu''''s y un mismo tiempo de habilitacio''''n para los apo''''stoles. El
Reino de Dios como tema de instruccio''''n se diferencia del Reino de
Israel que esperaban los seguidores judi''''os de Jesu''''s (cf. con v. 6).
v. 4: Se postula la centralidad de Jerusale''''n. Jesu''''s reu''''ne alli'''' a
sus disci''''pulos y les ordena no abandonarla (notar el uso de apo,
preposicio''''n, ma''''s genitivo de separacio''''n). Introduce un programa
eclesiolo''''gico distinto de Mt 28:10 y Mc 16: 8, donde el Resucitado
no aparece a los once en Jerusale''''n (so''''lo las mujeres lo ven alli'''')
sino en Galilea.
v. 5: Notar la confrontacio''''n con el bautismo de Juan. El tema
reaparecera'''' con el caso de Apolos (18: 25). Probablemente se refleje
aqui'''' la cri''''tica a una variante "anti-pneuma''''tica" en el
cristianismo primitivo. El Espi''''ritu Santo prepara y habilita para la
misio''''n a diferencia del bautismo de Juan, el del Espi''''ritu Santo da
poder y envi''''a.
v. 6-7: Los disci''''pulos, instruidos sobre el Reino de Dios, preguntan
sobre el Reino de Israel. Notar la continuidad con Lc. 24:21. Sen~ala
una tensio''''n entre el cristianismo gentil y los resabios de un judeo-
cristianismo que manteni''''a expectativas mesia''''nicas. El dato del
"sufrimiento del Mesi''''as", en la respuesta de Jesu''''s a los viajeros
de Emau''''s, coincide con el armado del v. 4. El reino de Israel no se
compadece con un Rey sufriente. El Reino de Dios vive, au''''n en medio
del sufrimiento.
v. 8: La tarea ahora no se agota en Israel, sino el traslado del
Evangelio "a las naciones" el testimonio se universaliza. Hay una
expansio''''n en ci''''rculos conce''''ntricos: Jerusale''''n, donde esta''''n,
Judea, Samaria, el mundo gentil. Esto luego aparecera'''' en el
desarrollo de los capi''''tulos siguientes, que seguira''''n este esquema,
hasta llegar a Roma. Este es el proyecto del libro in nuce. Notar
como se evita la mencio''''n de Galilea en 9:31 se menciona a las
Iglesias en Galilea, pero no se informa de co''''mo se formaron. Seri''''a
un indicador de la vigencia de una lectura distinta del ministerio de
Jesu''''s y una estructuracio''''n alternativa de la Iglesia en la zona
rural de Galilea.
v. 9: La ascensio''''n es relatada para asegurar la transicio''''n. Es el
fin del tiempo de Jesu''''s y el comienzo del tiempo del Espi''''ritu Santo
y los apo''''stoles. Jesu''''s sera'''', en adelante, una referencia, se hara''''
presente por la predicacio''''n aposto''''lica. Sera'''' la Iglesia la
encargada de hacerlo presente ahora. Notar nuevamente la tensio''''n con
el final del Ev. de Mateo.
vv. 10-11: El tiempo de la misio''''n media la presencia del nuevo eo''''n.
Si bien la escatologi''''a no se niega, aparece como una expectativa que
no debe atrapar la mirada de los disci''''pulos. La presencia ange''''lica
sustituye transitoriamente al esperado Espi''''ritu Santo, prolongando
por unos di''''as la forma del anuncio del Resucitado (cf. Lc 24:4). La
angelofani''''a ante las mujeres ahora se realiza ante los apo''''stoles.
No buscar en el sepulcro, no buscar en el cielo, tiene una funcio''''n
de mediacio''''n anamne''''sica.

Comentario:
La ascensio''''n, mencionada solo por el Evangelio de Lucas, tiene la
finalidad de habilitar una eclesiologi''''a de la Iglesia en el
Espi''''ritu, distinta, por ejemplo, de la visio''''n ma''''s horizontal que
nos propone Mateo, donde el mismo Jesu''''s es el "Emmanuel" (Dios con
nosotros). Esta imagen de la Ascensio''''n esta'''' vinculada
necesariamente a una cosmovisio''''n en tres capas, donde el cielo lo
domina todo. Hoy, con la concepcio''''n de un universo en expansio''''n, la
Ascensio''''n se transforma en imagen de alejamiento. Es necesario
buscar nuevas meta''''foras para sen~alar la dina''''mica de ruptura y a la
vez de presencia de Jesu''''s.
En la teologi''''a de Lucas lo importante es sen~alar que la Ascensio''''n
habilita el tiempo de la misio''''n. Pero esa misio''''n no es alocada: el
mismo Jesu''''s se ve en la necesidad de instruir a sus disci''''pulos. Es
el anuncio del Reino de Dios. Lucas, au''''n con toda su preocupacio''''n
por la construccio''''n eclesial, es cuidadoso de distinguir: La Iglesia
debe predicar el Reino, no predicarse a si'''' misma. El Espi''''ritu nos
ha de dar fuerza para ello, no para construir un Israel terreno. Se
trata de ser testigos de Jesu''''s, mirando en derredor a nuestra
realidad.

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